George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
domingo, 28 de febrero de 2016
Paseo
Llueve un canto silencioso
cuando la palabra pisa
las aceras de la nada
y reposa en los jardines
y cruza las avenidas
entre el humo y el cemento
y se para en cada hoja
de esa acacia indiferente
a la espera de otra luz.
Pasa deprisa este tiempo
entre verde, rojo y ámbar,
entre ruidos y sordinas.
Y aquí la vida se queda
rodando por el arcén
hasta la huerta del alma,
donde los naranjos duermen
y el romero los despierta
con el tacto del invierno
y la esperanza colgada
en la percha de un febrero
que se va por la tangente.
Y huele a pólvora el aire.
Marzo llega acelerado
y empujando primavera
entre las bicis y el sueño
de un soneto a medio hacer.
Entre las sábanas negras
de un cielo desmotivado
harto ya de anochecer
bosteza en cuarto creciente
una luna ya cansada
antes de salir a escena
junto al guiño de un lucero
que se esconde por sorpresa
en la panza improvisada
de un nubarrón solitario.
Huele a barro, huele a tierra
y bailan las ocho y cuarto
en la pista de ese cielo
que se mira en los tejados
y se columpia perplejo
en el hueco de un balcón
hasta quedarse atrapado
a reposar suavemente
en el charol del asfalto.
Abre la naturaleza
su cofre resplandeciente
de secretos a ojos vistas
y va soltando las cuentas
de un collar entrecortado.
Como es arriba es abajo
y como abajo es arriba.
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