Mentiras y silencios sobre Venezuela
A
estas alturas esperar que los grandes medios españoles informen con
rigor de lo que sucede en Venezuela y a que llamen golpe de Estado al
intento de que una persona, que no es reconocida como presidente por el
gobierno actual ni por las Naciones Unidas, intente con la ayuda de
militares tomar el poder es misión imposible. Sin embargo, no por ello
debemos dejar de analizar las falsedades y omisiones de la cobertura e
información sobre lo sucedido el pasado 30 de abril en Caracas.
Dijeron que Leopoldo López había salido en libertad en cumplimiento de órdenes del “presidente” Juan Guaidó (La Razón), “Juan Guaidó firmó su indulto y sus custodios del Sebin y Dgcim (la contrainteligencia militar) acataron la orden de liberación” (ABC). Salió porque unos militares no obedecieron la cadena de mando y en su sublevación liberan a un preso que está en arresto domiciliario, Guaidó no tiene ninguna autoridad ni en el Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) ni en Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar) ni en la estructura militar ni policial venezolana, no puede ordenar nada.
La operación le presentaron como “acompañada de las Fuerzas Armadas” (ABC). Incluso la enviada a Caracas de Antena3 afirma ante la pregunta del presentador, que no se sabe cuántos militares apoyan a Maduro y cuántos a Guaidó, solo que la cúpula militar apoya al primero. De ese modo aparentan un ejército dividido. Pues bien, al final el “ejército” que apoyaba a Guaidó fueron 25 soldados rasos que acabaron refugiados en la embajada brasileña.
Además, los militares rasos fueron engañados a apoyar el golpe, según declararon ante las cámaras de Telesur y en otras imágenes recogidas en las redes. Les dijeron primero que iban a recoger unas condecoraciones y luego a un penal a un traslado de presos, pero les llevaron a cortar una avenida y protagonizar un golpe de Estado. Esas declaraciones, con imágenes disponibles, no se recogieron en los medios españoles.
A unos cientos de personas rodeando a Guaidó y Leopoldo López le llaman multitud (El País).
Algunas veces descubrimos cuál es su estructura periodística para informar con rigor: alguien que vive frente al palacio presidencial les cuenta que no ve nada.
Pocas veces una fotografía dice lo contrario que la realidad del titular
“El régimen lucha por su supervivencia con una dura represión en las calles”, afirma La Razón en su portada. El balance de heridos en la dos jornadas golpistas de Caracas fue de 27 según los servicios de salud el primer día y 50 el segundo, en cuanto a los detenidos fueron menos de diez en la capital, según las ONG’s. Hubo más detenidos por la policía argentina en Buenos Aires por protestar contra el golpe de Estado en Venezuela. Al día siguiente, en París con motivo del 1 de mayo hubo 40 heridos y 300 detenidos. Resultó casi más agresiva la acción del Estado en Francia para sofocar una manifestación del día del trabajador que la de Venezuela para desactivar un “levantamiento” popular para derrocar al gobierno.
La televisión venezolana también emitía coberturas de su corresponsal desde el interior de una base militar donde las cámaras registraban a los opositores sitiando el cuartel y lanzando piedras, bengalas e incluso disparos, un oficial y algunos soldados resultaron heridos. Nada de ello merecía interés a las televisiones españolas a pesar de que las imágenes las tenían disponibles y eran espectaculares.
El ministro de Cultura venezolano, Ernesto Villegas, difundió imágenes de los opositores y soldados golpistas con armas semiautomáticos con silenciador que no son las utilizadas por el ejército venezolano ni se pueden conseguir en el país.
Los medios españoles no recogieron ni una imagen de ninguna marcha o manifestación a favor del gobierno a pesar de que las hubo. Tampoco de la masiva manifestación del 1 de mayo que se convocó contra la injerencia extranjera y en apoyo al gobierno venezolano.
Cuando una corresponsal española en Caracas, la de Telecinco, dice en directo que no percibe que Maduro sea un dictador, se tiene que enfrentar a Cristina Seguí, de profesión “diseñadora gráfica” y fundadora de Vox, con la que tiene que iniciar una discusión en directo.
