viernes, 11 de enero de 2013

Valencia tiene otras voces. Gracias, Mª Dolores.


La catedrática de la Politécnica de Valencia María Dolores Raigón. / TANIA CASTRO

María Dolores Raigal: “Lo orgánico ya no es cosa de dos jipis”

La académica habla del potencial uso de los alimentos “como medicina preventiva”
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Ya es hora de que alguien, desde la plataforma de la ciencia convencional, nos recuerde la excelencia de lo orgánico; las maravillas sanadoras, nutritivas y embellecedoras de la Naturaleza. Y me encanta que sea, precisamente, una mujer que se llama Mª Dolores -es tremendo colocar a una criaturita recién nacida una etiqueta semejante y hacer que la llamen así el resto de su vida: dolores, desamparados, angustias, transverberación o cruz- ; es un signo del reciclaje que un ser humano puede hacer con su destino y con su vida. O sea, que cuando nazca le coloquen un nombre terrible y ese ser humano haga con su vida todo lo contrario. Que te llamen Dolores y tú te dediques a estudiar la forma de mitigar y evitar en lo posible los dolores del prójimo. Justo, lo opuesto, que libremente se puede elegir también, como es el caso Cospedal; ella, en cambio,ha decidido, marcada por su propia denominación de origen, seguir las pautas y las inercias de su nombre al pie de la letra: causar dolores a saco por donde pasa. También se da el caso de tener un nombre precioso y decidir ser un monstruito. Por ejemplo, Benito, como Mussolini, es el apócope de "bendito", Adolfo, como Hitler, significa "noble" o José María, como Aznar o José a secas como Stalin, son los nombres que significan respectivamente "Dios bendice" y "amada" o Jorge, como Bush, "agricultor"... en fin, está claro que nuestra onomástica puede ser una guía estupenda o bien para seguirla o para darle la vuelta y dejarla irreconocible.
Estas historias paralelas son un canto a la libertad y al libre albedrío y reconforta pensar lo libres que podemos ser desde la  cuna para elegir mientras desarrollamos lucidez o barullo mental, crecer o arrasar, evolucionar o quedarnos en las cavernas del Pleistoceno, usar los conocimientos adquiridos como un hacha sílex y una ballesta, o como sabios y creadores de nuevos caminos de liberación.
En este caso, es una alegría descubrir una María Dolores tan analgésica y sana. Gracias otra vez, Profesora.

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