Catalunya ha roto con el franquismo, nosotros lo padecemos reformado
Me cuesta escribir sobre
lo ocurrido en Catalunya porque lo he visto y lo he sentido, no podré
trasladar a ideas lo que presencié. La realidad es una experiencia y no
lenguaje, así que voy a resumirlo: una población digna y libre venció a
la fuerza bruta de un estado autoritario. Y es un régimen no
democrático.
Sí, no es un gobierno autoritario del
PP, es el estado. Rajoy pudo hacer lo que hizo estos años, meses,
semanas y estas horas porque el PSOE, el rey y las instancias del estado
lo acompañaron en una respuesta de estado conjunta a un problema
político. Y no se trata sólo del estado, se trata de una sociedad
atrasada cívica y políticamente que vive encerrada en una burbuja
ideológica y mediática. El estado, los partidos y el los poderes
financieros que controlan los principales medios de comunicación
mantienen a la población española en una inopia, en estos mismos
momentos les esconden las imágenes que retratan lo que su estado está
cometiendo en el territorio catalán.
Y lo que vive Catalunya es una verdadera y simple
ocupación por la fuerza. La estrategia del estado conducida por Rajoy,
después de ocupar partidariamente instituciones fundamentales del
estado, desde el Consejo de estado al Tribunal Constitucional, y la
Justicia, ha destruido completamente la naturaleza y la imagen de la
Policía y la Guardia Civil transformándolas en evidentes fuerzas de
ocupación.
Así son vistas por la mayor parte de la
población catalana en este momento y no pueden ser vistas de otro modo,
cuando para cumplir las órdenes del fiscal de Rajoy, Maza, han agredido a
personas desarmadas y pacíficas y a los bomberos que las protegían,
cuando se han llegado a enfrentar y agredir a la policía catalana que
pretendió impedir su violencia. Las familias de los guardias enviados a
una tarea tan odiosa deben de estar desconcertadas viendo como a sus
hijos o compañeros se les encomienda la tarea de reprimir el ejercicio
del voto. Desde los tiempos de Intxaurrondo como centro industrial de
tortura y la desaparición de Laza y Zabala no había padecido tanto la
imagen de la Guardia Civil. Esa es otra responsabilidad de este
gobierno.
He presenciado a personas enfermas y
ancianos con minusvalías acudiendo a votar. A votar a puntos de votación
que habían sido guardados y protegidos toda la noche por familias
enteras y que continuaron todo el día en que esto escribo defendiendo
urnas y papeletas de los guardias que pretendían quitárselas. Robar
urnas y papeletas, ese es el gobierno de Rajoy y su aliado Sánchez. He
visto lo que ya había podido ver cualquiera que se molestase en venir
hasta esta Catalunya en años o meses antes. He visto lo que no han
querido ver quienes intencionadamente no querían verlo, quienes cuando
aparecía la demanda catalana saltaban inmediatamente con "la burguesía
catalana", "esas banderas", "Pujol", "el tres por ciento"… y todo para
que no se alterase el statu quo que estuvo vigente hasta hoy mismo porque por el motivo que fuese no les interesaba.
He visto lo que han negado cada día unos medios de comunicación
españoles canallas que intoxicaron a la población cada día refiriéndose a
la ciudadanía catalana que reclamaba democracia como "los
separatistas", "los independentistas", "el desafío catalán"… Nada es
casual ni inocente, responde a consignas. No eran “abducidos” ni
fanáticos de ningún tipo, eran personas que exigían respeto. Los
ignoraron y ahora sí, efectivamente, tras constatar lo que podían
esperar del estado español concluyeron mayoritariamente que no hay sitio
para ellos. No se van, los echaron.
Al final todo es
simple: Catalunya, por más que se aplicaron a decir que era así o asá,
siempre fue una sociedad más libre y viva, este estado, o España si lo
prefieren, no la respetó y en los últimos años la humilló. La ignorancia
fue irresponsablemente absoluta. Me referí aquí varias veces a una
imagen que lo resume todo: tras la sentencia del Tribunal
Constitucional, un millón de catalanes salieron en autoconvocatoria a la
calle para protestar, el día siguiente cientos de miles de vecinos de
Madrid salieron a las calles a celebrar la victoria de la selección de
fútbol al grito que ahora nos muestra su sentido último de "¡A por
ellos, oé!" y "¡soy español, español!", "¡Viva España!". Esos gritos
ahogaron en los medios de comunicación españoles la rabia catalana. Pero
todo acaba emergiendo, como el franquismo que estaba aquí, que estaba
en nuestro estado y en nuestros partidos, nuestros medios de
comunicación, nuestra población...No, España no rompió con el
franquismo, lo reformó.
Tras lo presenciado hoy no me
cabe duda de que Catalunya hará en horas o días su proclamación de
independencia. Nadie desde el estado es ya un interlocutor para este
país empoderado y valiente que sí reunió fuerza para romper con el
franquismo y nos deja atrás a los demás, gritones pero impotentes.
Vecinos de este estado que no es ni nos representa ni es nuestro ni lo
queremos por tal. Que alguien me diga razones para que la Unión Europea
le niegue la entrada a Turquía mientras tiene dentro a este estado.
No servirán a reyes los catalanes, no, y decidirán su destino. Hace cuatro años este digno periódico digital me publicó “Admiremos a Cataluña”, hoy más que nunca admiro a esa población victoriosa en su lucha por libertad.
Quienes lo hemos venido advirtiendo estos años hasta el aburrimiento
hemos recibido la antipatía de los poderes y de particulares, no
importa. También hemos comprobado que en la hora de la verdad, cuando
hay que escoger bando, bastantes personas a quienes habíamos tenido
estima se acogían al estatuto de la equidistancia, no importa tampoco.
Probablemente nos hemos equivocado en muchas cosas estos años, una de
ellas es no recordar lo que era aquel concepto de “la mayoría
silenciosa” que inventó el franquismo para referirse a una población en
parte asustada e ignorante y en parte cómplice. La diferencia es que
ahora ya no hay miedo, se mantiene la ignorancia pero ha aumentado
bastante la proporción de la complicidad con la represión a quienes
exigen democracia y respeto.
Después de todo, no
debemos aspirar a ser simpáticos a nadie, no aspiramos a una carrera
pública y uno no puede tener tantos amigos, la vida es corta y hay que
acompañar a los que lo son de verdad.
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