domingo, 14 de julio de 2019

La realidad como prueba del nueve




Propongo un ejercicio práctico de observación y realidades indiscutibles. Partiendo de unas bases tangibles, de un compendio de fuerzas diversas, de necesidades y de opciones posibles, para gestionarlas. Sin prejuicios, ni ideologías inoculadas  ni dogmas heredados, que se han convertido en murallas y a base de protegernos del "mal" acaban por aislarnos  en cápsulas y burbujas que nos "protegen" también de descubrir y desarrollar lo mejor de nosotros mismos. O sea, que acaban por arruinar  proyectos y soluciones inteligentes con sus efectos secundarios, como el miedo, el poder, la opacidad, la falsa prudencia o el cinismo, la ambición demoledora, la soberbia, el dogmatismo cerril, el bloqueo y los cortocicuitos que se derivan de ese conjunto de miserias que a través del tiempo se han convertido en estrategias, en "virtudes" indeseables y hasta letales para cualquier forma de inteligencia sana y eficaz, humana,pedagógica  y terapéutica, que sea posible en  el plano más libre de interferencias ideológicas e intereses espurios que entorpecen la recuperación del bien común como sentido primigenio de toda operación y sistema de referencias privadas y comunes. Esa realidad pura y dura en la que situarse para recuperar la orientación, si es que alguna vez la hemos tenido en nuestras manos o para descubrirla y/o diseñarla si es que por fin llegamos a la conclusión de que esa orientación personal y colectiva nunca ha estado, de verdad,  a nuestro alcance y por esa razón en un tiempo donde los cimientos de la política, de la economía, de las leyes y de la ética que debería ser la amalgama universal, se han ido difuminando y borrándose del contexto personal, social y global. El resultado, especialmente  en el caso español, es un desastre. Lo estamos comprobando cada día.
No tratemos a toro pasado y masacrado, de ponernos las pilas del imperialismo hegemónico e ideológico como fórmula triunfal. No es el 'triunfo' de nuestras fijaciones lo que necesitamos, ni ganar constantemente en el fútbol, el tenis o el mus, en los negocios sin piedad, ni como potencia turística y dicharachera en plan sainete resabiado, rancio y casposo como el amor loco por las banderas, las procesiones  y el españolismo o nacionalismos neuróticos, que acaban justificando cualquier barbaridad que hagan "los nuestros" y que convierte en "traidores" a quienes tienen la lucidez de disentir, de analizar y proponer cambios adecuados e iniciativas prácticas inteligentes y morales, sanas, justas y benéficas para la mayoría social. 
Todo ese barullo de prejuicios nos ata, no nos libera, aunque lo pretenda con el jaleo y la euforia o el enfado sin más fuste que el tirón mediático como argumento. Lejos de liberarnos nos encierra en una cárcel inmaterial pero desastrosa, precisamente porque no la detectamos como lo que es, sino como los cimientos de nuestras tradiciones, como "seguridad" y "estabilidad" más falsa que un euro de metacrilato. Exaltación banderil o lacística para hoy, significa ruina, caciquismo, corrupción, miseria y opresión para mañana. Las banderas envuelven y amarran, los lazos atan. Las barras son barrotes y las estrellas ilusiones que nunca se materializan pero alienan de lo lindo: sin que lo notemos.
Nuestras aspiraciones mejores, más inteligentes y eficaces las tenemos que desarrollar nosotras, no están hechas, y ellas son las únicas 'banderas' que no pretenden ser solo reclamo publicitario inamovible y exhibicionista. La patria no es un territorio para desfilar y pelearse, camelar y acuartelar, sino un plano más de la dignidad personal y colectiva que permite vivir y dejar vivir a quienes no piensan ni sienten como nosotros y con ello nos enriquecen y nos educan en la diversidad, el respeto y el diálogo, en la democracia de verdad, no de pacotilla y cháchara. Y todo ello en un plano universal y mucho más amplio que los límites culturales y fronteras geográficas. Nuestra patria no es donde nacemos sin elección posible, sino donde elegimos yes posible construir nuestra identidad y desarrollar nuestras mejores capacidades en la convivencia y los valores más sanos, justos, éticos y por tanto igualitarios en derechos e inteligentes en el modo de gestionar  la realidad. No el cuento chino constante de ideologías y ocurrencias derivadas de las mismas, a favor de facciones y aparatos partidócratas, interesados en que todo parezca que cambia para que todo siga igual (Lampedusa dixit, con más razón que un santo) . 
