jueves, 15 de octubre de 2015

La alcaldesa Ada Colau lleva razón: fue un genocidio

15 oct 2015


Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra 


A raíz de la fiesta del 12 de octubre, la nueva alcaldesa de Barcelona, la Sra. Ada Colau, indicó, a través de su cuenta de Twitter, que tenía que sentirse vergüenza de un Estado como el español, que celebraba un genocidio en aquella fecha, criticando a la vez que se añadiera insulto a la vergüenza con la celebración de un desfile militar que le costó al ciudadano de a pie nada menos que 800.000 euros.

Predeciblemente, el gobierno de Partido Popular (que se define a sí mismo como el máximo defensor de la patria y de su unidad, garantizada –según la Constitución Española- por el Ejército español) respondió inmediatamente, a través de las palabras del Sr. Jorge Fernández Díaz, el Ministro del Interior, que en declaraciones a Televisión Española en su programa “Los Desayunos de TVE” definió las declaraciones de la alcaldesa como una “barbaridad”, un “indigenismo cultural” y una “falta de respeto” hacia millones y millones de españoles que se sienten muy identificados con el hecho de que 12 de octubre sea la fiesta nacional. 
Con estas acusaciones, el ministro muestra una enorme ignorancia histórica y una falta de sensibilidad hacia lo que históricamente ha significado tal fecha y fiesta en España. Esta fecha se estableció en 1918 para celebrar la conquista de América Latina tras su descubrimiento por Cristóbal Colón en el año 1492. Era una fiesta para celebrar un imperio basado en una conquista militar, y justificada por la superioridad de lo que se definía como la Raza Española. En realidad, se conoció como el Día de la Raza, una raza superior que ejercía su derecho de conquista eliminando a las otras razas indígenas que vivían en aquel continente y que fueron diezmadas por las tropas ocupantes.

La conquista española se caracterizó por una enorme crueldad. Solo un ejemplo. La población de Hispaniola, que se ha estimado que era de más de un millón de habitantes cuando Colón la descubrió, pasó a ser de menos de mil en el año 1542 (ver la dimensión del genocidio en el capítulo “The Conquest of the New Spain” en el libro A People’s History of the World, de Chris Harman, publicado en Verso, 1999). Fue una conquista militar a lo largo de todas las Américas (Sur, Centro y Norte), con efectos devastadores, eliminando civilizaciones enteras, conocidas por su gran desarrollo.
De ahí deriva que esta fiesta siempre haya ido acompañada de un desfile militar, subrayando su vocación y recuerdo imperialista. La espada (como siempre ha ocurrido en las hazañas del Ejército español) iba siempre acompañada de la cruz, en lo que se ha llamado la misión evangelizadora de la Iglesia, que intentaba la sumisión obligatoria de los nativos al nuevo orden establecido, reproducido por represión, y también por conversión y comunión.
Uno de los analistas más conocidos en el estudio de las víctimas de los imperios, Chris Harman, ha descrito con gran detalle cómo las poblaciones indígenas en las Américas fueron masacradas en su revuelta contra la espada y la cruz. Y como consecuencia de tanta explotación y represión surgió una cultura de resistencia entre la población indígena superviviente. Tal resistencia, por cierto, apareció recientemente a raíz de la canonización del misionero católico Junípero Serra en el sur de California por el Papa Francisco. La población indígena protestó vehementemente contra dicho acto, pues el recuerdo de la evangelización no fue bienvenido por los herederos de sus víctimas. Tal protesta, entre otras cosas, forzó al Papa Francisco a pedir perdón por “la contribución de la Iglesia Católica en la colonización durante la llamada conquista de las Américas” (ver Chris Floyd “The Pope’s New World Order”, CounterPunch, Vol. 22, Núm. 6, 2015), noticia que ha sido ignorada en los mayores medios de comunicación españoles.

El Sr. Ministro, en su intento de ocultar el significado de tal celebración, señaló que esa fiesta es una fiesta reciente. Según él, “no fue establecida por la dictadura, sino por el gobierno socialista presidido por el Sr. Felipe González”. Ello no es cierto. Dicha fiesta se ha celebrado como día nacional desde el año 1918. Se conocía también como el Día de la Raza, alcanzando su máxima exaltación durante la dictadura liderada por el General Francisco Franco, que resaltó el carácter racial de la victoria, promoviendo la celebración del 12 de octubre con ese nombre. Cuando la democracia se estableció, pasó a conocerse desde el año 1981 como la Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad, y más tarde, bajo el gobierno presidido por el Sr. Felipe González, pasó a llamarse Fiesta Nacional de España. Pero este cambio de nombre no modificó ni un ápice del contenido de la celebración, que era, ni más ni menos, la colonización de las Américas, celebrándolo siempre con un desfile del Ejército español, presidido por el Monarca, cabeza del Estado borbónico español, al lado del cual ondea la bandera española con los símbolos de su pasado imperial. El carácter militar que ha continuado teniendo la fiesta muestra que la alcaldesa Ada Colau lleva toda la razón. 

