lunes, 4 de noviembre de 2013

El bolsillo de la vergüenza

El último bolsillo

EL PAÍS


Forges

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El ultraliberalismo actúa con la misma ideología que Hitler en los campos de exterminio. Su objetivo no era sólo matar personas, eso era el resultado. Lo verdaderamente demoledor era vaciarlas por dentro hasta extinguir su dignidad y convertirlas en cosas semovientes, en objetos aterroriazados capaces de venderse, arrastrarse, gemir, impolorar, capaces de matar, de acusar en falso y traicionar a su propia familia,a sus compañeros y a sí mismos, por un plato de sopa un poco más lleno que el de los otros o por una doble ración puntual de pan duro o de agua. También fue la táctica del dictador Franco que durante cuarenta años hizo una poda absoluta de la dignidad y de la inteligencia emocional de los españoles: libertad, derechos y dignidad a cambio del racionamiento "seguro" de toda iniciativa, de todo impulso renovador, con el subsidio del miedo y el estraperlo de la decencia en sobres "B" piadosos y muy católicos, una corrupción con compraventa de almas y conciencias, por eso España está tan mutilada, que aún identifica república con caos y reyes y dictadores con orden y bienestar, aunque sea una aberración que la misma realidad nos confirma. Se prefiere el mendrugo de la esclavitud mendicante, pero "con la seguridad de siempre", a las posibilidades de la libertad y de la conciencia solidaria, que exigen un valor y una adultez que no es ni 'normal' ni frecuente. Y además da más miedo que la opresión, la estafa estatal y la completa injusticia social que ya son una costumbre desnaturalizada pero asumida como 'orden necesario'. El ideario del pp lo confirma por boca de Gallardón: "Gobernar es repartir dolor", dice, y se queda tan contento, como el que ha descubierto el Valle de Shangrilá de la lucidez. Se le ha olvidado añadir que además de repartir dolor reparte suicidios, ruinas, desempleo a tente bonete, abandono social, muertes por desastencia repagada,deudas impagables, privatizaciones y transvases de ex-políticos como ejecutivos al sector multinacional e indecencia como oxígeno respirable. Y por si faltaba algo, también reparte esta especie de currículum cotilla de la cutrez provinciana del imperio. Mucho más cerca de la TIA de Mortadelo y Filemón que de las metáforas de Huxley y Orwell, que se maliciaban un futuro cutre a más no poder, pero no tanto como el que se está consiguiendo. 

Juan de Patmos no alucinaba para nada cuando canalizó este futuro en su Libro de la Revelación. Describió una bestia con diez cabezas, que a través del tiempo moría y volvía a revivir, que son las mil y una maneras de manipular a los seres humanos camufladas de "progreso" falso. Una de esas cabezas es el control de las comunicaciones y de las mentes, que para colmo, los humanos hemos acogido encantados por la cantidad de cosas que nos ofrecen como el escaparate de una pastelería delante de un colegio sin comprender las intenciones aviesas del confitero: el dulce artificial engancha las mentes y las voluntades y enferma los cuerpos físicos, crea adicción. Y al mismo tiempo les hipersensibliza, les enloquece y les deja sin defensas ante cualquier reto natural. Los mata sin que ellos sean conscientes de su extinción programada por el "negocio", que ya se ha quitado las caretas y declara que los viejos viven demasiado, que los trabajadores tienen demasidas bicocas con comer todos los días,que las escuelas públicas son un atentado contra la economía estatal y que los sanos son un problema para la rentabilidad de la enfermedad y sus laboratorios hiperactivos. No podría haber sido de otro modo, en ese bestiario temporal, donde precisamente se ha forjado un sistema básico que consiste en crear problemas para millones de personas para que cuatro gatos sin escrúpulo alguno, puedan vivir como marajás inventando y subvencionando "soluciones" que generen más problemas diversos. Infinitos. Desde la "guerra necesaria", a la "dictadura terapéutica", al consumismo obligado, a los "recortes imprescidibles", no en majaderías ni burocracias ni sueldos y sobresueldos para fantoches, sino necesidades básicas par ala supervivencia de todos aquellos ciudadanos que no han conseguido el estatus de piraña compulsiva, tan bien considerado y valorado por la red de redes del bestiamen apocalíptico y revelador.

Estamos viviendo un momento terrorífico, en el que la bestia de los imperios que nos han dominado y esclavizado a lo largo de la historia, se ha apoderado por lo bajini, o sea, por el inconsciente colectivo, de millones de mentes humanas y las ha convencido de que sólo sobrevivirán obedeciéndola y siguiendo sus pautas absolutamente destructivas; con mensajes envueltos en el halo de la comodidad, el placer, el tener, el triunfar, el asegurar todo, la ilusión de controlar algo y el consumir sin tasa. Y a toda velocidad para que no dé tiempo a parar ni a pensar, para que todo pierda el sentido y sólo nos quede el vértigo del vacío, de la nada, que es solamente una creación mental y desesperante de la misma tragicomedia en la que nadamos pensando que tiene un puerto adonde llegar. En el mar onírico de la gran mentira no hay más puerto que despertase y ver que sólo es una pesadilla monstruosa del sueño de la razón. Como dijo y pintó Goya con tanta sabiduría como acierto.Y a continuación aprender a vivir al margen de los sueños programados como un videojuego, para tenernos presos en la cárcel invisible de la estupidez.

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