viernes, 25 de enero de 2013

El patetismo de la España negra


“Recé para que no muriera; quería verla derrumbarse y confesar”

El fallecimiento de sor María Gómez Valbuena, imputada por la sustracción de tres bebés, aboca dos causas al archivo salvo que aparezcan nuevos implicados

Purificación Betegón: "Solo espero que Dios la perdone, porque yo no la voy a perdonar nunca"

María Luisa Torres y Purificación Betegón, las dos madres que lograron la imputación de la monja María Gómez Valbuena por el robo de sus hijos, son creyentes. “He estado rezando para que no se muriera. Yo, mi madre y mi hija. Rezábamos para que sor María no muriera porque queríamos verla en un juicio. Yo tenía la esperanza de que al mirarme a la cara en un tribunal se derrumbara y confesara todo”, explicaba a EL PAÍS María Luisa, que en julio de 2011, 29 años después del parto,recuperó a su hija Pilar, el bebé que la religiosa le arrebató, según su denuncia, bajo amenaza de quitarle también a su otra hija y denunciarla por adulterio. “Yo solo espero que Dios la perdone, porque yo nunca la perdonaré”, declaraba Purificación Betegón, que la acusa de robarle a sus gemelas, nacidas un día imposible de olvidar: 23 de febrero de 1981.
 Sor María Gómez Valbuena falleció el martes, a los 88 años, sin haber sido juzgada por el robo de la hija de María Luisa y las gemelas de Purificación. Fue enterrada el miércoles en la intimidad. Su abogado, José María Calero, letrado de los padres de Marta del Castillo, no había notificado ayer la defunción de su cliente a los dos juzgados de Madrid en los que está imputada. Según declaró a este diario, planeaba hacerlo hoy o el lunes. El pasado viernes, cuando la monja estaba llamada a declarar como imputada por el robo de los bebés de Purificación, Calero entregó en el juzgado un informe médico excusando la ausencia de su cliente, que padecía insuficiencia cardiorrespiratoria. En cualquier caso, su intención era no responder a las preguntas del juez como ya había hecho el pasado 12 de abril, cuando fue citada por el presunto robo de la hija de María Luisa. Sor María no habló aquel día en los juzgados, pero esa misma tarde envió un mensaje a los medios de comunicación asegurando: “Me repugna en lo más profundo de mi ser la separación de un recién nacido de su madre biológica”.
La muerte de sor María aboca ambas causas al archivo, según apuntan varias fuentes jurídicas, salvo que aparezcan nuevos imputados. Alipio Barbero, el abogado de Purificación, asegura que los habrá. El juez que lleva el caso, Esteban Vega, ha encargado a la policía judicial que localice a los médicos y enfermeras (ocho personas en total) que aparecen en la documentación que Purificación ha aportado al juzgado. “Creo que al menos tres de esas personas pueden terminar imputadas”, asegura el letrado.
“Sor María se ha llevado el secreto a la tumba, pero ella no pudo hacer todo esto sola”, opina Purificación. “Yo di a luz el 23-F, es una fecha difícil de olvidar. Me gustaría hacer un llamamiento para que el camillero, el personal de la clínica, quién sea, acuda al juzgado y cuente lo que sabe”.
Aquella noche tan larga, Purificación tenía 25 años y un hijo de dos. Era madre soltera. “Sor María me dijo que era mejor que diera a mis gemelas en adopción. Que yo era muy joven y que ellas estarían mejor con una familia. Yo le respondí que no tenía ni idea de mi vida y ningún derecho a decirme aquello. A los dos días, me comunicaron que una de mis pequeñas había muerto y después, la otra. Que se había estropeado la incubadora. Bajé corriendo a verlas y seguían allí. Entonces una enfermera me dijo que estaban muertas cerebralmente, ¡pero se movían! Y entonces me llamó sor María a su despacho para preguntarme cómo quería llamar a las niñas. Yo le dije que qué locura era aquella de decirme que estaban muertas y me contestó: ‘No te preocupes. Ha sido un error’. Le dije que mis hijas se llamaban Sherezade y Desiré. ‘Esos no son nombres cristianos’, me contestó. Cuando volví a pasar por la incubadora, mis hijas ya no estaban. Insistían en que habían muerto. Tardé 30 años en conseguir que me dieran mi historia clínica”. Esa documentación resultó clave para reabrir su caso, que previamente había archivado la fiscalía. En el margen de su historia clínica se lee: ‘Avisar a sor María’. Como apellidos del padre y la madre de sus gemelas se lee solo un nombre: sor María.
