Raquel Romero, la ausente
Raquel Romero no tiene
twitter. Tal vez esto la ayude a mantenerse ausente de las críticas que
recibe y que ya han traspasado la frontera autonómica para manifestarse
desde todas las partes del Estado. Quizás Romero desconozca que más de
mil setecientas personas se han sumado ya a la petición del periodista
Antonio Maestre para que Podemos la expulse de sus filas.
Romero
ostenta el dudoso honor de haberse convertido en la diputada riojana
más comentada tras haber impedido un Gobierno de izquierdas en La Rioja
en la fallida investidura de este jueves, lo que podría abocar a La
Rioja a repetir elecciones si en septiembre no cambia de postura.
Raquel Romero aparece ya en toda la prensa nacional.
Aunque no ha querido responder a la prensa riojana durante la última
semana, sí lo ha hecho en las cadenas nacionales, (porque ella tiene más
caché), rehusando dar explicaciones en el territorio sobre una postura
que nadie, ni dentro ni fuera de Podemos, logra comprender. Y es que
incluso quienes podemos apoyar un Gobierno de coalición con el PSOE nos
encontramos estupefactos ante la exigencia de tres consejerías con una
sola diputada, lo cual, más que una negociación, parece un verdadero
chantaje.
Es el número, las tres consejerías, lo que
ha centrado el debate público en torno a la posición de la parlamentaria
riojana. Sin embargo, esto no es más que el comienzo de las exigencias
disparatadas de Romero. Para sorpresa de los votantes de la formación
morada, ninguna de las tres consejerías exigidas es de ámbito social. No
interesan a Romero las competencias en Vivienda, Asuntos Sociales,
Educación o Sanidad, sino las consejerías de Acción Exterior y Turismo,
entre otras, que poco o casi nada pueden hacer por revertir la
desigualdad en esta región. No le interesa tampoco controlar un
porcentaje del Gobierno, como han creído periodistas y tertulianos a
tenor de la noticia, pues Romero ha instado al Partido Socialista a
aumentar el Gobierno de La Rioja, con más consejerías y más gasto, pues
lo que importa es repartir el pastel para todos, y siempre podemos hacer
el pastel más grande y tener más para repartir. No le incumbe a Romero
que el aumento del gasto de la administración pueda suponer una merma de
los recursos destinados a los servicios sociales.
Los
militantes del partido en La Rioja no damos crédito ante una postura
que ya ha sido desautorizada incluso por el propio Pablo Iglesias, que
ha tenido que admitir que carece de control en esta comunidad. Pero
Romero ya ha anunciado que no va a plegarse ante nadie, ni ante la
dirección nacional del partido ni ante sus bases, las cuales entregamos
esta mañana un manifiesto con nuestras firmas para solicitar una
consulta para decidir el voto de Podemos La Rioja ante la investidura.
La consulta debería haberse hecho, pero también ante estos se encuentra
ausente Raquel Romero, declarada en rebeldía incluso contra su propio
partido y sus propios votantes.
Romero llegó a su
tierra natal desde Berlín, en donde residía desde hacía una década y
trabajaba para la delegación exterior del Partido. En medio de un gran
conflicto entre corrientes del partido, la dirección nacional la designó
como candidata eludiendo el proceso de primarias. Romero se presentó
entonces ante una tensa militancia argumentando que desde la dirección
nacional de Podemos le habían transmitido que ella era la única solución
posible para superar la división. Apenas dos meses después, lejos de
pagar con lealtad el trato recibido, cinco personas se habían adueñado
del control de Podemos La Rioja obviando a la gestora designada. Raquel
Romero, Kiko Garrido, Amaia Castro, Nazaret Martín y Miguel Reinares
habían suplantado al órgano gestor, trayendo además a la comunidad a
"los hombres de negro" de Castilla-La Mancha, elegidos por lo visto por
el éxito alcanzado en dicha comunidad, donde Podemos ha perdido toda
representación parlamentaria.
Estas personas, que
jamás han sido votadas ni elegidas por nadie, se permiten hablar de
democracia cuando ellas mismas no ostentan legitimidad alguna para
representar a Podemos, habiendo usurpado funciones que no les
corresponden. Pero a Romero tampoco le importa esto, pues está ausente,
igual que lo estuvo durante la sesión de investidura, dedicándose a leer
fábulas de Esopo y mensajes en su móvil mientras el PSOE le pedía
racionalidad y su ya ex compañera de coalición, la diputada de Izquierda
Unida Henar Moreno, desgranaba el acuerdo programático alcanzado con el
PSOE, acuerdo que Romero no ha suscrito al no obtener los puestos
requeridos en el Gobierno.
Romero lleva fuera de La
Rioja una década. Tal vez por ello no le duelen las políticas de
recortes que los riojanos han venido sufriendo todo ese tiempo. Igual
que tampoco les afectan a sus colegas castellano-manchegos, que poco o
nada conocen de los problemas de esta comunidad.
Romero,
junto con Kiko Garrido y sus hombres traídos de Castilla-La Mancha, no
representan a nadie más que a sí mismos. No velan por los intereses de
nadie, salvo por los de ellos mismos. Nos queda ahora la duda de si
Romero rectificará antes de otra posible sesión de investidura en
septiembre, si será capaz a llevarnos nuevamente a elecciones. Pero la
diputada, que se esconde para entrar y salir del Parlamento, parece no
responder ante nada ni nadie, dejando tras de sí una enorme decepción de
unos votantes que hoy le han dirigido a ella el famoso lema "no nos
representa".
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