Tras este planteamiento nos vendrá bien situarnos en lo que tenemos encima. ¿Qué le pasa a España para estar ''funcionando" sin gobierno, un año y pico con Rajoy y otro medio año con Sánchez más dos inútiles convocatorias electorales de por medio que no nos han servido de nada, porque los 'elegidos' no dan una, ni responden ante sus responsabilidades,  ni saben como gestionar el fin de un bipartidismo que les obliga a entenderse y a deshacer lazos y banderías a favor de, según parece, su peor enemigo: el bien común? 
Si el ataque frontal del pp contra el Estatut de Cataluya, entre 2006 y 2010,  se perpetró en pleno "reinado" del Psoe, sin que éste moviese pieza a favor de Catalunya, lo más lógico ha sido el resultado del procès. Si el Poder Judicial toma las riendas del Ejecutivo y del Legislativo, no para exigir al Estado una solución política, sino para ratificar una condena inexplicable en una democracia, y justificar un régimen totalitario y que usa la Constitución como arma letal de la democracia, sus derechos y deberes, está claro que este estado no es de derecho sino de desecho, no está para ayudar a la estabilidad en la igualdad, sino para reprimir a los que salen peor parados en su desgobierno del cacicato posfranquista, que reproduce los tics dictatoriales en los tres poderes, sin saber ni querer evitarlo. Un estado manada es lo que tiene. Luego se escandaliza cuando su ejemplo se reproduce en los Sanfermines, en Puerto Urraco, feminicidios e infanticidios patriarcales o en la caza a los barcos que salvan vidas humanas cuando Europa decide que las deben dejar morir por el bien de sus intereses racistas y neonazis camuflados de "sensatez" hitleriana o trumpista, que se parecen tanto que ya casi no se distinguen a la hora del matarile con los refugiados y cuya "legalidad" está por encima de la legitimidad del porpio derecho a la vida. En vez de sacar los colores a Europa, se apuntan al bombardeo genocida de sus miedos e intereses de cortísimas miras fascistoides en comandita con un capitalismo terminator, no solo para la especie humana, sino para todo el ecosistema planetario. Y todo ese enjambre de miseria discurre mientras intramuros, España se vacía, se deshace como entidad y como "patria" de nadie que no tenga un par de of shores  por esos paraísos de la inversión evasiva de impuestos. 
Entonces nos sale un Podemos que se merienda a la izquierda, que era el único recurso del pueblo, no por populismo mangoneado desde aparatos de poder en petit comité, sino por derecho participativo a la dignidad organizada como demostró el 15M durante los cuatro años en que no se perdió soportando  manipulaciones estratégicas de obsolescencia programada desde Somosaguas. Una vez abducida la peligrosa y eficaz capacidad autogestora de la ciudadanía, reducida a escaños podemitas, todo volvía a la "normalidad" de lo anormal si se presume de ser democracia...Y ahí estamos, dando vueltas de tuerca a gusto de la manipulación mecáncia que conlleva la pérdida de la esencia y de los más decisivos "por qués", "para qués" y "cómos". Tres vacíos de sentido a los que solo desde la ética se puede responder. Cuando no hay respuesta aceptable por el pueblo, es que no funciona la ética y todo se reduce a los "cuantos" , "los tantos" y a los "para quien", a "ganar" y/o "perder". Una dinámica fenecida por su inutilidad en un tiempo nuevo en retos cada vez más difíciles de sostener y aun más de solucionar desde los viejos esquemas del desgastado y demoledor siglo XX. Porque estamos globalmente en una transición forzosa de modelo social y económico, que desde la amoralidad más cínica debe alcanzar la ética como objetivo vital planetario si quiere sobrevivir al resultado de sus aberraciones convertidas en sistema. 
