El fin de la complicidad
El PP ha podido gobernar gracias a una complicidad delictiva extraordinariamente extendida en el espacio y en el tiempo
La democracia española no ha tenido que recuperarse de la agresión de Batasuna. La democracia española sí va a tener que recuperarse de la agresión continuada del que ha sido su partido de gobierno durante muchos años
La democracia española no ha tenido que recuperarse de la agresión de Batasuna. La democracia española sí va a tener que recuperarse de la agresión continuada del que ha sido su partido de gobierno durante muchos años
Mariano Rajoy no hubiera
podido permanecer en la presidencia del Gobierno tras su investidura a
finales de diciembre de 2011 sin la complicidad de Luis Bárcenas. En el
mes de enero de 2012 la justicia suiza ya puso a disposición de la
justicia española la información sobre las cuentas de Luis Bárcenas en
el país helvético. Sin el recurso de Luis Bárcenas contra la decisión
judicial de primera instancia, que retrasó más de dos años la entrega de
dicha información, Mariano Rajoy no hubiera podido asentarse como
presidente del Gobierno.
Más o menos lo mismo cabe
decir respecto de Francisco Correa, que parece que estuvo considerando
la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo con el Ministerio
Fiscal, que al final no se concretó durante la fase de instrucción y que
se ha intentado alcanzar en el momento del juicio que todavía está
desarrollándose en la Audiencia Nacional. Sin la complicidad de
Francisco Correa durante todos los años iniciales de su mandato como
presidente del Gobierno, hubiera sido prácticamente imposible que
Mariano Rajoy se hubiera mantenido como tal.
Francisco Camps no hubiera podido mantenerse al frente
de la Generalitat valenciana sin la complicidad de Juan Costa y de los
empresarios que financiaron irregularmente al PP y que han mantenido
oculta dicha financiación hasta estos últimos meses.
Y
Esperanza Aguirre no hubiera podido ser presidenta de la Comunidad de
Madrid sin el “tamayazo” y sin la complicidad, por tanto, de aquellos
que lo ejecutaron, que no sabemos quiénes fueron, entre otras razones,
porque el frente de la Fiscalía General del Estado estaba en aquel
momento Jesús Cardenal, que se encargó de que el tema no se
investigara. Gracias a ese acto de corrupción inicial Miguel Blesa
siguió al frente de Caja Madrid, Ignacio González estuvo al frente del
Canal de Isabel II y un largo etcétera. La complicidad de todos ellos es
lo que ha dificultado la investigación de las prácticas delictivas, que
finalmente está saliendo a la luz.
El PP ha podido
gobernar gracias a una complicidad delictiva extraordinariamente
extendida en el espacio y en el tiempo. Esta complicidad ha permitido
que quienes ocupaban los lugares más elevados en la organización hayan
podido escapar durante muchos años a la acción de la justicia y se hayan
podido mantener en el ejercicio del poder.
A esta
complicidad es a la que se está poniendo fin. Aunque está costando mucho
trabajo llegar hasta la cúspide, se está llegando. En Valencia se
avanza claramente en esa dirección y no parece que esté lejano el
momento de la imputación de Francisco Camps. En Madrid ya se ha llegado a
Ignacio González y tampoco parece que esté lejos la imputación de los
dos anteriores presidentes, Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre. Y
queda por ver cuánto tiempo queda para que la marea llegue hasta
Mariano Rajoy.
La estrategia de la complicidad le ha
permitido al PP resistir durante bastantes años, pero a costa de que la
corrupción haya corroído al partido hasta convertirlo en una
organización política inviable. Para el PP, y por extensión para la
derecha española, el problema no es ya la continuidad de Mariano Rajoy,
sino la continuidad del PP como opción política. La estrategia de una
complicidad delictiva tan prolongada y tan extensa ha condenado las
siglas PP, que no va a poder continuar siendo las siglas definitivas de
representación de la derecha española. El PP está condenado a
desaparecer.
En realidad, el PP no está suspendido o
disuelto como partido político porque la Fiscalía General del Estado no
está cumpliendo con la misión que tiene constitucionalmente encomendada.
La Constitución dice categóricamente que “las asociaciones que persigan
fines o utilicen medios tipificado como delitos son ilegales” (art.
22.2 CE). Y los indicios de que el PP ha perseguido fines y ha utilizado
medios tipificados como delitos son en este momento abrumadores.
¿Por qué no ha puesto en marcha ya una investigación la Fiscalía
General del Estado? ¿Por qué no ha coordinado una investigación sobre
las prácticas delictivas extendidas por todo el territorio del Estado?
Dada la condición de partido de gobierno del Estado y de numerosas
comunidades autónomas y municipios, y el daño que de esa indiciaria
actividad delictiva podía derivarse para la democracia española, la
investigación era obligada. El daño que le está haciendo el PP a la
democracia española es muy superior al que hizo Batasuna. La agresión de
Batasuna ha fortalecido el sistema político español, que ha sido capaz
de poner fin al terrorismo sin tener que suspender la vigencia de la
Constitución en ningún momento. La agresión del PP es una agresión
soterrada y espuria, que está minando el proceso de formación de la
voluntad general mediante el ejercicio del derecho del sufragio y el
funcionamiento regular de las instituciones del Estado, entendiendo por
tal también las comunidades autónomas y municipios.
