La voz de Iñaki

Empantanados

EL PAÍS 

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En ello estamos. Cada vez más conscientes de que el camino sólo se hace al andar, como dice Machado. Y de que , además, no todo el andar nos lleva por la senda de la regeneración, sino que a veces, el miedo, el despiste, los tabúes heredados  y el mareo informativo, que va contando la feria según le conviene al montaje universal de la pasta ideológica, nos van marcando, malamente, la ruta del barullo. 

Es cierto que cuando estamos metidas en la melé del caos, no tenemos sensación alguna de estar superando etapas, al contrario, la sensación es de parón y de enredo constante. Son períodos muy difíciles, pero también muy decisivos e interesantes para crecer en lo personal y en lo común.  Y hay que  aprovecharlos en vez de rechazarlos o despotricar de ellos; por mucho que los rechacemos no van a dejar de estar ahí. En medio de nuestras vidas. Empantanando todo lo que encontramos a nuestro paso. 
Es una situación que recuerda un episodio de La Historia Interminable de Michael Ende. Cuando, el protagonista, Atreyu, encargado de rescatar el Reino de Fantasía, de la amenaza de la Nada, comienza a atravesar el pantano de la tristeza, a lomos de Artax, su caballo, al que adora y que es su fiel compañero de camino. Artax es el símbolo del valor, de las ganas de caminar, de la voluntad de moverse hacia algún objetivo deseable. Pero tras recorrer un largo trecho, se ven aprisionados en las arenas movedizas emocionales del Pantano de la Tristeza, generadoras de confusión, angustia y desánimo, de las que sólo puede salvar al viajero, la alegría y el optimismo de vivir, con la esperanza de salir vivo de semejante trampa mortal. Artax se deja invadir por la depresión, por el vacío del imposible y a pesar de que Atreyu,  agarrado a su talismán, el Aurin, que representa su conexión con la vida y sus recursos imprevisibles, le anima constantemente, Artax se rinde y se deja tragar por las terribles arenas asesinas. Sólo quien tiene el talismán del Espíritu como compañero de viaje puede salir adelante, cuando hasta la determinación y la fuerza para seguir (que representa el caballo Artax) acaban vencidas por las circunstancias. Pues en ese momento social e histórico nos encontramos. 

No hay recetas a las que recurrir, no hay soluciones ni pociones "mágicas" que nos vengan dadas desde fuera. O lo vamos solucionando entre todas y desde "dentro" o no podremos salir del lodo paralizante, del que no nos va a sacar el dinero, ni el fin imposible de una crisis que ya es endémica en la economía global, ni el cambio político, si al mismo tiempo no cambiamos cada uno de nosotras ayudándonos mutuamente en el proceso. Esa unidad colectiva tiene la fuerza del talismán del relato, del Aurin. 

Un cristiano del siglo I lo definiría como un Pentecostés, un fenómeno donde el espíritu colectivo se manifiesta en armonía y hace posible que hablando cada una en su lengua, sea posible comprender todas y cada una de ellas sin haberlas conocido ni estudiado previamente. Es la comprensión universal que cuando reina la armonía se produce de un modo natural, haciendo posible el entendimiento y la comprensión de los opuestos, porque esa misma armonía es ya el terreno del bien común por encima de las diferencias naturales y sin suprimirlas, sino  a través de ellas. 

Precisamente en el 15M se comenzó a experimentar algo así. Y esa fue su gran diferencia con el movimiento hippy o con otro tipo de manifestaciones multitudinarias. Antes del 15M ya lo pudimos experimentar en las acampadas urbanas del 0'7, donde, durante un cuatrimestre los ciudadanos más inquietos pusieron en marcha la campaña solidaria global por la inversión del 0'7 en solidaridad para evitar, exactamente, la situación de caos insolidario que ahora estamos experimentando y donde la armonía espiritual fue también la llave de un proceso de apertura de conciencia que con el tiempo llegó lentamente, y a través del inconsciente colectivo, hasta mayo de 2011. 

