Un día cualquiera en Oriente Medio. Por ejemplo, el pasado domingo.
Mientras nosotros discutíamos quién iba y quién no a la
recepción de palacio, la aviación rusa lanzó 55 ataques en Siria; el
ejército de Al Asad recuperó terreno ayudado por fuerzas libanesas de
Hezbolá; grupos sirios anunciaron una inminente ofensiva sobre la ciudad
de Raqqa apoyados por tropas kurdas y armamento estadounidense; Líbano
atacó posiciones del ISIS en la frontera con Siria; 44 kurdos del PKK
murieron en bombardeos turcos en Irak y Turquía; la aviación iraquí
bombardeó un convoy donde creía que viajaba un líder del ISIS…
Esperen, que cojo aire y sigo: el mismo domingo, Francia reveló la
muerte de seis yihadistas franceses en sus bombardeos en Siria; Irán
probó un nuevo misil de largo alcance; Estados Unidos lanzó 50 toneladas
de munición para apoyar a sus “rebeldes”; Al Qaeda llamó a la
movilización general contra Siria y Rusia; Turquía señaló al ISIS como
autor del atentado que dejó 97 muertos; un palestino de 13 años murió de
un disparo israelí durante una manifestación; una mujer palestina
embarazada y su hija de dos años murieron en un bombardeo israelí sobre
Gaza; cuatro israelíes fueron heridos por nuevos ataques a cuchillo de
palestinos; Rusia y Arabia Saudí acordaron reforzar su cooperación
contra el terrorismo; y el Sunday Times informó de que los aviones británicos podrían entrar en combate con aviones rusos…
No está mal para ser un domingo, ¿eh? Y esto es solo la letra grande,
lo que la prensa filtra. Asomarse estos días a la actualidad de Oriente
Medio garantiza no pegar ojo en toda la noche. La acumulación de zonas
de conflicto, intereses y contendientes es tal que, en el mejor de los
casos, no entenderemos nada: sirios de varios bandos, iraquíes, turcos,
kurdos, libaneses, franceses, británicos, rusos, estadounidenses, más
elementos de Al Qaeda y el ISIS, y turistas de la Yihad llegados de todo
el planeta, se mezclan en una guerra de todos contra todos, donde nadie
tiene narices de dibujar un mapa de zonas controladas, y donde los
fabricantes de armas están saldando todos los restos de almacén.
No digo nada de la incomprensible política de alianzas, por la que dos
se pelean en una ciudad pero son aliados pocos kilómetros más allá
contra un enemigo común que a su vez tiene que llamar por teléfono antes
de disparar, a lo Gila, para ver si el de enfrente es el enemigo o si
un cohete mal disparado inicia la Tercera Guerra Mundial. Sumen a todo
lo anterior el eterno conflicto palestino-israelí, que estos días sube
de nuevo la temperatura, y ya estamos todos.
¿Qué más
puede salir mal en Oriente Medio? Todo puede salir mal, incluso peor.
Tanto, que muchos añoran los no muy lejanos tiempos de paz y equilibrio
regional. Sí, en algunos casos era la paz de los cementerios y el
equilibrio de quienes se apuntan mutuamente, pero eran paz y equilibrio,
y tras el espejismo de las primaveras árabes todo ha ido a peor en la
mayoría de países.
Cuesta distinguir dónde empezó
todo, cuál fue la chispa que hizo saltar por los aires una región que
tampoco es que haya sido alguna vez un remanso. El elefante tejano entró
en 2003 en la cacharrería más delicada del planeta, y hoy todos pisan
sobre añicos. En su momento hubo quien pronosticó un imparable efecto
dominó: democratizando Irak por la vía militar, llegaría la democracia a
todo Oriente. Doce años después, rotos todos los equilibrios políticos y
religiosos en la zona, casi no queda una ficha de dominó que se
mantenga en pie, el tablero está hecho unos zorros, y la democracia, ya
tal.
Si el efecto mariposa, en su versión popular,
provoca un huracán al otro lado del planeta por el aleteo inofensivo de
un insecto, en Oriente Medio no hubo mariposa inicial, sino directamente
un misil, y su interminable onda expansiva dejó ayer una mujer en silla de ruedas en una playa de Canarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario