En mi colegio, los Salesianos de A
Coruña, los debates y desacuerdos que se calentaban en exceso se
zanjaban lanzando ese desafío y citándose al salir de clase en un
pequeño patio de tierra que había medio oculto en una esquina del enorme
edificio que se alza frente a la playa de Riazor.
Eso exactamente acaban de ejecutar Rajoy y Mas. Citarse en el patio de
las bolas del Estado mientras todos los demás se limitan a hacer de
oyentes y aplaudir o silbar cuando se lo piden los protagonistas, desde
Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, desde Albert Rivera a Oriol Junqueras.
Ni la proximidad de las elecciones,
ni las urgencias de una campaña electoral pueden justificar tanta
insustancialidad. La política no se hace a base de declaraciones. Sólo
con decisiones se puede hacer buena política. Son gobernantes, además de
showmans.
La declaración
presentada por Junts pel Si y la CUP sólo debería suponer una sorpresa
para alguien que viva en Marte o en la casa de Gran Hermano. Iba en su
programa electoral y constituye su programa de gobierno. Para una vez
que alguien lo cumple no se entiende tanto escándalo. Sólo un idiota o
un irresponsable podría esperar que acepten un no por respuesta y se
vayan a su casa a llorar sin más.
Que se haya activado sin haber elegido aún un President y un gobierno
dice mucho sobre la fragilidad de un alianza que no bastaría ni para
reformar el Estatut y que solo parece capaz de ponerse de acuerdo para
ir contra un tercero. La inercia les mantiene unidos. Si se paran, se
caen y parece que lo saben.
Sostener que la presentación de la propuesta responde a la necesidad
de tapar el 3%, o la aparatosa operación policial contra los Pujol,
envolviéndose en la bandera catalana resulta tan injusto como afirmar
que el PP se envuelve en la bandera de España y en la Constitución para
distraernos de sus casos de corrupción.
La inmediata comparecencia de Mariano Rajoy ante la presentación de una
propuesta de declaración dice también mucho sobre la debilidad de eso
que llamamos “estado español”. No se desactiva un provocación cayendo en
ella, lo mismo que no se evita un rescate pidiéndolo.
Rajoy salió a toda prisa, como si fuera a arder el Estado o se le
quemasen las patatas, para explicarnos qué estaba dispuesto a hacer si
los otros acababan haciendo lo que, a su vez, han anunciado estar
dispuestos a hacer. El día que se presente un problema de verdad no se
rompe España, implosiona.
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