Allí, en el 0'7, en las principales ciudades de España y poco a poco en muchos pueblos, en las acampadas se meditaba, se hacía yoga, se ayunaba juntos, se convivía en las tiendas de campaña, se acogía a todo el que llegaba sin preguntarle de donde venía , adonde iba o de qué partido, de qué religión o de qué país era. Parece mentira, pero hasta en Valencia, Rita Barberá,, procuró ayuda a los acampados, que le pidieron contenedores para reciclar papel, plástico, cristal y basura orgánica en una época en que aún no existían en toda la ciudad, los puso y no solo eso, es que sin pedírselo ofreció el agua y unas  letrinas puestas por el Ayuntamiento a disposición del campamento...increíble. Además de la Universidad en pleno, se volcó la ciudad; los supermercados regalaban comida, pan, como los hornos y panaderías, jabón y útiles para higiene. Los ciudadanos, familias, pensionistas, trabajadores, sindicalistas, gente de lo más variado, aparecían con termos de café, bizcochos caseros, productos de huerta, y en la carpa-cocina se elaboraba el desayuno, comida y cena vegetariana o carnívora por un cien pesetas  al día para el mantenimiento y la cooperación. Hubo quienes pagaban el doble, por quienes no pudiesen pagar ni siquiera los modestos 20 duros del día.

Había actividades  a todas horas, una carpa central maravillosa que colocaron los saharawis y en la que cada día, además de un té exquisito por cortesía de los amigos del Sahara Occidental, había un taller de solidaridad o de poesía o de primeros auxilios, de gastronomía o de lectura, a cargo de ONGs y cada noche una asamblea diaria para comentar el día y programar la jornada siguiente. Todos participaban y el orden era natural. Como los turnos de limpieza, cocina, dirección de talleres de música, conciertos, cuenta-cuentos, teatro breve y mimo, reciclaje de papel, de tejidos, de costura, de salud, de educación, de manualidades, de psicología y crecimiento personal y el funcionamiento de un periódico semanal, que gestionaban las acampadas estudiantes de Periodismo, más una comisión de actividades creativas para la reivindicación y la denuncia. Acamparon familias enteras, además de estudiantes. Vinieron visitantes de Italia, de Portugal, de Alemania, de Francia y Bélgica, de Marruecos y Grecia...Fue el primer aldabonazo serio a la conciencia ciudadana. Y la respuesta de todas y de todos, fue ejemplar e inolvidable

Con el tiempo, aquellos niños y jóvenes de entonces salieron a la calle, y se repitió la experiencia 21 años más tarde en la Puerta del Sol y en las plazas de toda España. La misma fuerza que poco a poco ha ido creciendo como una semilla dentro de mentes, cuerpos, almas y corazones, se ha convertido, al ritmo de la evolución en una fuerza ya imparable y que por fin, en otro Mayo, ha conseguido llegar a hacerse cargo de las 'Polis', y las está regenerando de un modo asombroso desde los ayuntamientos, reeducando desde el alma cívica y ética, los tremendos socavones que ha ido cavando el olvido y la desidia espiritual sustituida por la beatería de la inercia religiosa sin más fundamento  que la rutina mental y emocional mezclada con el miedo y los tabúes... Todo es el mismo impulso, aunque aparentemente parezcan brotes inconexos y sin relación entre sí, son los hilos conductores que forman y dan vida al mismo tejido humano.

Nuestras vidas temporales son demasiado cortas y el zarandeo del entorno es tan estrepitoso que apenas se puede contemplar el proceso largo e interminable de nuestra evolución, tremendamente lúcida y positiva, aunque para las prisas de nuestra especie, impaciente corredora en sprint, vaya muy lenta, pero existe, por fortuna, y va avanzando y cada vez deja más pistas visibles. Y a pesar de todos los avatares, amenazas y golpes bajos, no para y ese proceso vivificante, cuando lo miramos bien, sin prejuicios y sin programas ortopédicos inducidos, nos anima y nos hace seguir en la brecha, y mirando a inquisidores y testaferros del mejunje, sin perder la certeza del camino, nos hace decir cada día, con una sonrisa, junto al viejo y sabio  Galileo, mirando en nuestra Tierra la formación geodésica del sexto continente, el de la Conciencia global...Eppur si muove!