lunes, 25 de noviembre de 2013

El Análisis de Fernando de Silva

El Análisis de Fernando de Silva
Génova, en negro y toca preguntarse si quienes defraudan y mienten pueden gobernar un país
El PP pensaba que presionando a los jueces y manipulando a los fiscales iba a conseguir que el 'caso Bárcenas' se quedase en muy poca cosa, pero se ha equivocado
Si el PP pensaba que presionando a los jueces y manipulando a los fiscales iba a conseguir que el caso Bárcenas se quedase en muy poca cosa, se ha equivocado nuevamente. Puede que no tenga consecuencias penales para sus dirigentes, por no estar tipificada como delito la financiación irregular de su partido o por haber prescrito sus responsabilidades criminales, pero cada vez se hace más evidente la existencia de una doble contabilidad, y la B se refleja en los llamados papeles de Bárcenas, que con el tiempo se han consolidado como auténticos y veraces en su contenido.
Habrá tiempo de rebobinar la historia y escuchar las sandeces, desmentidos y contradicciones en las que en los últimos meses han incurrido De Cospedal y compañía, que han tenido su punto álgido cuando Mariano Rajoy mintió en el Congreso, pero hoy toca centrarse en el contenido del Auto dictado por el juez Ruz, que resulta demoledor por cuento afecta al corazón del PP, ya que parece confirmar que la sede el central del partido que gobierna este país, en la que se toman las decisiones de más trascendencia para nuestro futuro, se ha construido, al menos en parte, con dinero negro, procedente supuestamente de donaciones irregulares obtenidas por el cobro de comisiones abonadas por empresas que se han beneficiado de concesiones de obras públicas pagadas con nuestros impuestos.
Puede que el juez haya sido tibio a la hora de tomar decisiones contundentes, como es haber omitido el registro sin aviso previo de la sede del PP, lo que hubiese evitado la destrucción de pruebas que podrían haber hecho caer al gobierno; pero debemos de reconocer que, a pesar de la obstrucción de la Fiscalía y las presiones que sin duda habrá recibido, está siendo valiente y perseverante en su investigación, que le está dando efectos muy positivos para el esclarecimiento de los hechos.
Parece que nos hemos acostumbrado a admitir como normales conductas de extrema gravedad, como es la sospecha fundada de que los principales dirigentes del PP de los últimos 20 años, incluido el mismísimo actual presidente del Gobierno, cobraban sobresueldos en dinero B, al mismo tiempo que pedían que los ciudadanos nos abrochasemos el cinturón para superar la crisis económica. Pero es posible que lo conocido hace unas horas constituya el hecho más grave de la investigación del “caso Bárcenas”, no solamente porque parece confirmar definitivamente la autenticidad de los papeles que reflejan la contabilidad B, sino en especial porque se confirma que la sede del partido que nos gobierna se ha financiado en parte con dinero negro.
A partir de hoy, cada vez que un dirigente del PP entre en la sede de Génova no podrá asegurar que la puerta que abre, el suelo que pisa, los tabiques que separan las distintas estancias o la mesa en donde trabaja, se ha pagado con dinero obtenido de forma legal. En tales circunstancias ¿es posible que en ese espacio físico, y por parte de quienes han consentido que esto suceda, se tomen decisiones sobre cómo combatir el fraude fiscal, o cómo atajar los casos de corrupción?.
Es evidente que el pirómano no puede ser bombero y quienes delinquen no pueden administrar justicia. Lo que debemos de preguntarnos ahora es si quienes defraudan a Hacienda, practican la corrupción y mienten sin complejos a los ciudadanos, pueden gobernar un país. Algún día deberemos preguntarnos por qué con nuestra pasividad hemos consentido que la degradación moral y la indecencia se hayan apoderado de todo; quizás para entonces ya será tarde. (El Plural)

Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA

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