Es un escándalo
Elisa Beni
España está a 8 décimas
de despeñarse hacia el pelotón de democracias imperfectas. Los datos
sobre nuestra calidad democrática lucidos por Felipe VI en Davos se han
desplomado debido a la reacción y tratamiento dado a la crisis catalana.
No vale desprestigiar al mensajero -The Economist Intelligence Unit-
porque como queda dicho, hasta al Rey le parecía muy ecuánime cuando
nuestra nota molaba. Cuando aún gobernaban los socialistas en 2008
nuestra calidad democrática era de 8,48 puntos, muy cerca de la alemana.
Esto es lo que realmente nos importa a muchos de los que clamamos
contra los inaceptables modos y maneras que están socavando el Estado de
Derecho y los cimientos de la democracia. De poco nos sirve conservar
tres provincias si perdemos las bases que nos convierten en una
democracia avanzada. Al menos a mi así me lo parece.
Es absolutamente imposible tener la más mínima sensibilidad sobre cómo
debe funcionar realmente el sistema y no acabar con arritmias a cada
momento. Da igual, porque mientras la mierda resbale por la pendiente
adecuada hay posibilistas, bienpensantes, ignorantes y malvados
aplaudiendo sin querer entender que nos anegará a todos.
¿Cómo leer por la mañana que una diputada del PP considera que la prisión preventiva ha servido como amenaza y como método político para silenciar a quiénes no se desea ver gobernando y no llevarse las manos a la cabeza democrática? Ana Vazquez: "La pena de prisión silencia al independentismo". Pena la que me da que una señora que sienta sus reales en el Congreso no sepa de qué habla, no tenga la más mínima idea de qué es una pena y qué una medida cautelar, ahora que hasta el tuitero más tonto se sabe de memoria los únicos tres objetivos constitucionales que puede buscar tal lesiva medida. Ninguno de ellos es silenciar al rival político, claro. Y la afamada exdiputada, también del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, ¡tanto curriculum para acabar afirmando que la prisión preventiva tiene "un valor pedagógico"!, es decir, que sirve para amedrentar o avisar a otros de lo que les sucederá. La que se asusta de los Reyes Magos de Carmena. Los desvaríos democráticos de sus señorías son aplaudidos por el público enfebrecido.
¿Cómo escuchar a mediodía que el Tribunal Supremo inhabilitará a
Junqueras, ya que será procesado por rebelión en primavera, y no salir
dando gritos de pánico? Aquí se recaba tal información y se transmite de
forma acrítica sin plantearse siquiera que mientras una instrucción
está vigente, cabe que las partes y las pruebas alteren la condición de
lo instruido y que podría quedar de manifiesto que no hay tal delito o
bien que la Sala, vía recurso, lo considerara así.
Si
ya es seguro ahora que Junqueras será procesado por rebelión, que tal
auto devendrá firme y que los presos seguirán preventivos en aquel
momento ¿qué narices se hace en el Tribunal Supremo, un paripé? Si así
fuera, al menos no conviene airearlo de tal forma. Por otra parte,
también me extraña sobremanera la forma que tienen estas fuentes del TS
de contar los plazos para una inhabilitación y un juicio que dan por
hecho. Entre recursos pendientes, el dictado del auto de procesamiento,
con sus recursos de reforma y apelación, y las 18 indagatorias, el auto
de conclusión sumarial y el recurso que pida su revocación y todo con
sus plazos legales, no veo yo que tres meses basten. Que me corrija
quien más sepa. Pero aquí no pasa nada. Todo es normal y todo vale.
A la vez uno se entera también, con todo el desparpajo, de que miembros
del Gobierno llamaron a los magistrados del Tribunal Constitucional
para "trasladarles su preocupación". ¡En medio de la deliberación! Para
hablarles del "quebranto del Estado", ¡como si ellos no quebrantaran lo
más sagrado del mismo haciendo esas llamadas, esas presiones y pidiendo
esos peajes!
