Pablo Iglesias es de los nuestros
No se me ocurre nada más disolvente para la dignidad de un Estado de Derecho que la existencia de una cloaca policial ocupada en destruir partidos políticos legales por razones de presunto patriotismo
Hemos perdido el sentido común democrático si dejamos que un escándalo de la gravedad del espionaje a Pablo Iglesias, con elaboración de pruebas falsas incluido, se diluya como un asunto informativo más, de esos que caducan en unos días. No se me ocurre nada más disolvente para la dignidad de un Estado de Derecho que la existencia de una cloaca policial ocupada en destruir partidos políticos legales por razones de presunto patriotismo y con dinero de todos los españoles. Ya ocurrió con el soberanismo catalán. Marlaska aseguró ayer que esta mafia policial ya no existe, que Interior está totalmente limpio. Confiamos en que sea así.
Como la instrucción de esta pieza separada del caso Villarejo está bajo secreto de sumario, no cabe esperar un goteo noticioso día a día que nos mantenga despiertos, pero es muy alarmante la débil reacción del Gobierno y de los demás partidos ante un caso que hubiera merecido una respuesta de la máxima contundencia junto a la exigencia de clarificación absoluta hasta el primer nivel de responsabilidad en policías, en mandos y en autoridades políticas. También los medios debemos reclamar esa claridad, incluyendo la que afecte a complicidades con periodistas, si las hay, que tal parece.
Sería terrible que nos enfrentáramos a esta indignidad, propia de regímenes totalitarios, con la mirada liliputiense con la que durante años observamos la corrupción: por afinidades ideológicas y clanes, justicieros o indiferentes en función de los colores de los corruptos. Si somos demócratas, entenderemos que, aunque estemos en campaña y resulte inimaginable estar de acuerdo en algo, aquí no hay Iglesias, ni Sánchez, ni Casado, ni Rivera, que en una cacería así que enfanga la democracia sólo se puede estar en un bando y que Pablo Iglesias es de los nuestros.
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Veamos: ¿qué Pablo Iglesias es uno de los nuestros? Por supuesto, que como cualquier ciudadano espiado y acosado por una cloaca estatal, Pablo Iglesias es un atropellado más por el ppoder de la miseria político-partidista que nos machaca en cuanto puede como estado ilegítimo y manipulador de vidas, derechos y haciendas, sin lugar a dudas. Pero además hay otro Pablo Iglesias que no es de los nuestros: el que no sabe por donde anda y metido en camisa de once varas se ampara en su condición de acosado para redimirse públicamente de sus desastres como político representante de unos cuantos millones de votantes, tres años después del montaje del acoso del que no dijeron nada en su momento, aunque el hecho del robo del móvil de la compañera que tenía grabados en él todos los movimientos ocultos de Podemos fuese entonces tan éticamente repugnante y reprobable como ahora, y haya sido usado por seres absolutamente deleznables para cargarse un partido político que intenta cambiar los derroteros de la política estatal, hecha una verdadera basura. Así se percibe. Pero eso no significa que sea solo la verdad y toda la verdad lo que estamos percibiendo.
Este episodio, que ya era del dominio público desde que aparecieron en los medios por denuncias de los propios funcionarios del Ministerio del Interior, en las que Fernández Díaz y Cossidó nos pusieron al día de las indecencias más repulsivas que eran capaces de pergeñar para que ningún partido político superase al pp y le arrebatase el chollo del siglo, más las grabaciones putrefactas de Villarejo, para completar el cuadro, debería hacernos conscientes de la nula importancia que tiene la ética para una formación política que solo busca votos por encima de cualquier cosa sin importarle un bledo si es moral o no lo que está en el candelero: jugar con la adhesión de la ciudadanía usando en plan víctima los acontecimientos más nefastos y así anular en lo posible la mala experiencia que el hegemonismo iglesista lleva en la mochila de su visión siempre reducida y condicionada por el juego de tronos con que acostumbra a jugar con todo y especialmente con quienes confían en ese pastiche y les votan aunque sea con la nariz tapada, con tal de que no gane el trifachito.
No sé, amigo Iñaki, a qué te refieres con lo de "los nuestros". Para muchísimos votantes no pueden ser de "los nuestros" quienes pretenden abanderar la causa de los oprimidos, desahuciados y estafados, olvidados y socialmente apaleados, y estando en ello, se van a vivir a una urbanización de luxe, metiéndose a clientes de hipoteca bancaria por un casoplón que se irá pagando con unos sueldos sacados de los impuestos de esos votantes cada vez más empobrecidos, viviendo en wonderland tan ricamente, mientras la realidad política que pretenden arreglar, está a años luz de ese lugar maravilloso, al que indudablemente Iglesias y su familia tienen todo el derecho del mundo, pero, en su caso, también el deber de responsabilizarse de lo que vociferan para seducir a los desgraciados que les votan creyendo en su honestidad y en esa coherencia ejemplar que exigen a los demás comparsas de ficción teatral-parlamentaria.
