El Ayuntamiento de Elche (Alicante) se ha propuesto paliar el drama de cientos de familias sin recursos que no pueden acceder a una vivienda al actual precio de mercado, mientras que existen cientos de casas vacías en la ciudad. Bajo esta premisa, ha lanzando una campaña para captar viviendas particulares y poder gestionar su alquiler a precios asequibles para familias en situación de riesgo o exclusión social. Una forma de alquiler que pretende impulsar a través de una "bolsa solidaria de viviendas" que la Oficina Municipal de la Vivienda Social (OMVS) intenta ampliar.
El alquiler se ha consolidado como un mercado al alza en las grandes ciudades del país, en las capitales de provincia y, también, en las localidades costeras. Un precio que no ha dejado de crecer desde hace más de un año y que ha puesto en entredicho, una vez más, que la vivienda sea un derecho en lugar de un negocio.
Ante este panorama, al trabajo la OMVS de los últimos dos años, Elche ha añadido esta campaña que busca, por un lado, poner casas vacías a disposición de familias sin recursos y, por otro, dar confianza a los propietarios. Para ello, pone a la Administración como garante ante posibles impagos. "Pretendemos que si el ciudadano tiene una vivienda deshabitada pueda alquilarla a personas vulnerables por un precio adaptado a sus ingresos, siempre sabiendo que la administración está detrás, con la mediación del Ayuntamiento", explican fuentes del Consistorio.
Recuerdan que la mayoría de los desahucios actuales se producen por impago de alquiler, lo que produce desconfianza en los dueños de casas vacías. Ante esta situación, la ciudad ofrece servicios y garantías para el propietario de forma gratuita. Entre ellas, la mediación entre propietario e inquilino, la realización del contrato de alquiler y seguimiento del mismo y seguros gratuitos durante el primer año de alquiler ante casos de impago.

Garantías ante impagos de alquiler

Además, recuerdan, muchos de estos alquileres estarían subvencionados por el Ayuntamiento a través de su programa de ayudas al pago del alquiler para familias vulnerables. "Ayudamos a decenas de familias a pagar parte o todo el alquiler con una prestación de entorno a 300 euros al mes", precisan fuentes del Ayuntamiento. Ése es el precio aproximado que quieren fijar en los alquileres de esta bolsa solidaria de viviendas", explican, por lo que en muchos casos, el pagador sería el propio Ayuntamiento.
Para conseguir que los propietarios alquilen su casa vacía de este modo, el Ayuntamiento ha lanzado una campaña para sensibilizar a los propietarios y que ha llamado silencio incómodo. "Es el silencio de sale de las casas vacías mientras muchas personas no tienen casa", argumentan. Se trata de un documental en el que narran la historia real de tres familias al límite, a punto de perder sus casas por no poder hacer frente a los "desorbitados precios de la vivienda", señalan.
"Si los propietarios ponen a nuestra disposición sus viviendas vacías, mucha gente puede salir beneficiada. Por eso hemos lanzado esta campaña, para intentar que la gente vea que estas personas en situación de emergencia, que no tienen forma de acceder a un piso o que están a punto de perderlo son personas normales. Gente que está en una situación que le podría pasar a cualquiera", enfatiza el Ayuntamiento. 
Ellos son Tamara y José,  dos jóvenes gitanos con cinco hijos a su cargo. Sobreviven con lo poco que pueden ganar de la venta ambulante en un mercadillo. Un par de días a la semana en un puesto que ni siquiera es suyo. Ante el impago, el banco han iniciado los trámites de desahucio.
También está la historia de José Javier, uno de tantos albañiles con más de 55 años "que lo apostó todo para subirse al boom del ladrillo". Dejó su trabajo de toda la vida para ganar mucho más dinero en la construcción. Pero la bubuja del ladrilló explotó, y el golpe fue mayor para los trabajadores, que se había endeudado debido a la vacía seguridad de sus grandes salarios. Javier, con dos hijos, perdió su casa, su coche... y ahora vive en una vivienda de Cáritas con un futuro lleno de incertidumbre.
Érika Carpio es la protagonista del tercer corto. Una de tantas familias migrantes que vino de Ecuador en busca de una vida mejor y cumplir sus sueños, pero... y que acabó siendo engañada por los bancos y en pocas semanas será desahuciada.
Según apuntan fuentes del consistorio, ésta es sólo una iniciativa que se suma a otras ya puestas en marcha, como la mediación entre inquilinos y entidades financiares, la negociación para regularizar los casos de ocupaciones de viviendas particulares y otras. Según apuntan, está previsto que pronto empiece a funcionar un convenio entre el Ayuntamiento y la Sareb (el banco malo que aglutinó los activos tóxicos del ladrillo propiedad de los bancos) para sacar al mercado del alquiler social varias viviendas en la ciudad. "Aunque los desahucios ya casi no salgan en los medio, queremos seguir profundizando y probando con nuevas fórmulas para hacer de la vivienda un bien asequible", dice el Consistorio.

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Un asunto por definir respecto a esta noticia:

¿Se busca "emocionar" o concienciar a quienes disponen de viviendas vacías para que el Ayuntamiento de Elche pueda establecer un régimen municipal de alquiler social que ayude a recuperar su dignidad cívica a personas y familias sin hogar ni recursos? 

'Emocionar' es un término muy ambiguo y demagogo para  un tema tan duro de asumir  y tan dramático. Ya está bien de que en este país todo funcione desde lo emocional, desde el cabreo y/o la apatía resignada y el silencio cómplice, y sin gota de discernimiento inteligente. Tenemos que pasar de ser la tierra de la lástima y la limosna a ser la tierra de la justicia solidaria,  de los derechos humanos reconocidos en la práctica y no sólo en los renglones de una Constitución que se airea para reclamar e imponer poderes territoriales, legislativos y administrativos pero se ningunea y desprecia cuando se trata de la igualdad, los derechos y las libertades de la ciudadanía, que es mero vasallaje indecente como felpudo de los que mangonean todo sin pizca de conciencia pero  con toneladas de cinismo. 

Nos sobran emociones estériles y nos faltan argumentos serios y consistentes, como por ejemplo, informar a la gente de que la solidaridad y la justicia no son cosa  de Caritas ni de la Parroquia ni de la emoción, sino del Estado de Derecho y de la ética más elemental, y que para eso se pagan impuestos, para que no tengamos a nuestros vecinos sin techo, sin luz, sin gas o sin comida ni abrigo ni atención sanitaria, mientras somos dueños de viviendas vacías que sólo producen gastos.
La cooperación es riqueza y bienestar para todos: para el lugar donde se convive, para quien tiene la casa cerrada y pagando impuestos porque no se la alquila ni se la compra nadie y con el alquiler municipal puede alquilarse y cobrar por ello, aunque sean 300 €, al menos se cubren gastos y sobre todo se obtiene el resultado del bien estar personal sintiéndose útiles cooperando  en el bien común, de ser pioneros en los valores del nuevo tiempo, de ser un motor para implementar una humanización de la convivencia y tener la alegría y el privilegio de ser corresponsables en mejorar la vida de todos ,en el cambio social que  necesitamos para sobrevivir como especie trabajando juntos como inteligencia colectiva, una energía imprescindible para superar el estado de demolición en que nos estamos hundiendo.

Menos manipular las  emociones y más inteligentes soluciones.