viernes, 1 de noviembre de 2013

El espejo de Don Braulio



Braulio Rodríguez considera que es "una fiesta pagana de mal gusto" en la que no hay "buenos sentimientos" y en la que sólo "se asusta".
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En lo de que Halloween "es una fiesta de mal gusto", creo que coincidimos muchos, aunque es verdad que cada uno puede tener el gusto que mejor le cuadre y le venga en gana, porque sobre belleza y fealdad no hay más canon que el grado de repelús o bienestar mayor o menor que cada uno experimenta, ante lo que percibe, pero al resto del comentario del arzobispo de Toledo no hay por donde meterle el diente de la coherencia ni el de la observación objetiva más elemental.

El halloween de marras, a parte de ser un snobismo importado sin que eso importe, paradójicamente, un pimiento a nadie por lo visto, es una expresión rebelde natural de la sombra reprimida en el yo consciente humano, una contestación a la "religiosidad decente y tradicional", "solar obligatoria", que es la obsesión de las religiones en general y de la católica en particular. Las religiones tradicionales están especializadas en lo apolíneo pero juzgan, condenan y vituperan el lado oscuro de la psique humana, el lado dionisíaco y desordenado del inconsciente y sus pulsiones irrefrenables que pueden hacer en un tris, de un honorable Doctor Yekill, un temible y repugnante Mr. Hyde, que anda reprimido y demonizado por todos, hasta por la parte consciente y supraconsciente de uno mismo y por eso es el problema más difícil de asumir y resolver sin conflictos sociales y personales de por medio. 
Halloween es en nuestros días lo que las Lupercales romanas o el carnaval fueron en la antigüedad, en el Medievo y en la Edad Moderna: la fiesta del desmadre, la ocasión de perderle el respeto a lo misterioso, a lo solemne y a lo transcendente. Son los carmina burana trangresores que juegan con el misterio para hacerlo entendible medianamente y desdramatizarlo desde el histrionismo y la exageración, frente al orden establecido por las normas impuestas en cualquier tipo de poder o autoridad ajena a uno mismo. 
Aunque está bien revisar su contenido antropológico, y es muy lícito admitir que pueden gustarnos o no, el hecho es que si están ahí no es por casualidad, como tampoco lo es que las iglesias se vacíen y la verdadera religión ahora mismo sean los reality shows, las tertulias de establo y gallinero de la tele y el consumismo con su combustible nada renovable ni alternativo: el dinero. 

¿Qué ha pasado para que eso haya sucedido? Pues la verdad es que lleva sucediendo desde que el mundo es mundo y ahí sigue. La humanidad crece y ahora está en un periodo intenso de desmitificación de tabúes, que es mucho más potente y activo que en otras épocas, porque no hay miedo ni inquisiciones represoras que quemen a nadie en la hoguera por disfrazarse de demonio o de bruja o de fantasma, por mostrar su fealdad más esencial y poder mirar en el espejo el lado sombrío y más puñetero, sin aterrorizarse ni sentirse condenados por tener algo connatural a todos los miembros de la especie: un lado cutre e inmaduro que desde lo oculto se dedica a hacer la pascua para llamar la atención escandalizando, como los pobres exhibicionistas del franquismo.

Es verdad que el desorden y el feísmo tomados como canon y sistema psicoafectivo y conductual sólo llevarían al caos y a la enfermedad mental. Es cierto también que si todos los días se viviese en estado de Halloween, la humanidad no duraría ni medio año en condiciones soportables, pero también es cierto que es igualmente enfermizo vivir siempre sin aceptar la posibilidad de la transgresión, la debilidad, el descoloque, el desconcierto, la manifestación de lo desconocido y temido de nosotros mismos y de los demás.
Somos seres fronterizos entre lo básico y lo sublime. Nuestro trabajo alquímico consiste, no en eliminar cualquiera de los dos lados que nos dan fundamento y consistencia ontológica, sino en armonizar ambos aspectos naturales para poder desarrollar nuestra "sobrenaturalidad" propia de los estados evolutivos más avanzados, civilizados, inteligentes  y benéficos, no porque se ha suprimido "lo malo" sino porque se ha metabolizado en el Espíritu todo lo que estaba dividido, roto y separado, oscuro y tormentoso. Y se comprende que objetivamente todo es bueno y útil, hasta lo peor, si se han desarrollado herramientas adecuadas para sumirlo del mejor y más integrador modo de vivir y comprender.

