Sobre la investidura y los retos de la izquierda ecosocialista
Estamos convencidos de que es un error que la izquierda trate de cogobernar bajo las órdenes de un PSOE que se niega a pactar un programa transformador
El PSOE de Pedro Sanchez tiene una concepción patrimonialista del poder muy poco democrática y prefiere gobernar con la derecha a mirar hacia la izquierda
En el marco de los
distintos procesos de investidura, el retorno a la política de bloques y
del eje izquierda-derecha está siendo el elemento central de los
rescoldos del ciclo electoral de los últimos meses. Unos bloques que,
inevitables en su conformación en la política electoral y en la áspera
aritmética parlamentaria, constituyen una auténtica bicoca para los
partidos (de la izquierda y de la derecha) defensores del régimen del
78, bien en su forma más reaccionaria bien en su forma restauracionista y
regeneradora. Y es que la forma en la que se desarrolla la dinámica
política en el Estado español es totalmente ajena ya al ciclo impugnador
y de horizonte constituyente que se abrió con el 15M. Retornó a los
bloques clásicos del turnismo, a la primacía de los aparatos de partidos
con lógicas e intereses propios, a la búsqueda de los consensos
necesarios en el limitado y amputado horizonte que ofrece la actual
Constitución. Del bipartidismo imperfecto al pluripartidismo para que
nada cambie sustancialmente en el estrecho marco de la ortodoxia
neoliberal dictada por la UE. La novedad, en todo caso, son las
grietas, dentro de esos bloques para dirimir la hegemonía dentro de los
mismos. Política inter-bloques y política-intra.
Pero
más allá de esto, a lo que asistimos estas semanas es al entierro
definitivo de una perspectiva estratégico-constituyente por parte del
"bloque del cambio". De existir esa opción, el debate sobre la propia
investidura se habría planteado en otros términos, y no como una lucha
de poder en el seno de la izquierda del Estado. Se pondría encima de la
mesa, por ejemplo, la necesidad de vincular el programa a las respuestas
también fuera del ámbito estrictamente parlamentario, retomar las
movilizaciones como método para garantizar que las reivindicaciones
populares se traduzcan en mejoras sociales, mientras se traza y organiza
un rumbo diferente al neoliberal-progresista de un PSOE que no va a
cuestionar en ningún momento los consensos sistémicos fundamentales.
Pero esa opción no está encima de la mesa. Parece que Unidas Podemos
está dispuesto a renunciar (¡todavía más!) a esa posibilidad
estratégico-programática con tal de entrar a formar parte del núcleo
ejecutivo del Estado y convertir así en realidad el objetivo último de
su núcleo dirigente: formar parte del mismo Estado. O, sencillamente,
también se trataría de reafirmar pedagógicamente la voluntad de
constituirse en partido autónomo, manteniendo el compromiso con el
programa y no subalternizado al PSOE. Es decir, sostener una lógica
tanto de impugnación general como de garantía de dique frente a las
derechas y frente a las políticas neoliberales y recentralizadoras,
vengan de donde vengan.
Pero esta opción no ha sido ni contemplada por una
dirección que ya solo contempla las conquistas y las reformas sociales
desde el Gobierno, obviando o minusvalorando las concesiones de programa
y de proyecto que supone el compromiso de gobierno con una fuerza como
el PSOE. En este sentido, incluso parece extraño que no se haya podido
incorporar al debate real (ni siquiera en la propuesta de referéndum
interno planteado por la dirección de Podemos) una opción como la de un
"gobierno a la portuguesa" en la que al tiempo que se acuerda un
programa mínimo de gobierno las opciones políticas a la izquierda del PS
mantienen su independencia y autonomía parlamentaria. En la práctica,
la política de "o gobierno de coalición o muerte" no solo ha reducido
las posibilidades existentes sino que ha obviado el balance de las
experiencias que esta fórmula ha deparado en diferentes contextos,
incluyendo el resultado de Podemos en Castilla La Mancha, por poner solo
un último ejemplo.
