lunes, 26 de octubre de 2015

La voz de Iñaki


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Blair pide perdón

EL PAÍS  

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Pedir perdón por los errores cometidos ya es en sí un acto noble e inteligente de madurez conciliadora y civilizada; está claro que ni la nobleza ni la inteligencia ni la madurez conciliadora han sido ni son el signo de la ultraderecha o ultraizquierda en general y, por lo que llevamos experimentado, de la ultraderecha española en particular. 
No entra en los parámetros y estrategias el pedir ni  conceder el perdón para quienes ven en el enfrentamiento y en ser enemigos a muerte de todo lo que no es lo "suyo" un valor y un síntoma de poder y hasta de "coherencia" y  autoridad "moral". Es el caso de Aznar y del pp. Es imposible que una sensibilidad asocial, egoísta, cerrada en sí misma, inmadura y vana, que no ve personas sino números y estadísticas, porcentajes, juegos, tácticas y ocasiones para hacer negocio aprovechando la política como mera oportunidad para forrarse y medrar, alcance a contemplar la importancia terapéutica  y regeneradora del perdón personal y social. Imaginar que eso sea posible es pedir peras al olmo y esperar que algo como el pp,  y Aznar en concreto, se comporte por encima de sus posibilidades. Pedir perdón por lo de Irak significaría, además, pedir perdón por la calumnia y la mentira del 11M. Y eso jamás de los jamases lo hará Aznar ni su partido. Sería demasiado arroz para tan poco pollo.

Lo verdaderamente excepcional sería que alguien como Aznar llegase a reconocer su responsabilidad en la guerra de Irak como algo negativo, si en su criterio esa guerra infame, basada en una mentira como excusa interesada para el saqueo de un Estado, es hasta un hecho heroico por parte de la "reserva moral" de Occidente contra el "trigo sucio" de los herejes a convertir y esquilmar. ¿Alguien se imagina a los cruzados pidiendo perdón por la escabechina a los sarracenos que habitaban los santos lugares? Pues Aznar está en ésas. En pleno esplendor de la alta Edad Media. Lo verdaderamente patético es que además de estar en ésas esté aún cobrando una subvención estatal para su FAES y formando parte del Consejo de Estado, gracias a los votos de los simplicios y mindundis que confían vidas y haciendas en tales garras depredadoras.  
Si esto que llamábamos Estado de Derecho, y a disposición del pp ha pasado a ser estado de desecho, fuese una democracia de verdad y no un hilván a medio coser, el Consejo de Estado se votaría en las urnas e igualmente deberían votarse el Poder Judicial y la Jefatura del Estado. Pero estamos en España y eso es un poco como estar en las cruzadas todos los días. 

¿Tan raro resulta que Catalunya, gracias a la alta y civilizada política del pp, se haya cansado de soportar en silencio lo que el resto de país  soporta  resignadamente como lo más normal? Si no nos mereciésemos la punición que tenemos encima por borregos y sumisos eternamente acojonados, toda la ciudadanía española sería Catalunya y reclamaría la independencia de un muermo semejante. 
En el argot castizo se diría que no hay agallas ni bemoles para coger el toro por los cuernos. En el lenguaje de la lógica y de la ética, se puede afirmar sin temor a equivocarse, que no hay consciencia ni responsabilidad real para entender ni lucidez práctica (sophia) para aplicar lo entendido. Y así nos va. Ains!

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