sábado, 27 de julio de 2019

La tragedia de los migrantes cuestiona la política europea en Libia



Un grupo de personas rescatadas del naufragio del 25 de julio, a 100 kilómetros al este de Trípoli.
Un grupo de personas rescatadas del naufragio del 25 de julio, a 100 kilómetros al este de Trípoli. AFP

Madrid / Bruselas
El drama humanitario que sufre Libia ha redoblado la presión internacional sobre Bruselas para que ataje un caos político, migratorio y territorial del que se responsabiliza en gran parte a Europa. El Viejo Continente, Londres y París, estuvo detrás del derrocamiento del dictador Muammar el Gadafi en 2011. El capital europeo se ha convertido en los últimos años en el principal puntal económico de una administración a la que se acusa de mantener en condiciones infrahumanas a miles de migrantes subsaharianos. La Unión Europea es mayor donante internacional para paliar la situación. El 71% de los 500 millones entregados a Libia se han destinado a la gestión migratoria y al control fronterizo.
La presión sobre una Europa aferrada a la idea de contener los flujos de personas, aunque para ello tenga que dejar el control fronterizo en manos de un Estado fallido y ayudarle económicamente para hacerlo, aumenta por momentos. El riesgo de desastre humanitario alcanza tal nivel que la agencia de la ONU para los refugiados, y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) piden que la ayuda internacional se condicione a que se garanticen los derechos humanos de las personas rescatadas en el mar y desembarcadas en Libia, cuyos puertos no son ni remotamente seguros. “Sin esas garantías, el apoyo debe cesar”, señalaron tajantes los dos organismos tras el bombardeo de un centro de detención de migrantes en Tayura, en Libia, en el que murieron 53 personas -seis de ellas, niños-.