¿Por qué tal día nunca fue muy popular en Catalunya?
Catalunya, así como la mayoría de pueblos y naciones de España, fue ocupada por el Ejército español, liderado por el general golpista Francisco Franco. De ahí que la mayoría de catalanes que tienen memoria no se sientan cómodos e identificados con esa fiesta militar borbónica. Las banderas y la marcha real, conocida como el himno español, que llevaba aquél ejército, son prácticamente las mismas que las que llevaban las tropas lideradas por el General Franco, claramente hostiles a la cultura e identidad catalanas. Que más tarde tales símbolos fueran aprobados como los símbolos de España en un referéndum por la población catalana (como constantemente acentúan los constitucionalistas) no borra el hecho anterior. Con la aprobación de la Constitución se afirmaba el deseo de terminar la dictadura, en un momento en el que la elección era continuar dicha dictadura o iniciar la democracia. De ahí el apoyo a tal Constitución, que fue aprobada en un momento de enorme desequilibrio de fuerzas, con un gran dominio de las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado.

El rechazo a la fiesta y a lo que significa no es un rechazo a la colectividad cultural de habla castellana, siempre y cuando la pertenencia a esta colectividad sea voluntaria y no forzada. El castellano es también una lengua de Catalunya. Las poblaciones latinoamericanas siempre se han sentido bienvenidas en Catalunya, y hay muchos indicadores de la gran estima entre Catalunya y Barcelona y la comunidad de habla castellana, tanto de España como de América Latina. Pero este espíritu no queda reflejado en la fiesta del 12 de octubre, que hace ya tiempo que tendría que haber desaparecido. Es de agradecer que la alcaldesa de Barcelona lo haya señalado. Su voz es la de millones de españoles que desean otra España, una España republicana, con auténtica democracia y justicia social en la que los distintos pueblos y naciones de España se unan (si así lo desean) por voluntad y no por la fuerza.

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Nota del blog:
Suscribo de la a la z, lo que afirman el profesor Navarro y Ada Colau. Esa celebración nunca la pude asumir como tal, desde que tuve uso de razón, por más que me la explicaban en la escuela y en el instituto; animada por los relatos históricos, muy críticos y lúcidos de mi abuela catalana del Alt Urgell,  que tampoco comulgaba con la barbarie de la historia de la dichosa "raza", como entonces se decía con toda naturalidad; cuando llegué a la Universidad comprobé con alivio que no era yo sola el único perro verde que se rebelaba contra tamaño absurdo. Y mucho más cuando tuve la oportunidad de leer a Bartolomé de las Casas que me confirmó lo que mi lógica intuía como real tras contrastar el relato oficial con las reflexiones de mi abuela y las mías propias.

Desde que tomé conciencia de las barbaridades genocidas de los españoles en América, deseo con toda mi alma ver el día en que el Estado español, oficialmente, pida perdón a todos los pueblos que machacó y se conduela desde la conciencia y el corazón ante el recuerdo de las comunidades indígenas que aniquiló en los siglos siguientes al desgraciado descubrimiento colombino. Lo mismo vale para la iglesia católica, que mezclada con las ambiciones expansionistas y comerciales, cayó en el mismo crimen y aún tiene la desfachatez de ir canonizando "evangelizadores" al servicio de la espada con la excusa de la cruz. También creo imprescindible que los planes de enseñanza incluyan el estudio de la verdadera historia de España desde la escuela, para que desde niños sepamos la verdad y así no tengamos la tentación de repetir jamás el mismo tinglado de indecencias tomadas como heroicidades y dejemos de considerar gloriosa una historia llena de vergüenzas, chulería, ambición, violencia, crímenes y rapiña. Un duro karma histórico que nos ha marcado mediante una educación fatua y rimbombante,  hipócrita y hortera 'intelectual', en la que nos falsificaron el relato para manipular nuestra devoción y obediencia a un sistema repugnante en manipulaciones y vergüenzas innumerables, que a lo largo de centurias ha ido mutando la piel como las serpientes hasta culminar su evolución en lo que tenemos ahora. Así que menos lobos y más cordura.

