domingo, 10 de septiembre de 2017

Paseando a miss Parks




(eldiario.es)




Rosa Parks
Rosa Parks
En este estío insoportable y en su agonía septembrina hemos asistido a un frenesí patrio por sacar a pasear a Rosa Parks y su historia de desobediencia civil. Han paseado tanto a Miss Parks, y colectivos tan diversos, que ya no le hubiera hecho falta ni coger aquel autobús. La han procesionado en un muy hispánico akelarre de ensalzamiento y santificación de su capacidad de sacrificio en la lucha por la libertad y la igualdad, que ya resulta llamativo en el país que dejó que el dictador muriera en la cama. Un pueblo anarcocabrón que luego siempre resulta, como dijo el cantor, muy obediente hasta en la cama.
La han paseado algunas feministas, los independentistas catalanes y hasta los enojados con que el Tribunal Supremo prosiga las causas iniciadas contra sus diputados favoritos. Para todo vale, como el ungüento amarillo. Lo que más preocupa de todo ello es que deja al descubierto la falla estructural de una sociedad democrática que no ha sido capaz de transmitir sus valores y de implantarlos en lo más profundo de sus ciudadanos. Así, se olvida que la fuerza moral que se produce en una situación de injusto y de falta de libertad –en sistemas autoritarios y dictatoriales– para rebelarse no tiene su trasunto exacto en un sistema democrático en el que la libertad permite introducir todas las reivindicaciones en el debate político y en el que existen los cauces adecuados para cambiar las leyes que se estimen injustas. Por tanto, es evidente que decir: "no contamos con la fuerza democrática suficiente para cambiar las leyes que no nos gustan" no es lo mismo que afirmar que se tiene la fuerza moral para conculcarlas. Excepción hecha de que la ley aprobada por la mayoría vulnere normas de rango superior o los principios rectores del ordenamiento que democráticamente nos hemos dado. Y aquí saldrá en manifestación el falso aserto de que no haber votado o suscrito una norma por la edad nos sustrae de su aceptación que es de una falsedad tan atroz que sonroja rebatirla.









Por otra parte, tampoco es ni parecido llevar a cabo acciones de protesta o de desobediencia civil desde un contexto ciudadano o asociativo que desde una institución. Esta falsa proposición es la que desde el independentismo catalán se está consagrando como verdad fuera de toda lógica. A mí, que siempre he defendido que es preciso avanzar hacia una legislación que contemple la posibilidad de realizar consultas plenamente legales en Catalunya y Euskadi, contemplar como se intenta escapar del imperio de una ley, pretendiendo conculcarla pero apoyándose en sus propias normas, me resulta tan ilógico y difícil de asumir que tengo que pensar que nos hallamos ante una deriva del sentido común y democrático que es imposible asumir. No tengo, por otra parte, ninguna duda de que es absolutamente imposible lograr la independencia de un territorio así.
Insisto en que lo más grave es observar cómo el manoseo imposible y bastardo de la lógica (entiendo que para eso sirvió sacar la Filosofía de las aulas) se desborda por redes sociales y conversaciones dejando sobre el tapete el grave problema de haber renunciado a insuflar en toda la ciudadanía el espíritu crítico y las bases y principios para ejercerlo.
Resulta agotador tener que recordar que una simple urna no significa nada. Franco también las sacaba y además tomaba nota de los que se querían resistir a darle su falso baño de libertad. No hay dictador que se resista a fregarse la mierda con unas papeletas. Una votación democrática debe ser libre, justa y auténtica. La participación debe ser libre y asegurada a todos y debe responder a parámetros legales previos y contar con un censo igualmente legal y con unas normas de mayorías previas y con un control de la limpieza y legalidad del proceso ejercido por un poder judicial independiente. Sin todo eso, sacar las urnas no es en modo alguno más democracia.
También ha habido estos días que clamar en el desierto para recordar que todo ciudadano tiene derecho a reclamar ante los tribunales lo que desee siempre que se ciña a los trámites marcados por el proceso y que serán los jueces independientes, imparciales e inamovibles los que estimen lo ajustado o espurio de sus pretensiones. Sí, todas las personas. Los "maltratadores" con antecedentes cancelados, también y los asesinos en serie y los pedófilos. Todo el mundo puede acogerse al sistema. Es tan obvio que indigna tener que pelear de nuevo por ello. O tener que insistir en que una vez puesta en marcha la maquinaría de la ley nada puede pararla si no se encuentra dentro de las propias normas del sistema. Por eso era mala idea que Juana Rivas no entregara a sus hijos, porque una vez arrancado el sistema penal sólo parará cuando el procedimiento llegue a su fin. En el mismo caso tampoco habría que explicar que si un diputado de Podemos está incurso en un procedimiento penal el tiempo y los avatares procesales y personales no borrarán mágicamente ese pleito que sólo culminará con una absolución o una condena.
Y latiendo en el fondo de todo ello, la gran lucha por explicar que en un sistema democrático el fondo es la forma, es decir, que la forma que adoptan legalmente los procedimientos responde en cada caso al fondo de un derecho o una libertad que se ha querido proteger. No cabe por tanto evitar las cuestiones con un "eso son tecnicismos" porque sólo esos tecnicismos nos protegen de la arbitrariedad y la injusticia.
Por último, campan irritados los que cuestionan todo lo anterior porque consideran que todo el sistema está en falla. No explican cómo ni por qué. No nos dicen qué otro sistema preferirían. Les basta con insistir en que esto no es una democracia real o que la Justicia no funciona. Sin más. Sin matices. Sin posibilidad de respuesta. Cabe perfectamente en un tuit, como pueden apreciar, y en ello reside su fuerza. Siento que entre todas las personas críticas y reformistas no hayamos sido capaces de explicar que si alertamos contra la pérdida de calidad de la democracia es precisamente porque existe esa democracia y la queremos conservar.
La lucha de Parks la ganó el movimiento por los derechos civiles en la Corte Suprema de los Estados Unidos que declaró inconstitucional la segregación racial en 1956. Y es que, por mucho que la saquen ahora en andas, Parks y los suyos sabían que en un estado democrático las luchas se ganan legalmente. 