¿Cómo ver después al público puesto en
pie por la comisión más que posible de un delito del artículo 197.1 del
Código Penal por parte de periodistas sólo porque el contenido de lo
robado es conveniente? Esos mismos periodistas a los que escupen y
masacran cuando obtienen material, de forma menos dolosa, sobre crímenes
u otros casos. Son hienas entonces y magníficos defensores del Derecho a
la Información ahora. Lo cierto es que ningún periodista tiene derecho a
cometer delitos para obtener información por muy relevante que esta
sea. ¿Se imaginan? Robo con escalo para obtener unos papeles de casa de
Zoido, un robo de móvil por tirón para conseguir saber qué habla Soraya
con Rajoy o cualquier otra versión. Estaríamos todos en paro.
Contratarían agentes del Mossad para hacer nuestro trabajo. La ética
periodística es la misma sea quien sea beneficiado o perjudicado por la
acción. La línea roja de la ley, también. Todo esto es festejado por
unos y por otros porque lo relevante es saber si están derrotados o no y
qué efecto tendrá saberlo en sus huestes.
He
resumido prácticamente un solo día. Nada importa, al parecer, pero si
empiezas a hacer el listado de las anomalías democráticas yo creo que no
caemos esas décimas sino que nos damos una hostia del copón. Y es lo
que sucederá al final. Porque de una forma o de otra toda esta furia
para conseguir un único fin y sin ningún respeto a los medios
establecidos va ser puesta bajo la égida de instancias más imparciales y
va a poner al sistema a la altura que lo están dejando. Pobre España,
¿quién te defenderá de tus defensores?
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Cómo se agradece confluir en la decencia, querida Elisa. Ayer tarde me preguntaba exactamente lo mismo que planteas en este artículo: ¿qué habría pasado si se hubiese hecho con mensajes entre Soraya y su jefe, lo que se ha hecho con los mensajes de Puigdemont por parte de la prensa amiga y coleguita de proyecto de des-estado desechable e impúdico? Lo mínimo habría sido llamarle delito de odio, eso que tanto les pone, seguramente por familiaridad, porque lo tienen siempre tan a mano que lo ven por todas partes y porque como dice el refrán, piensa el ladrón que todos son de su condición o piensa el ppeppero que España es su monedero, o su estercolero, o su cenicero o su pudridero... nuestras cuatro lenguas tienen repertorio para dar y repartir. Si ellos odian todo lo que no es de ellos y no es para ellos, lo más natural dentro de la aberración, es que hagan de lo suyo un imperativo categórico kantiano formal -adoran las formas para lavar la cara a la desvergüenza-, pero al revés en el contenido, o sea: odia de tal modo que tu odio pueda convertirse en odio universal. Sí, hasta convertirse en legislación favorecedora de lo tuyo por encima de todo.
Con ese currículum lo menos que le puede pasar a España es que la consideren impresentable por donde quiera que vaya, y lo peor, que emocional, racional y políticamente la pongan en cuarentena y la rodeen de un cordón sanitario que la haga invisible y prescindible para los asuntos internacionales serios y de enjundia, ya la represente el del toison, o el elefante blanco que nunca llegó al Congreso el día del golpe porque prefirió la videoconferencia desde casa, ya sea el presentador el de la Gürtel, Púnica, Lezo, Taula, el Canal, fondos buitre esquilmando ayuntamientos en plan "familia",etc, etc, o el del GAL, Filesa, PSV, BOE,Mariano Rubio, Aida Álvarez, Ley de Desahucios o Artículo 135 de la Consti a traición y sin consultar nada más que al cómplice de toda la transición, el pp, etc, etc, etc...Tenemos tantos ad ceteras, -que es el original de la expresión latina-, que podríamos hacer con ellos un monográfico universal, una nueva Expo en la Isla de la Cartuja para completar la primera versión del invento y que hasta podría ser itinerante por las principales capitales de la globalización. Sería genial: una España que se despierta, comprende lo que le pasa en plan mayoría absoluta y hace limpieza de una puñetera vez y ayuda a la humanidad a visualizar las desgracias que caen sobre los estados podridos, que se degradan infinitamente cuanto más tratan de ocultar y ningunear su obscenidad, pero con resultados inevitables, como pasa con las plagas y epidemias, que cuanto más se ocultan más se propagan y crecen y más letales e imparables son.