La democracia española no ha tenido que recuperarse de la agresión de
Batasuna. La democracia española sí va a tener que recuperarse de la
agresión continuada del que ha sido su partido de gobierno durante
muchos años. Todavía nos queda por ver cómo consigue hacerlo. La
Fiscalía General del Estado debería haber intervenido antes de que la
inundación se extendiera de la forma en que lo ha hecho.
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Está muy claro que ha sido la complicidad interna la primera causa de que el pp haya gobernado y siga gobernando a día de hoy contra viento y marea, y sobre todo contra la ciudadanía. Pero también es necesario para curar esa enfermedad repugnante y al parecer ya endémica en las Españas, reconocer, asumir y aclarar, además, que esa complicidad entre peperos se habría revelado como delito gravísimo por corrupción general y abuso de poder con prevaricación, cohecho y hasta con incapacitación para estar en las instituciones del estado ejerciendo ningún tipo de responsabilidad, si no existiera en paralelo otro aspecto fatal de la complicidad, más preocupante aún que el tinglado peperil, una complicidad contra natura: se trata de la cooperación negligente y precaria con la moral pública y privada, y/o seguramente interesada en cultivar de soslayo la misma dinámica biparty por parte del Psoe, que se ha hecho el loco en todo desde el principio, que ha consentido la politización descarada del Poder Judicial y el ninguneo del poder Legislativo, y que para poder ser reconocido como el líder únivoco y equívoco de la cochambre opositora, ha despreciado y bloqueado por sistema al resto de la izquierda, haciendo un daño irreparable al país entero por seguir asegurando -y mintiendo- que el Psoe es la única izquierda seria y fiable en medio de la hecatombe social e institucional, en vez de unirse a inicativas mejores que las s suyas y cooperar con iniciativas mucho más lúcidas, decentes y útiles al bien común que la fosilización de una política, no ya fuera de onda, sino descaramente nociva para los pueblos ibéricos. Al haber perdido, además los cuatro puntos cardinales, hasta los más elementales referentes éticos.
La última confirmación del susodicho mejunje la tenemos hoy mismo en las declaraciones de Felipe González para el que la corrupción es peccata minuta, vamos, ppelillos a la mar: un simple descuido inofensivo que tampoco es para tanto...XD!
Felipe González cree que no hay un fenómeno de corrupción política, sino "un descuido generalizado"
En fin, ¿qué pensar y creer al respecto, cuando ellos mismos cantan La Traviata en steréo y confirman las peores hipótesis con cada vez más caótico cinismo y alucinante ceguera? ¿'Comprenderles' en sus debilidades rentabilísimas y seguir pasándoles la mano por el lomo como si fuesen mascotas entrañables? ¿Hacer como que no nos enteramos para no empeorar el escenario de lo que ya se encarga de empeorarse a sí mismo de día en día? ¿Pasar al papel de actores y actrices invitadas o de claque aplaudidora por inexplicable fidelidad al truño emocional rutinario, o de público que sale del teatro sin haber comprendido ni mijita el mensaje de la representación? Cualquier rol de esa laya nos acabará triturando como estado y país de países, y manteniéndonos vegetando en el corral esperando al Godot del matadero sociopolítico, como ya viene siendo lo "normal" en la pesadilla de la historia tan patria y tan poco matria.
Felipe González cree que no hay un fenómeno de corrupción política, sino "un descuido generalizado"
EUROPA PRESS
- MADRID
En fin, ¿qué pensar y creer al respecto, cuando ellos mismos cantan La Traviata en steréo y confirman las peores hipótesis con cada vez más caótico cinismo y alucinante ceguera? ¿'Comprenderles' en sus debilidades rentabilísimas y seguir pasándoles la mano por el lomo como si fuesen mascotas entrañables? ¿Hacer como que no nos enteramos para no empeorar el escenario de lo que ya se encarga de empeorarse a sí mismo de día en día? ¿Pasar al papel de actores y actrices invitadas o de claque aplaudidora por inexplicable fidelidad al truño emocional rutinario, o de público que sale del teatro sin haber comprendido ni mijita el mensaje de la representación? Cualquier rol de esa laya nos acabará triturando como estado y país de países, y manteniéndonos vegetando en el corral esperando al Godot del matadero sociopolítico, como ya viene siendo lo "normal" en la pesadilla de la historia tan patria y tan poco matria.
En tiempos de indecencia generalizada la verdad es revolucionaria, -repetiría ahora Orwell- y dejarla al ralentí no sólo no ayuda a mejorar las cosas, es que nos liquida como especie humana y nos reduce a meros objetos manipulables, consumistas consumidos y decorativos comparsas en el escenario del caos, en la dinámica(¿!) paralizadora del shock constante, como define Naomi Klein este modo de maltrato colectivo por parte de los poderes y de los propagadores y fabricantes del consentimiento que denuncia Noam Chomsky sin pelos en las letras ni en las ideas.
Lo han dejado clarísimo. Vamos, con fecha de hoy, esto es lo único claro y transparente que hay en el Psoe. Se cambia la percha, pero el género que se cuelga es el mismo de siempre. Igual que el armario en que se guarda. Ains!
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