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Es muy interesante el debate que propone este artículo de Elisa Beni. Vayamos analizando realidades iluminadas por las ideas y la reflexión. 

1) Es evidente que el ser humano necesita un sistema o una red de sistemas para poder organizar la vida, la convivencia y la gestión de los asuntos fundamentales. Criticar un sistema determinado no es estar en contra de la sistematización necesaria, todo lo contrario, es señalar que hay que cambiar lo que no funciona y hay veces en que lo que no funciona son elementos sencillos de sustituir ,sin embargo, hay ocasiones históricas en que lo que no funciona es la base del sistema y ésa no puede cambiarse sin que haya que cambiar el sistema mismo. No es igual que una casa tenga goteras, humedades o grietas superficiales, que si son los cimientos los que se cuartean  y se deshacen porque en su construcción no se edificaron bien o los materiales eran de mala calidad o porque ni siquiera hubo un arquitecto y un equipo que pusiera en pie la construcción, sino que dirigía la obra el primer campesino habilidoso que se terciaba como "maestro de obras"; en la primera mitad del siglo XX se solían construir viviendas, por necesidad, con ese método sin método, sin cimentación previa. Por eso en los años cincuenta, sesenta y hasta los setenta, en época de lluvias y sobre todo en la España rural o en los barrios humildes de las grandes ciudades, se hundían muchísimas casas, con muertos, heridos y familias en la calle. Una de las obsesiones del dictador era la construcción de bloques de viviendas populares, porque aquello era una vergüenza ya internacional y la imagen era horrible si se quería sacar pasta del turismo. En Bienvenido Mr. Marshall, por ejemplo, se refleja crudamente la realidad de entonces. Estaría bien volver a verla para ir atando datos y simbología jungiana con la herencia recibida y aun no superada.

