Turismo salvaje, especulación, burbujas y consumismo irreflexivo. Los cuatro pilares de la España desastrosa
Pues va a ser que no, que la solución no era el turismo de Fraga Iribarne, que el sol y la playa mal orientados por el pasotismo de las instituciones solo patrocinan
la especulación desalmada, el destrozo medioambiental, con el deterioro económico y social a medio y
largo plazo.
El problema de España es de cultura mendicante hasta para
los millonarios: no tener más visión que llenar el bolsillo o la barriga
a base de atracones indiscriminados de ansia devoradora de filones y
poderío a lo Jesús Gil o el Pocero fashion, por ejemplo; un nivel
implosivo que solamente es el prólogo de la ruina futura de todos y del
chollo para inversores chinos y rusos comprando restos de burbujas
destarifadas en medio de secarrales sin agua disponible, o en playas
contaminadas por algas, medusas y carabelas portuguesas, donde bañarse
es jugársela a los dados.
Las vacaciones son el merecido derecho a
descansar, pero no como nos lo imponen los negociantes y sus modas
publicitarias marinadorqueguay, "creando tendencia" con el barrido de
los bolsillos menos potentes, sino como merecen los seres humanos despiertos y no manipulables: con
dignidad, eligiendo entre disfrutar del tiempo de descanso libremente y
sin presiones glamurosas, además, o ser carne de cañón para el
consumismo terminator. Sol y playa son bienes comunes patrimoniales de
la humanidad no un mercadillo obligado para beneficio de truhanes
sacamantecas, poner barreras mercantiles y mangoneo comercial, destrozando el medio ambiente, para
sacar tajada a costa de los mismos de siempre es un sinsentido sado-masoquista perpetrado contra la ciudadanía normal,
la que solo tiene el raro privilegio de restar derechos mientras suma deberes, cómplice embaucada y víctima en Babia de un vergonzoso olvido de estado-negocio respecto a los menos agraciados en el
cuponazo del pastón.
Chiringuto, sol y playa, a pesar de que se comparte el mismo mar Mediterráneo con ellos no son
precisamente unas vacaciones para los refugiados migrantes, ni para los
precarios explotados en los hoteles como las kelys o en chiringuitos
sirviendo sin parar cervezas y tapeo a los cómplices inconscientes del Ibex,
trabajando en jornadas de diez horas o más, que no son precisamente unas
vacaciones, claro, que eso más vale no pensarlo, mientras se disfruta
tan ricamente en masa o al detall, de la peor precariedad: ser marionetas
alienadas sin coscarse del entuerto y luego protestar y quejarse
hipócritamente "por lo mal que están las cosas"
¿Para cuándo una huelga
de consumistas teledirigidos hartos de ser estafados? Imaginemos unas
vacaciones en casa, sin caravanas ni atascos, ni salmonelosis, ni
hacinamiento playero ni gastronomía de refritos a toda prisa, sin
horario, paseando por los jardines, más despejados y tranquilas, baños en las piscinas
municipales, bailes en las plazas de nuestros pueblos por las fiestas y ferias estivales, una buena peli en terraza de verano, cine a la fresca
mientras te comes un bocata hecho en casa con los ingredientes, los más sanos, los que más
te gustan y mejor te sientan...libros y música a la hora del calor y la
penumbra con un ventilador de techo y las persianas a medio cristal,
hacer turismo cultural en nuestro urbanismo, monumentos, casas de
labranza, pozos o aljibes antiguos, rincones mágicos en medio de la llanura o de las montañas, haciendo senderismo, rebuscando en la historia de la ciudad
o del pueblo, paseos en bici, salidas al campo a diversas horas del día para ver los amaneceres y los crepúsculos en limpio, tumbarse bajo los árboles, sin ruidos ni contaminación, sentarse a la puerta de casa o en un banco de la calle, de charreta con los vecinos, para tomar el fresco nocturno o pasear por los barrios
periféricos y charlar con sus habitantes e interesarse por cómo pasan
allí las vacaciones, por el comercio familiar como los hornos y pastelerías, fruterías, farmacias, etc... Y hacer algunas cenas con los amigos para
intercambiar impresiones de lo que vamos descubriendo y las cosas que
podríamos hacer para potenciar lugares y rincones interesantes en
nuestro habitat cotidiano, no dispuesto a las borracheras y el balconing de extranjeros pirados, sino disponible para el desarrollo de la belleza, de la convivencia y el conocimiento natural . Quedadas en
los parques con los amigos y las familias donde los niños pueden jugar y
pasarlo genial, por ejemplo, clasificando especies vegetales y jugar a
ponerles nombres imaginarios que luego en casa se pueden comparar con los
nombres reales; algo así sería un ahorro inteligente de energías
psicoemocionales, estresantes, contaminantes y económicas...
