Cómo la Homeopatía puede ayudarnos con los problemas digestivos
“Doctor, es que estoy lleno de gases”
“Tengo estreñimiento de toda la vida”
“Me han diagnosticado gastritis crónica, llevo tiempo tratándome y no acabo de mejorar. Enseguida vuelven las malas digestiones”
“Doctor, me gustaría no tener que tomar tanto omeoprazol porque he leído que no es muy recomendable”
“¿Cómo puedo mejorar mis digestiones?”
Muchas personas acuden a nuestras consultas buscando aliviar sus problemas digestivos de todo tipo.
El estrés, la forma en la que vivimos, la calidad de los alimentos que consumimos, son factores que no suelen contribuir demasiado al bienestar de nuestro aparato digestivo.
A nuestros hábitos y a nuestra forma de vivir y de alimentarnos hemos de sumar el otro elemento clave en relación a nuestra salud digestiva; nuestra constitución, nuestra herencia o nuestras tendencias patológicas, como queráis llamarlo.
Esto en Homeopatía lo sabemos muy bien y por eso a la hora de abordar estos problemas digestivos siempre tenemos en cuenta dos aspectos fundamentales:
Gastritis, colitis ulcerosa, colon irritable, estreñimiento, dispepsias…Son algunos diagnósticos clínicos que nos hablan, sin duda, de aspectos fundamentales de la dolencia de nuestro paciente. Pero, por sí solos, no nos permiten conocer algo para nosotros básico; la manera particular de sufrir que tiene cada paciente su enfermedad.
Qué te mejora y qué te agrava, relacionas tus molestias con alguna circunstancia en particular, cómo te afecta lo que comes, estas mejor o peor en alguna época del año, te suele despertar el dolor a la noche, cómo te afecta emocionalmente tus molestias digestivas, cómo es el dolor, es como un retortijón o lo sientes más como una puñalada, te hinchas nada más comer o al cabo de unas horas.
Son sólo algunos ejemplos de todos esos aspectos que individualizan el diagnóstico clínico que damos a cada paciente y que, para la Homeopatía, son fundamentales para poder indicar el tratamiento más adecuado a cada persona.
“Dónde está” hace referencia a lo que hablábamos anteriormente, a la manera particular de enfermar.
“Quién es”, en cambio, nos conecta con algo que va más allá del propio momento que el paciente está viviendo pero que para nosotros es fundamental conocer para poder poner el tratamiento que necesita, no solo su enfermedad sino toda su persona.
Su constitución física, su complexión, su forma de ver la vida, cómo se relaciona con otras personas, su carácter y su temperamento, sus gustos y sus aficiones, otras enfermedades que haya padecido o que esté sufriendo en ese momento, situaciones de su vida que le hayan podido marcar de una manera significativa.
Todo ello, y mucho más, nos ayuda a entender cómo y quién es la persona que está detrás de ese diagnóstico. Como también suelo decir, la Homeopatía nos enseña a correr el velo del diagnóstico para poder ver qué hay más allá de él.
Cuando uno comprende el enfoque que tiene la Homeopatía a la hora de abordar la patología digestiva entiende también porque contamos con tantos medicamentos homeopáticos capaces de ayudar al paciente que sufre de estos problemas.
CALCÁREA CARBONICA, PHOSPHORUS, LYCOPODIUM, NUX VOMICA, GRAPHITES, KALIUM CARBONICUM, ALLIUM SATIVA o ARGENTUM NITRICUM son solo unos pocos de los medicamentos homeopáticos con los que podemos contar para ayudar a nuestros pacientes.
Son medicamentos que actuarán a distintos niveles según sea el momento y la necesidad de cada paciente. Así tendremos medicamentos que nos ayudarán fundamentalmente en las situaciones más agudas modulando la sintomatología del paciente mientras que otros nos servirán más bien para tratar el problema en su cronicidad.
En mi experiencia, los medicamentos homeopáticos siempre aportan algo en el tratamiento de estas dolencias, siendo muchas veces el tratamiento exclusivo o principal o, en otros casos, complementando a otros medicamentos o abordajes terapéuticos. Esta posibilidad de complementar otras pautas de tratamiento sin aumentar el riesgo de sumar más posibles efectos secundarios al paciente me parece una de las razones más importantes por las que cualquier médico debiera plantearse completar su formación con el conocimiento y el manejo de los medicamentos homeopáticos.