Ya no se trata solo de ir de víctimas. No es victimismo lo que ayuda a los pueblos a verse como son y como están, ni la ausencia de esa lúcida inteligencia colectiva que da lugar a una conciencia social de verdad -y no de parroquieta o de club del Opus-, y que es el motor de la civilización y sus contenidos existenciales compartidos y gestionados por el bien común, aunque no sea perfecto y con pedigrí entronizado, pero que al menos exista como orientación práctica realizable, algo que en España está missing absolutely.
El victimismo es una falacia, una excusa miserable e infantilona de la pereza y del miedo social a la incomodidad, que además de dejarnos la autoestima colectiva por los suelos, nos encadena al fatalismo y le sigue dando a alas a lo que nos aplasta cada día más. Los políticos desastrosos que nos martirizan con nuestro consentimiento no han venido de Marte, son producto de nuestra (in)cultura, de nuestro analfabetismo social, de nuestro rechazo al compromiso común.
Educados en barrer cada uno para su secta, no se ve la precariedad de esa cerrazón, la humildad no se entiende como sabiduría imprescindible para mejorar, sino como humillación, la decencia como tiquismiquis que no te deja triunfar por exceso de escrúpulos. Los errores no existen para quienes alcanzan el poder o cierto status. Arrepentirse jamás. Aprender, menos aún que jamás. La cabezonería y la arrogancia como dignidad y "orgullo" más que legítimo.
No se sabe ni lo que se dice, por ejemplo, estuvimos un par de años escuchando constantemente en boca de informadores y sesudos comentaristas la palabra "austericidio" usándola al revés, como que la austeridad nos mata, y en realidad el sentido de la expresión significa que nosotros matamos a la austeridad, cuando es la austeridad la que nos está matando a nosotros, que deberíamos ser los austericidas y ella nuestra víctima, mientras que en realidad la austeridad es la homicida, feminicida, paidicida (pais/paidós en griego significa niño, de ahí viene pedagogía, la ciencia y el arte de tratar a los niños, o sea, educación), etc...
Hay un malentendido desde hace tiempo inmemorial que llama 'parricidio' no sólo al asesinato contra el padre, sino también el del padre contra los hijos, cuando en realidad es un filicidio, como homicidio es matar a un hombre, uxoricidio matar a la esposa, magnicidio matar a un jerarca gobernante de una nación, se usa el sufijo -icida, para indicar al matador, no para darle el mismo tratamiento de la víctima a la vez y absurdamente. Pues así es en casi todo. Cuando yo era chica a perogrulladas semejantes se les llamaba 'confundir el culo con las témporas' que es darle la vuelta tontamente, a veces por ignorancia y a veces por inercia maquinal, a los significados de los conceptos y palabras que usamos sin ton ni son -y porque pensar con lucidez está reñido con las prisas por ganar, triunfar y fardar, eso sobre todo.-
Hay un malentendido desde hace tiempo inmemorial que llama 'parricidio' no sólo al asesinato contra el padre, sino también el del padre contra los hijos, cuando en realidad es un filicidio, como homicidio es matar a un hombre, uxoricidio matar a la esposa, magnicidio matar a un jerarca gobernante de una nación, se usa el sufijo -icida, para indicar al matador, no para darle el mismo tratamiento de la víctima a la vez y absurdamente. Pues así es en casi todo. Cuando yo era chica a perogrulladas semejantes se les llamaba 'confundir el culo con las témporas' que es darle la vuelta tontamente, a veces por ignorancia y a veces por inercia maquinal, a los significados de los conceptos y palabras que usamos sin ton ni son -y porque pensar con lucidez está reñido con las prisas por ganar, triunfar y fardar, eso sobre todo.-
En Análisis Transaccional se estudia el valor que tienen las palabras que usamos para conformar y modelar la realidad de nuestras percepciones, y, por supuesto, nuestra inteligencia, que lejos de ser una computadora automática, es una parte esencial de vida palpitante y cambiante, implicada en todo un mundo vital, que aunque parezca siempre el mismo está modificándose a cada instante, como hacen nuestras células, neurotransmisores, neuronas, nuestra sangre, tejidos, etc, etc...y no podemos olvidar la profunda y acertadísima intuición de Heráclito, al respecto del fluido vital en todos los sentidos.
