Prepárate a conocer tu futuro
Te llega por Whatsapp la
primera vez. El mismo día te lo envían tres amigos, todos con idéntico
mensaje automático creado por la propia aplicación: "¿Quieres conocer tu
futuro? Yo ya conozco el mío, y es muy sorprendente", y un enlace donde
pinchas y puedes leer la predicción de cada uno de tus amigos: unas
pocas líneas con generalidades, alguna fecha, un par de datos de verdad
sorprendentes. Una broma, te dices.
Al día siguiente,
aparece en dos de tus grupos de Whatsapp junto a los habituales chistes y
memes, y poco después varios miembros del grupo comparten sus
vaticinios, que lees con curiosidad. La mayoría son breves e
inconcretos, pero uno de ellos es más extenso, incluso más preciso,
sorprendentemente preciso, divertidamente preciso: cuándo se divorciará,
cuándo perderá su trabajo, qué negocio acabará montando por su cuenta, a
qué edad morirá de un infarto –esa predicción no tiene tanto mérito,
piensas, la podrías hacer tú mismo, pues tu amigo tuvo ya un infarto
años atrás-.
En tus redes sociales se convierte en tema del día, se
acumulan los futuros compartidos por usuarios, que vas leyendo por
encima, descubriendo coincidencias, frases hechas que se repiten,
vaticinios tan vagos que podrían valer para cualquiera, aunque también
hay algunos que incluyen detalles que te impresionan por lo atrevido de
decirle a alguien que le quedan solo siete años de vida, que sufrirá un
accidente de tráfico, o cuánto dinero habrá ganado al final de sus días.
Son esos los pronósticos más celebrados, y que los propios afectados
comparten con entusiasmo, evidentemente nadie se lo toma en serio:
"chicos, me quedan solo siete años de vida, voy a empezar ya a
despedirme".
Una actriz norteamericana cuelga en sus
redes sociales su propio futuro, y lo comenta divertida: "No sé todavía
qué rodaré el año que viene, pero ya sé que ganaré un oscar en algún
momento. A cambio, me divorciaré y casaré dos veces más, y moriré a los
noventa y tres. Me encanta, ¿dónde hay que firmar?" Un futbolista
comparte el suyo, que sus seguidores difunden con alborozo: se retirará
en su actual equipo, ganará tres ligas y una Champions, meterá
veintitrés goles la próxima temporada, renovará contrato en dos años por
no menos de setenta millones.
Todos los telediarios
de mediodía incluyen la noticia en su último tramo, junto a la
información cultural y del corazón. El presentador lo cuenta con una
sonrisa irónica, confiesa que ha consultado su propio futuro y que no le
irá nada mal en la vida, y da paso a un vídeo que rescata del archivo
viejas pitonisas televisivas e imágenes cómicas de brujas con bolas de
cristal, antes de mostrar a un joven que usa la app en su móvil, y luego
cuenta a micrófono el resultado de su consulta: "Me dice que me iré a
Alemania dentro de dos años a buscar trabajo, y que allí me irá muy
bien. Estoy por comprar ya el billete, así me sale más barato", dice
entre risas.
Por supuesto aparece en lo más leído de
todos los medios digitales, que recopilan los futuros de un creciente
número de famosos que ya han usado la app: cantantes, actores, modelos,
deportistas y personajes del corazón que se casarán y divorciarán,
tendrán tantos hijos, conseguirán este o aquel premio, y el dato más
inquietante, y que no todos comparten, algunos se lo reservan,
supersticiosos: en qué año morirán.
No vas a ser el
único de tu departamento que no quiera conocer su futuro, ¿verdad? Todos
tus compañeros de trabajo lo han hecho ya, así lo cuentan al día
siguiente a la hora del desayuno, enseñan en las pantallas de sus
móviles sus historias futuras de vida, intercambian bromas, se acusan
unos a otros de mentir en los datos facilitados para así obtener futuros
más optimistas.