Pero asistimos también estas
semanas a una batalla real en ese duelo por el relato y más allá entre
PSOE y Podemos. Una batalla táctica que se ha vuelto compleja. Con la
mirada puesta sólo en formar parte del gobierno, la disputa se ha
configurado como una "negociación" de desgaste entre un PSOE que trata
de mantener su monopolio como la izquierda del Estado y un Podemos que
no renuncia a entrar en este juego. He aquí una paradoja: el PSOE
utiliza los mismos argumentos que usó la dirección de Podemos para
cargarse la pluralidad en el bloque del cambio: necesidad de cohesión,
monolitismo, negativa a repartir el poder. En su momento ya consideramos
gravísima esta actitud de la dirección de Podemos y, por lo tanto,
deberíamos considerar con la misma gravedad la forma en la que está
actuando el PSOE en este caso. Una actuación que muestra tanto su
obsesión monopolizadora del poder como un desfase entre su situación
parlamentaria real y sus deseos. De hecho, aunque consideremos que la
posición de Podemos es reflejo de su bancarrota estratégica, no debemos
dejar de denunciar el giro macronista-bonapartista que se esconde tras
la actitud arrogante de Pedro Sánchez y el PSOE. Un giro previsible
hacia el centro, tratando de gobernar con manos libres a izquierda y
derecha y aderezado con ocurrencias tan peligrosas como tratar de
reformar la constitución (el famoso articulo 99). Una medida esta que,
por ejemplo, anularía la capacidad de las fuerzas independentistas de
hacer valer su fuerza en las negociaciones de investidura.
Por
tanto (y de forma un poco provocadora): Aunque no estemos de acuerdo
con la orientación de Podemos en esta investidura, debemos ser capaces
de defender el derecho a Podemos a formar parte de un gobierno. Su
exclusión solo responde a una voluntad de sometimiento por parte del
PSOE y a su deseo de gobernar desde un centro que las derechas han
dejado vacío. Las apelaciones a los perfiles técnicos e independientes
no son sino un salvoconducto con cierto tufo tecnocrático y macronista,
tan del gusto últimamente del superviviente Sánchez.
Creemos
que es necesario seguir defendiendo posiciones y estrategias políticas
alternativas. Abrir otros caminos, explorar otras fórmulas de
construcción organizativa y de estrategia política. Lamentablemente,
estas posiciones han sido minorizadas y excluidas facilitando la
hegemonía de las propuestas gobernistas y restauradoras. Estas últimas
opciones han servido también, en la práctica, para reducir de forma
notable las expectativas y los anhelos transformadores de amplios
sectores sociales del pueblo de izquierdas. En el mientras tanto de la
plasmación real a escala estatal de estas ideas gobernistas, ¿qué
perspectivas puede ofrecer una izquierda que no se conforma con la
subalternidad de proyecto y programática respecto al PSOE? En nuestra
opinión, habría que preparar una estrategia de recomposición de un polo
transformador basándose en la realidad: La mayoría de la gente de
izquierdas, quiere un gobierno progresista frente a la derecha liderado
por el PSOE pero participado por otras fuerzas. Es parte constitutiva de
este final de ciclo y epílogo de un proceso transformista (que todavía
está por ver si es orgánico o coyuntural), tanto de los partidos como de
la base social que sostuvo el ciclo-pos-15M. En realidad, este
movimiento de desplazamiento de las posibilidades de cambio entraña una
posición paradójica y, a la postre, suicida: A medida que se aleja el
horizonte de transformación radical de la sociedad, también se aleja la
posibilidad de mejoras concretas. Pero así está la situación y es mejor
no contarse cuentos. Toca prepararse para la acción política, la
rearticulación con y desde los movimientos y no lamentarse por lo que
pudo haber sido y no fue. En ese sentido, si el gobierno progresista se
hace realidad, habrá que reconstruir el proyecto transformador en
tensión con él, a partir de las luchas y de las demandas que este
gobierno no va a ser capaz de hacer efectivas: la crisis territorial,
las reforma laborales, la ley mordaza, el cambio climático, la inversión
publica (que requiere de acabar con las leyes que imponen el techo de
gasto), la necesidad de una reforma fiscal, vivienda, etc. Temas que han
sido y siguen siendo clave, pero que ni el PSOE (por su naturaleza) ni
Unidas Podemos (por su oportunismo de entrar en el gobierno a cualquier
precio y el nivel de compromiso con el que anuncia que se mantendrá)
están dispuestos a abordar en serio, tal y como está demostrando una
negociación de investidura donde el programa es el elemento ausente de
la misma.