Si este señor y su organigrama ejecutor de cambios interestelares con su ametralladora verborreica, han sido capaces de no denunciar durante tres años ese atropello asqueroso de las cloacas contra Podemos, y de usarlo ahora en plan comodín de su eterno ajedrez político cuando les beneficia la jugada, lo que demuestran el personaje y su entorno es una total carencia de fundamentos éticos, que explica por qué hace un tiempo, siendo profesor en la Facultad de Políticas, hizo un video que anda por You Tube en el que defiende como un logro de la democracia en USA, el hecho de que cualquiera se pueda comprar armas y libremente utilizarlas, sin que vea relación alguna entre ese "don" de la democracia y los asesinatos cada dos por tres en donde a cualquier tarado se le ocurra montar una masacre a la medida de su tara psiquiátrica terminator. Como por desgracia es tan frecuente en los EEUU. O no tiene principios o no tiene conciencia. O tal vez adolezca de ambas.
Desde luego la jugada le ha salido redonda. Con sus manejos estratégicos ha conseguido que toda la atención mediática y los impulsos más espontáneos y emocionales se vuelquen en él en plan masivo y le hagan la colada de toda la ropa sucia que amontona la trayectoria de Podemos con su mesías al frente. Iglesias debería haber sido militar en plan Napoleón. Eclesiástico con aspiraciones al mando absoluto. Director de un bufete de abogados de casos imposibles que él resolvería como coser y cantar. O creador de juegos on line. Es un estratega maquiavélico nato, no cabe la menor duda, y un producto de primera en la factoría global de la liquidación-liquidez según Baumann y Fraskito. Y con la brillante ventaja de que al carecer de filtros éticos puede con lo que le echen. Su vis escénica le permite alcanzar niveles demoledores de cualquier cosa por imposible que parezca. Deja en mantillas a cualquier sofista clásico. Protágoras y Gorgias resultan unos ñoños mojigatos, unos tiquismiquis desnortados, frente a ese genio del oportunismo ya casi más en modo Uri Geler y David Coppefielf que Talleyrand o Richelieu.
El único inconveniente más peliagudo es que en el mundo que necesitamos regenerar y cambiar, ese paradigma tan moralmente ecléctico, no va a tener ningún futuro, más bien es un estorbo, por la saturación del prototipo, que está resultando un verdadero entuerto para lo que se pretende conseguir: el cambio de conciencia a base de desarrollar valores éticos y democráticos para que la igualdad y la justicia no sean un cuento chino. Pero ese proceso es imposible cuando la conciencia está missing absolutely y en su lugar solo hay un ego listísimo y tan descomunal como la Catedral de Colonia.
Por eso, tal y como andamos en España a día de hoy es fundamental que los medios no olviden un antiguo adagio: no es oro todo lo que reluce, aunque a veces lo parezca, debido a los reflejos luminosos ajenos al material, que suelen producir distorsiones en la percepción del observador.
Y no, ni de coña, la culpa del bajón de Podemos no fue de las cloacas, ni de Venezuela ni de Irán. Cuando la cosa comenzó a caer en picado a ojos vistas, la mano larga y negra del ángel Marcelo aún no había robado el móvil en cuestión. Pero Podemos ya se había cargado los círculos antes de estrenarse como oposición, secuestrado a las mareas y abducido a IU para, se supone que sin caer en la cuenta, hacerle al IBEX35 la mejor campaña electoral de la historia, una campaña que lleva cuatro años sin parar. Un verdadero campañazo.
Que tanto matojo escandalizado, con su crecimiento tan invasivo como estrepitoso, no nos impida ver los árboles del bosque. Que volver a tropezarnos una vez más, con las cloacas del estado y que el pp sea una mafia, ya sin duda algo más que evidente, no nos quite la lucidez, por favor, y no nos haga comulgar con ruedas de molino una vez más para atribuir al estorbo la cualidad de útil y beneficioso, ni para hacerle cirugía plástica a lo más feo y venderlo como bonito y presentable.
Utilizar la mierda para ganar a los enmierdados, es enmierdarse igualmente. El fidback de la cloaca. Será muy útil para ganar basuras, pero es repugnante, rebrobable y contrapoducente para cambiar la sociedad de la que tanto nos quejamos. Un error más actualizado no borra la gravedad de los errores pasados y sin solucionar, sino que la aumenta. Los mejores fines se degradan y fenecen cuando los medios son tóxicos y degradados. No lo olvidemos.
Que tanto matojo escandalizado, con su crecimiento tan invasivo como estrepitoso, no nos impida ver los árboles del bosque. Que volver a tropezarnos una vez más, con las cloacas del estado y que el pp sea una mafia, ya sin duda algo más que evidente, no nos quite la lucidez, por favor, y no nos haga comulgar con ruedas de molino una vez más para atribuir al estorbo la cualidad de útil y beneficioso, ni para hacerle cirugía plástica a lo más feo y venderlo como bonito y presentable.
Utilizar la mierda para ganar a los enmierdados, es enmierdarse igualmente. El fidback de la cloaca. Será muy útil para ganar basuras, pero es repugnante, rebrobable y contrapoducente para cambiar la sociedad de la que tanto nos quejamos. Un error más actualizado no borra la gravedad de los errores pasados y sin solucionar, sino que la aumenta. Los mejores fines se degradan y fenecen cuando los medios son tóxicos y degradados. No lo olvidemos.
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