Bien, pues esa disposición chapucera la hemos heredado en la sociedad española y sigue vigente, no en la construcción de edificios, pero sí en la construcción del Estado. Y la Justicia es precisamente el cemento imprescindible que nos falla. Su calidad es pésima. Como la política. Eso no puede negarse. Y no porque sea propio de la justicia en sí, sino por como se entiende y se gestiona. No hay absolutos intocables. Hasta lo más sagrado y necesario que adoramos -dios, al amor, la patria, las ideas, el valor, la inteligencia, la bondad ( y sus contrarios) no tienen vida por sí mismos, sólo es el producto de lo que hacemos con ello. La justicia que necesitamos es el resultado de nuestra cultura, obra y gracia de nuestros pensadores, procedentes del mismo caldo de cultivo que el resto de la ciudadanía, de esos que consideramos patres conscripti, pero que tienen como todo el mundo sus puntos flacos, sus baches cognitivos, sus lagunas, igual que el pueblo que les valora y les vota. Por eso las leyes, como los dogmas, afortunadamente son frágiles y manipulables, porque queramos o no, dependen de su interpretación y en ella hay siempre un proceso de funcionamiento selectivo y personal, aunque se quiera evitar con toda la imparcialidad del mundo. El eje de ese engranaje es la conciencia. Sin ella la ley es una dictadora implacable capaz de hacer barbaridades con plena legalidad, la política un negocio de egos e intereses, la filosofía una ristra de sofismas sin fuste y cortoplacistas, las religiones sectas, el amor egoísmo reflejo y manipulador, la inteligencia un robot, la educación un simple entrenamiento de habilidades rapaces y los sentimientos instintos confusos. Y la ética...la ética sin conciencia no es posible. No existe y es sustituida como en casi todo por los dogmas que proceden de convertir en leyes incomprensibles y de cumplimiento obligatorio, las ideas y comportamientos de algunos seres despiertos que hace miles de años nos dejaron en su época el recuerdo de su pensamiento y sobre todo de su forma de vivir, sus códigos y su visión del mundo.

2) ¿Por qué falla la Justicia? Por una carencia de conciencia ética no sólo al pensar y concebir la función de la Ley, sino también y sobre todo al aplicarla en la práctica. Las leyes las hacen personas y deben ser  para las personas, para favorecer el bien común que las personas necesitan para construir la convivencia, el civismo, la facilitación de la igualdad de oportunidades por medio de una educación que contemple el desarrollo completo de los seres humanos, con sus derechos, deberes, libertades y dignidad y no sólo un adiestramiento mecánico y archivero de datos de la inteligencia que es mucho más que mente, cerebro y 'códigos infalibles' que nos aporten fuera la seguridad que no tenemos dentro, que no se trata de una soberbia autocomplacencia de quien todo lo sabe y todo lo controla (que es una falacia), sino de una simple comprensión de más ángulos y horizontes de la misma realidad. 
La justicia nunca falla si su código ético está impreso en una conciencia previa al implante externo. Pablo de Tarso, en una de sus cartas explica muy bien ese paso evolutivo: habla de la Ley y la Gracia, y afirma que la primera es indispensable mientras somos "el hombre viejo" que necesita normas férreas para no irse de varas pero que ya no es necesaria cuando se ha dado el paso de descubrir y elegir  la segunda, que es la condición del "hombre nuevo", la libertad corresponsable. Pablo lo identifica con la conversión a la fe cristiana, pero en realidad está haciendo un descubrimiento que supera el hecho religioso: el nacimiento de la conciencia como sustancia básica de una nueva concepción de la vida y de nuestro lugar en el mundo. 

La riqueza que tenemos entre manos es precisamente el compartir el mismo mundo, espacio y tiempo, tanto desde la Ley como desde la Gracia. Por otra parte existe una dificultad natural: quienes aún no han salido de la Ley-Norma impuesta no entienden ni se fían del estado de la Gracia-Conciencia-Norma ética-Imperativo categórico personal e intransferible, y hasta les irrita tropezarse con ello. Por fortuna, quienes andan en el estado ya transformado de la Gracia-Conciencia, son libres y no juzgan a las personas sino solo los hechos para que se puedan arreglar y mejorar. Por eso lo que la Ley legalmente arregla con la bronca, la condena y el castigo merecido, la Conciencia ética lo arregla con la escucha, comprensión y la responsabilidad, con el diálogo y la proximidad que nos educa y nos transforma. 

