viernes, 1 de noviembre de 2013

Controladores controlados

Publico495-(1)

Me pregunto por qué ahora se produce este revuelo de los controles yankies sobre la población del Planeta Tierra. No me puedo creer que todos los millones de usuarios de internet, redes sociales, teléfonos móviles y hasta fijos, nunca se hayan preguntado cuál es la causa de tantas coincidencias "mágicas". 

¿Quién no ha observado en facebook o en su propio correo electrónico el hecho de que al escribir la idea de hacer un viaje a Italia, por ejemplo, aparezca inmediatamente en el margen derecho (no hay casualidades), una lista de anuncios con ofertas baratas de vuelos y hoteles desde Turín a Bari? O de París a Niza, o de Berlín a Colonia, si la cosa va con Francia o Alemania? ¿No es de uso privado nuestro ordenador? Pues no. Evidentemente, nuestro ordenador es la Fonda del Postigo, Casa Pepe o una galería comercial. Lo mismo que los pitidos en el móvil, tras los cuales cada vez que hablamos nos escuchamos con un eco, en el que nuestra voz se reduplica con efecto rever. O comentas por teléfono o simplemente con que haya un móvil  encendido y presente, que te vas a cambiar la cerradura y al día siguiente llama a la puerta un joven muy amable ofreciéndote cerraduras de seguridad blindada o comentas que no estás contenta con la compañía con la que tienes contratado el gas o internet y al rato recibes una llamada de la empresa haciéndote una oferta maravillosa. Por ejemplo, descubres que en tu casa entra alguien cuando no estás. Y, además de decírselo  a la Guardia Civil, dejas un cartel saludando a los visitantes clandestinos, pues no han pasado dos horas y te llega al correo un spam en el que te  cuentan su hazaña para que sepas lo que hay...Pues si en cosas tan particulares e insignificantes se anda por esos niveles, no hace falta ser Octavio Aceves para saber lo que se estará moviendo en esferas de mucho más interés que tus insignificantes circunstancias. 

TODO está pillado. TODO, ya hace años leí en un reportaje monográfico en  La Reppublica sobre este tipo de persecución espiadora, que el móvil es un micrófono abierto, un wifi en potencia y un busca infalible, y que para hablar en confidencia había que apagar el celular y quitarle la batería si teníamos interés en conservar la privacidad. Y contaba el caso de un joven casi marginal del extrarradio romano, que en cuestión de tres o cuatro años se había hecho multimillonario en el negocio inmobiliario, hasta el punto de que la justicia y la policía se pusieron a investigarle. Tras inspeccionar su entorno se descubrió que el tipo había adquirido en el mercado, como el que se compra un videojuego, un sistema de espionaje telefónico que le permitía cotillear las decisiones y ofertas de los ministerios, sobre todo de vivienda y bienes patrimoniales del Estado de modo que sabía qué subastas iban a salir y cuánto iba a pedir el Estado por la venta de un viejo palacio o de una casa señorial y allí estaba él, el primero, con la cantidad justa y así, controlando al Estado se había hecho multimillonario con la compraventa especuladora en cuatro días; lo malo es que su ostentación y los millones que ingresaba constantemente en el banco hicieron que la policía económica le siguiera la pista hasta descubrir en sus oficinas la red controladora, de la que su secretaria contó todos los detalles con la mayor naturalidad. Y todo consistía en espiar por teléfono. 

Es lo más lógico del mundo que si la NSA y el Pentágono fueron los inventores y mentores de internet y de las comunicaciones vía satélite, le saquen jugo a tutiplén para controlar el mundo sin ningún pudor. Es algo que está como inserto en el inconsciente colectivo y ya antes de que llegase a ser vox populi, si se comentaba algo sobre el tema, todo el mundo coincidía en que era así. Correos que se evaporan en la nada y que nunca se reciben o nunca llegan a su destino. Temas que comentas y al rato, tienes una entrada de Change.org, invitándote a firmar a favor de lo que acabas de escribir o impidiéndote que hagas una petición a la que se te había invitado a realizar, si no le gusta el tema que ofreces, o simplemente mientras escribo un post en este mismo blog, aparece un cartel rojo avisándome de que están al loro y de que saben quién eres y que estás bajo su ojo de dólar y coincide siempre con la reivindicación de algo o con la crítica a ciertos políticos o sectores sociales, que seguramente al controlador no le gusta...Lo cierto es que ya te acostumbras a ser visitada y a vivir en compañía de la peña Alí Babá y terminas, en pleno síndrome de Estocolmo, por verles como a alguien de la familia, que desde luego no está ni mucho menos tan preocupada de ti como "ellos". En un mundo tan insolidario e indiferente, casi enternece que gente que ni siquiera conoces personalmente se ocupe de que no te sientas sola nunca. Son como parientes apócrifos y raritos a los que te acabas adaptando y hasta comprendiendo su manía irresistible de cotillear tu vida sin una finalidad determinada ni entendible para el espiado pero seguramente llena de lógica morbosa para los espías, que seguramente cobran y se ganan la vida haciendo estos "trabajitos" inexplicables para las mentes normales. Bueno, después de todo, es una disciplina nada despreciable cultivar la paciencia, la comprensión de lo incomprensible y el desapego de lo pretendidamente, hasta hace un tiempo, era tu privacidad, pero que ahora es como la portería del edificio.
Lo más bonito que sacas del evento es la alegría y el sereno optimismo de tener una vida transparente, en la que nadie podrá encontrar nada indigno que no pueda saber cualquiera, y tener un paisaje personal tan limpio y claro como la luz del día, aunque sea de noche. En el fondo es la demostración del valor de lo inútil. La molestia que no molesta y los espías que se ven como simples pasajeros en el tranvía del absurdo. El antídoto espiritual para todos los venenos añadidos. Cuando descubres que tu vida sólo depende del plano infinito y de esa Voluntad en la que todo se escribe con el lenguaje del amor que trasciende y se expande como la luz y el perfume de cada estación.

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