Es obvio que nuestro mundo está modelado por nuestras propias ideas - como por la falta de ellas- convertidas en lenguaje o en su defecto en un obtuso vacío en el que cabe cualquier miseria que gracias a la precariedad en sustancia del lenguaje empobrecido modelará nuestras percepciones y determinará nuestras conductas; es el lenguaje el que esculpe el paisaje vital en que existimos, el que lo encarna y ubica. Por eso, los medios chungos hacen tanto daño y los textos inteligentes de verdad (no simplemente chocantes, oportunistas o ingeniosos) siempre son éticos, en cualquier época y nos hace un gran bien conocerlos, meditarlos y sobre todo aplicarlos y asimilarlos profundamente para en un momento dado poder también modificar y mejorar lo aprendido en ellos como impulso para crear nuevos conceptos y realidades. Sin aferrar lo antiguo como única referencia ni despreciarlo como inservible.
Lo que heredamos no es intocable, al contrario debe ser absolutamente modificable si vemos que aplicando al pie de la letra el legado de ayer hoy ya no funciona porque la realidad que ha configurado el lenguaje ya desajustado a lo que se vive, no encaja y deforma la realidad objetiva del tiempo en que vivimos. Para nuestros padres seguramente fue lo justo o tal vez no. Pero a nosotros nos ha tocado otro presente diverso y el lenguaje no se estira como una goma porque de tanto uso inadecuado se rompe y nos deja desconectados de la realidad circundante y personal, separa el símbolo de la realidad y ambos se nos pierden de vista. Es justamente lo que le pasa a Rajoy cuando en mitad de una entrevista se queda en blanco y empieza a desbarrar sin asa donde agarrarse, en cambio con un discurso escrito por alguien que no sea él, pero leído fielmente, siempre puede mantener la coherencia del relato e incluso del debate si quisiera cambiar el sermón por el diálogo. Aferrado a lo escrito compulsivamente no le faltan por sorpresa anclajes en una realidad que escapa descaradamente al hilo de su comprensión, formateada para memorizar ideas que no se entienden pero que dan el pego de erudición memorística por inyección y no por reflexión ni análisis ni asimilación. Son los frutos de un modo de educar terrorífico, que en la infancia de Rajoy, que sería por los años sesenta, más o menos, era normal sobre todo en la burguesía tradicionalista y de derechas. El modelo bunker, del que mi generación tuvo que deshacerse como pudo desde la adolescencia para conseguir el cambio, pero que se quedó solapado esperando su resurrección en la generación siguiente, la de Rajoy, que experimentó un acercamiento al pasado que sólo conocieron por el ABC y los relatos de papá y mamá, con su todavía aura de ganadores de la guerra civil. Y ahí se quedaron. Por eso mismo al comparar a Rajoy con Adolfo Suárez, por ejemplo, nada menos que el ex superministro del Movimiento, pero que vivió el franquismo en directo y sabía de qué iba la cosa y el acoso, Suárez resulta un socialdemócrata, más cercano al estilo Psoe que al pp actual, heredero directo de la épica de Blas Piñar. Rajoy jamás habría permitido el divorcio ni habría legalizado al PCE , a no ser que le dieran a cambio unos cuantos sobres, claro, y los comunistas no son sobornadores ni tienen nunca dinero para esas cosas, se lo gastan en el vicio del bien común, que para eso está la coherencia que su nombre indica. En cambio el pp se llama popular y depopular no tiene nada más que desprecio y fobia al pueblo. Ya se ve el torticero uso del lenguaje para externalizar a la conciencia de la sociedad comodioshmanda.
En la política del final del franquismo hubiera sido impensable un Pablo Casado en Alianza Popular, que les habría arruinado el caché, mientras que ahora alguien así está tan bien considerado como para ser un portavoz fidedigno, porque seguramente responde al modelo ppero y a las necesidades logísticas del momento, mientras al concejal de Rentería que acusó al pp sin pelos en la lengua o a Borja Semper, cívico, demócrata y dialogante, a pesar de todo, ni se les ve ni se les oye. O no son dignos del momento histérico ppepero o avergonzados les han cantado el bella ciao y han hecho mutis por el foro ante el panorama de tierra ábrete y tráganos, que es lo más probable.
