sábado, 23 de septiembre de 2017

Ciudadanía como estado...de conciencia


Esto que describe Carlos Elordi, es sin duda, el panorama que tenemos delante. Ahora, vista la nulidad absoluta e incluso el tapón-obstáculo del Psoe, la herramienta que nos queda es la respuesta ciudadana pacífica y firme: la ciudadanía parando, serena y sin flojeras, este dislate. Todos a la calle sin violencia. Parados en los pueblos y ciudades y caminando hasta colapsar Madrid. La España insumisa de la dignidad solidaria y de la justicia natural. Si salimos a la calle por defender los derechos de los animales o los casos puntuales de abusos de poder, ¿no tenemos ahora una razón más que justificada, de urgencia y responsabilidad máximas, como es conseguir que Rajoy y sus basuras violentas desaparezcan de la gestión del estado, cuando nos demuestra cada día que su ineptitud y torpeza como gobernante no tocan techo y destrozan el mismo derecho que dicen estar defendiendo mientras se desmienten y dejan clarísimo que su interés real es seguir en el poder y ni caer en manos de la justicia que han horadado desde dentro colocando a sus afines como agentes en las más altas cimas del Poder Judicial que obedece a Rajoy como perros falderos  a cambio de recompesarles con prebendas, destinos de élite y privilegios que pagamos todas y todos?

¿Dónde están ahora los millones de personas que salieron a la calle en 2011, 2012, 2013, y primer trimestre de 2014, que durante ese trienio pararon desahucios y recortes, que despertaron conciencias, que aprendieron a asociarse, que pusieron en pie los observatorios ciudadanos e iniciativas como Legal Sol, las PAHs, las mareas que consiguieron hasta devolver a Madrid la sanidad pública, que se integraron en Marchas por la Dignidad y en el Frente Cívico? Que llegaron a los ayuntamientos y autonomías en 2015 y ¿y ya está? 

A estos resultados me refiero cuando analizo el ambiguo papel debilitador de la fuerza ciudadana que ha representado la aparición de Podemos, que por un lado apareció como el hada madrina y el cauce perfecto de los indignados con tantos motivos y por otro es el cortafuegos 'natural' de la energía y de las iniciativas cívicas grupales y libres, que son imprescindibles en una democracia, sobre todo cuando un país está aprendiendo a ser demócrata tras una historia traumática que se nutre de totalitarismos aun en una supuesta democracia como la que padecemos. 

Y conste que no es sólo 'culpa' de Podemos, que es una abstracción en sí mismo, como todos los partidos e ideologías, sino especialmente es responsabilidad de la conciencia cívica, de la madurez de los pueblos que son la esencia de la ciudadanía, que como sujeto activo de la finalidad  política  es la materialización bien concreta de todas las abstracciones ideológicas habidas y por haber. Podemos logró de golpe y porrazo, que una gran mayoría que estaba empezando a despertar, y se estaba desperezando, se volviese a dormir, convencida de que los nuevos jóvenes tenían muchas más herramientas que sus cansados padres y peña en general  poco "preparada" en plan Felipe VI, y que serían capaces de arreglarlo todo, que para eso no eran obreros indocumentados ni jornaleros en paro, sino universitarios enteradísimos de todo, superinformados y puestísimos en las nuevas tecnologías, pero sin tener ni idea de como se aplica todo eso al día a día en la política de verdad que es la que se mueve en la calle, en el trabajo, en la casa, en la escuela, en el hospital, en la residencia de ancianos, en el taller o en la fábrica que se cierra y se larga a China, en el mercadillo de la plaza y en el supermercado de los negocios especuladores que trafican con la supervivencia de los seres humanos como lo más normal y donde la ética, la igualdad, los derechos y la justicia sólo palabras huecas. 
Era demasiado arroz para tan poco pollo. Demasiada realidad palpitante para unas fórmulas de Laclau en vinagreta a la Gramsci. Con más riesgo de demagogia que de orientación renovadora a la medida de nuestro tiempo tan difícil como imprevisible. Hacían falta muchísimas más mentes cooperando más allá de las teoría sobeteadas por Perón o por Bolívar o por Lenin y sus herederos, muchísimos ojos, oídos, pies, manos y corazones de base  celtíbera, para que el nuevo proyecto no se fuese a pique. Los nuevos chicos del coro eran pocas voces aunque muy bien situadas en los medios y a veces sonaban a viejuno debajo de las coletas y las ropas desenfadadas y el lenguaje de siempre en plan renove, con todo lo bueno conocido y el hueco vacío de lo mucho más por conocer. 

