lunes, 8 de febrero de 2016

La voz de Iñaki


 

El esmoquin de Pablo Iglesias

EL PAÍS

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  Ojalá sólo fuera cosa de la indumentaria...Pero es cierto que la incoherencia o la coherencia se reflejan en todo lo que hacemos. Una no es coherente por la mañana e incoherente por la tarde. La coherencia no se puede improvisar, aunque se intente fingir. Cuando menos te lo esperas, ¡zas! uno mismo se pone en evidencia sobre todo cuando se quiere ser la salsa de todos los platos y resulta que la salsa que combina con la merluza no va con la ensalada o con el chuletón de Ávila  ni con el pudding de frutas del bosque, porque, sencillamente, resulta incompatible con la coherencia.Y Pablo Iglesias tiene sus criterios salseros muy definidos. Sabe distinguir las salsas perfectamente que de tonto no tiene un pelo, pero las aplica según los dictados mediáticos y la demoscopia, en cuyas movidas cuenta más dar la nota que acertar con salsa y plato. Y es mucho más publicitario poner las salsas al revés que al derecho. Por ejemplo si hubiese asistido a la Zarzuela con una chaqueta como Garzón, por ejemplo, y lo mismo a los Goya, como Pedro Sánchez, ahora mismo no estaríamos hablando ni escribiendo sobre el personaje. No sería el centro de atención. Pero quien conoce por dentro el podemismo sabe que nada es improvisado en su 'frescura' de diseño. Todos los gestos "naturales" responden a un tratado de imagen completísimo a un estudio de mercado. En realidad Podemos fascina y funciona  más como una agencia publicitaria pendiente de  vender  imagen y logo, que como un partido al uso. Y en estos tiempos de velocidades y superficies sin fondo, es lo que más llega. 

Esto de los desplantes les mola porque descoloca las piezas de la costumbre. ¿Qué sentido tenía regalar al rey un Juego de Tronos? Simplemente llamar la atención y dejar más en evidencia la figura del receptor o rechazador que la figura del regalador, al que se coloca como novedoso, valiente, atrevido y original frente al carca dinástico, mientras pasa desapercibido el giro del republicanismo anterior a la complicidad presente, dejando el rol de la intransigencia para IU que, como republicana coherente, se ausentó del acto  en el  Parlamento de Bruselas porque no considera legítima una monarquía que puso el mismo dictador que dejó España como unos zorros en ética, en cívica, en justicia y en honestidad. Pero para el mundo publicitario eso son bagatelas que hay que dejar a un lado. 

Los principios no cuentan en las encuestas, cuentan los gestos, la indumentaria y la capacidad de sorprender siempre con algún detalle que distraiga la atención y la desvíe de la falta de contenidos. De hecho, en el debate televisivo de los cuatro partidos, el programa mejor y más completo era el del Psoe, con el que además Podemos comparte el 90% de ideas, y sin embargo fue la agresividad de Pablo Iglesias lo que le hizo el "mejor" en imagen. Y no se trataba de agredir, sino de valorar los programas. Pedro Sánchez no agredió, expuso. Que era de lo que se trataba. Y fue supercriticado sin motivo. Aquello no era la pasarela Cibeles ni una corrida de toros ni un partido de fútbol, era una exposición de argumentos para gobernar según las necesidades de la ciudadanía, pero disfuncionó como un espectáculo de palestra a la griega antigua. Como un episodio de la Champion. 

Lo triste no es que Iglesias juegue con las apariencias para manejar la realidad a su bola. Lo triste de verdad es que eso pase desapercibido y encante y dejen al bies la neuronas a tantos espectadores distraídos por el glamour, que están criticando o bendiciendo el envoltorio sin darse cuenta de lo que hay y de lo que no hay dentro del papel de celofán y los lacitos. 

 Es legítimo que Iglesias y su trust se monten una timba para jugar al Monopoly o al Risk, al fin y al cabo la política al uso es así de precaria y torticera en sus avatares. Lo preocupante es que la ciudadanía lo vea tan  normal y se lance a votar lo que mejor se vende publicitariamente sin analizar en profundidad si eso es lo que necesita y no lo que le quieren vender.  Y hablando de esmoquin y pajaritas y premios de cine, no puedo evitar recordar a Pier Paolo Pasolini y su obra magistral Uccellacci e  uccellini...Pajarracos y pajaritos...



P.D. El sistema no me ha dejado publicar en formato normal. Las críticas a Podemos lo ponen a cien. ¿Por qué será?






Y ahora una sugerencia al hacker de guardia ¿Os habéis parado a pensar si la censura goebbelsiana y franquista a las críticas no está dejando en evidencia la honestidad de Podemos? No se sabe si estas hackeradas son cosa de un chiflado que está obsesionado con barrer de las redes cualquier pega que surja contra su ídolo e impida que Podemos gane elecciones y por eso va colándose por ahí haciendo de las suyas o si es que Podemos contrata a estos personajes como quinta columna, en cuyo caso sería cosa de denunciarlo a la Guardia Civil que tiene un equipo fantástico de informáticos y es mi vecina de enfrente. En cualquier caso no olvidéis que la comunicación no es solo por internet, existe también la conversación y comentando estas bajezas sin cabeza, se le puede hacer a Podemos mucho más daño que con una opinión legítima y sin ganas de ofender, y que una verdad decente deja sin peso alguno. 
Yo que vosotros, defensores a saco del 'todovale' y del ganar a cualquier precio, lo pensaría despacito y sin arrebatos antes de seguir en este plan. Porque a veces hay fans y amigos que resultan en su fanática torpeza, los peores enemigos. Como decía mi abuela, a veces es peor un mal remedio que la propia enfermedad.

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