Quede claro, que esto que ahora llamamos "democracia" no hubiera sido propio de la Transición sino de un gobierno de Arias Navarro. Lo que no significa que la Transición cumpliera todos los requisitos de una democracia real ni fuera impecable aunque sí se intentaba ser decentes 'dentro de un orden', pero la cosa, -como ha ocurrido en toda la historia de España cuando se han dado pasos hacia cambios decisivos-, se quedó pinchada en una balanceante pasarela circunstancial de tiempo y de lugar, y que una vez conseguido el primer gobierno de izquierdas, el reloj de la democracia se durmió en los laureles a pierna suelta y comenzó la parte más dulce y engañosamente decadente del Show de Truman. Se había llegado a la cumbre previsible, es lo que tiene creer que se ha alcanzado el Everest, que ya la normalidad sistémica consensuada es el descenso, que tampoco es políticamente rentable mantenerse en la línea "radical", que nunca lo fue, por cierto. Todo lo contrario, los que creímos socialistas se conviertieron en súbditos de Carlo Magno, tanto que González fue nombrado caballero de campanillas en la corte de Aquisgrán, los comunistas se moderaron tanto que peña de la vanguardia del cambio como Cristina Almeida, acabó en el Psoe, el secretario general Gerardo Iglesias que era minero, volvió a la mina dando un ejemplo de coherencia y decencia total, Nicolás Redondo abandonó su escaño y su sueldazo de diputado para volver a su puesto de sindicalista y a su pisito modesto en Vizcaya, como Marcelino Camacho a su tercer piso sin ascensor en el barrio de Carbanchel, en cambio Carrillo se incorporó tan contento a la corte real y a predicar que España sería republicana, mejor dentro de quién sabe cuánto 'pero ahora no', mientras a Julio Anguita se le crucificaba vivo por 'iluminado' y rojísimo, capaz de leer el porvenir al sistema del momento, que luego resultó que ni el Oráculo de Delfos lo habría visto y dicho con más acierto.
Y así la Transición transitó marcha atrás hacia el pasado, suavemente, sin que se notara nada de particular con los tiempos modernos pero ya sin Chaplin, siguiendo el modelo ideal de Cánovas y Sagasta. Volvimos al siglo XIX y primeros años del XX, pero vestidos de ochenteros; entonces los fondos de cohesión de la UE, interesada como nunca en tenernos encandilados y dóciles con el eurochollo, eran el maná celestial que rellenaba los Juegos Olímpicos,el AVE y la Expo, mas todos los huecos que dejaba a la intemperie la moral política, la coherencia inexistente y la legitimidad en tenguerengue de una democracia de quita y pon que no lo parecía, hasta que el terrorismo de estado nos enseñó los colmillos y la corrupción más repugnante -por venir de la supuesta izquierda "salvadora" y Psoe fashion-, nos mostró cínicamente sus cloacas rebosando horror justificado con los mismos argumentos que ahora cacarea el pp sacudiendo en Catalunya: la desdichada y obsesiva unidad de España por encima de los mismos españoles, la patria-negocio de los ricos frente a los derechos, libertades y dignidad de los pueblos, como siempre. Estábamos una vez más en la casilla del inicio tras un oca a oca en el que ni siquiera habíamos tirado el dado, porque nunca nos tocó el turno adecuado para ser y sentirnos parte activa del estado, pero sí pudimos experimentar el privilegio democrático de ser los paganinis de ese lujo exclusivo para señorías/señoritos cortijeros (Cortes y cortijo son de la misma camada, no hay casualidades) y excluyente para el resto del rebaño, encantado de tener los cencerros más bonitos,musicales y festivaleros de la euro-comarca.