Si Libia es un callejón sin salida para los migrantes, quienes intentan huir por mar lo hacen por la ruta más mortífera del Mediterráneo. El jueves se produjo el peor naufragio desde 2017.  Hay 150 desaparecidos. ACNUR pidió ayer a Bruselas que se restablezcan las operaciones de rescate. Y todas las miradas internacionales se volvieron de nuevo hacia la Comisión Europea, que se vio obligada a reaccionar.
"Estamos profundamente entristecidos por la trágica noticia del naufragio en la costa de Al Khoms en el que más de 100 personas han perdido la vida", señalaron en un comunicado conjunto la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini y los comisarios europeos de Vecindad y de Migración. El comunicado recuerda que el objetivo de la UE "siempre ha sido evitar la pérdida de vidas en el mar y continuaremos trabajando para impedir que estas peligrosas travesías tienen lugar".
El gesto de conmoción llega acompañado, como otras veces, de una petición de la Comisión para que "se ponga fin al sistema actual de gestión de la migración irregular en Libia y a la detención arbitraria de emigrantes y refugiados". Al mismo tiempo, la UE contribuye indirectamente al mantenimiento de ese sistema, si bien Bruselas insiste en que sus fondos se gestionan a través organismos internacionales fiables
El 71% de los 500 millones que ha desembolsado Bruselas está destinado a la gestión migratoria y al control fronterizo, según los datos más recientes proporcionados por fuentes comunitarias. En total, 355 millones de euros vinculados a unos movimientos migratorios que moldean las relaciones del bloque con el vecino norteafricano, algo que se explica, sobre todo, por la presión de llegadas que experimentó Italia desde Libia tras la caída del dictador Muammar el Gadafi, con 181.436 solo en 2016. Desde entonces, los flujos se han reducido drásticamente.
Esos 355 millones están canalizados a través del Fondo Fiduciario de Emergencia para África, un instrumento lanzado en la cumbre de La Valeta entre líderes europeos y africanos en noviembre de 2015 con el objetivo de “abordar las causas profundas de la migración irregular”, en la creencia de que los millones en ayuda al desarrollo servirían para desincentivar los flujos procedentes de África. Los proyectos asignados a Libia mediante el fondo se reparten entre aquellos que buscan “proteger y ayudar a los necesitados”, con 157,7 millones; los que tienen como fin la “estabilización de las ciudades libias”, dotados con 110 millones, y otros 87.2 millones para la “gestión fronteriza integrada”.
Esta última partida es la más problemática. Está destinada a entrenar y dar apoyo técnico a polémica la Guardia Costera Libia. La idea es que sean los propios libios quienes intercepten las embarcaciones que salen de sus costas antes de que lleguen a Europa y practiquen rescates. Devueltos a Libia, los migrantes se enfrentan a la posibilidad de acabar encerrados en centros de detención donde la ONU ha documentado torturas, falta de comida, hacinamiento y condiciones antihigiénicas. Hay unas 5.600 personas en esta situación.
Varias ONG, como Médicos sin Fronteras, han denunciado los métodos brutales con los que los guardacostas libios tratan a los migrantes y también el hostigamiento -en ocasiones con tiros al aire- a los barcos de ONG. La escasa eficacia de la guardia también puede costar vidas: en algunos rescates, según las ONG, ni siquiera contestan al teléfono.
El jefe de una de las unidades de los guardacostas libios, Abd al-Rahman al-Milad, incluso figura en la lista de cuatro responsables libios sancionados por la ONU y por la UE (con prohibición de viajar a Europa y congelación de sus bienes en territorio comunitario) por su implicación en el hundimiento de embarcaciones en pleno Mediterráneo. Fuentes europeas insisten, desde que la ONU aprobó las sanciones, en que Abd al-Rahman al-Milad no figura entre los guardias que han recibido formación por parte de la UE.
Pese a estas críticas, fuentes comunitarias inciden en que los recursos europeos se centran en ayudarles “a aumentar su capacidad inicial de control de operaciones en aguas territoriales, sobre todo para ser capaces de salvar vidas y luchar contra los traficantes [de personas] y para cumplir sus obligaciones legales, incluyendo el respeto de los derechos humanos y el trato correcto a los migrantes”. Ya se ha entrenado a 355 efectivos, y la formación incluye una parte destinada a fomentar el respeto de los derechos humanos.