Menos bravuconería y piques de orgullo y aceptemos que la misma "gloria" que arrasó América y la saqueó fue el origen de la oligocracia caciquil que nos lleva por la calle de la amargura y que está infiltrada como una maldición genética en nuestro tejido social y cultural. Y de la que solo podremos liberarnos dejando a un lado la soberbia y la fanfarronería, la competitividad y la envidia, el mirar al otro para retarle y comparar, para endiosarle si nos manda y domina o para humillarle y despreciarle si no da la talla del caudillaje, los millones, la goleada o las orejas y el rabo...

Lo cierto es que el españolismo se cura estudiando y emigrando para trabajar  fuera y ver nuestras cualidades y nuestros defectos con objetividad. Los trabajadores españoles son muy valorados en el extranjero y menospreciados en España, por la misma maldición del cacique y su "cultura" valorativa. Aquí no se busca el bien común de una empresa como proyecto de todos y todas, aquí simplemente, se explota al prójimo hasta que ese prójimo, picado por la rabia, la soberbia y la codicia, se convierte en jefe y entonces, no sólo no aplica su experiencia para humanizarse, es que repite encantado el rol de tirano o "señorito" o "cabrón con pintas", que en el fondo envidiaba en sus  modelos patronales, casi más que temía.

Cuando se sale a trabajar fuera y se descubren otros valores, se comprende por qué aquí no se crece, no hay más ideal que amontonar bienes y cuartos, en los tiempos de vacas gordas, y derrochar en adquisiciones para que se note el glamour, fardar, invitar a todos y pagar rondas, o trapichear para enchufar  esbirros a la red de 'clientes', hacer aeropuertos sin aviones dedicados al mismo cacique, o montar una expo en el pueblo del preboste o colocar un AVE hasta la puerta de su familia, o llevarse a Andorra lo afanado en comisiones verbeneras del tres per cent, o rapiñado a las ONGs, o en plan tar-jetas black ,o atendiendo a papá con los dineros públicos que se recortan a los desgraciados que están como papá sólo que pagándole los lujos monclovitas...pero nada más.  Es el máximo nivel que puede alcanzarse en la cosa del caché político-social. Hasta el punto de que cuando gente decente llega a algún cargo público y se niega a ser choriza y a meter mano en los dineros de todos con sueldos astronómicos y afirma que no necesita tanto mientras los que le pagan no tienen donde caerse muertos, se le mira fatal y  hasta con sospecha y todo...
Lo más lustroso a lo que hemos llegado internacionalmente en política, es a que un cacique autóctono, chorizo desatado, llegue a presidir el FMI, a base de trucos malabares, a que un sociata renegado acabase siendo el secretario general de la OTAN, y a que otro sociata en la misma tesitura, acabase por meternos en el mismo mejunje otanense mediante el tocomocho de un referendum...y luego como promotor del GAL y recibiendo el premio Carlo Magno en Aquisgrán por su heroísmo decentísimo y tan coherente...Que lo siguiente fuese la indecencia recauchutada de Aznar, el despiste neo liberal de Zapatero y la muermez quirúrgica de Rajoy, ya es lo más natural si tenemos en cuenta las polvaredas del origen y los lodazales del final transicionista. Ains!

Todo este curriculum histórico debería abrirnos los ojos y la mente para liquidar serenamente y sin traumas la 'herencia recibida' y aún no superada, a pesar de tanto dolor, de tanta guerra, de tanta tontuna, de tanto estacazo y de una transición bastante intransitiva de cuarenta añazos, que en realidad, y bien mirado, son poco tiempo para liquidar el fardo que llevamos cargado a la espalda de la Historia.

Tal vez ya es hora de dejar de lado el ardor guerrero de los tercios de Flandes y desmitificar pirañas como Colón y la soldadesca que le siguió, Hernán Cortés, Pizarro o Alvarado, Balboa, Cabeza de Vaca, Reyes Católicos y descendencia, clérigos como Torquemada o Cisneros y demás elementos afines, por no hablar del nivel ético que se dejó en ultramar como legado político y que fue derivando en una sociedad criolla igualmente caciquil, heredera de todos los vicios, supersticiones meapilas y tics horribles, que fue convirtiéndose en decrepitud y podredumbre macondista, hasta generar dictaduras genocidas a diestro y siniestro por toda la geopolítica de Centro y Sudamérica a lo largo de un par de centurias.

Ya es tiempo de pedir perdón a las víctimas de nuestros ancestros y de  limpiar así una genética psicoemocional, histórica, cultural y espiritual, que no levantará cabeza hasta que cambiemos los circuitos internos de la miseria entendida como grandeur y gloria, cuando no pasa de ser simplemente, piratería  casposa y cruel, bendecida por una iglesia a la misma altura de los piratas. Y con secuelas terroríficas. 

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