No vas a ser el único, pero antes
lees varias noticias sobre el tema, por saber un poco más. Dicen que la
app utiliza un algoritmo experimental, detrás están varios
investigadores universitarios que llevan años trabajando en modelos
predictivos basados en Big Data aplicados a resultados electorales,
proyecciones económicas o comportamientos de consumidores, y ahora han
decidido probarlo en otros terrenos. Si decides usarla, además de
echarte unas risas estarás colaborando "en un experimento científico del
que podrán extraerse importantes conclusiones para aumentar el
bienestar de la humanidad en un futuro próximo", asegura uno de los
responsables de la app, que garantiza total confidencialidad y una
política de privacidad muy respetuosa.
No vas a ser el
único que no conozca su futuro, ni tampoco el último en hacerlo, así
que abres la tienda de aplicaciones de tu móvil, que sin buscar te
ofrece directamente YourFuturApp, pues es la búsqueda más exitosa hoy.
La descargas, haces clic en "He leído y acepto los términos y
condiciones de uso", y aprovechas el autobús de vuelta a casa para hacer
tu primera consulta. "Primera", porque ya has comprobado cómo tus
amigos y contactos hacen segundas, terceras y más consultas, cada vez
introduciendo más información personal para que el pronóstico sea más
preciso.
Para empezar, te pide los datos más
elementales: nombre, apellido, fecha de nacimiento, domicilio, todos
marcados con asterisco, son obligatorios para continuar. Has leído en
una de las noticias que el domicilio es un dato esencial para calcular
tu esperanza de vida, pues hay varios años de diferencia dependiendo del
barrio donde vivas. Por supuesto, solo con ese dato no te van a decir
en qué año morirás, la app te pregunta también información relativa a tu
salud y tus hábitos de vida: enfermedades padecidas, antecedentes
familiares de cáncer o infarto, edad y causa de fallecimiento de tus
parientes en primer grado, consumo de medicamentos, pautas alimentarias,
actividad deportiva, sedentarismo, alcohol, tabaco, drogas y muchas
otras preguntas que resuelves deprisa, aunque dejas varias sin
contestar, no te apetece exponer datos tan personales.
Te
detienes un momento cuando la app solicita tu permiso para acceder a
datos de salud que puedan estar almacenados en servicios sanitarios,
aseguradoras o aplicaciones deportivas, información que permitirá
precisar mucho más tu salud futura. Decides no autorizarlo, tampoco te
importa tanto conocer con "precisión" cuántos años te quedan de vida,
pese a ser el dato más celebrado por la mayoría de usuarios.
Lo
mismo ocurre con tu situación socioeconómica: respondes a las preguntas
sobre estudios, profesión, empleos anteriores, sueldo, cuantía de la
hipoteca de tu vivienda, patrimonio familiar y otros datos cuya
importancia no acabas de entender, pero no accedes a que la app pueda
consultar tu historia laboral, ni siquiera crees que la administración
permitiese tal consulta. Tampoco autorizas acceso a tus movimientos
bancarios, aunque te consta que un par de compañeros del trabajo lo
permitieron, con el habitual argumento de "total, no tengo nada que
ocultar, y seguro que los acaban consiguiendo por otro lado, a saber lo
que hacen los bancos con nuestros datos, los venden a cualquiera, la
privacidad es un lujo para quien pueda permitírsela".
La
siguiente tanda de preguntas tiene que ver con tus hábitos de consumo, y
en este caso sí autorizas que la app acceda a tu historial de
navegación y recopile cookies de otras webs. Te dices tú mismo que no
tienes nada que ocultar, y que de todas formas son datos que circulan
fuera de tu control, lo permites cada vez que entras en cualquier web y
aceptas sus términos y condiciones de uso, las empresas se los venden
unas a otras, que la app te pida permiso para algo que podría conseguir
por su cuenta es casi una muestra de cortesía, piensas.
La
última parte es un cuestionario sobre valores personales, expectativas,
deseos, aspiraciones, posicionamiento ante ciertos temas políticos. Vas
eligiendo entre opciones, puntuando del uno al diez determinados
asuntos, dejando sin contestar las que consideras demasiado personales.
El
último paso es una fotografía, la app te pide acceder a tu cámara para
que te hagas una foto de cuerpo entero y otra de tu rostro. Rechazas la
solicitud, recuerdas la polémica que hubo con aquella app rusa que
envejecía las fotos, así que no te la haces, pese a que un mensaje te
advierte de la importancia de este paso: sin fotografías, el pronóstico
resultante tendrá menos precisión.