No nos confundamos por más tiempo, si la Transición hubiese sido como deseábamos la mayoría de los españoles, lo de ahora mismo no habría ocurrido jamás, ni la crueldad de una crisis de casta tan perversa, retorcida e hipócrita, ni la pérdida de la soberanía, ni la deuda atroz de la banca especuladora, ni la miseria de los recortes contra los más perjudicados, y nada menos que gobernando un supuesto socialismo...al que se votó in extremis en 2004 para librarnos del loco de Aznar y su complejo invasor de Perejil y de Irak, tras el genocicio de Atocha. Sólo podíamos elegir entre Guatemala y Guatepésima. Deberíamos conocer por qué estamos tan mal, por qué Portugal ha podido remontar la debacle y nosostros, -la cacareada cuarta economía de la UE- estamos hechos mierda. En Portugal desde la Revolución de los Claveles hay democracia de verdad, se escucha al pueblo y los gobiernos salen del pueblo. En España siguen saliendo de la oligocracia perenne y desde el fantasma de El Pardo, que viene enlatado desde la salida de Boabdil de Granada y de las leyes inamovibles de la Santa Inquisición, que lo mismo quemaban herejes entonces que ahora acosan, invaden y paralizan territorios soberanos autonómicos, agrediendo, persiguiendo, acosando, encarcelando y destrozando a su paso cualquier signo de inteligencia que pueda superar la zafiedad de la picaresca.
No hay que creerse las milongas por más que nos las cuenten a todas horas, las buenas causas no dan resultados tan nefastos y los desastres a lo largo de años y años, pufos y pufos, lodos y lodos perpetuos no son peccata minuta de un momento bajo. Ni la culpa es del cha-cha-chá, que tiene nombres y apellidos para quien desee enterarse y bajar de las nubes.
Es obvio que nuestro mundo está modelado por nuestras propias ideas - como por la falta de ellas- convertidas en lenguaje o en su defecto en un obtuso vacío en el que cabe cualquier miseria que gracias a la precariedad en sustancia del lenguaje empobrecido modelará nuestras percepciones y determinará nuestras conductas; es el lenguaje el que esculpe el paisaje vital en que existimos, el que lo encarna y ubica. Por eso, los medios chungos hacen tanto daño y los textos inteligentes de verdad (no simplemente chocantes, oportunistas o ingeniosos) siempre son éticos, en cualquier época y nos hace un gran bien conocerlos, meditarlos y sobre todo aplicarlos y asimilarlos profundamente para en un momento dado poder también modificar y mejorar lo aprendido en ellos como impulso para crear nuevos conceptos y realidades. Sin aferrar lo antiguo como única referencia ni despreciarlo como inservible.
Lo que heredamos no es intocable, al contrario debe ser absolutamente modificable si vemos que aplicando al pie de la letra el legado de ayer hoy ya no funciona porque la realidad que ha configurado el lenguaje ya desajustado a lo que se vive, no encaja y deforma la realidad objetiva del tiempo en que vivimos. Para nuestros padres seguramente fue lo justo o tal vez no. Pero a nosotros nos ha tocado otro presente diverso y el lenguaje no se estira como una goma porque de tanto uso inadecuado se rompe y nos deja desconectados de la realidad circundante y personal, separa el símbolo de la realidad y ambos se nos pierden de vista. Es justamente lo que le pasa a Rajoy cuando en mitad de una entrevista se queda en blanco y empieza a desbarrar sin asa donde agarrarse, en cambio con un discurso escrito por alguien que no sea él, pero leído fielmente, siempre puede mantener la coherencia del relato e incluso del debate si quisiera cambiar el sermón por el diálogo. Aferrado a lo escrito compulsivamente no le faltan por sorpresa anclajes en una realidad que escapa descaradamente al hilo de su comprensión, formateada para memorizar ideas que no se entienden pero que dan el pego de erudición memorística por inyección y no por reflexión ni análisis ni asimilación. Son los frutos de un modo de educar terrorífico, que en la infancia de Rajoy, que sería por los años sesenta, más o menos, era normal sobre todo en la burguesía tradicionalista y de derechas. El modelo bunker, del que mi generación tuvo que deshacerse como pudo desde la adolescencia para conseguir el cambio, pero que se quedó solapado esperando su resurrección en la generación siguiente, la de Rajoy, que experimentó un acercamiento al pasado que sólo conocieron por el ABC y los relatos de papá y mamá, con su todavía aura de ganadores de la guerra civil. Y ahí se quedaron. Por eso mismo al comparar a Rajoy con Adolfo Suárez, por ejemplo, nada menos que el ex superministro del Movimiento, pero que vivió el franquismo en directo y sabía de qué iba la cosa y el acoso, Suárez resulta un socialdemócrata, más cercano al estilo Psoe que al pp actual, heredero directo de la épica de Blas Piñar. Rajoy jamás habría permitido el divorcio ni habría legalizado al PCE , a no ser que le dieran a cambio unos cuantos sobres, claro, y los comunistas no son sobornadores ni tienen nunca dinero para esas cosas, se lo gastan en el vicio del bien común, que para eso está la coherencia que su nombre indica. En cambio el pp se llama popular y depopular no tiene nada más que desprecio y fobia al pueblo. Ya se ve el torticero uso del lenguaje para externalizar a la conciencia de la sociedad comodioshmanda.