“Ahora Europa tiene un interlocutor, el Gobierno reconocido por la ONU, que solo controla una parte del territorio y que se apoya en milicias que antes se dedicaban al tráfico de migrantes”, señala Lorenzo Gabrielli, miembro del Grupo de Investigación Interdisciplinario sobre Inmigración de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. “Parte de esas milicias”, añade, “se han reciclado ahora como guardacostas con dinero de la UE. Eso es problemático, por mucha formación en derechos humanos que reciban: un día son traficantes y al otro se dedican supuestamente a rescatar a migrantes”. Las fuentes europeas consultadas precisan que Bruselas no da dinero directamente a las autoridades libias, sino que todo se gestiona a través de las organizaciones internacionales y de otros “socios cuidadosamente elegidos”, como agencias de ayuda al desarrollo de países miembros u ONG.
Además de ser el mayor donante en cooperación y ayuda humanitaria en Libia, la UE también es el principal socio comercial del país (el 59% de su comercio es con los socios comunitarios) y Libia sigue siendo un importante proveedor energético del continente. Los hidrocarburos suponen el 98,7% de las exportaciones libias a Europa y la facturación de ese capítulo se ha multiplicado por cuatro entre 2016 y 2018 hasta los 16.000 millones de euros. Mucho dinero para un país quebrado por la guerra, con un Gobierno que no controla el territorio y la presencia de mafias y milicias.
Bruselas también niega que permanezca de manos cruzadas ante el drama libio y recuerda que su ayuda contribuye a aliviar la situación de miles de migrantes y que los barcos europeos nunca han desembarcado a nadie en territorio libio. Dentro de los 355 millones del Fondo fiduciario de emergencia para África se incluyen 157.7 millones destinados a “mejorar la protección, las condiciones y el respeto de los derechos humanos de los migrantes y refugiados, y atender sus necesidades inmediatas dentro de los centros de detención, en los puntos de desembarque o en comunidades de acogida”, explican fuentes comunitarias. Además, trata de “promover una alternativa a la detención estableciendo refugios seguros y de ayudar a los migrantes atrapados a volver a su hogar o a encontrar un camino seguro a Europa a través del reasentamiento”.
De este modo, las ONG están presentes en 13 puntos de desembarco de migrantes o tienen acceso “habitual” a los centros de detención, donde se producen los mayores abusos. Con los fondos de la UE, 61.300 migrantes vulnerables han recibido mantas, ropa y kits de higiene, se ha dado servicio médico a 90.000 personas y 14.600 niños han recibido material educativo. Con esto se financia también el llamado “retorno voluntario humanitario”, para aquellos que, después de un peligroso periplo de meses y de soportar las terribles condiciones en Libia decidan regresar a su país. Por ahora lo han hecho 40.000 personas con “ayuda para la reintegración” y hay otras 4.000, todas con posibilidades de recibir protección internacional, que han sido evacuadas de Libia y esperan su reubicación. La UE también ha contribuido al cierre de 25 campos de detención.
El 29,9% de los 500 millones que la UE ha dado a Libia hasta ahora se reparte entre los 100 millones en ayuda bilateral -destinados a proyectos en sanidad, gobernanza, sociedad civil, juventud y educación-, que incluye un apoyo a la estabilización política del país con proyectos para rehabilitar servicios básicos y seguridad, mediación y ayuda para la preparación de elecciones.
Los fondos hacia Libia se completan con la ayuda humanitaria, que asciende a 44,3 millones de euros desde 2014. Esa partida se concentra en facilitar servicios sanitarios en un país donde, según la OMS, se han destruido el 17,5% de los hospitales y el 20% de los centros de salud.  La ayuda europea se dirige, sobre todo, a los más de 95.000 libios desplazados dentro de su territorio y a unas 800.000 personas en condiciones de necesidad extrema. ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Conozco de primera mano los relatos en vivo de los refugiados procedentes de Libia,  por boca de mis alumnos de Castellano Medio en el centro de acogida y son espeluznantes Muchos llegan allí desde Sudán, Eritrea, Somalia y la zona subsahariana, Burkina, Senegal, Guinea Konacri o Costa de Marfil. Los puntos de huída más conflictivos están en Ceuta, Melilla y Libia. Nunca se tiene la seguridad de que el billete a Europa no se lo haya vendido una mafia, que luego los abandona a su suerte o incluso los lleva directos a morir ahogados en medio del mar. Y ellos son los que han podido comprar un billete; la mayoría tiene estudios, sabe idiomas, maneja divinamente internet y trabaja de sol a sol en lo que sea; para ellos ser esclavos en Europa es ser libres...con eso está todo dicho acerca de cómo malviven en su tierra arrasada, arruinada y saqueada por esa Europa que delega en los Erdoganes y Salvinis disponibles, su miedo, su avaricia, su racismo y su hipocresía. 