Todo depende de nuestra determinación y de nuestras luces, que si no se tienen aun disponibles se pueden ir desarrollando en cooperativas de amistad e intereses comunes cada vez más sanos e inteligentes. Más necesarios y que dentro de poco serán imprescindibles en plan Arca de Noé solidaria.
Quizás valga
la pena plantearse la diferencia del descanso a la carta self service entre la actual oferta de descanso vacacional masificado, cada vez más caro y en caída libre ecológica y una nueva calidad de vida
que en realidad dependa más de lo que elegimos que de lo que nos ofrecen.
Si el capitalismo nos destruye con la agobiante invasión de sus ofertas, despertémonos, simplifiquemos sus rebuscadas complicaciones esclavizantes de cuerpo, mente y energía dinámica, pongámosle delante demandas que no comprenderá a la primera, mucho más interesantes, sanas, constructivas y apetecibles que ruinosas horteradas cada vez más caras, devastadoras y absurdas, que se recorte las garras y vaya adaptándose a nosotros, que somos quienes pagamos y lo aguantamos, a ver si despierta y comprende que el verdadero capital, ese que vale más la alegría que la pena, no amarga la existencia a base de explotación siempre conflictiva porque no se nutre de la desigualdad y de las injusticias, al contrario, la mejora y la facilita, no es dinero ni negocio su fundamento, sino humanidad creciente, conciencia gozosa y creadora que debe llevar el timón del crucero más potente, hermoso y apasionante: nuestra vida personal y en común, que no puede estar eternamente a la venta en las bolsas especulativas del parné.
Tenemos una tarea dura y nada fácil por delante. No nos han educado históricamente para tener valores cívicos ni éticos, ni para la sana libertad, la escucha, el diálogo ni para la autoestima, sino para la amenaza, ese orgullo que da ir de sobraos, la lucha híspida (hispano procede de ese adjetivo latino cuya raíz significa áspero, rasposo, bronco, difícil y poco accesible), la indignación protestona y la obediencia final de vencedores vengativos y vencidos rencorosos estancados en el mismo barrizal, para sobrevivir en manada, una herencia que desgasta y aburre sin más resultado que acabar vencidos por el destino o cayendo en la trampa de ceder a la "estabilidad" del miedo, y a la "segura" obediencia de "lo de siempre".
Nos dijeron "esto es la democracia, ya os apañaréis y si no lo conseguís para eso están los 155, que lo aclaran todo la mar de bien"; y así hemos estado 40 años, como el judío errante, dando vueltas alrededor de la nada. Y en la nada seguimos. Incapaces de ceder un palmo del tóxico orgullo, incapaces de ver más allá de nuestros deseos, atributos y dogmas. Pero en paralelo tenemos mucha energía e iniciativa muy mal canalizada, que los prejuicios y la religión convertida en política nos ha enseñado a reprimir y a infravalorar, de ahí nuestras arrancadas de caballo e inexplicables paradas de burro. O mandamos como dictadores castigando lo opuesto a nuestras obsesiones o nos sometemos como piltrafas o tomamos la tercera vía: mirar para otro lado, forrarnos y hacernos de oro como sea para mandar y hacer lo que mejor nos convenga sin tener que dar cuentas a nadie porque el dinero es la patente de corso más efectiva en este corralón lleno de soberbia, de toros y bueyes, aunque el pobre Miguel Hernández se empeñara en decir lo contrario por exceso de optimismo. Cervantes llama a los manchegos coléricos y rencorosos, pero se quedó corto en la geografía, porque ambas virtudes se extienden por todo el mapa patrio con la misma generosidad, aunque es cierto que en algunas zonas se disimulan con más modestia y mejor que en otras menos virtuosas.