En la política del final del franquismo hubiera sido impensable un Pablo Casado en Alianza Popular, que les habría arruinado el caché, mientras que ahora alguien así está tan bien considerado como para ser un portavoz fidedigno, porque seguramente responde al modelo ppero y a las necesidades logísticas del momento, mientras al concejal de Rentería que acusó al pp sin pelos en la lengua o a Borja Semper, cívico, demócrata y dialogante, a pesar de todo, ni se les ve ni se les oye. O no son dignos del momento histérico ppepero o avergonzados les han cantado el bella ciao y han hecho mutis por el foro ante el panorama de tierra ábrete y tráganos, que es lo más probable.
Quede claro, que esto que ahora llamamos "democracia" no hubiera sido propio de la Transición sino de un gobierno de Arias Navarro. Lo que no significa que la Transición cumpliera todos los requisitos de una democracia real ni fuera impecable aunque sí se intentaba ser decentes 'dentro de un orden', pero la cosa, -como ha ocurrido en toda la historia de España cuando se han dado pasos hacia cambios decisivos-, se quedó pinchada en una balanceante pasarela circunstancial de tiempo y de lugar, y que una vez conseguido el primer gobierno de izquierdas, el reloj de la democracia se durmió en los laureles a pierna suelta y comenzó la parte más dulce y engañosamente decadente del Show de Truman. Se había llegado a la cumbre previsible, es lo que tiene creer que se ha alcanzado el Everest, que ya la normalidad sistémica consensuada es el descenso, que tampoco es políticamente rentable mantenerse en la línea "radical", que nunca lo fue, por cierto. Todo lo contrario, los que creímos socialistas se conviertieron en súbditos de Carlo Magno, tanto que González fue nombrado caballero de campanillas en la corte de Aquisgrán, los comunistas se moderaron tanto que peña de la vanguardia del cambio como Cristina Almeida, acabó en el Psoe, el secretario general Gerardo Iglesias que era minero, volvió a la mina dando un ejemplo de coherencia y decencia total, Nicolás Redondo abandonó su escaño y su sueldazo de diputado para volver a su puesto de sindicalista y a su pisito modesto en Vizcaya, como Marcelino Camacho a su tercer piso sin ascensor en el barrio de Carbanchel, en cambio Carrillo se incorporó tan contento a la corte real y a predicar que España sería republicana, mejor dentro de quién sabe cuánto 'pero ahora no', mientras a Julio Anguita se le crucificaba vivo por 'iluminado' y rojísimo, capaz de leer el porvenir al sistema del momento, que luego resultó que ni el Oráculo de Delfos lo habría visto y dicho con más acierto.