Cuando la gran mayoría de las calles a rebosar y de los modestos e imprescindibles logros cotidianos pasito a paso, vieron la aparición de aquella especie de 'jedis' o elfos complutenses y las espadas de luz a pilas que blandían, les confundieron inmediatamente con los alados mensajeros de la Galaxia y respiraron aliviados: ya no sería necesario salir a la calle día sí y día también, ni convocar asambleas, ni presentar recursos sin tener más herramientas que la disposición y o la generosidad solidaria de los vecinos ante el escarnio del sufrimiento social, entre los que también había abogados, maestros, médicos, ingenieros y técnicos en muchas especialidades, pero muchos más obreros en paro, trabajadores en EREs, contratados de miseria, enfermos recortados sin asistencia, escuelas en barracones casi a la belle etoile y familias desahuciadas en la puta calle, ...Mucho mejor si un grupo de "profesionales" de la política, jovencitos y preparadísimos, se ponían al mando en plan hegemónico y organizaban en un pliplás lo que a ellos les ocupaba demasiado tiempo y demasiadas molestias, donde iba a parar, menuda diferencia... Pues sí, menuda diferencia, ya lo creo. La que hay entre acertar o cagarla a desconciencia.

Ahora, estamos como estábamos pero en peor, tenemos un partido más que financiar (bueno, dos, con c's, que nació como recurso y reclamo de la banca ppera para ser el contrapeso de podemos), aunque también es cierto que con esos gastos nuevos estamos sacando del paro a una juventud que de no existir Podemos y c's ahora estaría quién sabe donde, en Melburne, Berlín, Estocolmo, Bruselas, Montreal o Edimburgo o en UPyD o tocando blues en los pasillos del metro.
La ciudadanía en cambio, no cobra nada por organizar su casa social, por manifestarse ni por trabajar en común con los vecinos, las asociaciones y compañeros de sindicato y los grupos de damnificados por el forring office universal y local; ella es gratis como el cielo, la lluvia, el viento, las mareas, la biomasa y la luz solar, y los cambios que logra no se pasan ni caducan  con las legislaturas temporeras, porque suceden a un nivel intocable por los poderes mercantiles del toma y daca interesado. Son cambios de conciencia que pueden durar centurias y hasta milenios, sólo hay que ver lo que dura una la huella social y cultural de una revolución hecha contando con el eje de la base ciudadana, desde dentro y desde la raíz, como la de los EEUU o la Revolución Francesa o la Socialista, o las religiones con una praxis social como el luteranismo o el budismo, que hizo mella y creó conciencia de algo, tan distinto de las religiones que se imponen por la fuerza como las de los imperios que son la contrarrevolución, donde la conciencia se sustituye por las leyes, el poder vertical y los dogmas endosados  "desde fuera y desde arriba". La ciudadanía, en cambio,  por su misma esencia regeneradora necesita la semilla de un imperativo categórico colectivo, práctico y hasta sectorial, convertido en pedagogía mutua, tanto por hacer como por reflexionar juntos mediante el diálogo acerca de lo que nos atañe conjuntamente, y que lejos de ser una imposición uniforme es un logro plural d elo diverso, un cultivo, en el sentido más exacto de la palabra "cultura", que procede del origen latino, del verbo coleo, cultivar el campo, la tierra, que unido al sentido del verbo educere: guiar acompañando, iluminar, educar, completan el kit de la esencia cívica. Y así comenzamos a experimentarlo en el 15M.

Ya lo vemos en Catalunya: ni el dinero con que en subasta de honor y de vergüenza intenta comprar Rajoy a esa ciudadanía ha hecho la menor mella en el ánimo catalán. Al contrario. Lo mismo que las amenazas. Y es que cuando los pueblos despiertan y construyen su alma ciudadana, el pueblo deviene soberano. La soberanía no es una concesión de los poderosos a los mindundis, es una construcción de esencia ciudadana. Es el pueblo que a base de experimentar lo que le salva y lo que le hunde, va dejando de ser masa analfabeta institucional, que aprende y construye vida consciente y autónoma, logros tangibles y no entelequias, y que por eso se reconoce y descubre libre mientras comprende que no necesita dueños ni señores que le manden ni le obliguen a hacer lo que le repugna o lo que perjudica al bien común. Al nosotros o yosotros, que es el modo de vivir lo personal en armonía con lo colectivo y viceversa.  