Y ante este panorama, España responde con otro periodo de pereza política irresponsable, de miedo a la realidad, de pánico a tomar decisiones y tendencia irrepremible a tomar las de Villadiego, y mientras a ver si pasa algo que traiga consigo la solución: por ejemplo, que la obstinación catalana y la sentencia del Supremo y el mirar para otro lado de Estrasburgo, den pie a aplicar con motivos superlegales, un 155 justificadísimo que corte de raiz para siempre lo que la inteligencia missing nunca podrá arreglar, más que nada porque nada puede arreglar lo que no existe: inteligencia. A falta de ella, ¿qué hacer? Vegetar. Zascandilear silbando melodías hasta que todo vuelva por sus cauces, como siempre se ha hecho, con tal de que no vuelva a haber una guerra civil y otro marrón con el que fingir el fin de la eterna dictadura secular de los imperios hacia dios, que menudo trago, tener que vivir tantos años en el escenario improvisando tejemanejes para que no se note lo que hay ¿Para qué intentar hacer algo cuando está claro que en España lo mejor es no hacer nada porque en un nihilismo hereditario, la nada es el todo, lo máximo que se puede lograr? Ese imperecedero, virgencita, virgencita, que nos quedemos como estamos...y adónde iremos que mejor estemos...Sobre todo los "elegidos" que le cogen cariño a los escaños y se acostumbran a la bicoca de ganar un pastón sin dar hachazo, solo por predicar en el desierto de los parlamentos, fingiendo la mar de bien que ayudan a que la ciudadanía siga cobrando el paro y que tenga ayuda de Caritas asegurada cuando ya no lo cobre, mientras concede privilegios en plan vista gorda y sentencias liberadoras, a los mangantes que facilitan el tráfico giratorio de las puertas del poder a base de comisiones, shobresh, discos duros interestelares, enchufes y lo que haga falta. En ese plan, y con ese legado de decencia institucional lleno de protocolos, solicitudes, permisos y trámites infinitos, lo de alargar la toma de decisiones está chupao. No solo no es un mal menor, son unas vacaciones infinitas que les pagamos entre todas todas, desde la declaración de la renta, al IVA aplicado hasta a la respiración, al sol, al aire, al agua, al uso de parques y jardines, al permiso para opinar, a la barr de pan que se compra el mendigo con el euro que le han dado en la puerta de la iglesia o de la casa de juegos de azahar, a todo...Mientras obviamente los grandes de España, en todas sus modalidades monetarias, se van de rositas, se les devuelve dinero de Hacienda, en el caso de que hayan tenido que pagar algo.  
En ese plan ¿qué falta hace un gobierno, vamos a ver? A la vista está que se puede estar sin él, el  tiempo que haga falta sin que no solo no se hunda el mundo, sino que  todo está igual o mejor que cuando se gobierna. 
¿No deberíamos plantearnos si no nos estarán tomando el pelo con tanta parafernalia gubernativa y en realidad somos nosotros a cada instante los que decidimos qué hacer, cómo actuar, qué decidir? ¿No será que nos han comido el tarro desde el tiempo de los Reyes Católicos y su publicidad imperialista y su inquisición, para que sobrevaloremos lo que en realidad es el gran negocio de las minorías caciquiles que fundan y manipulan los imperios desde sus intereses particulares a los que llaman pomposamente "patria", y de los que en realidad somo víctimas, carne de cañón y mano de obra baratísima y controladísima? 
Se suele afirmar que el fin del Imperio Romano fueron los bárbaros. Pero no es toda la verdad, los bárbaros remataron  lo que el cristianismo deshizo desde dentro quitando la esclavitud, la mano de obra gratuita que mantenía el Imperio a cambio de comer zurrapa y tener un techo precario y ningún derecho, en la gran empresa de los de siempre. 
El cristianismo como base fundamental aportó la igualdad de la fraternidad y cuando los gerifaltes imperiales iban despertando sus conciencias lo primero que hacían era dejar libres a los esclavos que habían comprado en el mercado como si fuesen pollos o calabacines, y considerarlos sus hermanos e iguales. O sea, con derecho a ser libres, autónomos y dueños de sus decisiones, respetando a todos sus iguales, incluso a las especies no humanas. Desde ese ángulo, adiós legiones y conquistas sanguinarias, adiós explotación de nuestros semejantes...Pero el equipo reptiliano se las arregló para dar la vuelta a la tortilla y  a partir del siglo IV, año 313 con el Edicto de Milan,  convertir  en "cristianos" de pacotilla a los dominadores derrotados por el amor fraterno, ¿cómo? bautizando a la fuerza  a todo el Imperio y nombrando "pontífice" al responsable de la insoportable cristiandad que los estaba arruinando sin compasión con su puñetero cambio de valores, que afirmaba que no hay diferencia alguna entre últimos y primeros y que las riquezas son un maromo para crecer como seres libres, inteligentes y felices, que cuanto menos se posee más ricos somos en humanidad y más libres para elegir el camino más saludable y menos corrompido. Y que la propia vida y el resultado de las propias elecciones son nuestra verdadera riqueza que aumenta y se revaloriza al compartirla. El mundo al revés. La ruina del sistema que se fundamenta en la rivalidad, en la desconfianza, en la mentira, en la especulación, en la hipocresía y en la crueldad disfrazada de y legitimada como necesidad...sin contemplar planos de la existencia mucho más inteligentes y liberadores, que nada tienen que ver con hacer el primo y la estupidez, el miedo y la maldad interpretada como signo de astucia y egocentrismo. Sino todo lo contrario. 