Incluso en los tratamientos de enfermedades graves como el cáncer, en donde necesitaremos de opciones terapéuticas como la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, la homeopatía puede contribuir en gran manera a mejorar la calidad de vida del paciente durante todo el proceso de su tratamiento y, lo que todavía me parece más importante todavía, puede contribuir al mejor seguimiento posible de su tratamiento oncológico.
En este sentido os invito a leer un interesantísimo post escrito por nuestro compañero el Dr. Gualberto Díaz y titulado “La Medicina Integrativa consigue mayor aceptación de la quimioterapia que la propia oncología”. Si buscáis entradas sobre cáncer y Homeopatía en este blog veréis que son bastantes los posts que aparecen. Este es solo un ejemplo, pero me parece especialmente significativo por varias razones. Lo dejo a vuestro criterio.
Por supuesto que la alimentación es un elemento fundamental en lo referente a la salud de nuestro aparato digestivo. Por no repetirme os remito a este post titulado “Homeopatía y alimentación. 10 claves para mantener nuestro organismo libre de toxinas” en donde he intentado sintetizar las pautas básicas de una correcta alimentación.
Ahora que está tan de moda todo el tema de las intolerancias alimentarias sí que me gustaría comentar algo al respecto. No digo que esté mal hacerse pruebas de cualquier tipo cuando estén bien orientadas basándose en datos clínicos que la persona nos cuente. Así se llega muchas veces al diagnóstico y son herramientas con las que contamos en medicina. Lo que ocurre es que muchas veces el mejor aparato de diagnóstico acabamos siendo nosotros mismos, cuando nos escuchamos lo suficiente y nos hacemos caso.
Digo esto porque todos sabemos que hay cosas que nos sientan fenomenal, otras que las tenemos que comer con mesura y que hay otras que mejor ni olerlas. Y lo mismo ocurre con los ritmos de las comidas. No hay ninguna comida fundamental ni una manera ideal de distribuir la comida a lo largo del día. Hay personas que no pueden comer, o al menos no a gusto, hasta bien pasadas unas horas tras levantarse y otras que prefieren cenar fuerte y almorzar suave.
La pregunta es: ¿Qué te sienta a ti mejor? Pues eso, escúchate y hazte caso. Individualiza.
Y sobre alimentación no quiero dejar de recomendaros la lectura del post de nuestra bloguera invitada, la Dra. Paz Bañuelos, experta en macrobiótica y nutrición titulado “Homeopatía y nutrición: aliados de la salud”
Aftas, enfermedad inflamatoria intestinal, estreñimiento, dispepsia, reflujo, gastritis, úlcera digestiva, gastroenteritis agudas, hígado graso, cólicos biliares, son sólo algunas dolencias digestivas en las que la Homeopatía puede aportarnos opciones de tratamiento que, en muchos casos, serán suficientes para mejorar y superar el problema y que, en otros, formarán parte de un tratamiento más amplio.
¡Me encanta colaborar con este blog!
Cada vez que asoma a esa ventana al infinito que es la pantalla de mi ordenador, me hace sentir inmersa en un espacio de SALUD.
Sí; SALUD con mayúsculas; a lo grande. Porque esa es la suculenta oferta que nos lanza la Homeopatía: reparar y resolver sin dañar. Libre de los efectos secundarios tan incompatibles con la noción de curación.
Por ello (y por su incuestionable eficacia) le recomiendo encarecidamente que ponga un buen médico homeópata en su vida, siempre que algo se desajuste en su estado de salud.
Y… antes de que esto ocurra, cuando su bienestar se encuentre aún pletórico, ponga en su vida una pauta de alimentación eficiente y limpia que abastezca las necesidades de su cuerpo y salvaguarde los requerimientos de su metabolismo. Esta medida le permitirá no sólo prevenir complicaciones, sino disfrutar cada día de los beneficios de vivir en un cuerpo capaz y vital, en una mente ágil y dispuesta y desde una competente adaptabilidad emocional.