Al llegar al final,
otro mensaje te recuerda que has dejado muchas preguntas sin contestar y
no has autorizado ciertas acciones de recopilación de datos. Te da otra
oportunidad para que lo reconsideres, pero rechazas y haces clic en
"Terminar".
En seguida aparece tu futuro en pantalla.
Un nuevo mensaje te recuerda que esto es solo una estimación muy
condicionada por la información facilitada, de cuya veracidad eres el
único responsable, si decides leer tu predicción estás aceptando eximir
de toda responsabilidad a la app, y renuncias a emprender ningún tipo de
acción judicial etcétera, etcétera.
Lees por fin tu
futuro. Primero deprisa, casi por encima, saltando renglones y buscando
los datos más interesantes. Luego vuelves a leer más tranquilo,
deteniéndote en cada pronóstico. Te divorciarás dentro de seis años,
dato que te hace sonreír y exclamar para ti: "¡Cuán largo me lo fiáis!".
Perderás tu actual trabajo dentro de tres o cuatro años, vaticinio que
tampoco tiene gran mérito, pues en tu empresa ha habido dos ERE en los
últimos cinco años, y no hay dos sin tres. El consuelo es que tu futuro
promete que encontrarás un trabajo mejor.
Viene a
continuación una lista de dolencias y enfermedades que en algún momento
de tu vida padecerás, pero tampoco te impresiona, es pura estadística a
partir de tu perfil.
Morirás con sesenta y tres años.
¿Sesenta y tres años? ¿Solo te quedan veinte años de vida? Te recuerdas
que todo es una gran broma, un algoritmo barajando datos y aplicando
modelos predictivos, la vida luego va por su lado, lo mismo te atropella
un camión mañana, que llegas a los cien años. ¿Pero por qué una
esperanza de vida tan baja? Lo achacas a la prematura muerte de tus
padres, tus poco saludables hábitos de vida, y por supuesto tu
domicilio, ya leíste alguna vez que tu barrio de clase obrera tiene ocho
o diez años menos de esperanza de vida que los habitantes de una
urbanización próxima.
¿De qué morirás? Ese dato no
aparece. La información facilitada es insuficiente, te dice el programa,
que tampoco añade otros datos que sí has visto en las predicciones
compartidas por amigos o famosos. La app te invita a ampliar tu
información, pero ya has jugado bastante por hoy, sales y cierras.
Al
llegar a casa se lo cuentas a tu mujer, le enseñas divertido tu futuro.
"Cariño, solo nos quedan seis años juntos". Le propones que consulte
ella su futuro, pero te dice que no le apetece, le da mal rollo jugar
con estas cosas: si te dicen que te va a pasar algo, acabarás dando
pasos y tomando decisiones que te conduzcan irremediablemente a ese
futuro anunciado, profecía autocumplida lo llaman. Le reprochas que
siempre se tome todo tan en serio, es solo un juego: pero ella añade su
desconfianza hacia todas esas apps que consiguen con tanta facilidad que
les demos información, es su negocio, vender nuestros perfiles a otras
empresas, y nosotros somos imbéciles, se lo damos todo gratis, a cambio
de unas risas y presumir un rato en redes sociales. Acabáis discutiendo,
te sientes atacado, y cruzáis unos cuantos reproches, incluso alguno
viejo. "Así no duramos ni seis años", acabas diciendo con un portazo.
Piensas que si la app accediese a tu micrófono y escuchase esas
discusiones, rebajaría mucho la duración de tu matrimonio.
Pasas
la tarde leyendo en redes sociales los futuros de otra gente. Buscas
viejos amigos, ex novias, antiguos jefes, vecinos, personas que alguna
vez te cruzaste en tu vida. La mayoría ha compartido ya su futuro,
algunos incluso varias veces, sucesivos pronósticos cada vez más
afinados.
