La peor cara del cambio climático
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El devastador huracán Irma ha arrasado esta semana las islas del Caribe y Florida,
dejando a su paso fuertes inundaciones, decenas de muertos y millones
de hogares sin luz. Se trata del mayor huracán registrado en aguas
atlánticas (sin incluir el golfo de México y el Caribe).
Irma llega después del huracán Harvey
en el sur de Estados Unidos y la devastación del ignorado monzón en el
sur de Asia, que ha dejado más de 1.200 muertos. Más cerca, en Italia,
fuertes lluvias torrenciales también han dejado varios muertos. Mientras
tanto, en nuestro país leemos titulares como “España sufre la peor sequía de los últimos 20 años” o “Los embalses españoles están al 43% de su capacidad”.
Pero, ¿está el cambio climático detrás de esto que estamos viendo? La respuesta es sí.
Los científicos ya nos lo habían advertido, pero cuando llegaba la hora
de actuar para prevenir el problema, entonces y ahora se siguen
poniendo por delante los intereses políticos y económicos para no actuar
con la contundencia necesaria.
El cambio climático no ha provocado
directamente el huracán Irma, ni el Harvey, ni cualquier otro huracán,
pero sí los ha hecho más fuertes y aumenta las posibilidades de que
estos fenómenos sean cada vez más drásticos y peligrosos. Irma no será
el último, lamentablemente.
Donald Trump, el presidente negacionista que hace meses abandonaba la lucha contra el cambio climático y retiraba a Estados Unidos del Acuerdo de París,
ha declarado Florida “zona catastrófica”, mientras que Houston, Texas,
sigue drenando el diluvio de Harvey de hace apenas unas semanas.
Pero el cambio climático no puede ser un debate político. La realidad que estamos viendo es que el cambio climático cuesta vidas humanas,
y el hecho de negarlo o no hacer nada lo pagan con su vida poblaciones
enteras, especialmente aquellas en situación de gran vulnerabilidad.
El cambio climático tiene
responsables muy concretos a nivel político y empresarial, y la solución
pasa por transformar radical y urgentemente nuestro sistema energético.
¿Cuántos Irmas o Harveys tienen que ocurrir para que nos escuchen?
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