El Presidente y la Viceidem del pp, -lo acaban de confesar- no tienen ni idea de quienes manejan la pasta de su negocio y mucho menos de la catadura moral de los pimpollos mangantes. Para ser los responsables son una calamidad. Si ni siquiera consiguen saber lo que hay en su ppartido ni qué hay que hacer ante un desguace más que evidente, que los ciudadanos normales, es decir, que no votan al pp, ya se olían desde la historia Gürtel, ¿cómo es posible que puedan saber lo que hay que hacer en una tarea mucho más complicada y difícil como es gobernar un país? Es patético. Y delirante.
E igualmente patética y destarifada es la confesión repetida de Aguirre, que sigue insistiendo en proclamar a los cuatro vientos que la política no es un profesión, aunque la Doña durante casi cuatro décadas sólo ha vivido de ella y no precisamente gratis, sino con un sueldo multimileurista. Un señor sueldo millonario cada mes.
Nos está gobernando la versión mangui del Cottolengo. Me recuerdan al tonto oficial de un pueblo manchego donde mi madre ejerció unos año de maestra, allá por los 50. Se llamaba Miguelón y le llamaban el "tonto" porque tenía una deficiencia que le impidió ir a la mili, le daban espasmos nerviosos y no controlaba su fuerza ni podía hablar con soltura. Pero Miguelón pasaba el cepillo en misa. El párroco se quejaba de que las limosnas eran escasísimas ultimamente y lo achacaba a la sencillez y pocos recursos de los vecinos pobres y a la racanería de los ricos. A veces se quejaba desde el púlpito. Hasta que un día pilló a Miguelón en plena faena: había hecho un agujero en la base del cepillo, que era de madera y lo había tapado con esparadrapo y pintado con nogalina. Como mientras se pasaba el cepillo el cura estaba en el altar diciendo misa y en la sacristía no había nadie, tenía tiempo de sobra para sacar casi toda la colecta de la hucha parroquial y volver a tapar el boquete. En unos meses se había abierto una cartilla en la Caja Postal de Ahorros y todas las semanas iba a ingresar el botín. El director de Correos se lo comentó al cura y éste descubrió el pastel.
Imaginemos que el jefe de Correos hubiese recibido pelas por parte de Miguelón para que no dijese nada, y que el cura participase en un tanto por ciento del botín, por hacer la vista gorda y que los vecinos hubiesen protestado en el Ayuntamiento y en el cuartelillo de la Guardia Civil porque en la iglesia no había luz y estaba llena de goteras y no se podían sentar ni arrodillar porque los bancos no se limpiaban por falta de fondos, a pesar de que cada domingo aportaban bastante dinero en el cepillo para el mantenimiento del templo...Pues eso es el pp. Miguel el tonto, pero con un cura y un banquero dispuestos a no perder comba, y pasándose los sobres compensatorios mientras Miguelón se forra con la cuenta de ahorro a base del butrón. Y su madre, inyterrogada por la Guardia Civil, dice que educar y controlar a Miguelón no es cosa de profesionales, aunque ella recibe un pensión mensual del Estado por la deficiencia del hijo "tonto". Ésa es Esperanza Aguirre.
Nos gobierna la estirpe de Miguelón, pero en alto standing corrupto. Y mejorando múchisimo el método primigenio.
Vaya tela!
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