El hecho de usar el mismo lenguaje tiene su pro y su contra, y es que para ambos estados del ser, las mismas palabras no significan lo mismo. Por fortuna una de las dos modalidades puede entender las dos semánticas  e ir cooperando en la apertura del lado de la Ley al lado de la Conciencia, que aunque se empeñase nunca podría entrar en el terreno de la Ley porque, aparte de que sería imposible volver atrás en la evolución, debería violentarla y domesticarla, pero ese método destruiría la conciencia y  la conciencia como los genes no es destructible una vez que nace; aunque comparten espacio y tiempo, no están en el mismo plano de energía, por ello la Ley suele perseguir a la conciencia con el mismo encono con que persigue a los infractores de su ámbito. Hay unas frases en los evangelios atribuidas a Jesús y dichas a sus compañeros y discípulos y a Pilato: "Vosotros aunque estáis en el mundo (el sistema) no sois del mundo" o , "Mi reino (sistema) no es de este mundo (sistema)", o sea, el ser renovado y renacido a un estado más lúcido y consciente no pertenece al sistema con el que ya no tiene afinidades y entonces, va cambiando su entorno, se siente libre de elegir y obrar según los valores éticos de la conciencia, que no sólo cumplen los preceptos impuestos por las leyes, sino que las sobrepasan en grandeza de miras, en lucidez, en creatividad y en generosidad natural.

Por supuesto, que mientras el ego humano sea el capitán general de todos los ejércitos, la Ley seguirá siendo la estrella necesaria del viejo sistema. Lo que la Ley no puede impedir es que el despertar de conciencias cambie ese sistema, con la bifurcación subsiguiente desde la entropía que rige la Ley; un proceso en el que precisamente las insuficiencias y fallos constantes de lo "legal" y "lo justo" ayudan muchísimo a despertar y a salir del bucle, construyendo otra dimensión nueva de lo humano, menos cutre, más justa y más feliz.  

3) Afortunadamente, la filosofía, querida Elisa, lleva en la calle como mínimo 2400 años. O sea, que la universidad, aunque ayuda, se queda bastante corta a la hora de los cálculos. Fíjate si ya en la plaza pública de Atenas la peña ciudadana se sentaba a pensar junta sin pedir credenciales ni pedigrí a nadie, lo mismo hablaba un cenutrio, un narciso sobrao, que un genio o un simple buen ciudadano sin más, les unía haber inventado la democracia hasta por encima del talento y cuando se cansaban de filosofar sentados, la peña seguía filosofando de paseo, ellos le llamaban perípatos. Creo que las redes sociales se acercan un poco a retomar ese proceso, pero como es una cosa global la selección natural encuentra serias dificultades para ver por donde anda su tarea y ahora ha tirado de un Trump y de un Rajoy que hacen lo que pueden para que la filosofía vuelva a las aulas y se quede allí quietecita para no complicar el comercio y las guerras con las que se hacen de oro. Menos mal que la conciencia, sin ruido, pero sin prisas ni pausas, va arreglando las cosas que la selección natural tiende a solucionar con fascismos y clasificaciones por leyes, credos, raza, género, número, casos y posibles crematísticos, por encima de todo.  

No debería preocupar tanto la presencia de la filosofía en la calle a los Protágoras  y a los Gorgias, porque precisamente gracias a ella se  da crédito a sus discursos, se les entiende y analiza y se les considera un referente importante como maestros del No. De eso que no se debe dejar de hacer si queremos que las cosas cambien a mejor. No es cuestión de combatir lo que no nos encaja, sino de construir lo que la Ley no alcanza a imaginar y donde los  mismos presos de un sistema agonizante al fin estarán más felices y más despiertos y sin que nadie les recuerde ni se acuerde de lo que hicieron cuando todavía no sabían quienes eran de verdad debajo de su coraza atiborrada de códigos, prejuicios, dogmas y legajos. De seguridades que en la realidad no existen, pues, ¿quién puede asegurar que dentro de 10' estará  en este mundo lleno de inseguridades continuas? Desde esa realidad inapelable de un presente como única riqueza para transformar desde el amor y su inteligencia, todo cambia y se valora con más fluidez y menos pathos gratuito. Menos angustia y menos fijaciones que obstaculizan el fluir de la existencia que nunca controlaremos por más que queramos ni en lo personal ni en lo común. Lo contingente del momento está incluido en lo transcendente, pero si sólo nos quedamos en la contingencia nos privaremos hasta del sentido  ilimitado que tiene lo pequeño. Sufriremos la limitación que las leyes llevan consigo. En realidad nosotros mismos somos la Ley que buscamos fuera pero mucho mejor redactada y aplicada cuando nuestra conciencia releva a nuestros miedos, sobre todo cuando crece y se convierte en conciencia colectiva. En un  Yosotros-Nosotras.