Son nuestros hermanos aunque a los xenófobos no se lo parezca, hijos de la misma familia humana y tantas veces, mucho mejores, sanos, inteligentes y nobles, que la media euromiserable, resto del refrito filoimperial que se apunta a la política para hacer más eficaces sus dogmas y ambiciones de casta. 

Nadie merece sufrir soportando un sadismo tan  inexplicable en las democracias cultas, inteligentes y supuestamente  sanas y civilizadas, que han hecho de los DDHH su carta fundamental, al menos en teoría...Cuando la cruda realidad llama a la puerta, los DDHH se los lleva el viento y Europa se convierte en un desierto  humanitario de miedos y fanatismos. Un auténtico asco, vamos. 

Por cierto, que estos días de investidura flop, nadie ha dicho ni pío en el Parlamento acerca de un tema que debería estar en primera línea, excepto Santiago Abascal, el santo patrono de Vox, para agradecer a los guardias civiles negreros superlegales de las alambradas, su maravillosa misión, ya que han sido agredidos por esos extranjeros pobretones, visitantes indeseables. Mi querida España, quién te ha visto y quién te ve. 

Te recuerdo en mi infancia, años cincuenta, en plena prosperidad franquista, con tu yugo y tus flechas, tus cafés de casino o taberna, según la clase social,  tu NO.DO, que nunca hablaba de las colas de mendigos y lisiados para siempre por la guerra civil pidiendo limosna, y en paralelo las colas de emigrantes españoles en las estaciones de la RENFE con los maletones y los hatillos, saliendo en trenes decimonónicos hacia Euskadi, Catalunya, Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, igual que los migrantes de hoy vienen  a buscar el mismo trabajo que en España, entonces tampoco había. Parece que el tiempo no pase y se repita sin parar, en la vida de los pobres eternos. Qué parecidas son las camisetas de tirantes, las camisas de cuadros, las chaquetas raídas, demasiado grandes o demasiado cortas y estrechas, los pantalones desgastados y rotos, demasiado anchos, demasiado largos o canijamente cortos, los pies descalzos o en alpargatas llenas de agujeros y atadas con cintas a los tobillos, aun no había chanclas de goma, como ahora, el sudor en verano y la piel cortada por la heladas en el invierno atroz de la Meseta. Las manos torradas por las solaneras, con callos y las uñas reducidas a la mínima expresión por el roce con los trabajos más duros e insoportables. 

Qué malo es el Alzeihmer social y político, qué lacra la alienación enloquecida de la tecnología tan mal entendida y usada; tanto que ahora tampoco se reconoce la forzosa emigración de nuestros jóvenes profesionales mejor cualificados y echados de la maravillosa patria de Marta Sánchez, Rivera, Casado y Abascal, a patadas laborales;¿españoles en el mundo?, ya lo creo, hay tantas formas de echarte del país, como de convertir en emprendedor a un abusado laboral, que debe pagar por trabajar y hacer horas extra sin remuneración, en plan lo tomas o lo dejas... y si no, ahí tienes las oportunidades del turismo imperial para conquistar el mundo, como Colón, Elcano o  Magallanes. Si estás frustrado es porque quieres y eres demasiado conformista como poco luchador.

Ahí está para demostrar nuestra grandeza ese Españoles en el mundo. Es el colmo del cinismo y una chapuza mediática hacer un programa como ése en la tele pública y no un debate público, serio, tan intenso como extenso acerca de las causas y efectos de ese cruel y desportillado éxodo incesante de nuestros compatriotas...por no resignarse a ser licenciados en paro sobre las bicis de Glovo, recaderos de Amazón, kelys, servidores de  horchatas o mindundis al portador en paro infinito hasta cumplir los cuarenta en el seno materno. 

Los emigrantes del tercer mundo vienen a recordarnos nuestra españolaza miseria íntima, pija, devota y farisea. Al final la igualdad también acaba por manifestarse en lo más penoso y vergonzante de la economía capitalista, igualando lo que los prejuicios raciales no quieren reconocer como semejante y tantas veces, idéntico. El sur de Europa también está afectado por la emigración de su mejor juventud. En eso no nos diferenciamos de Mali, Congo, Cameroun o Angola. No sé a qué vienen tantos humos y malas caras, tanto apartheid supremacista...en vez de compartir confraternidad y acogida, como nos gustaría que acogiesen y tratasen  a nuestros hijos e hijas y a nosotras mismas por esos mundos de Yupy que solo tienen fronteras inamovibles para los pobres previamente esquilmados, precisamente, ¡qué coincidencia!, por quienes ahora no los conocen de nada y miran para otro lado cuando llaman a la puerta,como en los años cincuenta del siglo XX, en plena apoteosis de la mejor y sacrosanta dictadura del mundo mundial, un alma desahuciada de la vida, envuelta en harapos descoloridos, cojeando, sin nombre ni DNI, pero con el cartón de pobre legalizado y autorizado por la parroquia, te sonreía sin dientes ni edad desde la verja del jardín y en sus manos temblorosas una lata con un asa de alambre esperando las sobras de la comida: anda, niña, dile a tu mamá que ha llegado el pobre de los miércoles. Claro, que ahora no es lo mismo -dirá el trifas a coro- aquellos sí eran nuestros pobres de toda la vida, no unos extranjeruchos sin credenciales diplomáticas,  advenedizos y sin pedigrí ni tarjeta oficial que les reconozca como muertos de hambre de verdad y sin antecedentes penales ni pertenecientes a cualquier cédula de comunismo clandestino, yihadista o moro de mierda antisemita y terrorista, capaz de cualquier cosa, simplemente. Ya sabes, dios, patria, caudillo-rey-pastón, ley, orden y obediencia; y lo demás, a la basura. 

