El cacao maravillao de la Junta Electoral
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No sé cómo lo llevaréis vosotras, queridas y queridos hermanos y compañeras de disfunciones de mapa geopolítico, pero yo no tengo la menor idea de cómo se gestionará la Junta Electoral.
Me puedo imaginar sus tareas y aplicaciones, pero en realidad es prácticamente imposible pasar de ahí. Del paisaje imaginario. Y mira que he buscado en internet alguna explicación que no sea un galimatías de léxico enmarañado y exclusivamente para técnicos y pedantes ad hoc, de esos de los que se acaba poniendo en duda si no copiarán como loros todo lo que dicen al pie de la letra y pasando de consultar algún diccionario que les aclare a ellos mismos los conceptos que, es evidente, han ido amontonando a lo largo de sus vidas académicas, en las que en algún momento se extravían para no volverse a encontrar, por más que se pida a San Pancracio o a Santa Rita, que aparezcan de nuevo en el área y en los planos de la normalidad cotidiana.
Desde que la democracia se estrenó en este lastimado y lastimoso país de países, siempre he percibido a esa rimbombante institución como un ente etérico, acurrucado en una especie de armario leguleyo sui generis, entre bolas de naftalina y en plan muñecos de vudú fashion distribuidos en bolsas repletas de ropa de temporada en conserva, demasiado rancia para ponérsela y a la vez, demasiado rimbombante para depositarla en el contenedor de Caritas; se les percibe así desde lejos, como una especie de ectoplasmas difusos que nadie nos ha explicado quién elige ni con qué criterio, si lo son de por vida o en plan aleatorio, al por mayor o al detall. Es decir, como especie y mogollón en bloque, o como elementos independientes, con lazo o totalmente por libres, o sea, desatados. Ni quiénes son ellos, ni en qué lugar se enamoraron de las elecciones ni a qué dedican su tiempo libre, ni cuáles son las condiciones para que sean elegidos garantes del orden electoral y sus trajes de gala adecuados a cada sarao votable.
Así, de diario, no se les ve ni se les nota, pero en esta ocasión de ahora mismo, están montando un circo cada vez más estrambótico, -¿quizás para no aburrirse en plan sillería isabelina o aparador renacentista?-; el caso es que no dejan de sorprenderme en las noticias, que más parecen ocurrencias del Intermedio que de una Junta Electoral normalita.
De repente, por ejemplo, el actual Ayuntamiento gobernante en Madrid, según el criterio alucinógeno de esas inquietantes entidades, no podrá usar la tv para su labor informativa de cara a las elecciones municipales de dentro de unos días. Y así la Junta utiliza la igualdad de oportunidades electorales como Scotex interestelar. ¿En qué basarán esa prohibición que es un atropello antidemocrático que más recuerda la guerra de los lazos de C's en Catalunya y la gesta pepera del Piolín, y a la persecución de titiriteros "terroristas" contratados por un Ayuntamiento más que sospechoso de rojerío, que las normas de un estado de derecho y democracia comme il faut? También tiene lo suyo la prohibición de que alguien tan decente y adecuado como Sami Naïr se presente a las europeas representando al Psoe, pero en cambio Valls pueda convertirse como secuaz naranjito en alcalde de Barcelona con todo el derecho natural de ese mundo tan legajinoso como manipulador...¿Acaso molesta a la junta que ese catedrático de la Universidad francesa, destacado activista global pro-derechos humanos, sea argelino de origen? E incluso pasando por encima de la Fiscalía del Estado, se emperran en desestimar como candidatos legales y legítimos a los catalanes que disienten del establishment españolón y pretenden presentarse a los comicios como Piugdemont, Comín y Ponsatí; convendría recordarles a estos peculiares junteros y junteras que esa institución no puso en su día ningún obstáculo para que el golpista Tejero presentase candidatura al parlamento, con el único fin de que si hubiera sido elegido, se hubiese librado de la cárcel, por el derecho a la inmunidad parlamentaria. Entonces la Junta Electoral del momento no objetó nada aunque podría haberlo hecho y nadie se lo habría reprochado. La democracia consiste también en esa tolerancia con la puralidad de opciones, pero no en la tolerancia con el enjuague como funcionamiento habitual. Menos mal que, como casi siempre, el pueblo salva al pueblo con sus votos y en aquella ocasión a los tejeranos no les votó ni su padre.
