A desobedecer y a votar
Ha empezado. El choque de trenes a cámara lenta se ha acelerado en las
últimas horas con la detención de cargos de la Generalitat y registros
por parte de la Guardia Civil y se ha producido la colisión que los dos
gobiernos andaban buscando. No seamos ingenuos ni nos sorprendamos,
estamos siguiendo la ruta que ambos se han marcado para sus propios
objetivos. Rajoy necesita sacar músculo ante quienes le acusan de flojo y
el independentismo se fortalece provocando que la maquinaria estatal
vaya a por ellos. Ganan en sus respectivos caladeros, pero el PP ha
perdido la batalla de la legitimidad en el momento en que la policía ha
empezado a encarcelar a políticos y a hacer el trabajo que le
corresponde al gobierno. Se va a quedar solo otra vez con el único apoyo
de Ciudadanos porque ni el PSOE ni el PSC más huidizos van a poder
ponerse del lado de una derecha autoritaria que impone la fuerza bruta
porque le falta la autoridad moral. Si lo hacen, estarán protegiendo más
a un régimen caduco y corrupto que a la justicia y la legalidad.
La consulta puede ser ilegal pero no puede serlo la
voluntad de millones de ciudadanos a los que habrá que responder con
algo más que porras y mazos. No puedes detenerlos a todos y detener a
sus representantes hace más por la independencia que todas las Diadas
del mundo. Puede que no haya referéndum el 1 de octubre pero habrá una
movilización de órdago al gobierno. El PP está colaborando como el que
más a que una lucha nacional por la identidad se transforme en una lucha
universal por las libertades. Alguien tiene que decirlo, Rajoy trabaja
para el independentismo.
También hay que decirlo:
españoles, el gobierno ha empezado a tomar la autonomía de Cataluña. No
es oficial porque no está siguiendo los cauces legales que dice proteger
pero Rajoy ha empezado a hacer efectiva la suspensión recogida en el
artículo 155 de la Constitución, aunque pasándoselo por el forro. Ha
preferido dejarlo en manos de su ministro de Hacienda y de una justicia
teledirigida porque aplicarlo le obligaría a consultar al Senado y al
Parlamento, obtener una mayoría y ceñirse a un marco legal pactado.
Demasiados requisitos democráticos para un partido que viola la
legalidad con frecuencia, utiliza a las cloacas para espiar al
adversario y dice que prohibir la libertad de expresión es defender la
democracia. El PP no tiene credibilidad como garante de la ley porque no
respeta el estado de derecho ni cuando dice defenderlo.
Me resulta imposible defender la legalidad y democracia de la que habla
este gobierno. Tampoco creo en la independencia de un poder judicial
que hace política para mantener un orden establecido que me parece
insostenible. Vivimos una farsa para que nada cambie. Así, pues, aunque
defiendo una consulta legal y pienso que las banderas excluyen, que el
problema no es la nación sino el sistema y que la derecha catalana es un
pilar de ese sistema corrupto y desigual, creo también que el desafío
social de los catalanes es una oportunidad de acabar con el caduco
régimen del 78. De modo que animo a desobedecer y a votar. A favor o en
contra, pacíficamente siempre, pero a votar.
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