No sé por qué los del trifas, el franquismo, los refugiados migrantes y los pobres en general siempre acuden juntos a mi memoria. Y todo en tonos grises y pardos con un toque de corneta de fondo mientras una gaviota da una pasada y delicadamente, con todo el protocolo del mundo,  se caga en medio de la escena ¿Por qué será? El hilo conductor debe ser....Ah, ya lo tengo: será la caridad bendita del haz bien y mira siempre a quién, que hay pobres que no lo son tanto como parecen y te la dan con queso (ya quisieran ellos pillarlo para comer algo con sustancia),claro, eso va a ser,  la caridad del trueque entre la parroquia y la limosna como bonobús para viajar al cielo. Madremía,  que dios nos libre de semejante recompensa, porfis! 

 

Última hora

Una coordinadora de MSF presente en el naufragio en Libia: "No hay palabras para describir el sufrimiento de esas personas"

Anne-Cecilia Kjaer, coordinadora de enfermería de Médicos Sin Fronteras, atendió a los migrantes supervivientes del bote que naufragó este jueves cerca de la ciudad costera libia de Al Khoms: "La mayoría de las personas a las que asistí experimentaron viajes sumamente espantosos".
Imagen de archivo de migrantes a bordo de una patera. Foto: Aris Messinis / AFP
El drama humanitario en la ruta marítima del Mediterráneo central no cesa. Esta semana, el naufragio de un bote neumático ante la costa libia se ha saldado con la muerte de 150 personas que trataban de llegar a Europa, según ha informado la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR). 
Recomponer el desarrollo de los hechos es una ardua tarea. Según recoge Efe, la embarcación había salido de la ciudad libia de Khoms, a 120 kilómetros al este de Tripoli, aunque es complicado especificar cuándo sucedió el naufragio y qué barcos participaron en el rescate. 
La coordinadora de enfermería de Médicos Sin FronterasAnne-Cecilia Kjaer, que atendió a los supervivientes del naufragio, explica que están tratando de reconstruir la cadena de eventos, pero hay poca información oficial y fiable: "Las personas rescatadas están en estado de shock, muy traumatizadas, y son básicamente nuestra principal fuente de información. Las personas a quienes asistimos en el desembarco ya han abandonado el puerto, pero no sabemos su paradero", relata. Aunque según Acnur, 150 personas habrían sido rescatadas y llevadas de vuelta al país magrebí
El equipo de Médicos Sin Fronteras, formado por un doctor, dos enfermeros y un conductor atendió a un grupo de cerca de 80 personas procedentes en su mayoría de Eritrea, Sudán, Egipto y Bangladesh y a otro formado por 53 supervivientes, rescatados por pescadores y devueltos a Joms. "Las personas estaban sentadas contra una pared para encontrar algo de sombra. Apenas estaban vestidas, algunas solo traían una toalla o ropa interior. Estaban sentadas en la sombra, en estado de shock", relata Kjaer. 
El estado de salud de las personas que habían logrado salvar la vida era muy preocupante. Algunos habían tragado y respirado mucha agua de mar, y tenían problemas respiratorios. Otros estaban en una situación crítica, recostados sobre el suelo, con la piel azulada y gris debido a la falta de oxígeno. "Estaban en muy mal estado", reconoce, por lo que siete personas fueron remitidas a hospitales locales.  
"Antes de sobrevivir al naufragio, cruzaron el desierto, estuvieron cautivos y se enfrentaron a violencia y torturas"
Al pisar tierra, las víctimas del naufragio estaban sedientos y con hambre: "Habían pasado varias horas desde que el barco comenzó a hundirse y la temperatura era de alrededor de 40 grados". Además, habían estado en manos de los traficantes durante mucho tiempo y, en general, estaban en mal estado: parecían estar desnutridas y anémicas.
Kajer denuncia que los migrantes rescatados están traumatizados tras la travesía y que de nuevo, serán puestos en una posición donde corren un riesgo mortal: "Antes de sobrevivir al naufragio, cruzaron el desierto, estuvieron cautivos por los traficantes, se enfrentaron a violencia y torturas. Después vieron cómo se ahogaban sus familiares, y ahora es probable que sean llevados a una prisión, en condiciones horribles". 
"No podemos ni imaginar cómo están sufriendo estas personas. Una vez que estás en medio, cuando tratas de ponerle palabras, te das cuenta de que no hay tales capaces de describir su sufrimiento. Esto tiene que parar", concluye Kjaer.

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