Aquí, en el modo en que nos alimentamos a diario, reside el pilar fundamental de la olvidada Medicina Preventiva.
Hay diversas fórmulas y diversas teorías encaminadas a establecer un programa nutricional saludable. Esto solo es posible si dicho plan de actuación considera al individuo en su totalidad, así que dejaremos a un lado las innumerables “dietas”diseñadas para “resolver” un único aspecto del individuo obviando las complicaciones que pueda desencadenar a otros niveles. Este es el caso de ciertas dietas focalizadas exclusivamente en perder peso o en reducir el colesterol sin mirar más allá, dietas que desaconsejo absolutamente y que ponen en riesgo la integridad. Recuerde que aquí hablamos de SALUD.
Plantearé un marco mucho más exigente, proponiendo una estrategia que activamente siembre vigor en cada una de las células del organismo.
Vamos a llamar a nuestra mesa a los alimentos amigos y dejaremos pasar de largo a los que no cumplan este requisito.
Lo que comemos determina parámetros tan importantes para la salud como los niveles de glucosa (azúcar) e insulina en sangre, o la tasa de acidez-alcalinidad (pH) del medio interno. Estos parámetros deben mantenerse dentro de unos límites concretos y bien definidos y las fluctuaciones reiteradas que los rebasan ponen en jaque a cada una de las células y por ende al organismo en su conjunto haciendo tambalear la salud.
Observando el prisma desde el otro lado, concluiríamos que si seleccionamos bien lo que ingerimos tendremos el control de estas variables y por tanto contribuiremos continuadamente a nuestro propio bienestar.
Y… así es.
No pecaré de simplista. Es evidente que sobre nuestras vidas inciden factores muy diversos que pueden comprometer nuestra condición física; desde la contaminación a las radiaciones, la emocionalidad o el sedentarismo, los medicamentos o las intoxicaciones, incluso los accidentes, pongamos por caso; algunos de ellos parecen difícilmente controlables.
Asumiendo que este es el panorama general, habremos de reconocer que la alimentación es un factor reincidente ya que comemos cada día y varias veces por jornada; por ello, la forma en que lo hacemos conlleva inevitables consecuencias e imprime su huella cotidiana a nuestro favor o en nuestra contra.
La ventaja fundamental respecto a este factor incidente reside en que cada cual elige qué, cuándo, cómo y cuánto quiere comer. Por tanto, si asumimos esta auto-responsabilidad, contaremos con una magnífica herramienta de salud al alcance de nuestras propias manos. Tentador… ¿verdad?
Y… aunque parece que aún no nos hemos percatado de ello… es una herramienta muy, muy muy eficaz que revierte excelentes resultados, tanto como prevención, rehuyendo la enfermedad, como en lo terapéutico, rescatando la salud perdida o mejorando claramente el estado general.
¿Y… cómo cosechar estos resultados?
Habremos de comenzar por evitar algunos productos demasiado presentes en la dieta estándar actual y causantes de desequilibrios y problemas metabólicos importantes.
El azúcar sea ingerido en forma aislada o incluida en productos de bollería, galletas, helados, conservas… es un enemigo irreconciliable. Favorece la inflamación y agota la vitamina B, los neurotransmisores cerebrales y el magnesio. Alejarlo de la dieta habitual es un punto de partida irrevocable.
Los químicos añadidos a los alimentos industrializados son otro flanco a combatir. Para evitarlos recurriremos sistemáticamente a alimentos naturales, frescos y ecológicos.
Los lácteos nos complican mucho la vida-salud. Inflaman las mucosas incrementando, como protección, la producción de moco en todas las cavidades con consecuencias negativas a nivel respiratorio y ORL con amigdalitis de repetición, otitis, sinusitis, bronquitis… a nivel digestivo con dispepsias, diarrea, estreñimiento… en lo ginecológico, en las alergias, etc.
El alcohol y el tabaco son tóxicos que ponemos en contacto directo con nuestra sangre; frenan cualquier reparación.
En su lugar vamos a poner unos alimentos-tesoro que la naturaleza nos ofrece con toda su abundancia y que harán las delicias de cualquier paladar además de honrar y preservar el equilibrio de las funciones orgánicas.
