Exministro de Educación y exdirector general de la Unesco. Presidente de la Fundación Cultura de la Paz
Las comunidades científica, académica, artística,
intelectual, en suma, no pueden permanecer impasibles ante la gravedad
del momento a escala mundial, regional y nacional. ¡Es preciso tomar
acciones inaplazables en relación a procesos sociales y medioambientales
potencialmente irreversibles!
Hace años, lo he escrito en diversas ocasiones, la empresa Exxon
Mobile reaccionó frente al anuncio de la Academia de Ciencias de los
Estados Unidos de que no sólo las emisiones de anhídrido carbónico eran
excesivas sino que su recaptura disminuía progresivamente por el
deterioro del fitoplancton oceánico, creando una fundación que, con
pseudocientíficos a sueldo, proclamaba lo contrario, como convenía a sus
formidables beneficios. Al final, al cabo de varios años, se descubrió
la mentira y fue publicada con toda extensión en la revista Newsweek (The Truth about Denial).
No pasó nada. El gran consorcio internacional comete un delito de esta
magnitud que puede afectar a la habitabilidad de la Tierra… y no se
elevan las protestas de millones y millones de ciudadanos de todo el
mundo que piensan en el legado que tienen la obligación de dejar a sus
hijos para que puedan vivir una vida digna en la Tierra.
Ahora, en un momento en que ya podemos expresarnos libremente, y
alzar la voz y el grito, ante la acción consciente –lo que es increíble–
de una gran empresa alemana, la Volkswagen, que contamina en lugar de
procurar reducir los efectos de la combustión, poniendo un software trucado en los motores de los automóviles que produce… silencio.
Y, la UE, en lugar de castigar como se merece esta vileza, cierra filas en Alemania… sin que se alce la voz indignada de los ciudadanos europeos.
Ante los horrendos desmanes del llamado “Estado Islámico”, y la
descoordinada acción frente al fanatismo extremo, debido a la ausencia
de un multilateralismo democrático y eficaz, que el neoliberalismo
sustituyó por grupos plutocráticos (G-7, G-8, G-20) totalmente
ineficientes… silencio.
Ante el horrendo sufrimiento de los emigrantes y refugiados… silencio.
Ante las políticas neoliberales que incrementan las brechas sociales… silencio.
Ante la subordinación de la justicia social a los mercados… silencio.
“No debemos mantenernos ajenos a los grandes problemas de nuestro
tiempo”, decía el pasado 30 de septiembre la decana de la Facultad de
Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, Profesora Yolanda
Valdeolivas, en la lección inaugural de curso, en memoria y homenaje al
profesor Francisco Tomás y Valiente, asesinado por ETA pronto hará 20
años. “La universidad debe reflejar fielmente a la sociedad. No debemos
conformarnos con esperar acontecimientos, porque forma parte esencial de
nuestra responsabilidad inspirarlos, originarlos o evitarlos. El
proceder universitario debe ser libre, crítico y creativo”.
Sí: no podemos seguir callados. No podemos seguir siendo impasibles
espectadores de lo que acontece, porque nos convertiríamos en cómplices.
Las comunidades científica, académica, docente, artística, intelectual y
creativa, en suma, debe situarse en la vanguardia de la movilización
popular. Es preciso que actúe ahora, con gran apremio, para asegurar que
no se alcanzan puntos de no retorno en la habitabilidad de la Tierra y
en las condiciones de vida de los ciudadanos.
Ni un día más sometidos a los mercaderes, ni un día más aceptando la
gobernanza de grupos plutocráticos, ni un día más indiferentes ante el
genocidio cotidiano de miles de personas, la mayoría de ellas niños y
niñas, al tiempo que se invierten más de 3.000 millones de dólares en
armas y gastos militares. Ni un día más aceptando mantener en Europa una
unión estrictamente monetaria, sin la ordenación política, económica y
fiscal que es imprescindible.
Ahora, los seres humanos ya pueden expresarse libremente, ya saben lo
que sucede, ya la mujer, piedra angular de la nueva era que se avecina,
ocupa un papel importante, no mimético, en la toma de decisiones. Pero
los clamores populares requieren catalizadores, promotores, que
encaucen, promuevan y den seguimiento a la voz de la gente. Entonces
habrá “democracia auténtica”, entonces habrá una clara distinción entre
lo urgente, lo importante y lo secundario.
El tiempo de la sumisión y de la indiferencia ha terminado. Delito de silencio.
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