Lo has conseguido. Hay que felicitarte. Me rindo
ante ti. No lo hago porque ya seas el hombre más rico del mundo, tu
patrimonio duplique y triplique al de no sé cuantos países y pertenezcas
a ese selecto club del uno por ciento de la humanidad que acumula más
de la mitad de la riqueza mundial. Ni me alegra ni me deja de alegrar.
Me pasa un poco lo que a Mariano Rajoy con Aznar, que ni coincide ni
deja de coincidir. Te felicitaría con más entusiasmo si nos hubieran
desvelado que eras Batman. Eso sí que tiene mérito. A mi el dinero me
gusta pero me aburre.
Tampoco te felicito por tu
modelo de negocio. Fabricar barato a precios de miseria en países donde
la miseria es mejor que nada para vender aún más barato no supone un
gran invento, tampoco una novedad revolucionaria. Ya durante la
Revolución Industrial se abarataba mucho el precio del carbón haciendo
bajar a niños para ahorrarse túneles y galerías. Los talleres
asfixiantes, las jornadas interminables y los salarios de subsistencia
resultan un modelos muy viejo. Lo sabemos todos. Tú y los millones de
clientes que compran esa ropa tan chula y tan bien de precio. La
diferencia es que tú eres mas listo y le sacas más beneficio.
Te felicitaría con más entusiasmo si nos hubieran desvelado que eras Batman. Eso sí que tiene mérito
Tampoco te felicito por los puestos de trabajo que crean
tus empresas y por los que según muchos deberíamos estar agradecidos.
Los médicos, maestros o trabajadores de los servicios públicos han
mejorado e incluso salvado miles de vidas y eso no nos ha impedido echar
a la calle a más de trescientos mil durante estos últimos cinco años
sin que nadie les diera las gracias; más bien todo lo contrario. La Ley
es igual para todos, o eso dice la Constitución.
Tampoco te doy la enhorabuena por tu reciente iniciativa de donar varios
millones de euros a la sanidad pública gallega para mejorar los
servicios de oncología. Es sabido que a los ricos nos gusta más la
caridad que pagar impuestos. La caridad tiene dueño, mejora tu imagen y
hay que estarnos agradecidos; da clase. Los impuestos son anónimos,
suponen una obligación que no mejora tu imagen y nadie te da las
gracias; resultan algo muy burgués.
La razón de mis
parabienes es puramente fiscal. Como a la inmensa mayoría de los
autónomos y pequeños empresarios de este país me gustaría saber cómo te
las arreglas para que Hacienda devuelva dinero a tus sociedades y
tributen a una media del 5%. Sí, ya sé que la razón normalmente alegada
es la doble tributación. Pero me cuesta creer que muchos de los países
donde trabajas, tan corruptos y laxos en su legislación laboral o
industrial, se muestren tan estrictos en materia fiscal.
Como a la inmensa mayoría de los trabajadores de este país me
encantaría saber cómo consigues que tu tributación por patrimonio y
renta personal no supere el quince por ciento, igual que lo logran los
propietarios de los más de trescientos cincuenta mil millones de euros
que circulan en España invertidos en toda suerte de artefactos
financieros que sirven, fundamentalmente, para ahorrarse o evadir
impuestos.
Por eso te felicito, Amancio. Por tu
asesor fiscal. Es un crack. Un grande de verdad a la hora de manejarse
en esa legislación fiscal tan comprensiva con las necesidades de la
gente emprendedora como tú.
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