La paradoja de la coyuntura es que Unidas
Podemos está dando una batalla durísima en lo táctico contra el PSOE
para conformar un gobierno de coalición, y que si la gana, va a ser a
costa de renuncias estratégicas y programáticas. Lo fundamental no
debería pasar desapercibido: El PSOE va a ser siempre un freno a las
transformaciones profundas que nuestra sociedad necesita. Pase lo que
pase, tendremos que prepararnos para construir una fuerza social y
política capaz de llevar a cabo esas transformaciones. Estratégicamente,
estamos convencidos de que es un error que la izquierda trate de
cogobernar bajo las órdenes de un PSOE que se niega a pactar un programa
transformador. Pero está quedando clara otra cuestión: que el PSOE de
Pedro Sanchez tiene una concepción patrimonialista del poder muy poco
democrática y que prefiere gobernar con la derecha que mirar hacia la
izquierda.
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Y ahora unas cuestioncillas que me parecen necesarias en medio de ese destarifo generalizado para hacer potable el mejunje terminal de cualquier viso de lucidez y sentido de la responsabilidad.
¿Cómo se os ocurre invocar ahora la presencia del 15M en vuestros afanes, si vosotros mismos cooperásteis con el clan de Somosaguas, a dejar en el chasis la fuerza autogestora y sectorial de la ciudadanía, igual que habéis hecho con IU y los Verdes?
Recuerdo a Sergio Pascual, pobrecillo, al que apodamos Sergio Strogoff por ser el eficacísimo correo del zar, imponiendo por las tierras levantiscas los decretos imperiales con la amenaza de que si queríamos seguir siendo 15M en Podemos, Pablo se iría...dejándonos solitos y desolados con nuestra ignorancia y tontuna. Mejor dejarlo todo en sus hegemónicas manos todopoderosas y omniscientes, si en la cruda realidad nada ilusoria, los mindundis quincemistas que le habíamos hecho posible solo éramos abejitas obreras en su colmena, donde él reinaba como único zángano alfa a tutiplén. En realidad era transparente a tope al reducir la capacidad gestora de los círculos en globo. Sólo nos necesitaba como queroxeno para su vuelo al asalto celestial. Todo lo demás eran bagatelas insustanciales y transitorias. La realidad es implacable en su puñetero realismo, ya lo podéis comprobar en vivales y en directo.
¿Cómo no os enterásteis de la aniquilación de aquellos círculos asamblearios primigenios y sustancia fundante de Podemos que fueron solo el anzuelo para la pesca manipuladora del cabreo civil contra la barbarie estatal?
¿Cómo, siendo anticapis a tope, callásteis y tragásteis inexplicablemente ante la barrabasada del casoplón iglesio-monteril con referéndum plebiscitario ad hoc, que se cargaba de plano los principios éticos cuyo preborrador original sin corregir se hizo ley programática, y no dijistéis ni pío? ¿Qué decir sobre la inclusión de Tania Sanchez -exnovia del imperator- como diputada podemita, después de ser suspendida por IU como concejala de Rivas por admitir como lo más normal la concesión de un proyecto municipal a su hermano, mientras ella misma aseguraba que algo así no es corromperse sino pura transparencia? Y tenía razón, porque si algo tiene Podemos es transparencia, esta clarísimo que su ética ha desaparecido de todas todas, en el caso de que alguna vez haya estado presente, claro, y no considerada un signo de melindrismo tiquismiquis ante el poderío del especialista mayor del reino, capaz de hacer como nadie las mejores frituras de masas convertidas en churros.
¿Cómo no pusistéis en claro ya en 2015/16, en ese democrático Podemos módelico y maravilloso la nulidad e incapacidad psicoemocional del cheff a la hora de pisar el suelo, si una vez dinamitada, gracias a la ya recurrente y emblemática imprudencia de Iglesias y sus antológicas meteduras de pata se reventó cualquier posibilidad de entendimiento en la izquierda, dejando al pp gobernar otra vez ya sin mayoría? Hizo lo mismo que está haciendo ahora: presionar, retorcer e impedir que nadie de la izquierda pueda acceder al gobierno si no es él el que lo permite y controla. El resultado de esa torpe y egocéntrica actitud es el mismo de ahora: con el riesgo de que habiendo ganado las elecciones la izquierda acabe gobernando la derechona. Como ha pasado en Andalucía, en el Ayuntamiento de Madrid y va a pasar en La Rioja.
