Mayoría
Los votantes han rechazado el modelo propuesto por quienes pretendían privatizar a su favor unos símbolos, unas instituciones y unos sentimientos
Pedro Sánchez celebra los resultados electorales en la sede del PSOE. Uly Martín
En la breve pausa interelectoral que disfrutamos, conviene recapitular y sacar algunas conclusiones. La izquierda ha ganado las elecciones con claridad. Más allá de los efectos de la ley electoral —que perjudicó a IU durante décadas sin que nadie se apiadara de ella—, la suma de los votos obtenidos sólo por PSOE y UP supera la suma de los cosechados por el trío de Colón. Eso significa, de entrada, que la derecha debería dejar de hablar de mayorías. La mayoría que ha ganado las elecciones, la única que cuenta en estos momentos, acogerá con los brazos abiertos cualquier acuerdo de investidura que permita la continuidad del Gobierno de Sánchez. Aunque a Casado y Rivera no les entre en la cabeza, los pactos que incluyan a nacionalistas o independentistas serán igual de bienvenidos, hasta de aplaudidos, por los votantes de todas las fuerzas que pacten, ya sean grandes o pequeñas. Y si los líderes independentistas catalanes son condenados, ocurrirá lo mismo con los indultos. Millones de españoles, dentro y fuera de Cataluña, respiraremos con el mismo alivio cuando los soliciten y los obtengan del Gobierno central porque, a partir de ese día, podremos recuperar el horizonte de la convivencia. Lo más importante de todo lo que pasó el 28-A tiene que ver con España, que no es una bandera, ni un himno, ni una pulserita rojigualda. La mayoría de los españoles ha rechazado el modelo propuesto por quienes pretendían privatizar a su favor unos símbolos, unas instituciones y unos sentimientos que no les pertenecían, porque son de todos. Esa es la derrota más importante que ha sufrido la derecha en las urnas, y no se arregla con un giro ideológico ni con un retorno al centro. Para empezar, deberían dejar de hablar en nuestro nombre.
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