Izquierda Unida: encrucijada final
IU debería haber jugado un papel diferente al de Podemos, ya que se nos ha condenado a ser meros observadores en un espectáculo cuyos protagonistas y directores eran otros
Si nos vemos abocados a unas nuevas elecciones, creemos imprescindible que IU se presente por separado a la cita electoral
La debacle que se augura a Podemos no debería arrastrarnos con ellos. IU debe recuperar su perfil propio y su espacio político, aun a riesgo de obtener unos magros resultados
El papel jugado por IU en
el proceso de la fallida investidura de Pedro Sánchez ha sido
absolutamente lamentable. Lejos de plantear como primer reto necesario
en la negociación la cuestión del para qué -del programa político-, previamente a perfilar el cómo -el plan de trabajo-, se ha optado por reforzar desde una posición subordinada y prescindible el quién:
el reparto de competencias gubernamentales. El Coordinador General ha
permanecido desaparecido durante casi todo el proceso. La Colegiada
acordó la misma mañana de la segunda votación abstenerse, contraviniendo
el sentir mayoritario de la Coordinadora Federal, reunida el sábado
anterior, cuyos miembros, en la inmensa mayoría de intervenciones, se
mostraron partidarios de que las diputadas y diputados de IU no tuviesen
una posición de voto en la investidura que nos pusiese ante la tesitura
de un adelanto electoral. Sin embargo, la mayoría que apoya al
Coordinador General impuso la realización de un referéndum telemático
tan acelerado e inútil como condenado por la militancia. Con una
participación de apenas el 16,37% del total del censo llamado a votar,
tan rotundo fracaso no ha hecho reflexionar un ápice al Coordinador
General ni a la mayoría que le da apoyo.
Para muchas
personas habría sido preferible que IU tuviese un papel bien diferente
en este nuevo fracaso anunciado. IU debería haber tenido voz propia
destacada ante la opinión pública, exigiendo la primacía del programa
frente al discurso del reparto ministerial y ello independientemente del
papel jugado por Podemos y PSOE, actores principales de una farsa que
ha llevado a la decepción a la inmensa mayoría de la gente, que se
movilizó para votar opciones de izquierdas y progresistas el pasado mes
de abril, frente a la amenaza del trifachito. Ahora parece llegado el
momento de la retroalimentación de los discursos autojustificativos de
unos y otros echando la culpa al contrario de la situación creada. Pero
independientemente de a quién correspondan las máximas responsabilidades
en el fracaso, siempre habrá una porción significativa que deberá ser
asumida por ambas partes de manera alícuota.
En todo caso IU debería haber jugado un papel diferente
al de Podemos, ya que se nos ha condenado a ser meros observadores en un
espectáculo cuyos protagonistas y directores eran otros. En la tesitura
política que vivimos y ante el peligro de acabar en unas nuevas
elecciones generales por el impasse político,
habría sido preferible dar la confianza parlamentaria al único candidato
posible a la presidencia del Gobierno para, a continuación, pasar a la
oposición y al control parlamentario de ese mismo ejecutivo. La vida
parlamentaria no se agota con la investidura. Ya vendrán los
presupuestos y los proyectos de ley y habrá que negociarlos. Tiempo
habrá para controlar al Gobierno en sesiones específicas que permitirán,
en su caso, denunciar públicamente las políticas nada de izquierdas o
los pactos con la derecha que, en su caso, pudiese implementar el
ejecutivo socialista.
Lo que nos parece inasumible es
que la fuerza política a la que hace muchos años que venimos
perteneciendo, juegue un papel no ya subalterno, sino irrelevante en la
vida política española, de la mano del Coordinador General. IU ya es de
facto solamente un circulo más de Podemos, tan irrelevante como lo son
el resto. Pero peor todavía es que IU se haya convertido en una parte
más de la maquinaria que lleva al país a un callejón sin salida y a unas
nuevas elecciones. Ojalá todavía sea posible en las próximas semanas
recomponer la situación y que el Congreso invista un gobierno
progresista. Pero si eso no fuese finalmente posible y nos vemos
abocados a unas nuevas elecciones, creemos imprescindible que se
presente por separado a la cita electoral. La debacle que se augura a
Podemos no debería arrastrarnos con ellos. IU debe recuperar su perfil
propio y su espacio político, aun a riesgo de obtener unos magros
resultados, lo que por otra parte estaría garantizado igualmente de
tener de volver a compartir candidaturas en puestos subalternos y sin
posibilidad alguna de obtener representación. Si acabamos en unas nuevas
elecciones, previsiblemente agotado el ciclo electoral abierto en 2014,
recuperemos la autonomía de nuestro espacio político.
Lo
que lamentablemente ya resulta casi imposible de recuperar es la
confianza en un proyecto político, Izquierda Unida, que ha sido
pervertido totalmente por quienes lo dirigen. Ya no existe el debate
interno, ya no se somete a la consideración de las asambleas de base y
de los distintos niveles organizativos las propuestas políticas y
organizativas tras debates amplios. Se nos ha condenado a votar en
consultas online, a mayor gloria del Coordinador General, cada vez menos
participadas por la militancia y los simpatizantes. Se ha condenado al
conjunto de la militancia a un papel subalterno. A las y los militantes
no digitales ni siquiera eso, ya ni cuentan ni pueden dar opinión. No
existe seguridad en la limpieza de los procesos. Los estatutos se han
reformado para que bajo el fantasma de la democratización digital,
resulte imposible contradecir a la mayoría del Coordinador General. Como
en cualquier autocracia, no queda otra alternativa que la revuelta
palaciega, ya que el debate asambleario y orgánico ha sido eliminado a
favor de la consulta digital. Hoy por hoy, parece imposible revertir la
situación. Lamentablemente, no queda espacio para la discrepancia, para
la pluralidad, dentro de IU. Si ya no contamos en IU, se nos hace muy
difícil seguir contándonos como de IU. Nos queda esperar a septiembre
para ver si recuperamos nuestra independencia o si IU se sume
definitivamente en un círculo vicioso eterno.
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