Durante el intento de golpe de Estado, las únicas intervenciones contra la libertad de expresión venezolana fueron las suspensiónes por parte de la empresa Twitter, con sede en San Francisco, de las cuentas periódicos e instituciones venezolanas afines al gobierno: El Correo del Orinoco (@correoorinoco), el Diario Vea (@DiarioVEAVen) y de la televisora ViVe Televisión (@ViVetvoficial), así como las cuentas del Ministerio del Poder Popular para la Mujer (@MinMujer); del Ministerio del Poder Popular para la Educación (@mppeducacion) y del Ministerio del Poder Popular para el Petróleo (@MinPetroleoVE).
La persona que llevan semanas intentando presentar como presidente sin que despierte apoyos masivos en Venezuela lo denominan “líder en construcción” (El País), curiosamente como las páginas web caídas. Lo de Venezuela, una vez más, es régimen de Maduro (“El régimen de Maduro informa de enfrentamientos”. El País), término que no se plantearon usar ese mismo día para referirse a Japón, donde se relevaba al cargo de emperador, un sistema más digno del término régimen.
Comienzan a aparecer titulares con el término “intervención humanitaria” (“Una intervención humanitaria”, ABC), que es el paraguas con el que llevan unos años invadiendo Iraq, Afganisgtán, Yugoslavia, Somalía, Siria o Libia. Con consecuencias muy poco humanitarias.
Los medios hacen suyo (sin ni siquiera comillas) el término con el que los golpistas denominan la acción: “Sigue en vídeo, en directo, la Operación Libertad” (ABC).
Llamaban al ejército del país y a su policía, «fuerzas de Maduro» (TVE1). Ningún medio se plantea llamar «fuerzas de Sánchez» a la guardia civil española y el ejército de España, o “fuerzas de Trump” a los marines.
La portavoz del gobierno español también juega con las palabras cuando dice que está en contra de un golpe de Estado pero apoya a la persona que lo está intentando: “El Gobierno de España mantiene el apoyo a Guaidó, pero asegura que «no respalda ningún golpe militar»”.
Desde el primer momento, algunas firmas piden sin pudor que un comando estadounidense entre en Caracas asesine a los miembros del gobierno y lance sus cuerpos al océano como hicieron con Bin Laden:
“Sin la intervención de los marines, o el secuestro de la dirección chavista en una operación quirúrgica como que la que acabó con Bin Laden, difícilmente será posible el derrocamiento de Nicolás Maduro. Los alzamientos militares parciales no prenden en la tropa”.
Los medios se refieren al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, como “líder chavista” o “número dos del chavismo” (El País). De este modo evitan recoger el conflicto de competencias que hay entre esa Asamblea y la que mantiene como presidente a Juan Guaidó, la asamblea partidaria del gobierno directamente la desaparecen.
Los titulares de las portadas de las ediciones en papel dan una idea de cómo asistimos al apoyo a un golpe más que a un ejercicio de periodismo: “La libertad guía al pueblo” (La Razón), “Venezuela intenta echar al dictador Maduro (La Voz de Galicia), “La revuelta popular contra Maduro, encienda las calles de Veenzuela (La Región), “Venezuela entere la esperanza y la violencia” (El Comercio), “Mirando de frente a Maduro” (ABC), Es imposible que, desde esas premisas, se pueda informar en el interior del diario con veracidad.
El balance del intento de golpe de Estado no pudo ser más patético. Los militares movilizados fueron escasamente 25 soldados rasos, no tomaron ningún cuartel, solo se plantaron en una autopista, a pesar de tener toda la presencia y llamamientos en los grandes medios de comunicación y el apoyo de grandes potencia apenas salieron en su apoyo unos cientos de ciudadanos. A las fuerzas orden les bastaron algunas bombas lacrimógenas para contener los disturbios (ninguno de los dos muertos de las primeras 48 horas fue en enfrentamiento con fuerzas del orden, uno de ellos ni siquiera murió en Caracas). Las víctimas mortales siguientes son el resultado de disturbios y violencia posterior al intento del golpe de Estado. El cambio de denominación que le han dado los organizadores es bastante elocuente. De Operación Libertad a Protesta Sostenida.
Mentiras
Comenzaron contando que Juan Guaidó estaba en una base militar de la capital, La Carlota, y le presentaban rodeado de militares. De ese modo se aparentaba que había tomado el control de una parte de la estructura militar y que, tras él, había un sector del ejército. Era falso, estaban en una autopista, llamada Francisco Fajardo, cercana a una base aérea.Dijeron que Leopoldo López había salido en libertad en cumplimiento de órdenes del “presidente” Juan Guaidó (La Razón), “Juan Guaidó firmó su indulto y sus custodios del Sebin y Dgcim (la contrainteligencia militar) acataron la orden de liberación” (ABC). Salió porque unos militares no obedecieron la cadena de mando y en su sublevación liberan a un preso que está en arresto domiciliario, Guaidó no tiene ninguna autoridad ni en el Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) ni en Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar) ni en la estructura militar ni policial venezolana, no puede ordenar nada.
