Recogida de basuras
O también ¿qué apareció antes los miasmas o la basura? ¿primero fueron los sobres y luego la corrupción? ¿ o fueron la mente enferma de avaricia y la voluntad analfab-ética, las que crearon la corrupción y la repartieron en sobres?
Si analizamos el mensaje que Iñaki nos ha dejado para reflexionar, el término miasma que deriva en directo del griego, veremos que significa "suciedad", "mancha", "infección", "infamia" y "crimen". Y que el diccionario de nuestra lengua lo define como: Emanación perniciosa que se desprende de las sustancias orgánicas en descomposición"
El término "basura" es una mutación de versura, en latín vulgar, derivado a su vez del verbo clásico latino verrro-erere, que significa barrer, pero también robar, en sentido figurado y sugerente. Está claro que basura y miasma son la pareja del año, en esta España cada vez menos nuestra y más de la nada. Basura y miasma son como la gemelidad de Mortadelo y Fliemón, de Zipi y Zape o del Coyote y el Correcaminos. La una sin la otra no son posibles. Y por desgracia, en nuestra historia democrática, se ha convertido en el mendrugo amargo de cada día.
Cuando el felipismo se convirtió a la rentable religión del trinque, pensamos que había sido la falta de moral despistada de un presidente sin experiencia ni demasiados principios éticos y sólidos, al que el vicio de ir poniendo la mano en el fuego por cada mafias amigo que se tropezaba, había terminado por dejar políticamente manco absoluto. Sí, manco hasta los hombros, y con la duda cartesiana que -como él mismo afirma- aún le hace considerar la posibilidad de que dinamitar materialmente a ETA, cuando pudo hacerlo, tal vez no hubiese sido tan malo como no hacerlo.
Es y era evidente que en el legado moral, social y político de Don Pablo Iglesias ni en el Karl Marx nunca hubo miasmas ni versuras . Sino una honradez y una humanidad a prueba de todo. Menos, a prueba del enquistamiento histórico de una dictadura que durante 40 años dejó cualquier referencia ética absolutamente en el limbo y fuera de órbita. Una sociedad no convive años y años con la pena de muerte a la vuelta de la esquina, la persecución por "delito" de opinión y la cárcel adobadas con el rosario en familia, la cruzada de la fe, el siente un pobre a su mesa por Navidad y el "que Dios se lo pague, señorito", como la cosa más natural, sin quedarse tarada y sin reflejos morales por generaciones. Es como el Magnificat, pero al revés. Una maldición ultra temporal que no pierde su calado ni su virulencia. Al contrario, parece que el tiempo, como al vino peleón, la va avinagrando, la va haciendo más insoportable y corrosiva. Más tóxica. Tanto que ya ha dejado el paladar social de los españoles acartonado, como corcho, sin sensibilidad para distinguir el sabor de un tomate del de una guindilla.
Quitamos a Felipe y a su cuadrilla "Monipodio", pero votamos otra alternativa mucho más heavy. A los herederos directos de los miasmas y las versurae. Al menos a una socialdemocracia se le puede recordar su base ética, puede hacer dimitir a los corruptos en cuanto los detecta, debe tener clara la diferencia entre robar y gobernar. Un socialdemócrata si delinque, sabe que delinque y se avergüenza, porque tiene referencias escritas, que le pueden recordar un código ético imprescindible. Barrionuevo dimitió, Vera y Roldan fueron al trullo, es cierto que Felipe González aún tiene pendiente de pago la deuda de su imputación moral. Lo "otro", no.
Lo "otro" llega en plan burbuja-sobre, vendiendo euros a peseta, repartiendo las estampitas del timo, mientras entra y sale en la misa dominical, no se divorcia y no aborta fetos, pero machaca a los que intentan sobrevivir haciendo imposible la subsistencia mientras arrambla con los presupuestos generales del Estado, como si fueran piruletas en la puerta de una escuela o concordatos en el escritorio de un palacio arzobispal. Lo "otro" no roba bolsos por la calle, ni atraca bancos tapado con un pasamontañas, no lo necesita, puede robar las ayudas y apoyos sociales por ley y puede desvalijar los bancos desde el consejo de administración para llevarse la pasta fuera del País y dejarlo en la ruina.
Lo "otro" no es que sea malo, es que no sabe distinguir la bondad de la maldad, sino lo que le conviene y le enriquece a velocidad de pelotazo, de lo que es el bien de todos y la prosperidad del país entero; esa cualidad de no juzgar buenos y malos en los santos es inocencia que mide las conductas con el rasero del amor, el perdón y la bondad, pero en los mortales comunes es un fallo gravísimo, que impide obrar con justicia y que por supuesto, está a millones de años luz del amor y la bondad de los santos, que por cierto, lo "otro" admira y llena de incienso y limosnitas nublaconciencias.
Es cierto que, aunque la socialdemocracia con Zapatero nos dio años de bonanza, civismo y de más justicia e igualdad social, también estuvo tocada por el mismo ambiente. Por eso fue acosada, emponzoñada, rejoneada, boicoteada y desprestigiada por ese estilo taurino deplorable, con que el pp se comporta siempre a la defensiva, al ataque contra todo lo que no considera suyo. Por ejemplo, España si no le vota en pleno. No ven un país, no ven personas ni habitantes. Ven una plaza de toros y en medio un astado con la divisa de la Moncloa. Y hay que descabellarlo como sea, aunque la plaza se queme, aunque el público no quiera ver el espectáculo porque la entrada es una ruina y los tendidos están destrozados. Y llueve a cántaros, llueve miseria por todas partes. Miasmas y versurae. Sobres y ladrones. Caciques y víctimas. A lo "otro" le da igual, mientras las taquillas les den la pasta.
El tocomocho de la crisis es su coartada perfecta. Su gordo de Navidad. La crisis se llevó por delante al socialismo inseguro en medio de una sociedad que arrastra el sambenito existencial de una mortaja histórica fasci-católica-golpista de la que no es capaz de liberarse; el mismo socialismo se autoculpa y se revisa con una mojigatería y una ñoñez más propia de la parroquieta aleluya cumbayá que de la conciencia.
Y es que una dictadura larga y perversa deja flecos trágicos tan incardinados en el tejido social, que no se notan.
Por eso, es mucho más urgente una acción ciudadana profunda, práctica, independiente, solidaria y transparente, que, al mismo tiempo que apoya desahuciados, parados, abandonados y necesitados, saque los valores del armario ético, sí, más urgente aún, que una reivindicación desesperada, indignada y contundente, que también es indispensable, pero menos eficaz que la escuela diaria de la decencia.
Sencillamente, para que nunca más nos vendan la cabra en las urnas y aprendamos a distinguir la noche del día y las tripas del cerebro. Para que no pensemos con la rabia y la ignorancia, sino con la inteligencia y la ética.
Sin honestidad no hay solución posible. Y sin tomar conciencia de la realidad no puede haber honestidad ni gobierno que arregle lo que nosotros ni siquiera vemos que necesita arreglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario