Por qué la cadena perpetua es demagógica, innecesaria y cruel
Ignacio Escolar
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1. No existe en España
un problema de violencia criminal, por mucho que el gusto de algunos
medios por la sangre y los sucesos pueda pintar otra realidad. La tasa
española de homicidios está entre las más bajas del mundo. Es la segunda
mejor de toda Europa: la mitad que en Francia, diez veces inferior a la
de Estados Unidos y cien veces menos que en Honduras o Venezuela, por comparar.
Es más fácil ganar el gordo de la Lotería –uno entre 100.000– que ser
víctima de un asesinato en España –0,63 por cada 100.000–.
2. Hay pocos asesinatos porque también hay poco crimen en general. La
tasa de criminalidad lleva años bajando y España está entre los países
más seguros de Europa, como el propio Ministerio del Interior tiende
siempre a resaltar.
El esfuerzo diario de las Fuerzas de Seguridad y vuestra esencial colaboración lo hacen posible GRACIAS #VivirSeguro pic.twitter.com/jOgLNiMaAP— Ministerio Interior (@interiorgob) 20 de septiembre de 2015
3. Sin muchos asesinatos, sin muchos delitos graves, España sin embargo
está entre los países con más presos por población de toda Europa
occidental. ¿La razón? Que nuestro Código Penal es cualquier cosa menos
laxo. Que las leyes son duras y, a iguales delitos, en España las
condenas duran siempre mucho más. El tiempo medio de estancia en prisión
se ha duplicado en las últimas dos décadas. Son 18 meses, casi el doble
que la media de la UE.
4. La cadena perpetua salió
del Código Penal español en 1928, durante la dictadura de Primo Rivera.
La recuperó en 2015 la mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Es un mal
eufemismo llamarla “prisión permanente revisable”. A diferencia de lo
que ocurre en otros países europeos, en España la prisión es permanente
por defecto; tras los primeros 25 años de condena, el preso seguirá
encarcelado como norma, no como excepción. Lo mismo que la cadena
perpetua española de los tiempos de Fernando VII, que también permitía
el indulto a partir de los 30 años de prisión.
5.
Antes de que el PP aprobase la cadena perpetua, España ya contaba con
algunas de las condenas más duras de la UE. Desde 2003, la pena máxima
ya estaba en 40 años de cumplimiento efectivo en prisión. Si alguien
cree que esto es poco, simplemente no sabe sumar. Alguien que entra en
prisión con 20 años saldrá con 60, la salud destrozada y la vida
perdida. Alguien que tenga más de 45, simplemente no saldrá.
6. Cuarenta años es una condena que duplica muchas cadenas perpetuas
europeas. En Alemania, la cadena perpetua se revisa a los 15 años de
prisión y dura de media 19 años. En Francia, 20 años. En Reino Unido, 14
años. En España, la primera revisión se hará a los 25 años. Será una
cadena perpetua medieval.
7. La cadena perpetua es
ineficaz, además de injusta. No hay relación entre condenas más duras y
una mayor seguridad. El endurecimiento de las penas no sirve para
prevenir los delitos más graves. No hay un solo asesinato que se vaya a
evitar porque el criminal se enfrente a una sentencia mayor, como
demuestran también las estadísticas de aquellos países que aplican la
pena de muerte –y que no son, ni mucho menos, los más seguros donde
vivir–.
8. “Es difícil imaginar un castigo más cruel
que la cadena perpetua, que es condenar a alguien a vivir sin horizonte,
sin esperanza, sin futuro. Para muchas personas es un castigo más
despiadado que la muerte”. Lo explica la ex directora general de
Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo en un artículo de hace tres años que hoy sigue de plena actualidad.
La cadena perpetua no hace la sociedad más segura, pero sin duda hace
de nosotros una sociedad peor, donde la venganza y la justicia se
confunden; la ley del Talión.
9. También hace aún más
inseguras las cárceles. ¿Cómo tratar a unos presos que ya no tienen
nada que perder? ¿Qué incentivos tendrá el Gobierno para cumplir con ese
mandato constitucional que dice que el objetivo de la cárcel es la
reinserción?
10. Que el Gobierno plantee ahora
endurecer una cadena perpetua que ya está en vigor solo se explica por
el oportunismo político de Mariano Rajoy, su debilidad parlamentaria y
su rivalidad con Ciudadanos. Un cortoplacismo de hoy que legisla en
caliente sobre lo que pasará como pronto en 2043, dentro de 25 años,
cuando alguien que hoy cometa un crimen tal vez pueda salir en libertad.
Todo ello para tapar que el PP se la ha pegado en las catalanas, está
cayendo en las encuestas y está podrido de corrupción.
11. Es un falso dilema. No hay que elegir entre los derechos humanos y
las víctimas. No es incompatible la reinserción con la seguridad. Una
ley más dura no nos protegerá frente a la irracionalidad, el fanatismo o
los trastornos de personalidad. La cadena perpetua, ya en vigor, no
sirvió para evitar el asesinato de Diana Quer. Tampoco evitará el
siguiente crimen que nos horrorizará.
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