La operación le presentaron como “acompañada de las Fuerzas Armadas” (ABC). Incluso la enviada a Caracas de Antena3 afirma ante la pregunta del presentador, que no se sabe cuántos militares apoyan a Maduro y cuántos a Guaidó, solo que la cúpula militar apoya al primero. De ese modo aparentan un ejército dividido. Pues bien, al final el “ejército” que apoyaba a Guaidó fueron 25 soldados rasos que acabaron refugiados en la embajada brasileña.
Además, los militares rasos fueron engañados a apoyar el golpe, según declararon ante las cámaras de Telesur y en otras imágenes recogidas en las redes. Les dijeron primero que iban a recoger unas condecoraciones y luego a un penal a un traslado de presos, pero les llevaron a cortar una avenida y protagonizar un golpe de Estado. Esas declaraciones, con imágenes disponibles, no se recogieron en los medios españoles.
A unos cientos de personas rodeando a Guaidó y Leopoldo López le llaman multitud (El País).
Algunas veces descubrimos cuál es su estructura periodística para informar con rigor: alguien que vive frente al palacio presidencial les cuenta que no ve nada.
Pocas veces una fotografía dice lo contrario que la realidad del titular
“El régimen lucha por su supervivencia con una dura represión en las calles”, afirma La Razón en su portada. El balance de heridos en la dos jornadas golpistas de Caracas fue de 27 según los servicios de salud el primer día y 50 el segundo, en cuanto a los detenidos fueron menos de diez en la capital, según las ONG’s. Hubo más detenidos por la policía argentina en Buenos Aires por protestar contra el golpe de Estado en Venezuela. Al día siguiente, en París con motivo del 1 de mayo hubo 40 heridos y 300 detenidos. Resultó casi más agresiva la acción del Estado en Francia para sofocar una manifestación del día del trabajador que la de Venezuela para desactivar un “levantamiento” popular para derrocar al gobierno.
Silenciamientos
Silencian informaciones que casan mal con un gobierno dictatorial. Por ejemplo, el llamamiento del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, a que los venezolanos vayan al Palacio Presidencial. En los levantamientos populares contra las dictaduras, los gobernantes no sacan gente a la calle sacan militares, la gente va a los palacios presidenciales a pedir la dimisión de los gobernantes no a apoyarlos. Tampoco emitieron las imágenes de esa respuesta con manifestantes apoyando a Maduro frente al palacio.La televisión venezolana también emitía coberturas de su corresponsal desde el interior de una base militar donde las cámaras registraban a los opositores sitiando el cuartel y lanzando piedras, bengalas e incluso disparos, un oficial y algunos soldados resultaron heridos. Nada de ello merecía interés a las televisiones españolas a pesar de que las imágenes las tenían disponibles y eran espectaculares.
El ministro de Cultura venezolano, Ernesto Villegas, difundió imágenes de los opositores y soldados golpistas con armas semiautomáticos con silenciador que no son las utilizadas por el ejército venezolano ni se pueden conseguir en el país.
Los medios españoles no recogieron ni una imagen de ninguna marcha o manifestación a favor del gobierno a pesar de que las hubo. Tampoco de la masiva manifestación del 1 de mayo que se convocó contra la injerencia extranjera y en apoyo al gobierno venezolano.
Artículos relacionados
Cuando una corresponsal española en Caracas, la de Telecinco, dice en directo que no percibe que Maduro sea un dictador, se tiene que enfrentar a Cristina Seguí, de profesión “diseñadora gráfica” y fundadora de Vox, con la que tiene que iniciar una discusión en directo.
Durante el intento de golpe de Estado, las únicas intervenciones contra la libertad de expresión venezolana fueron las suspensiónes por parte de la empresa Twitter, con sede en San Francisco, de las cuentas periódicos e instituciones venezolanas afines al gobierno: El Correo del Orinoco (@correoorinoco), el Diario Vea (@DiarioVEAVen) y de la televisora ViVe Televisión (@ViVetvoficial), así como las cuentas del Ministerio del Poder Popular para la Mujer (@MinMujer); del Ministerio del Poder Popular para la Educación (@mppeducacion) y del Ministerio del Poder Popular para el Petróleo (@MinPetroleoVE).