Está claro, que si Iglesias y "su" Podemos están aun cagándola sin parar, en momentos cruciales, los anticapis tenéis una gran responsabilidad en semejante fiasco, porque vuestra incapacidad para resolver este cubo de Rubik político y social es evidente, si aun apoyais a un incompetente muy listo, muy liante, muy confuso y muy teórico, muy retórico, pero inútil y lo inútil en los peores momentos puede ser letal, sin duda. Que vuestro ciego ideologismo os impida ver los problemas reales y no relacioneis causas y efectos tan evidentes, es muy triste, muy grave y demuestra lo lejos que estáis del pueblo llano que en definitiva es el que vota.
La investidura será un fiasco. Pero os queda un mes y medio para dar un giro limpio y proponer un cambio, en el que vosotros, anticapis, IU, Equo y el 15M , sin el peso muerto de un Podemos autoliquidado por sus propios inventores, tomeis el relevo de la izquierda y la hagáis real. En ese caso hasta contaríais con las bases de izquierda socialista, que tampoco quiere más Pedro Sánchez, ni más Susana Díaz, pero no encuentra otra cosa mejor y no confía tampoco en el destarifo podemita, por eso eligen el mal menor sin poder evitarlo. Y tendremos más de lo mismo si no lo evitais, rompiendo ese círculo de tiza hegemonista e ilusorio, muy chuli y divertido como un juego on line, pero fatal para la población española que necesita gestores éticos, responsables y más humanos que partidócratas, fanáticos y fascistas. Ojo, repito una vez más, que el fascismo no es ideología, es comportamiento cerril e inabordable por la razón y el conocimiento y plagado de hechos sin conciencia, en donde más que la finalidad del bien común, cuenta el egocentrismo compartido de salirse con la suya, aunque eso se cargue la democracia, los mejores logros, las libertades, los derechos, la igualdad y, en los casos más desmadrados y perversos, hasta a las mismas personas. Recordad que a Hitler, Mussolini, Franco y a Stalin les igualó el mismo terror, las mismas justificaciones enloquecidas, la misma represión y la misma maldad. No importa el color ni el acento del verdugo, sino las vidas y el bien que masacran en nombre de sus prejuicios y dogmas inamovibles.
Primero las personas, el bien común, derechos, deberes y el Planeta como Madre Naturaleza, luego las ideas, leyes, religiones, usos y costumbres, que hagan de la vida de todos un proyecto digno de ser valorado y compartido. Luego, si eso, los viedojuegos del poder ilusorio para adolescentes treintañeros y cuarentones. Sin que ello implique el convencimiento estrafalario de que la vida y la política son series Netflix.
Lo dicho, hermanas y hermanos, tenéis la responsabilidad de aparcar fijaciones y manías preconcebidas, para hacer posible el bien común. Si no sois capaces de ello, dedicaros a otros empeños y dejad la política para quienes no se sienten políticos profesionales sino solo servidores del pueblo, atentos a sus necesidades prioritarias y al crecimiento en limpio y sano de la conciencia colectiva. Los partidos por sí mismos son solo el brik del contenido humano. Si el brik se rompe hay que cambiarlo para que el contenido no se pierda. Podemos se ha roto. Hay que aceptarlo. Os toca, si queréis, fabricar un envase nuevo, más seguro e higiénico, en el que el contenido no se infravalore dentro del brik y el brik sepa valorar y respetar al contenido, que es su razón de ser. No os enamoréis narcisamente de las siglas, enamoraros de la responsabilidad, de la democracia que consulta los valores y decisiones trascendentes y de las mejores capacidades para el diálogo y la escucha. Y practicad esa energía que enriquece y libera. Todas y todos os lo agradeceremos en las urnas especialmente. Pero ese merecimiento hay que ganárselo a pulso, no con publicidad y sermones sin aterrizar, o que cuando aterrizan son bombas de relojería.
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