La frustración entre los afectados por robo de bebés ante la muerte de la monja es tan grande como las esperanzas que tenían depositadas en estos dos casos, los más avanzados en los tribunales entre casi 2.000 denuncias. En los juzgados de plaza de Castilla de Madrid hay otros dos expedientes en los que aparece el nombre de sor María, aunque en uno de ellos, la madre afectada, Felisa Tomico, no puede asegurar que se trate de la misma religiosa que falleció el martes en Madrid llevándose a la tumba cuatro décadas de secretos. “Vamos a seguir peleando hasta el final porque sor María era solo una pieza del entramado”, promete Maricruz Rodrigo, presidenta de la asociación SOS Bebés robados en Madrid. El diputado de IU Gaspar Llamazares envió ayer una petición al ministro de Justicia, al fiscal general del Estado y al presidente del Consejo del Poder Judicial para que se incauten los documentos personales de sor María “antes de que se destruyan o desaparezcan”.
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"Tú eres del mundo la luz, pero en la lumbre que no arde no cocina ni mi madre.Hay que iluminar y ser del mundo la luz. Hay que encender la lámpara, hay que despertar, para que el mundo tenga luz y todos vivan en paz ¿quíén quiere vino?
Tú eres del mundo la sal. Pero una sal mojada ya no sirve para nada. Hay que ser la sal que nunca pierde el sabor.
Tú eres la casa de Dios, pero a una casa en ruinas nadie quiere ir a vivir. La casa de Dios es siempre casa de Dios.
Tú eres del mundo la luz, pero una buena luz necesita un buen candil. Hay que iluminar y ser del mundo la luz.
Hay que encender la lámpara, hay que despertar, para que el mundo tenga luz y todos vivan en paz ¿quién quiere vino?"
Este es el mensaje de Gospel, un musical basado en el Evangelio de Jesús de Nazareth, el carpintero que vino a enseñarnos a cepillar la madera del ego, a cortarla con pericia y a darle  forma y utilidad con el amor,el perdón y la paciencia, pero al mismo tiempo con la energía necesaria para coger el látigo de la firmeza, de la justicia y del valor y tumbar los tenderetes del mercadillo inmundo que comercia en el recinto íntimo y comunitario de lo sagrado: el alma y la vida de los seres humanos; ese mercado capaz de vender al mejor amigo que te da la vida, por treinta monedas miserables. De comerciar con lo más hermoso, inocente y sano que tenemos: la dignidad y la esencia divina que todos llevamos dentro para hacerla crecer con nosotros. 
Espeluznan estos casos horrendos de la España gore. Del sadismo gótico y demoniaco. La indefensión de los ciudadanos. El fanatismo ciego y cruel de los sectarios, capaces de lo peor pensando   que hacen obras de misericordia mientras negocian con las vidas humanas y con el equilibrio psicoemocional de un prójimo al que no respetan y manipulan.
Pobres madres y padres. Tanto los biológicos como los adoptivos. Pobres hijos sin raíces y sin verdad. Pobre monja que ahora, al otro lado, estará de frente a su conciencia ya sin la envoltura material de los prejuicios y los cánones, asumiendo el horror de sus buenas intenciones. 
Que la misericordia infinita ponga luz en las tinieblas. Amor en la rigidez y en el odio. Y que nosotros seamos capaces de hacer lo mismo. Para no repetir barbaridades, para poder perdonar a los bárbaros y para no convertirnos en bárbaros vengadores de la misma miseria que se nos contagia. Nadie está a salvo cuando el aire que se respira está tan sucio. Sólo entrando en nosotros mismos y descubriendo la esencia que nos permite la vida, podremos dejar de repetir el mismo recital de espantos en tantas modalidades.
Hay que encender la lámpara. Hay que despertar si queremos que el mundo mejore y que acabe este infierno idiota que nos venden como "normalidad". ¿Quién quiere vino espiritual, gratuito, precioso y dulce, para reconfortar el cansancio, sanar heridas, inspirarse, coger fuerzas y reconfortar el corazón, el alma y el cuerpo? Un vino que no emborracha ni aturde, al contrario, un vino que despeja y enseña a caminar con paz en medio de las guerras y los berrinches. 
Dentro tenemos viña, el lagar y la bodega que no es patrimonio de ninguna religión, de ningún negocio ideológico. Sólo completamente humano y por eso, divino.
Ánimo a todos y a todas. Aunque parezca que nos hundimos, en realidad estamos a salvo. Sólo hay que recordar nuestro oficio viticultor y la habilidad arte- sana que nos enseña el carpintero (que puede llamarse Buda, Lao Tse, Jesús, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Stephen Biko, Robert Kennedy, Shantidas, Albert Swaitzer o Francisco de Asís), para retomar el oficio de la vida. Y entonces todo cambia.

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