Lenguaje
El lenguaje también es importante. A llamar a los militares a tomar el poder le denominaron “convocar” (“Guaidó convoca a los militares y al pueblo tras liberar de sus arresto a Leopoldo López”. El País). El término utilizado para referirse a una acción militar que derroque al gobierno, fue “levantamiento” (La Vanguardia), “insurrección” (Marca) o “alzamiento” (RTVE, El Mundo, Atlántico). Los españoles reconocemos muy bien el uso de término “alzamiento nacional” cuando se quiere legitimar un sublevación militar contra las instituciones elegidas.La persona que llevan semanas intentando presentar como presidente sin que despierte apoyos masivos en Venezuela lo denominan “líder en construcción” (El País), curiosamente como las páginas web caídas. Lo de Venezuela, una vez más, es régimen de Maduro (“El régimen de Maduro informa de enfrentamientos”. El País), término que no se plantearon usar ese mismo día para referirse a Japón, donde se relevaba al cargo de emperador, un sistema más digno del término régimen.
Comienzan a aparecer titulares con el término “intervención humanitaria” (“Una intervención humanitaria”, ABC), que es el paraguas con el que llevan unos años invadiendo Iraq, Afganisgtán, Yugoslavia, Somalía, Siria o Libia. Con consecuencias muy poco humanitarias.
Los medios hacen suyo (sin ni siquiera comillas) el término con el que los golpistas denominan la acción: “Sigue en vídeo, en directo, la Operación Libertad” (ABC).
Llamaban al ejército del país y a su policía, «fuerzas de Maduro» (TVE1). Ningún medio se plantea llamar «fuerzas de Sánchez» a la guardia civil española y el ejército de España, o “fuerzas de Trump” a los marines.
La portavoz del gobierno español también juega con las palabras cuando dice que está en contra de un golpe de Estado pero apoya a la persona que lo está intentando: “El Gobierno de España mantiene el apoyo a Guaidó, pero asegura que «no respalda ningún golpe militar»”.
Desde el primer momento, algunas firmas piden sin pudor que un comando estadounidense entre en Caracas asesine a los miembros del gobierno y lance sus cuerpos al océano como hicieron con Bin Laden:
“Sin la intervención de los marines, o el secuestro de la dirección chavista en una operación quirúrgica como que la que acabó con Bin Laden, difícilmente será posible el derrocamiento de Nicolás Maduro. Los alzamientos militares parciales no prenden en la tropa”.
Los medios se refieren al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, como “líder chavista” o “número dos del chavismo” (El País). De este modo evitan recoger el conflicto de competencias que hay entre esa Asamblea y la que mantiene como presidente a Juan Guaidó, la asamblea partidaria del gobierno directamente la desaparecen.
Los titulares de las portadas de las ediciones en papel dan una idea de cómo asistimos al apoyo a un golpe más que a un ejercicio de periodismo: “La libertad guía al pueblo” (La Razón), “Venezuela intenta echar al dictador Maduro (La Voz de Galicia), “La revuelta popular contra Maduro, encienda las calles de Veenzuela (La Región), “Venezuela entere la esperanza y la violencia” (El Comercio), “Mirando de frente a Maduro” (ABC), Es imposible que, desde esas premisas, se pueda informar en el interior del diario con veracidad.
El balance del intento de golpe de Estado no pudo ser más patético. Los militares movilizados fueron escasamente 25 soldados rasos, no tomaron ningún cuartel, solo se plantaron en una autopista, a pesar de tener toda la presencia y llamamientos en los grandes medios de comunicación y el apoyo de grandes potencia apenas salieron en su apoyo unos cientos de ciudadanos. A las fuerzas orden les bastaron algunas bombas lacrimógenas para contener los disturbios (ninguno de los dos muertos de las primeras 48 horas fue en enfrentamiento con fuerzas del orden, uno de ellos ni siquiera murió en Caracas). Las víctimas mortales siguientes son el resultado de disturbios y violencia posterior al intento del golpe de Estado. El cambio de denominación que le han dado los organizadores es bastante elocuente. De Operación Libertad a Protesta Sostenida.
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