lunes, 15 de febrero de 2016

La voz de Iñaki


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Aguirre, cinismo e instinto

EL PAÍS 

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El pp se va desmigando pasito a paso como un pan viejo, como aquellas hogazas de pueblo que duraban varios días. Con miguitas, migotas, cortezas, cortecitas y cortezotas. Un día caen unas cuantas juntas, otro, caen dos o tres, otro, cae una colección entera de miguerío y otro día cae un migonazo solo y desasistido, como si el volumen y el peso no contasen a la hora del caer y, como la vida y la muerte, igualando la importancia del glamour para todos, sin que importe el pedigrí para considerar excepciones. En eso de esnafrarse por corrupción el pp es un maestro de democracia, lo mismo cae una condesa de Madrid que un friki estrafalario, convicto y converso, en Valencia, arrastrando consigo una ristra de charcutería de lo menos selecto y más nauseabundo, en el caso de Valencia o siendo arrastrada por ella como en el caso de Aguirre. Ya lo dijo Marcos Benavent, el friki valenciá reconvertido: el dinero corrompido por el poder y viceversa es una droga letal que atrapa y no suelta a sus víctimas y cómplices. Que produce síndrome de abstinencia cuando no se tiene a mano y nubla las entendederas hasta hacerlas patinar de un modo tan criminal como patético. 
Uno de los síntomas es la huida loca hacia adelante, en la que Aguirre viene demostrando auténtica pericia de experta campeona. Lleva en ese plan la tira de años y ya sacó brillantemente la reválida en esa ejemplar especialidad con el número del coche por  la Gran Vía, atropellando, embistiendo y huyendo. Y luego con la naturalidad marujil de quitar relevancia a sus propias hazañas para dejarlas en intrascendente anécdota tipo  Abuelita Paz del TBO. 

