martes, 2 de febrero de 2016

La voz de Iñaki


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La lamentable inhibición del PP

EL PAÍS 

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Es que esto canta La Traviata, Iñaki. Lo del pp se está convirtiendo  a velocidad de vértigo en fenómeno paranormal; en un ppoltergeist sine die. Donde los fantasmas ya ni se molestan en ponerse la sábana para camuflarse de lagarterana ultraterrena, ni les quedan manos libres para nada más que darle a la tecla de la trituradora, esconder las trazas, borrar las huellas, buscar grabaciones traidoras con psicofonías de Rus y Castedo contando calderilla millonaria o repartiendo encomiendas por esas empresas amistosas, haciéndose los locos  por los teléfonos  e interpretando, para disimular, fragmentos de zarzuelas en "b", como "La del Soto del Brugal", "La Chanchullera del Puerto", "Rita Manganta", "La Corruptosa", "Trincantes y Camp(s)anudos", "La cosa del afanar", "El rey que pifió", "Traca, solomillo y aguardiente", "El Cutrerío", "La cuestión del despido", "Las Precarias", "Gorrinos de cuento", "Te quiero, Alfonso", "Sé fuerte, Luis", "Los traj.ines de Paco", "Adiós a la esperanza", "El hedor de los trileros", "Las podas de Camacho" y tantas primicias que, si aún les quedase tiempo, harían las Delicias en Atocha, Génova en Bilbao, San Bernardo en Aluche, un hotelazo en El Jardín Botánico, un centro comercial en Los Viveros y otro en El Retiro, una autopista hacia le cielo en los Jardines del Turia y una sucursal de Las Vegas en Carabanchel (la cárcel, of course)...Un programa fastuoso, completísimo. Superdivino de la muehte, ossssea... Lo nunca visto desde mediados del XIX y lo de Espartero, exceptuando los paseos catedralicios bajo palio de Su Excelencia el de los fajines y las medallas como setas. 
Es una máquina del tiempo encasquillada. Donde conviven, por avería del mecanismo, la realidad con la ficción, la necesidad con el disparate, el esperpento con la saturación, la paranoia delirante con el delito alucinante.

El asunto del pp solo tiene dos finales posibles: la dimisión en pleno por orden de la Jefatura del Estado con la intervención del Tribunal de la Haya manu militari ya puestos al nivel, -si la cosa no se aclara- o el psiquiátrico penitenciario; mientras incendios, terremotos y azotes climáticos y temblores cósmicos, informes amenazadores de la banca y los mercados despiden a esta santa compaña delirante, que está más cerca del realismo mágico narrativo, -un mix entre Pedro Páramo, La Casa de los Espíritus  y la saga de los Buendía- que de la desnuda realidad a pie de calle. Es lo que tiene votar al señor de los anillos por mayoría absoluta. Que, después de arrasarlo todo, ya no sabe a donde ir. No queda un  solo espacio que no se haya cargado, una sola institución que sus pezuñas no hayan pisoteado, un solo mar que no haya chapapoteado, una sola hectárea que no haya perforado, un sólo rincón de naturaleza que no haya asfaltado y enladrillado. No es que no quieran hacer nada, es que ya no pueden hacer nada. Solo queda reconocerlo. Y el mismo estupor les paraliza. Nunca se han visto en otra. En el reino de Mordor no les explicaron qué pasa cuando todo sale al revés y las fórmulas infalibles se dan la vuelta y no cuadran. Allí no dan libro de instrucciones. Pero al fin de la temporada de desmadre sin freno, pasan factura. En cuerpo, alma o, en su defecto, mente y emociones al pairo. No dan pie con bola. Y así estamos. Es absurdo esperar que hagan algo. No pueden. Ya los dejaron de fábrica atados y bien atados. Hay que pasar de ellos, como de los fantasmas añejos, si no queremos que el mismo síndrome de Macondo que les afecta, acabe por afectar a todo el país. 
Hay que hacer todo lo contrario de lo que ellos no proponen. Los convidados de piedra no pueden gobernar. Sólo estorban. Con mucho respeto por los 'difuntos' medio zombies políticos, hay que seguir lo que la vida exige. Cambiar. Decidir. Desbloquear. Y tras la decisión de no mirar más las cenizas de Gomorra, volver a empezar. Como Noé tras el diluvio. Como Europa después de Hitler. Como Indiana Jones en la última cruzada. Atravesando el abismo sobre la pasarela de la decisión consciente, un puente seguro y firme que sólo aparece bajo los pies de los limpios de corazón. De los que no se entretienen en venganzas ni pierden el tiempo en enredos ni en ir detrás del poder sino que centran su atención y su esfuerzo en un objetivo con sustancia: en el  servicio a la humanidad que sufre la opresión y el abuso, ése es el grial de nuestro tiempo. 
Así que  ahora, visto lo visto y comprobado el desastre final, a otra cosa, mariposa. O sea, a otra metamorfosis con mejores expectativas. Y dejemos que  cada uno reciba y recoja la cosecha de lo que ha sembrado y cultivado en la tierra de su conciencia o de su no-conciencia.

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