Las legumbres son un referente principal; esos garbanzos, lentejas, judías/alubias, guisantes… que han formado parte de la más arraigada tradición mediterránea, plagadas de nutrientes selectos y de fibra alimentaria natural y dispuesta en su justa medida. Bien cocidas y acompañadas de verduras habrán de visitar con frecuencia nuestra buena mesa.
Los cereales. Pero… ¡atención! Los cereales que se adquieren crudos y en grano completo; no los transformados, inflados, azucarados y envasados (osea, estropeados) y publicitados con profusión para hacer unos desayunos para nada saludables. Habremos de inundar nuestros platos diarios de arroz integral, de mijo, de cebada, de trigo sarraceno o de quinoa para asegurar un completo, limpio y delicioso aporte de nutrientes de alta calidad y adecuadas proporciones.
Las verduras que cada temporada nos ofrece son el acompañante perfecto de cualquier menú. La variedad de que disponemos es infinita a lo largo del año. Además, cada tipo de hortaliza nos brinda unas cualidades diferentes,con lo que la alternancia o la combinación de las variantes disponibles en cada momento, completará un puzle rico en propiedades, en texturas y sabor.
Completar, a gusto, con un poco de pescado (mejor salvaje) y de fruta del tiempo cerrará una estrategia inicial con perspectivas de altos vuelos para su bienestar.
Saboree y disfrute su SALUD.
“Tengo estreñimiento de toda la vida”
“Me han diagnosticado gastritis crónica, llevo tiempo tratándome y no acabo de mejorar. Enseguida vuelven las malas digestiones”
“Doctor, me gustaría no tener que tomar tanto omeoprazol porque he leído que no es muy recomendable”
“¿Cómo puedo mejorar mis digestiones?”
Muchas personas acuden a nuestras consultas buscando aliviar sus problemas digestivos de todo tipo.
El estrés, la forma en la que vivimos, la calidad de los alimentos que consumimos, son factores que no suelen contribuir demasiado al bienestar de nuestro aparato digestivo.
A nuestros hábitos y a nuestra forma de vivir y de alimentarnos hemos de sumar el otro elemento clave en relación a nuestra salud digestiva; nuestra constitución, nuestra herencia o nuestras tendencias patológicas, como queráis llamarlo.
Esto en Homeopatía lo sabemos muy bien y por eso a la hora de abordar estos problemas digestivos siempre tenemos en cuenta dos aspectos fundamentales:
-
La manera particular que cada paciente tiene de manifestar sus síntomas digestivos.
Gastritis, colitis ulcerosa, colon irritable, estreñimiento, dispepsias…Son algunos diagnósticos clínicos que nos hablan, sin duda, de aspectos fundamentales de la dolencia de nuestro paciente. Pero, por sí solos, no nos permiten conocer algo para nosotros básico; la manera particular de sufrir que tiene cada paciente su enfermedad.
Qué te mejora y qué te agrava, relacionas tus molestias con alguna circunstancia en particular, cómo te afecta lo que comes, estas mejor o peor en alguna época del año, te suele despertar el dolor a la noche, cómo te afecta emocionalmente tus molestias digestivas, cómo es el dolor, es como un retortijón o lo sientes más como una puñalada, te hinchas nada más comer o al cabo de unas horas.
Son sólo algunos ejemplos de todos esos aspectos que individualizan el diagnóstico clínico que damos a cada paciente y que, para la Homeopatía, son fundamentales para poder indicar el tratamiento más adecuado a cada persona.
-
La naturaleza, también particular, de cada paciente.
“Dónde está” hace referencia a lo que hablábamos anteriormente, a la manera particular de enfermar.
“Quién es”, en cambio, nos conecta con algo que va más allá del propio momento que el paciente está viviendo pero que para nosotros es fundamental conocer para poder poner el tratamiento que necesita, no solo su enfermedad sino toda su persona.
Su constitución física, su complexión, su forma de ver la vida, cómo se relaciona con otras personas, su carácter y su temperamento, sus gustos y sus aficiones, otras enfermedades que haya padecido o que esté sufriendo en ese momento, situaciones de su vida que le hayan podido marcar de una manera significativa.