Parece mentira que el arzobispo de Toledo sólo abra la boca para condenar el triste y lastimoso Halloween, que es sólo una metáfora patética de la penuria espiritual y mortuoria de la sociedad de consumo y un grito en el vacío de quienes no ven nada más que dolor sin explicación ni sentido, y no diga ni 'mu' de las injusticias terroríficas del gobierno que tanto le quiere y venera y tanto daño está haciendo a la sociedad, escupiendo descaradamente sobre el legado de Jesús, ése que tanto predican y tan poco reconocen cuando lo encuentran de frente pidiendo o desahuciado o en la perenne cola del paro. Nada que ver con el Pantocrator bizantino ni con los altares de mármol de Carrara, algo con lo que el Maestro de Galilea jamás se hubiese identificado. Tampoco ha dicho ni 'mu' de la infidelidad de su iglesia a ese mensaje, de la comedia dogmática, supersticiosa y ritualista que aleja al hombre de lo mejor de sí mismo que es la inteligencia amorosa de eso que llaman Dios, tampoco ha soltado prenda sobre los pederastas clericales, ni del obispo alemán que se ha fundido millones en su mansión y se ha reído del propio papa en sus pontificias narices.

Se diría que la melancólica y casposa melopea del Halloween fuese el espejo de Alicia donde la apariencia se da la vuelta y muestra la cutrez y la penuria humana y espiritual de una rutina religiosa en declive imparable, cuyo tiempo, gracias a Dios, está en las últimas. Seguramente los miedos inconscientes del arzobispo son los que le muestran ese aspecto tan "peligroso" de la fiesta de las sombras, que antes era la de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Será que ahora los santos ya no necesitan ser invocados con tanta pompa porque están vivos y andando por la calle, asociándose y trabajando codo con codo por el bien común y para construir entre todos una nueva Tierra y un nuevo Cielo, completamente aconfesionales y laicos. Absolutamente respetuosos y acogedores con las diferencias, que se asumen como una riqueza y mil formas de acción de gracias y no como una sedición ni un ataque a las convicciones de cada uno. Será que,  de verdad, Dios sabe abandonar su condición "divina" para servir a sus hijos más maltratados, lavarles los pies y reconfortarles desde dentro y desde fuera. Y se presenta de incógnito para dar señales de normalidad y equilibrio donde no existen todavía. Será que los Fieles Difuntos no tienen que resucitar porque están vivísimos y son los mismos santos nuestros de cada día, como el pan compartido. Y donde esa iglesia ve pecado y delito, ellos ven redención sanadora y cambio sustancial de la personalidad en identidad divina y normalísima. Y caminos inexplorados que están dispuestos hacia el infinito sin salir de lo cotidiano.

No se asuste ni se acongoje, su eminencia ilustrísima, que si los pelos de nuestras cabezas están contados, no le digo nada del Halloween. Que a Padre-Madre no se le escapa una aunque no lo parezca, ni le gana nadie en ojo clínico ni en paciencia ni en sabiduría ni en amor, ni en recursos creadores, renovadores y geniales, capaces de dejar en tanga a la curia  más carca, con un simple click. Pues menud@ es.
Deje la mitra, el báculo y la coraza por cualquier rincón de su palacio maravilloso y rancio. Salga de paisano a caminar entre la gente normalita. Quiéralos mucho sin agobiarlos, tal y como son, sin plantearse como le gustaría a usted que fuesen, porque al fin y al postre, ¿qué sabe usted de lo que tienen dentro y por qué Dios les quiere como son y les permite lo mismo que a usted?  Relájese y disfrute dando gracias a todos por el milagro de vivir y formar parte de este pueblo cósmico, de este tejido precioso, que todavía no se cosca de lo que vale, pero está en ello y lo irá consiguiendo en la medida en que las corazas y armaduras "religiosas" le dejen respirar.

Y que usted disfrute estas fiestas encantadoras, en que la cosecha ya se ha recogido, los campos empiezan su silencio in crescendo hacia el invierno de las raíces y el crecimiento oculto para volver a salir, en su momento, al aire y al sol, a la lluvia y la brisa, a la nieve y a la luz. Déle a las castañas, a las almendras, a las nueces, avellanas, calabazas y boniatos, uvas pasas y dátiles frescos. Al mosto fresco recién cosechado. Y en cada sorbo llénese de gracia y de alegría, porque es un regalo único. Mire el tono rojizo y suave del otoño y déjese enamorar por el Amante que nunca se cansa de amar en todo lo que le rodea. Y flipe en colores y en música callada, como decía el mediofraile Juan de Yepes.  Ya verá, ya, si le cambia la mira telescópica y la microscópica. Él-Ella-Ello, tiene recursos infinitos para hacerle saltar los fusibles y dejarle como nuevo. Pero no intente controlarle ni decirle como tiene que hacer su tarea. ¿Qué podría usted decirle a Él-Ella-Ello, que ya no sepa...?






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