martes, 19 de noviembre de 2013

De la naturalidad de lo divino

                                   
                     

                                En el principio ya existía la Palabra,
                                 la Palabra se dirigía a Dios
                                       y la Palabra era Dios:
                                       ella al principio se dirigía a Dios.
                                       Mediante ella se hizo todo;
                                       sin ella nada se hubiera hecho.
                                       Ella contenía la vida,
                                       y esa vida era la luz del hombre;
                                       esa luz brilla en las tinieblas
                                       pero las tinieblas no la han comprendido.

                                       Estuvo en el mundo
                                       y, aunque el mundo se hizo mediante ella,
                                       el mundo no la reconoció.
                                       Vino  su casa,
                                       pero los suyos no la recibieron.
                                       Mas, a los que la recibieron
                                       los hizo capaces de ser hijos de Dios
                                        (Evangelio de Juan, 1, 1-13)


Pienso que puedo prescindir  enteramente de las formas externas para la realización de mi alma. Hay un poder misterioso e indefinible que impregna todas las cosas. Yo lo siento aunque no lo vea. Es ese poder invisible lo que está presente y , sin embargo, escapa a toda prueba porque no se asemeja en nada a lo que percibo mediante los sentidos. Creo, literalmente, que ni un tallo de hierba crece o se mueve sin la voluntad divina, que está más cerca de nosotros que la uña de la carne (Mahatma Gandhi."Historia de mis experiencias con la verdad")


Si nuestro espíritu estuviera siempre unido a Dios el hombre no podría envejecer, pues el instante en que el último hombre desaparecerá y el instante en el que  hablo son semejantes en Dios, no existe más que un instante presente. Este hombre permanece en una sola y misma luz  con Dios, es por ello que no hay en él sufrimiento ni sucesión, sino siempre la misma eternidad. Verdaderamente a este hombre no le deslumbra nada y en él las cosas se encuentran en su esencia, tampoco le llega nada nuevo de las cosas que le suceden por causas eventuales, ya que permanece en un Presente, que siempre y sin cesar es nuevo. Tal es el resplandor divino que reside en esta potencia (Meister Heckhart . Siglo XIII y XIV)


 
Fragmentos del libro tibetano de los muertos
A la falta de esa fuerza vital se le llama la vacuidad (sunyata; en tibetano: stongpanyid). El propósito y el deber de la mística búdica es sentir, experimentar, vivir en su propio cuerpo esa vacuidad, esa carencia de fuerza vital. La expresión «carencia de fuerza vita» parece una descripción negativa, pero esa experiencia mística turbadora se siente como una plenitud, como una luz muy penetrante. Es de una intensidad tan grande, que el hombre ordinario no la soporta. Incluso cuando los Budas se manifiestan en esa luz deslumbrante, la mayoría de los hombres no pueden reconocerla; tanto les ciega que huyen, sin saber lo que significa esa luz. 
Así el muerto no sabe reconocer el ser verdadero de esa luz que se manifiesta a él en el Buda de las cinco sabidurías. Cuando aumentan las visiones, la revelación de la naturaleza del ser se hace más terrible, según la experiencia que haya adquirido el hombre a lo largo de su vida. La Verdad en Sí, que no ha podido reconocerse en su luz deslumbrante, se siente ahora como un miedo existencial. El temor lo producen ahora diferentes apariciones espantosas. Paralelamente a los cinco Budas, surgen los cinco Herukas, que no son nuevas entidades, sino sólo una forma distinta de aparición de las mismas potencias. Por eso los Herukas llevan los mismos emblemas que los cinco Budas, ¡aunque sean tan espantosos como para paralizar a un muerto! Al igual que el mandala de los cinco Budas está rodeado por los poderosos detentadores del conocimiento, los Herukas están rodeados de otros seres más horrorosos de lo que se pueda imaginar. Entre estos seres surgen los ocho "mamo".
Noble hijo, si la influencia de tus actos te obliga a tener que entrar en la matriz, te voy a dar otra instrucción para elegir la puerta de la matriz. ¡Escucha! Cualquiera que sea la matriz que se te aparezca, no entres en ella. Si llegan las furias y no puedes evitar el ir hacia la matriz, medita sobre la deidad de Hayagriva. Puesto que posees cierto poder de clarividencia, reconocerás uno detrás de otro todos los lugares de nacimiento. Elige, pues, con discernimiento adónde quieres ir . »Existen dos enseñanzas. Una es la transferencia de conciencia en los Puros Campos de Buda; la otra es la que permite elegir una matriz en el ciclo impuro de la existencia.»
He aquí cómo se dirige a los seres con facultades superiores en los Puros Campos del Gozo del Espacio: "Aunque haya estado en ellos durante eras innumerables, períodos de tiempo sin comienzo, he aquí que aún hoy me hundo en la ciénaga del círculo de las existencias. Tantos Budas han alcanzado el Despertar y yo aún no estoy liberado. Hoy ya nada quiero de ese ciclo de las existencias. Mi corazón le teme y lo rechaza sin cesar." 
Ahora que estás huyendo, piensa que has de nacer de forma sobrenatural en una flor de loto, o en el Reino del Oeste, llamado los Campos de Felicidad (143), a los pies de Buda Amitabha. 
Aspira profundamente fijándote con diligencia en ese pensamiento de nacer en los Campos de Felicidad; o bien, concéntrate en el Reino Celestial que prefieras: la perfección de los actos puros (144), o la alegría manifiesta (145), o el despliegue de fuente luminosa (146), o la gloria esplendorosa o el de los sauces tupidos (147), el del Monte Potela (148), o en el palacio de luz de loto a los pies de Padmasambhava (149). Y ahí no te distraigas. Inmediatamente después, nacerás en ese Reino Celestial. 
Pero si deseas llegar junto a Maitreya en el Reino de Tushita, con toda su concentración, tienes que pensar: Ahora, he aquí que me ha llegado el momento, en el estado intermedio, de poder acercarme al invencible Ajita, Rey del Dharma, en el Reino de Tushita. " » Y te encontrarás entonces de forma sobrenatural en el centro de una flor de loto a los pies de Maitreya. Si eso no fuera posible, o si deseas de buen grado entrar en la matriz, o si debes entrar en ella, existe una instrucción para elegir la puerta de la matriz de los mundos impuros. ¡Escucha pues! 
Como antes, déjate aconsejar en cuanto al mundo en el que buscas nacer. Con tu don de clarividencia, puedes verlo, entra pues allí donde el Dharma esté extendido. 
Si tienes que renacer espontáneamente en un montón de basura, te parecerá que esa masa fétida está llena de olores agradables, serás atraído por ella y renacerás en ella. Por eso, de cualquier forma que se te aparezcan las visiones, no te aferres a ellas, no demuestres ni atracción ni repulsión. Siente indiferencia. Elige la matriz buena. Importa que te concentres y que pienses esto: "Ah, cuánto me gustaría nacer como salvador de todos los seres, rey de bondad y justicia que rige todo el universo (150), o como Brahmán semejante al gran árbol, el sala, o como hijo de un gran santo realizado (siddha), o en una familia con una línea de transmisión pura del Dharma, o en una familia en la que los padres tengan perfecta confianza en el Dharma. Así pueda yo obtener un cuerpo y todas las cualidades necesarias para ayudar a la salvación de todos los seres animados.

 
 H
e aquí mis tres tesoros. Guárdalos bien. El primero es la piedad; el segundo, la frugalidad; el tercero, la negativa a ser la primera de todas las cosas bajo el cielo.  (Lao Tse)                               
 
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