Todo ello, y mucho más, nos ayuda a entender cómo y quién es la persona que está detrás de ese diagnóstico. Como también suelo decir, la Homeopatía nos enseña a correr el velo del diagnóstico para poder ver qué hay más allá de él.
Cuando uno comprende el enfoque que tiene la Homeopatía a la hora de abordar la patología digestiva entiende también porque contamos con tantos medicamentos homeopáticos capaces de ayudar al paciente que sufre de estos problemas.
CALCÁREA CARBONICA, PHOSPHORUS, LYCOPODIUM, NUX VOMICA, GRAPHITES, KALIUM CARBONICUM, ALLIUM SATIVA o ARGENTUM NITRICUM son solo unos pocos de los medicamentos homeopáticos con los que podemos contar para ayudar a nuestros pacientes.
Son medicamentos que actuarán a distintos niveles según sea el momento y la necesidad de cada paciente. Así tendremos medicamentos que nos ayudarán fundamentalmente en las situaciones más agudas modulando la sintomatología del paciente mientras que otros nos servirán más bien para tratar el problema en su cronicidad.
El médico formado en Homeopatía elegirá, en base al diagnóstico, al momento por el que el paciente esté pasando, a la evolución de su enfermedad y a la naturaleza particular de la persona, el tratamiento más adecuado en cada caso.
Y cuando digo que elegirá el tratamiento más adecuado a cada caso me refiero al tratamiento médico, que podrá incluir medicamentos homeopáticos de forma exclusiva o combinados con otro tipo de medicamentos y medidas terapéuticas. El médico que utiliza la Homeopatía en su práctica clínica es siempre y ante todo un médico y, como tal, intentará siempre indicar a su paciente el tratamiento que considere más adecuado. Lo que ocurre es que, como es lógico, cuantas más opciones tengas de tratamiento más posibilidades de éxito. Insisto, pura lógica.En mi experiencia, los medicamentos homeopáticos siempre aportan algo en el tratamiento de estas dolencias, siendo muchas veces el tratamiento exclusivo o principal o, en otros casos, complementando a otros medicamentos o abordajes terapéuticos. Esta posibilidad de complementar otras pautas de tratamiento sin aumentar el riesgo de sumar más posibles efectos secundarios al paciente me parece una de las razones más importantes por las que cualquier médico debiera plantearse completar su formación con el conocimiento y el manejo de los medicamentos homeopáticos.
Incluso en los tratamientos de enfermedades graves como el cáncer, en donde necesitaremos de opciones terapéuticas como la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, la homeopatía puede contribuir en gran manera a mejorar la calidad de vida del paciente durante todo el proceso de su tratamiento y, lo que todavía me parece más importante todavía, puede contribuir al mejor seguimiento posible de su tratamiento oncológico.
En este sentido os invito a leer un interesantísimo post escrito por nuestro compañero el Dr. Gualberto Díaz y titulado “La Medicina Integrativa consigue mayor aceptación de la quimioterapia que la propia oncología”. Si buscáis entradas sobre cáncer y Homeopatía en este blog veréis que son bastantes los posts que aparecen. Este es solo un ejemplo, pero me parece especialmente significativo por varias razones. Lo dejo a vuestro criterio.
Por supuesto que la alimentación es un elemento fundamental en lo referente a la salud de nuestro aparato digestivo. Por no repetirme os remito a este post titulado “Homeopatía y alimentación. 10 claves para mantener nuestro organismo libre de toxinas” en donde he intentado sintetizar las pautas básicas de una correcta alimentación.
Ahora que está tan de moda todo el tema de las intolerancias alimentarias sí que me gustaría comentar algo al respecto. No digo que esté mal hacerse pruebas de cualquier tipo cuando estén bien orientadas basándose en datos clínicos que la persona nos cuente. Así se llega muchas veces al diagnóstico y son herramientas con las que contamos en medicina. Lo que ocurre es que muchas veces el mejor aparato de diagnóstico acabamos siendo nosotros mismos, cuando nos escuchamos lo suficiente y nos hacemos caso.