P.D.

Según cuentan, el año en que nací, 1947, Franco hizo un paripé que le refrendó como sumo pontífice de la carnicería, cualquiera votaba en contra o se abstenía después del zafarrancho. Y sólo sacó las urnas una vez más veinte años más tarde; fue para aprobar la Ley Orgánica de marras. Las elecciones le ponían de los nervios. Yo aun era menor de edad afortunadamente y no podía votar. En aquel tiempo los hombres se hacían a adultos a lo 21 años y nosotras a los 23. Ni siquiera se molestaba en pintar de democracia su invento, no era un lavado de cara, era su ego desatado a tope. Todo lo contrario, tanto el liberalismo como la democracia eran para su "movimiento" un verdadero cáncer social y lo decía así de claro, calsificándolos en sus discursos como contubernios igual que a los judíos y a los masones. Así constaba en el libro verde que nos obligaban a estudiar hasta en la universidad. 

Cuarenta años con eso encima explica las secuelas que no se detectaron en su día y ahora son un poso autoritario y dogmático hasta para nuestros hijos que no son capaces de reaccionar ante la tiranía y cuando ven algún signo de libertad que las leyes no contemplan se mueren de miedo y de rigidez, permitiendo que el pp -el rastro del tirano- siga gobernando mientras la legalidad vigente lo permite y le ríe las gracias. 
Es tremendo que un tirano que llegó al poder a base de cargarse la legitimidad que consideraba injusta y que no sólo no hizo un referendum para ver si le aceptaban,  es que se levantó en armas y montó una guerra genocida que duró tres años en las trincheras y cuarenta en el silencio de las calles, en el miedo en las casas y en la crueldad siniestra de las cárceles, para más inri haya generado una "democracia" de pacotilla que acepta la corrupción y los latrocinios del poder como un mal insignificante porque es "legal"...y que modificando esa legalidad a su capricho se fabrica las leyes que le permiten perpetuarse por generaciones- la lección de El Padrino del Pardo se les ha grabado a fuego- , que hablan de libertades al mismo tiempo que se mueren de miedo si tienen que hacer valer esa libertad por encima de las leyes injustas y desbloquear el tenderete de una legalidad ilegítima y moralmente ilícita. No es nada extraño que haya un Rajoy gobernando y que hasta los socialistas le prefieran a un gobierno en coalición con  Unidos Podemos, que sería lo mejor para todos. El tejido sociopolítico se nos ha quedado en modo fósil y ya veremos cómo se arregla esto desde dentro. Por eso es tan sana la respuesta resistente de los catalanes y si la prensa y los medios no estuviesen al lado del peor sistema posible, otro gallo cantaría y un aire limpio empezaría a fluir por estas desgraciadas tierras ibéricas.
Franco fue el padre de las formas y su fantasma ha conseguido que en la España del siglo XXI se consideren inseparables el fondo y la forma, aunque el fondo sea un nido de serpientes y las formas la excusa que se  encargan del camuflaje, correctísimas e intocables por decreto.
No sé cómo estaríamos ahora si los revolucionarios de las colonias inglesas en América y los franceses de la Marsellesa, hubiesen pensado lo mismo que nuestras falanges mediáticas más contundentes: no vamos a romper las formas de la monarquía que son muy bonitas y quedan geniales en las pinturas y en las fiestas de Versailles y de Buckingham Palace. Pues, que lo sepáis queridos y queridas moderadísmas voces del coro pro sistema tal cual:  España, engañada cual  dama boba, sigue ahí, puteada, como hetaira por rastrojo, anclada en el correctísimo  fair to play de 1760 y tantos. Y tan contenta mientras los catalanes no le agüen el festejo con la quimera maleducada y respondona de su república imposible.

Sería una maravilla que la mismas andanadas contra la Catalunya en pie de liberación, se utilizasen para sacudir, boicotear y mandar al cuerno a los zafios e incapaces responsables de esa ruptura, que si no fuese por ellos y su imperio de gañanes, jamás habría tenido lugar. Es una pena que todo lo gobierne el universo de las formas separadas de cualquier fondo que no sea de inversiones.









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