El cesto de las chufas: La voz de Iñaki

Uno por ciento

EL PAÍS

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Un escándalo global solo se puede ir eliminando, con una conciencia ética que se globalice. Y nos lo están poniendo muy difícil, precisamente, cuando se apunta el desastre y no se presentan alternativas al mismo tiempo. Jugando siempre al verdugo y a la víctima. Sin que se conciba la posibilidad de otra forma de actuar, de pensar y de crecer.

Anoche vi, por primera vez, y seguramente la única, el programa de la 6ª El jefe infiltrado. Alucinante. El capitalismo salvaje ha rizado el rizo llevando a la pantalla como espectáculo la apología subliminal de la empresa humanizada, encantadora de serpientes y la pasta que la acompaña, por encima de la dignidad de los trabajadores, que son carne de experimento y de burla mediática. Torpes, desaliñados, mediocres, ignorantes, bobos, patanes, incapaces y sin embargo, la base de que todo, hasta el jefe, funcione. Pero, naturalmente, el programa le da la vuelta al argumento y nos vende lo contrario: el trabajador es un desastre y sólo el jefe desde sus alturas clarividentes le da sentido a su función, al valorarlo y al regalarle privilegios extras que no se merece, pero que la generosidad del amo le concede, cuando primero le pone verde, el mindundi acepta compungido y hasta con agrado el despelleje por parte del superjefe, que, acto seguido, le premia inmerecidamente con elogios, viajes y regalos. Algo que al trabajador le descoloca por completo. "¿Si lo estoy haciendo tan mal, por qué me regala cosas?" "Si soy un desastre como me ha dicho, ¿por qué no me despide con la sustitutos que hay disponibles?" "¿No será que soy mucho más eficaz y responsable de lo que me ha dicho y esos regalos son un camelo para que esté contento con el sueldo de mierda que me paga y las condiciones pésimas e inseguras de un contrato impresentable que no me merezco?"

Da la impresión de que ese tipo de programa esté diseñado como lavado de cerebro, para alentar la sumisión y el olvido de los derechos de los trabajadores, por parte de los mismos trabajadores, en vísperas del bocado a la dignidad y a la justicia en la "filosofía" de la globalización que supone el TTIP.

Está cada vez más claro que ese 1% no está dispuesto a perder comba en favor de los DDHH ni de la globalización de la Justicia. Pero sí lo está para que todos acabemos mordiendo el anzuelo de la compatibilidad imposible entre decencia e injusticia si el resultado es que el pastón sea el rey del mambo y que el ser humano más indefenso, desinformado, o tal vez muy informado pero sin formar, sea su felpudo.

Es cierto que el dinero en sí mismo no es bueno ni malo, pero también es verdad que quien hace las cosas bien o mal no es una cosa inerte como el dinero o el capital, son las personas que las manejan, según el grado de conciencia ética de que dispongan. Y no es posible que una piraña como asesora, por muy amable y seductora que se muestre, pueda recomendar soluciones justas. ¿Cómo se explica que la ley de desahucios que ahora es el azote de la ciudadanía más en precario, la promulgase el Gobierno de Zapatero y una ministra como Carme Chacón? ¿Cómo es posible que viendo lo que pasó, Pedro Sánchez haya vuelto a fichar al mismo asesor, Sevilla, que hizo todo lo posible por hundir el proyecto económico socialista cuyo hundimiento remató Elena Salgado? No se puede servir a dos señores ntagónicos, como son la conciencia ética social y la especulación de los mercados que funcionan sin ella. Tampoco es ético resignarse a ese estado de cosas y darlo por hecho y rematado antes de que se haga del todo. Las noticias, con demasiada frecuencia, se dan desde un ángulo desalentador, que se camufla de "realista", porque en efecto, vienen dadas por fuentes afines a los intereses de cierta "realidad", que nunca van a tirar piedras contra su propio tejado. Muy poca prensa investiga las redes alternativas que existen y funcionan la mar de bien, los proyectos que se realizan en los barrios y municipios de mercado justo, de energías alternativas, de trabajo humanizado, de aprovechamiento de recursos y límites al despilfarro, nada se cuenta sobre los éxitos del decrecimiento inteligente y gratificante, de las cosas que se están logrando en Ecuador, en Bolivia, en Chile o Uruguay. En Alemania, en Suecia, en Francia, Bélgica, Finlandia, Noruega e Inglaterra con el movimiento Transition people. Aquí mismo en España se mueve mucha economía paralela a la del desastre. Hay miles de familias que han elegido salir de la trampa de la injusticia social y viven ya de otra forma, han recuperado pueblos abandonados y los han ido transformando en ecoaldeas, pegada a Madrid, precisamente, hay una que es un modelo: Valdepiélagos. No he visto nunca un reportaje de la Cadena Ser por ejemplo, ni un artículo en El País, ni un programa de la 6ª, que tantos equipos de investigación de lo peor, tiene disponibles, que de vez en cuando dediquen su atención a esa parte de la realidad, que es reconfortante y llena de esperanza. Tampoco dedican nunca su tiempo informativo a la medicina alternativa que tanto ahorra en salud y en dinero. A lo mejor es por eso, precisamente, porque son los darckvaders del capital los señores de la muerte, los que teledirigen las agencias de noticias y el wikimangoneo de todo. Y la peña seguidora les hace caso, les cree y les sigue el juego sin tener más datos de análisis que los que les colocan por los sentidos: pantalla, papel-imagen y sonido. Un asedio perfecto a la conciencia.

Amigo, Iñaki, puedes conformarte con lo que hay, estás en todo tu derecho, y no te culpo por ello, si es a lo que estás acostumbrado a ver cada día, pero también es bueno que sepas que, a pesar del 1% de miseria espiritual, y de toda la red negativa que, dependiente de ese 1%, impera a lo bestia, existen miles, ya millones, de seres humanos que no van y no desean ir en esa dirección "realista" de la hecatombe inevitable. Y que, cada vez en mayor número, funcionan la mar de bien y que logran, al menos, cambiar y adecentar su entorno social, que ya es una pica en Flandes. Además es terapéutico encontrarlos y compartir con ellos otra forma mucho más sana, libre y posible de afrontar la existencia. Yo estoy con ellos. Y nunca me cansaré de agradecer que exista ese sector de humanidad insumiso, pacífico, optimista incansable y serenamente hermosísimo.

Por si a alguien le interesa, aquí dejo algunas pistas por las que se mueve la nueva conciencia: GPS (Global-personal-social) y Buena Crisis (ambos de Jordi Pigem), Hacia la sobriedad feliz ( Pierre Rabhi), La doctrina del shock (Naomi Klein), La nueva razón del mundo (Laval y Dardot), El minotauro global (Yanis Varoufakis), Repensar la anarquía. Acción directa-autogestión-autonomía (Carlos Taibo). Chomsky Esencial (P. Mitchell y J. Schoeffel, edt. Austral)

No nos conformemos con los diagnósticos irreversibles, que nunca sabremos si lo son o no, si no probamos otras vías y nos tragamos sin más todo lo que nos inoculan.

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Alcalde transition people, yendo a su trabajo diario sin polis ni coche oficial, y con el sueldo rebajado para que la pasta del Ayuntamiento pueda llegar a más gente. Y no es publicidad facilona, sino noticia viva y comprobable; es un vecino más de la calle.

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