Digo esto porque todos sabemos que hay cosas que nos sientan fenomenal, otras que las tenemos que comer con mesura y que hay otras que mejor ni olerlas. Y lo mismo ocurre con los ritmos de las comidas. No hay ninguna comida fundamental ni una manera ideal de distribuir la comida a lo largo del día. Hay personas que no pueden comer, o al menos no a gusto, hasta bien pasadas unas horas tras levantarse y otras que prefieren cenar fuerte y almorzar suave.
La pregunta es: ¿Qué te sienta a ti mejor? Pues eso, escúchate y hazte caso. Individualiza.
Y sobre alimentación no quiero dejar de recomendaros la lectura del post de nuestra bloguera invitada, la Dra. Paz Bañuelos, experta en macrobiótica y nutrición titulado “Homeopatía y nutrición: aliados de la salud”
Aftas, enfermedad inflamatoria intestinal, estreñimiento, dispepsia, reflujo, gastritis, úlcera digestiva, gastroenteritis agudas, hígado graso, cólicos biliares, son sólo algunas dolencias digestivas en las que la Homeopatía puede aportarnos opciones de tratamiento que, en muchos casos, serán suficientes para mejorar y superar el problema y que, en otros, formarán parte de un tratamiento más amplio.
Lo que la Homeopatía nos ofrece son medicamentos seguros y eficaces para poder tratar este tipo de problemas, estimulando los propios mecanismos de regulación del organismo y teniendo siempre en cuenta al paciente de una forma global e individualizada.
Como decimos siempre: Homeoatía suma
Doctora Paz Bañuelos
Homeopatía y nutrición: aliados de la Salud
Última modificación: 20-12-2018 11:23:46¡Me encanta colaborar con este blog!
Cada vez que asoma a esa ventana al infinito que es la pantalla de mi ordenador, me hace sentir inmersa en un espacio de SALUD.
Sí; SALUD con mayúsculas; a lo grande. Porque esa es la suculenta oferta que nos lanza la Homeopatía: reparar y resolver sin dañar. Libre de los efectos secundarios tan incompatibles con la noción de curación.
Por ello (y por su incuestionable eficacia) le recomiendo encarecidamente que ponga un buen médico homeópata en su vida, siempre que algo se desajuste en su estado de salud.
Y… antes de que esto ocurra, cuando su bienestar se encuentre aún pletórico, ponga en su vida una pauta de alimentación eficiente y limpia que abastezca las necesidades de su cuerpo y salvaguarde los requerimientos de su metabolismo. Esta medida le permitirá no sólo prevenir complicaciones, sino disfrutar cada día de los beneficios de vivir en un cuerpo capaz y vital, en una mente ágil y dispuesta y desde una competente adaptabilidad emocional.
Aquí, en el modo en que nos alimentamos a diario, reside el pilar fundamental de la olvidada Medicina Preventiva.
Hay diversas fórmulas y diversas teorías encaminadas a establecer un programa nutricional saludable. Esto solo es posible si dicho plan de actuación considera al individuo en su totalidad, así que dejaremos a un lado las innumerables “dietas”diseñadas para “resolver” un único aspecto del individuo obviando las complicaciones que pueda desencadenar a otros niveles. Este es el caso de ciertas dietas focalizadas exclusivamente en perder peso o en reducir el colesterol sin mirar más allá, dietas que desaconsejo absolutamente y que ponen en riesgo la integridad. Recuerde que aquí hablamos de SALUD.
Plantearé un marco mucho más exigente, proponiendo una estrategia que activamente siembre vigor en cada una de las células del organismo.
Vamos a llamar a nuestra mesa a los alimentos amigos y dejaremos pasar de largo a los que no cumplan este requisito.
Lo que comemos determina parámetros tan importantes para la salud como los niveles de glucosa (azúcar) e insulina en sangre, o la tasa de acidez-alcalinidad (pH) del medio interno. Estos parámetros deben mantenerse dentro de unos límites concretos y bien definidos y las fluctuaciones reiteradas que los rebasan ponen en jaque a cada una de las células y por ende al organismo en su conjunto haciendo tambalear la salud.