También somos sensibles al sufrimiento de quienes están peor que nosotros, aunque da la impresión de que esa solidaridad no sea empatía sino un modo sutil de sentirse por encima de los compadecidos, y que compadeciendo demostrasen lo que son capaces de hacer cuando les da el arranque ante pobres mindundis sufridores que están peor, pero al mismo tiempo hay desconfianza paralizante y una especie de pose como de estar de vuelta de todo sin haber salido de casa. Que solo es una máscara para no atreverse a hacer algo nuevo y acertado, para no arriesgarse, no vaya a ser que la cosa salga bien y entonces no sepamos qué hacer con ella. Porque si sale mal ya lo tenemos controladísimo: aguantar como jabatos hasta el final, echando pestes y rapapolvos, como Numancia, Sagunto, Guzmán el Bueno los últimos de Filipinas, o los del Alcázar de Toledo. Ésa es la actitud. La heroicidad cuando ya no hay salida. Mira que bien.
La situación política actual es una muestra cristalina de semejante postura incorregible: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer que en eso somos expertos, sobre todo porque habría que hacer algo para conocerlo y realizarlo, por desgracia para eso no tenemos caja de herramientas ni manual de instrucciones que nos diga con pelos y señales como se hace lo que nunca se ha hecho y habría que hacer urgentemente para salir a flote. Es una faena que para estos casos no haya un Ikea disponible. Parecemos, como país, los buitres del Libro de la Selva de Rudjar Kippling haciendo cábalas en lo alto de unos árboles,mientras abajo, en suelo, Seerkhan, el tigre amenaza con zamparse sin piedad a un Mowgli completamente indefenso.
El 15M tuvo el acierto de atreverse con una ejemplaridad fuera de serie, a plantar cara a esa especie de maldición genética. Se inventó las herramientas, las organizó, consensuó en asambleas abiertas sobre la práctica el libro de instrucciones, dio ese paso al frente que nunca se había dado en este país: sin gerifaltes, sin estatutos, sin aparato dogmático, pero con una conciencia hasta entonces desconocida en el pueblo como en las instituciones y por ello ha merecido convertirse en un poder constituyente corrector y reivindicador noviolento de sus derechos inalienables y practicante ejemplar de sus deberes soberanos, que no significan chulería ni prepotencia, sino tener claro aquel mensaje del Alcalde de Zalamea en la obra de Calderón: porque el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios, o sea, y traducido a nuestros días: de lo más sano y noble que hay en nosotros: la conciencia despierta inalienable.
Necesitamos reconocernos, descubrir ese verdadero tesoro íntimo y compartido, contagioso y plurinacional, pero no desde nacionalismos cerrados en sí mismos y por ello enrarecidos, sino abiertos y federados en los valores comunes de la confraternidad entre territorios, que seguirán ahí cuando nosotros ya no estemos. Lo que dejemos no hablará de nuestro nacionalismo sino de nuestra capacidad o de nuestra torpeza para hacer posible la convivencia y el bien común sin pisotear, sin humillar, sin enfrentamientos aberrantes. Valdremos la pena si conseguimos habernos reeducado y descubierto como iguales en los valores que no se nos dieron, y que tenemos que poner en marcha ya. Dejando de lado estrategias y jueguecitos y poniendo remedio a la debacle medioambiental, turístico-invasiva, y depredadora de una idea política desastrosa, siempre bloqueándose e impidiendo a banderazos que se pueda gobernar si no hay un bipartidisimo a gusto de la corona y sus beneficiarios sostenedores: las empresas del Ibex. No puede ser que cuarenta y seis millones de personas tengan que resignarse a un destino tan nefasto y que sea porque no son capaces de decir basta como ya supieron hacer a partir de 2011 y durante cuatro años. Hasta que Podemos acabó con el proyecto, hasta convenciendo al personal de que el 15M lo habían inventado ellos.
Superemos este bache. No retrocedamos.Hemos aprendido y no queremos repetir curso. Hagamos lo que debemos y no paguemos por lo que no hemos podido hacer aun. Llevando la contraria a Tucídices, hagamos que los ricos paguen lo que deben y que los pobres ganen lo que se les debe por lo que sufren.
Menos turismo y más calidad de vida. Menos cuento chino y más dignidad. De poco vale ganar tanto para valer tan poco.
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