Posiblemente ese convoy esotérico, esa Junta Electoral tan opaca y desconocida como fuera de contexto democrático, debería ser revisada en pura responsabilidad sanitaria, por las demás instituciones estatales y hacer de su nombramiento un ejercicio de democracia, de información y de transparencia. El Parlamento y sus comisiones de estudio e investigación debería ocuparse de revisar la estructura y funcionamiento de tales herramientas de control despendolado para unas cosas y cegato caciquil para otras. No es de recibo que en una democracia los encargados de la transparencia electoral sean un club de apaños, amañamientos y maniobras orquestales en las tinieblas de la alevosía, completamente de espaldas al pueblo que los hace posibles, y que ese pueblo no tenga ni idea -como en la época franquista sucedía con los nombramientos para todo- de quienes son los interfectos, ni de donde proceden idelógica y/o farisaicamente, ni de quien los elige con tal ojo de halcón. Por sus trazas es descarado que su origen está contaminado de ppepperismo vocacional y consuetudinario. Lo que no queda claro es si la cosa es un montaje ad hoc o simplemente es ya la "normalidad" de lo viciado, convertida en sistema ad usum, y sobre todo, ad abusum. Como viene siendo habitual, por lo deseducacional en el farragoso reino de Fachilandia desde la noche sempiterna de los tiempos. Su caldo de cultivo habitual.
Ya está bien de tanta altisonancia palabrera, de llamar con términos solemnes a la tropelía y a la poca responsabilidad. A la poca vergüenza.
España si quiere evolucionar y estar a la altura de la historia del siglo XXI, tiene que dejar atrás de una puñetera vez el medievo, el renacimiento, Austrias y Borbones, validos y balidos, generales golpistas agazapados al amparo de las coronas y viceversa, el imperio, la neurosis de la imposición dictatorial y el derecho de pernada, el miedo a los fantasmas y la connivencia a tutiplén con todo mejunje caciquil. Potenciar observatorios municipales, electorales e institucionales, para que la ciudadanía intervenga, se informe y sepa en todo momento cómo funciona cada institución y de qué medios dispone para intervenir legítimamente cuando por cualquier anomalía tanto funcional como dogmática, sea necesario parar los pies al ppoder sin escrúppulos ni límites morales, y asegurar que las leyes si no son garantía de los derechos y deberes cívicos porque carecen de fundamentos éticos y cualquier personaje o agrupación mafiosa, con actitudes e inclinaciones degradantes puede aposentarse y degradar el estado, la ética. la igualdad, las libertades, la dignidad cívica y la democracia, haciendo de las propias leyes amañadas el baluarte de sus obsesiones, la herramienta de sus ambiciones y hasta de sus delitos. Ya no es tiempo de tener un estado cuartelero, donde todo se basa en ser ganado lanar bajo la vara de gañanes y de saber y comprobar que las elecciones no son para que nos lleven al matadero por voluntad propia y lo más ordenados posible en fila y a toque de silbato.
Queremos saber y que el Ministerio de Interior nos explique:
Quienes eligen la Junta Electoral.
Cuáles son los criterios que se siguen para ello.
Qué cualidades son necesarias pare ser miembros de ella.
Qué impide que comisiones ciudadanas estén presentes en el proceso de elección de esa Junta y que los mismos ciudadanos incluso puedan participar en las decisiones, en diálogos y debates de esa Junta, como en el caso de tener que intervenir en situaciones como las que estamos presenciando ahora mismo.
A más participación ciudadana en los asuntos de la gestión política, más desarrollo de la conciencia colectiva, no cabe la menor duda. Ya sabemos, tristemente, que para el poder de los partidos esa posibilidad nunca es bienvenida - y menos ahora, cuando el modelo yanky de la plutonomía o plutocracia amenaza con arruinar por completo a toda la sociedad global para enriquecer solo a cuatro "familias" Corleone fashion-, que ha impuesto su método y criterio terminator hasta entre los antiguos trabajadores socialistas con el cuento de la transversalidad en comandita con el capitalismo liberal más salvaje de la historia globalizada por el pastón, la violencia, el cinismo y la mentira como soportes básicos del sistem in falliure; por esa razón se mira con desconfianza y hasta se pasa por encima de la sociedad trabajadora y más cercana a la igualdad y a la empatía social, con una desfachatez tan estúpida como perversa, pero dada la circunstancia histórica de que la ciudadanía está demostrando constantemente que su nivel de lucidez, de evolución , responsabilidad e inteligencia política práctica está bastante más avanzada que los partidos a la carta de los Bilderberg y los Ibex35, enredados en sus cálculos, intereses, negocios, cloacas y tejemanejes, debería ser mucho más importante para esos partidos de origen oligárquico, contar con el pueblo, que usarlo como moneda de cambio para invadir el estado y hacerlo a imagen y semejanza de sus discapacidades, que a la larga acabarán siempre por hundirlos en sus propias miserias como le acaba de pasar al fascismo español, del que sin duda, lo mismo que el Poder Judicial mayoritario, este modelito de Junta Electoral que padecemos es otro producto del mismo patético y vergonzante suma y sigue de atrocidades, mientras se restan derechos y se multiplican los efectos secundarios de la precariedad moral, política, práctica e ideológica. Social , económica, institucional y hasta religiosa.
Qué asquito da esto. Ains!
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