Observando el prisma desde el otro lado, concluiríamos que si seleccionamos bien lo que ingerimos tendremos el control de estas variables y por tanto contribuiremos continuadamente a nuestro propio bienestar.
Y… así es.
No pecaré de simplista. Es evidente que sobre nuestras vidas inciden factores muy diversos que pueden comprometer nuestra condición física; desde la contaminación a las radiaciones, la emocionalidad o el sedentarismo, los medicamentos o las intoxicaciones, incluso los accidentes, pongamos por caso; algunos de ellos parecen difícilmente controlables.
Asumiendo que este es el panorama general, habremos de reconocer que la alimentación es un factor reincidente ya que comemos cada día y varias veces por jornada; por ello, la forma en que lo hacemos conlleva inevitables consecuencias e imprime su huella cotidiana a nuestro favor o en nuestra contra.
La ventaja fundamental respecto a este factor incidente reside en que cada cual elige qué, cuándo, cómo y cuánto quiere comer. Por tanto, si asumimos esta auto-responsabilidad, contaremos con una magnífica herramienta de salud al alcance de nuestras propias manos. Tentador… ¿verdad?
Y… aunque parece que aún no nos hemos percatado de ello… es una herramienta muy, muy muy eficaz que revierte excelentes resultados, tanto como prevención, rehuyendo la enfermedad, como en lo terapéutico, rescatando la salud perdida o mejorando claramente el estado general.
¿Y… cómo cosechar estos resultados?
Habremos de comenzar por evitar algunos productos demasiado presentes en la dieta estándar actual y causantes de desequilibrios y problemas metabólicos importantes.
El azúcar sea ingerido en forma aislada o incluida en productos de bollería, galletas, helados, conservas… es un enemigo irreconciliable. Favorece la inflamación y agota la vitamina B, los neurotransmisores cerebrales y el magnesio. Alejarlo de la dieta habitual es un punto de partida irrevocable.
Los químicos añadidos a los alimentos industrializados son otro flanco a combatir. Para evitarlos recurriremos sistemáticamente a alimentos naturales, frescos y ecológicos.
Los lácteos nos complican mucho la vida-salud. Inflaman las mucosas incrementando, como protección, la producción de moco en todas las cavidades con consecuencias negativas a nivel respiratorio y ORL con amigdalitis de repetición, otitis, sinusitis, bronquitis… a nivel digestivo con dispepsias, diarrea, estreñimiento… en lo ginecológico, en las alergias, etc.
El alcohol y el tabaco son tóxicos que ponemos en contacto directo con nuestra sangre; frenan cualquier reparación.
En su lugar vamos a poner unos alimentos-tesoro que la naturaleza nos ofrece con toda su abundancia y que harán las delicias de cualquier paladar además de honrar y preservar el equilibrio de las funciones orgánicas.
Las legumbres son un referente principal; esos garbanzos, lentejas, judías/alubias, guisantes… que han formado parte de la más arraigada tradición mediterránea, plagadas de nutrientes selectos y de fibra alimentaria natural y dispuesta en su justa medida. Bien cocidas y acompañadas de verduras habrán de visitar con frecuencia nuestra buena mesa.
Los cereales. Pero… ¡atención! Los cereales que se adquieren crudos y en grano completo; no los transformados, inflados, azucarados y envasados (osea, estropeados) y publicitados con profusión para hacer unos desayunos para nada saludables. Habremos de inundar nuestros platos diarios de arroz integral, de mijo, de cebada, de trigo sarraceno o de quinoa para asegurar un completo, limpio y delicioso aporte de nutrientes de alta calidad y adecuadas proporciones.
Las verduras que cada temporada nos ofrece son el acompañante perfecto de cualquier menú. La variedad de que disponemos es infinita a lo largo del año. Además, cada tipo de hortaliza nos brinda unas cualidades diferentes,con lo que la alternancia o la combinación de las variantes disponibles en cada momento, completará un puzle rico en propiedades, en texturas y sabor.
Completar, a gusto, con un poco de pescado (mejor salvaje) y de fruta del tiempo cerrará una estrategia inicial con perspectivas de altos vuelos para su bienestar.
Saboree y disfrute su SALUD.
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