Relees tu propio futuro, echas de menos más
precisión. Entras en la app, quieres iniciar otra consulta. La app te
conserva los datos ya introducidos, así que todo es más rápido. Esta vez
añades algunas informaciones que omitiste por desconfianza, y que en
realidad no son tan importantes, tu mujer es siempre muy apocalíptica
con todo lo que tenga que ver con tecnología. Completas hasta el final
la ficha sobre datos de salud, y lo mismo haces con las preguntas más
personales de la última parte. Pero sigues sin autorizar el acceso a
datos, ni tampoco incluyes fotografías.
Lees el nuevo
resultado, apenas ha variado respecto al anterior. Sigues divorciándote
en seis años, y perdiendo tu trabajo. Sí varía la parte de salud, te han
quitado algunas dolencias. Y has ganado tres años de vida, tu nueva
esperanza de vida es de sesenta y seis años.
Vas a
cerrar la app, pero acabas iniciando una tercera consulta. Esta vez
abres la cámara y facilitas las fotografías solicitadas. ¿Resultado? Te
divorciarás en cinco años, un año antes. ¿Será que la app te ve guapo,
seductor? Te ríes. También has ganado otros cuatro años de vida, no
morirás antes de los setenta. Se ve que tienes buena cara.
Compartes
tu futuro en tus redes sociales y en un par de grupos de Whatsapp. En
seguida te responden amigos, hacen bromas con tu próximo divorcio, te
recomiendan que vayas haciendo cursos para cuando te despidan, presumen
de enterrarte ellos a ti. Una compañera de trabajo bromea en un mensaje,
te dice que te llamará dentro de cinco años, cuando estés soltero. Le
devuelves la broma, le preguntas cuándo se divorciará ella. "Yo en
cuatro años, no sé si podré esperarte un año", dice, y añade una ristra
de emoticonos.
Entras de vuelta a la app, revisas bien
tus datos ya introducidos, corriges alguno, falseas ligeramente tu
situación económica y tus hábitos saludables. Ganas así otros dos años
de vida, hasta los setenta y dos, pero sigues divorciándote a los cinco
años. Pruebas de nuevo, simulas hacer más deporte del que en realidad
haces, pues leíste alguna vez que hay una relación directa entre
cuidarse el cuerpo y encontrar nuevas parejas, y esta vez sí, tu
matrimonio acabará en cuatro años. Escribes un mensaje a tu compañera de
trabajo, le envías tu predicción, le dices que ya no tendrá que
esperarte, pero ella no te contesta, está en línea pero no te contesta,
te arrepientes de haberle enviado el mensaje, como otras veces en que
insististe y ella dejó de responder.
A cambio, decides contárselo a tu mujer, que viene para leerte una noticia aguafiestas:
-Mira,
dicen que van a investigar a la app esa, hay dudas de que esté
respetando la política de protección de datos. Y recomiendan no
facilitar información sobre salud, que podría ser utilizada en el futuro
para encarecernos seguros de vida, negarnos créditos bancarios o no
contratarnos en un trabajo. También dice que esta app juega a darte
recompensas para que la uses más veces, te propone siempre un futuro
optimista, deseable. Un periodista hizo la prueba de meter los datos de
un joven atrapado en una ciudad siria donde hay combates, y la app le
pronosticó que conseguirá dejar el país, llegar a Europa, iniciar una
nueva vida, formar una familia. Es un camelo, bobo.
-Pues que sepas que nos divorciaremos en cuatro años.
-¿No eran seis? –te sonríe.
Irritado,
entras de nuevo a la app. Ahora sí haces clic y aceptas que la
aplicación tenga acceso a todos tus datos, tanto de salud como
económicos, que pueda obtenerlos por otras vías, de otros proveedores y
administradores. Tarda unos segundos en ofrecerte el resultado, y cuando
lo hace, aparece un mensaje de error. Tienes que repetir las últimas
acciones, cosa que haces de inmediato, pero de nuevo falla.
Tras
varios intentos, acabas por eliminar la app y descargarla otra vez, has
leído que otros usuarios tuvieron el mismo problema, es alguna
incompatibilidad con el sistema operativo de tu móvil. Cuando la
reinstalas, al menos no has perdido tu cuenta de usuario, y conserva
todos tus datos. Haces clic en todo lo pendiente, no has dejado nada sin
contestar ni autorizar. Así que, ahora sí, prepárate a conocer tu
futuro.
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