Lo que pasa es que cuando la gente se habitúa a la normalización de lo patológico, llega un momento en que la inercia misma va desconchando y deteriorando el paisaje de la sorpresa hasta convertirlo en una ruina, en  escombros de hastío, de cansancio, de asco y de náusea. Y aunque se quiera convencer a la peña de la normalidad de las decencias prêt-a-porter, pues que ya no cuela el mismo responso para los mismos difuntos que se van quedando solos en sus nichos-ventana, como la ex-acaldesa del caloret,  como la  ex-lideresa o como el propio Rajoy atrapado en su propio plasma tratando de escapar por ninguneo de lo que es imposible la escapatoria: de los efectos de las propias acciones e inacciones siempre por inercia. 
Esperanza Aguirre aunque está movida por el mismo instinto jurasic parc que Barberá o Rajoy  , lo gestiona de un modo más sutil y más dinámico. Rita ante la adversidad esclarecedora se calienta  y embiste, -ese caloret que la corroe siempre es un buen recurso sobre todo si va a acompañado de unos buenos tragos de Ron Cacique-, Mariano, por el contrario, se paraliza ensimismado  en  su propio susto y, como en el juego de la Oca, acostumbra a  aguantar tres jugadas sin salir, acurrucado en el pozo o en la cárcel en "b", pero a la cuarta ya sale, o no, eso depende de la misma jugada en sí y de como vengan dadas las jugadas de los demás, y esperando a que los demás se estrellen y así poder reír el último, más que nada porque ya no quede nadie en la cola para reírse de él cuando la pifie como siempre, dado el proverbial empeño de su 'gafancia' (de gafe, no de gafas) ya profesional. Esperanza, en cambio, rodea, desdramatiza, se aleja y ,mientras se chotea de todo y de todos, actúa de modo que su culpa resulte peccata minuta comparada con la denuncia envenenada que ella, con sus sugerencias viperinas, lanza sobre su presa, que curiosamente, siempre es la misma: Rajoy. 
A Rita, debido a sus vínculos especiales con el marianato la han encriptado en el acta de senadora para evitarle tanto el bochorno del linchamiento público como que tenga la tentación de cantar La Traviata  si la dejan al pairo y abandonada a su suerte gürtelianóosista. Esperanza, por su lado, va  de freelance, ella, en plan Juapalomo se lo guisa y se lo come per se, hasta que la Guardia Civil la deja en ayunas con cualquier registro protocolario, pero  aguanta lo que le echen, que ella es muy condesa, aunque sea tan chulapona y tan mix entre Maripepa, Casta y Susana. De poco le ha valido tramar   zacadillas carcelarias para titiriteros o montar un cisco con lo de las calles madrileñas dedicadas a los santones del franquismo y el matarile, de poco le han servido los públicos reconocimientos y meaculpas de su incompetencia para gobernar  algo ("es que no sé qué  ha pasado","es que nunca me lo habría imaginado", "es que si lo hubiese sabido habría hecho algo por evitarlo", "es que es intolerable"), en el mejor estilo chiste tal que el clásico del cerdo en el hombro en modo mosquito, "¡Quita, bicho!", así y con un manotazo ligero, resoplaba Esperanza cuando las púnicas, los Granados y los Marjalizas hacían demasiado ruido a su alrededor. "¡Qué barbaridad, qué horrible es la corrupción! Uy, si me llego a enterar... pero quién iba a pensar algo así, pordiós! Yo es que no lo veía. Soy tan inocente y bien pensada, que no doy para más a la hora de detectar maldades en las personas que son mis manos y mis pies. Pero ¿no es lo más normal que a uno le recompensen por hacer gestiones provechosas que benefician a tantos? El agradecimiento ¿también es corrupción? Ah, pero ¿la corrupción era eso, agradecer con porcentajes y financiaciones los desvelos de los señores de la gleba? Pues vaya tontería, ¿no? Cuando yo estudiaba Derecho esas cosas no eran delito, que yo sepa, o por lo menos en mi delincuentario no estaba escrito, o  es que no lo recuerdo, como ya soy sexagenaria..." "¿No será cosa del populismo desatado?, porque de verdad yo no me lo podía imaginar...claro, que si es la Justicia la que lo dice...habrá que aceptarlo, no queda otra, que ante todo, la legalidad manda. Y por eso mismo, porque soy decente, dimito. No como otros...y no miro a nadie. El presidente que haga lo que vea que debe hacer. Yo ya he hecho lo que debo y además, en plan chulapón y antes de que me venga a casa la Guardia Civil y me ponga patasarriba los tapices y las porcelanas del XVIII , yo, in eligendo, o sea, en plan pinto pinto gorgorito, siempre con iniciativa, no como otros, y no miro a nadie...ahí es ná...chúpate ésa mariateresa. Porque una es así, decente, muy liberal y muy coherente. Si hay que presidir lo que sea, pues se preside, y si  hay que dimitir y quedarse, pues una dimite y se queda, como siempre he hecho y comodiosmanda; en aceptar ese divino designio es en lo único que coincidimos el presidente y yo. Pero no por igual, que conste, yo, insisto, in eligendo. Hale, que siempre hubo clases. Y él, pues como dios le dé entender, que bueno...en eso la prodigalidad de la providencia no es que se estire mucho, la verdad." 

Al pp aún le queda por asimilar una inquietante situación: comprobar que el refrán no se equivoca al afirmar que la esperanza es lo último que se pierde. Aunque haya esperanzas que ojalá se hubiesen perdido desde el principio y esperanzas que no tienen más salida que el final de todos los finales simulados y diferidos, pero ya la cosa no tiene arreglo, alia iacta est...En casos así la desesperanza puede llegar a ser de lo más reconfortante. Claro que si el pp se diese cuenta de esas jugarretas del destino, entonces ya no sería el pp, sino una derecha más lúcida, dentro de un orden y sin pasarse y, quién sabe si menos cafre; más C's y albertina que ppera, aznariana, aguirrera y marianista.

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