Podemos, con la reproducción de un aparato político innecesario que ya teníamos disponible con IU, posiblemente sin pretenderlo, ha sido un retroceso en el camino hacia la autoliberación de los pueblos ibéricos. Aunque eso no signifique que la cosa no tenga arreglo, sólo que, a base de tanta estrategia y tanta táctica de combate y máquinas de guerra en plan Juego de Tronos, nos ha hecho la pascua y  se ha alargado y enredado el camino hacia la democracia, las libertades y derechos, innecesariamente; una democracia horizontal y directa que estábamos creando, que fue lo que en principio nos vendió el equipo técnico de Somosaguas como novedad de herramienta organizativa al servicio civil y social, (que es la política en su esencia) en la que picamos todas y todos, hasta que su misma dinámica demostró que Podemos, si exceptuábamos las formas y la estética, era más de lo mismo y que posiblemente la transversalidad concediese muchos votos puntualmente, pero al mismo tiempo era un tejido agujereado y líquido, que no retenía nada, sin raíces profundas de conciencia y más bien pixelado por lel crowdfunding de la banalidad y los arranques emocionales a destiempo. 
No era el anticapitalismo, pero se aprovechaba de él, no era el socialismo ni el comunismo pero era su eco descafeinado. No era libertario pero lo parecía, no era ecologista ni feminista, pero si era necesario se acoplaba el discurso a la necesidad de argumentar cualquier cosa, tal que una tuerca ad hoc. Y al mismo tiempo que se vendían principios éticos se estiraba la ética como el chuicle cuando era necesario hasta que parecía cualquier cosa que fuese necesaria en el mejor estilo Protágoras o Gorgias. Era la reproducción calcada literalmente y sin comprender, siglo XXI, de El Principe de Macchiavelli. 
Con razón su 'novedosidad' tenía esos sesgos tan manidos y rancios de repente, en medio de la frescura anticapitalista, socialista de origen y desobediente civil, de la mano ácrata y anarquista de un Kropotkin, un Bakunin, un Proudhom, un Thoreau o un Joaquín Araujo. 
A Podemos le faltaba desde el principio aterrizar en ciudadanía más que en la cháchara. Lo está logrando poco a poco en los ayuntamientos que despreciaba cuando el batiburrillo y las prisas de las confluencias iniciales para desmantelar IU  cuanto antes desde dentro. Menos mal, que según parece está aplicando la inteligencia más hacia la ética que hacia la rapiña tradicional de los partidos de siempre, mucho más negociantes y rastreros que políticos de verdad. Su apuesta actual contra corriente por apoyar un referéndum pactado y tratando de apoyar al pueblo catalán frente a la barbarie fascista del régimen  actual, le honra, como le honró presentar una moción de censura ya convertida en paradigma de coherencia, de pedagogía cívica y de salud ética y democrática. Alegra ver que en Podemos hay puertas abiertas a inteligencia de la humildad. Aunque aún queda lana que cardar lo importante es saber crecer desde dentro.

Ahora, la ciudadanía tiene que hacer los deberes y retomar su campo de acción, su fuerza política y decente. Sin ella, sin su presencia activa y creadora de realidades nuevas y tangibles, ningún partido político podrá hacer nada que la libere de la tiranía del dinero y sus trampas saduceas, desde un armazón de poder que está muerto pero es tóxico, y que sólo depende del engaño y la cháchara, de las encuestas trucadas y de los chanchullos indecentes. 

No hablo de elucubraciones, no, que no podemos permitirnos después de lo andando durante tres años, volver hacia atrás escuchando  a una supuesta representante nuestra que pulula por la Comunidad Valenciana con la sigla de Podemos en la solapa argumentando cosas tremendas, como textualmente: "hay que dejarse ya de luchar por el romanticismo de los DDHH que no va a ninguna parte y centrarnos en luchar sólo por la economía que es lo importante, porque todo es economía y dinero y quien lo controla gana. Por ejemplo, yo he estudiado en profundidad el modo en que se ha hecho la campaña electoral de Trump y ellos no hablaron de derechos humanos sino de dinero y beneficios para todos y eso les ha dado la victoria". Toma ya paradigmas orientativos y transversalidad salvaje. Si no hubiese sido por el físico y el acento latinoamericano, hubiera jurado por lo más santo que hablaba la Vicepresidenta del Gobierno SSS Cospedal, Ana Botella o Aguirre e incluso el ectoplashma de Rita Barberá. Si, Podemos no ve esto, apaga y vámonos, Montesquieu y hasta Adam Smith si me apuras. Que atropello de todo en nombre del ojo del dólar.

Despierta otra vez, querida ciudadanía, el mundo, la prensa, los bancos, las religiones, la partidocracia y el estado, te necesitan más que nunca para equilibrarse aunque no lo reconozcan y hasta te combatan a muy, pero que muy grosso modo. Te persiguen y te engullen hasta el exterminio, como las pirañas a sus víctimas pero tú de repente te manifiestas y los planchas de un repaso sin ostentación ni soberbia, sólo con presencia y dignidad, con la cruda elegancia de la verdad sin tapujos ni cortinas de humo. Olvidan, o tal vez no, que sin ti ellos no existirían, pero creo que sospechan que tú sin ellos no sólo puedes existir, es que estás en la gloria, divinamente. Por eso montan estos pollos, para contagiarte su miedo  y que te calles y no te muevas, claro. Puro canguelo.

Tú, tira p'alante, politeia, civilitas, citizenry, citoyanneté, Staatsbürgerschaft, ciudadanía, guapísma! y no vuelvas la vista atrás si no es para comprobar  que los buitres ya no revolotean ni se cagan  a posta en el horizonte de tu nueva conciencia. No vaya a ser que te pase como a la mujer de Lot y te conviertas en estatua de sal por un descuido cotilla, y te quedes para los restos a disposición del mercado de los votos, en el simulacro de una pseudo-democracia delincuente y tonta útil, y te acaben envasando y vendiendo en paquetitos con  el IVA por las nubes, que esta escoria depredadora es capaz de todo. Ya lo ves, querida nuestra.

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