Tras el olvido y la tergiversación programados durante siglos de los mensajes más humanitarios, sanos y lúcidos, hemos ido dando lugar a este finiquito planetario que es la consecuencia de todo un programa alucinógeno consistente en ejercer como depredadores cortoplacistas de todo, incluido lo más sano, lo más sabio y lo más verdaderamente eficaz, para sacar beneficios perecederos y tóxicos. La política no se queda atrás en el viaje hacia el desguace total. Y voilà.
Pero no perdamos la esperanza, ellos mismos nos están dando las claves de nuestras opciones con su inutilidad. Sí se puede vivir y estar divinamente sin gobiernos.  Los municipios son la clave. Y seguramente un estado municipalista federal sea la clave de que de verdad todo funcione. Desde las grandes distancias es imposible gobernar nada sin interferencias y tinglados. La transparencia es imposible en la distancia. En Madrid no tienen ni idea de cómo gestionar Mota del Cuervo, Albarracín, Chelva, Ponts, Siurana, Soria, Avilés, Aracena, Portugalete, Castro Urdiales, Lalín, Motril, Valdepeñas, Zafra, Villablino, Chillón, Palencia o Fuentealbilla. No nos afectan en la realidad los rifirrafes de mindundis en la parra, aunque sí nos afecta al bolsillo tenerles que pagar un pastón  a 350 elementos en el Congreso más los 266 del Senado, representantes de sus partidos , no nuestros, está cada vez más claro. Ya lo descubrieron en el pasado las Comunidades y Germanías, los condados catalanes y las taifas árabes. 
Necesitamos como fundamento un municipalismo fuerte y participativo al máximo si es que queremos que esto cambie. Creo que llamarse anticapitalistas quita mucha visión y aceptación al movimiento municipalista, los "antis" reducen muchísimo psicoemocionalmente la aceptación de cualquier propuesta. Y lo importante precisamente son las propuestas que corrijan y regeneren tanto "anti". No soy antibelicista, trabajo por la paz. No soy antiviolencia, trabajo por el respeto a la dignidad y la integridad de los seres humanos. No soy anticapitalista, sino que estoy  a favor de los trabajadores y trabajadoras, porque sin ellos ni hay capital ni hay vida; el mayor capital es el ser humano; no soy anti nada, estoy a favor de todo aquello que hace mejorar, integrar, asumir, corregir lo que no funciona, regenerar lo mejor que tenemos y crear sin dañar a nadie ni a nada, lo mejor que necesitamos para ser lo mejor que somos. No es lucha, es trabajo, no es cabezonería es lucidez, no es ceder en lo indecente para que sea posible le menos indecente y no lo decente, es realizar la honestidad y demostrar que sí se puede construir aquello que beneficia y mejora la vida de todos si somos capaces de dejar personalmente nuestros egos, manías e ideas fijas negativas para los demás, haciendo constantemente una autocrítica constructiva y auténtica, aceptando el bien común por encima de los intereses de unos pocos. De ese modo no hace falta el combate porque ya el equilibrio ha ocupado todo el espacio del desajuste y cuando algo se desajusta se nota inmediatamente, y se puede cambiar de dirección sin grandes trastornos, que nacen de convertir en inercia y sistema "legal" todo lo que nos hace daño en la legitimidad de nuestra esencia humana, que además no es solo "nuestra" es de todos. Si la dignidad es solo patrimonio de uno solo, no es dignidad es postureo. La dignidad como la vida es universal y parte integrante tanto del yo como del nosotros. Los DDHH son inconcebibles sin los deberes correspondientes. Por eso la mismas siglas acogen ambas caras de la misma realidad indivisible.  
Es la realidad cotidiana la que nos abre el atlas infinito de sus problemas y del apasionante camino para encontrar soluciones a todos los niveles, desde el territorio de la conciencia siempre nuevo y por descubrir. No nos limitemos a lo que nos cuentan, porque entonces no podremos crecer por dentro y nos destruiremos por fuera y por dentro. Y sería una pena que tras tantos siglos y esfuerzos por la evolución, todo se nos vaya por el desagüe de la estupidez y el conformismo resignado, de quienes no ven ni tres en un burro y pretenden,para más inri, dar lecciones de óptica y ciencia política envasada al vacío y a años luz de la realidad. Aunque, eso sí, sacando tajada de todo lo que pillan sin que ningún código ético les sirva de línea roja. 

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