Y así la Transición transitó marcha atrás hacia el pasado, suavemente, sin que se notara nada de particular con los tiempos modernos pero ya sin Chaplin, siguiendo el modelo ideal de Cánovas y Sagasta. Volvimos al siglo XIX y primeros años del XX, pero vestidos de ochenteros; entonces los fondos de cohesión de la UE, interesada como nunca en tenernos encandilados y dóciles con el eurochollo, eran el maná celestial que rellenaba los Juegos Olímpicos,el AVE y la Expo, mas todos los huecos que dejaba a la intemperie la moral política, la coherencia inexistente y la legitimidad en tenguerengue de una democracia de quita y pon que no lo parecía, hasta que el terrorismo de estado nos enseñó los colmillos y la corrupción más repugnante -por venir de la supuesta izquierda "salvadora" y Psoe fashion-, nos mostró cínicamente sus cloacas rebosando horror justificado con los mismos argumentos que ahora cacarea el pp sacudiendo en Catalunya: la desdichada y obsesiva unidad de España por encima de los mismos españoles, la patria-negocio de los ricos frente a los derechos, libertades y dignidad de los pueblos, como siempre. Estábamos una vez más en la casilla del inicio tras un oca a oca en el que ni siquiera habíamos tirado el dado, porque nunca nos tocó el turno adecuado para ser y sentirnos parte activa del estado, pero sí pudimos experimentar el privilegio democrático de ser los paganinis de ese lujo exclusivo para señorías/señoritos cortijeros (Cortes y cortijo son de la misma camada, no hay casualidades) y excluyente para el resto del rebaño, encantado de tener los cencerros más bonitos,musicales y festivaleros de la euro-comarca.
No nos confundamos por más tiempo, si la Transición hubiese sido como deseábamos la mayoría de los españoles, lo de ahora mismo no habría ocurrido jamás, ni la crueldad de una crisis de casta tan perversa, retorcida e hipócrita, ni la pérdida de la soberanía, ni la deuda atroz de la banca especuladora, ni la miseria de los recortes contra los más perjudicados, y nada menos que gobernando un supuesto socialismo...al que se votó in extremis en 2004 para librarnos del loco de Aznar y su complejo invasor de Perejil y de Irak, tras el genocicio de Atocha. Sólo podíamos elegir entre Guatemala y Guatepésima. Deberíamos conocer por qué estamos tan mal, por qué Portugal ha podido remontar la debacle y nosostros, -la cacareada cuarta economía de la UE- estamos hechos mierda. En Portugal desde la Revolución de los Claveles hay democracia de verdad, se escucha al pueblo y los gobiernos salen del pueblo. En España siguen saliendo de la oligocracia perenne y desde el fantasma de El Pardo, que viene enlatado desde la salida de Boabdil de Granada y de las leyes inamovibles de la Santa Inquisición, que lo mismo quemaban herejes entonces que ahora acosan, invaden y paralizan territorios soberanos autonómicos, agrediendo, persiguiendo, acosando, encarcelando y destrozando a su paso cualquier signo de inteligencia que pueda superar la zafiedad de la picaresca.
No hay que creerse las milongas por más que nos las cuenten a todas horas, las buenas causas no dan resultados tan nefastos y los desastres a lo largo de años y años, pufos y pufos, lodos y lodos perpetuos no son peccata minuta de un momento bajo. Ni la culpa es del cha-cha-chá, que tiene nombres y apellidos para quien desee enterarse y bajar de las nubes.
Es imprescindible que desde casa y la escuela aprendamos en la práctica mucho más que en la teoría esa dinámica vital, para no quedar en la cola del mundo occidental, como espejos rotos en los que no podemos reconocernos si no es a trozos que cortan si los tocas, y que es el estado político-social que vivimos y que hace quejarse por una gran pérdida inexistente a los que idealizaron la transición porque eran niños o no habían nacido aun y tuvieron una infancia fácil, consumista, despreocupada y alegre, porque especialmente, el momento económico internacional cooperaba desde Wall Street a alimentar lo que Varoufakis llama el Minotauro, cuya podredumbre se está tragando el mundo entero en forma de déficit sempiterno de ida por el mundo y vuelta a USA cargado de beneficios ajenos cuyos costes en recortes pagamos entre todos.
Que no se equivoquen, que esto no es un deterioro de algo muy bueno que se ha perdido, -ojalá lo fuese-, que esto es simplemente la quitada del trampantojo que deja a cara vista las ruinas que se tapaban en otro tiempo con una tela muy bonita. A poco que piensen nuestros adultos de hoy, niños de ayer, caerán en la cuenta enseguida, -si impiden que les laven el cerebro en la tele, claro está-, de que esta farsa es viejísima y que el franquismo, aunque aparentemente fue talado por el serrucho de la Transición, nunca ha perdido las raíces antropológicas y rebrota y reaparece en cuanto ve la más mínima oportunidad, ya se ve, en cualquier imprevisto, como el problema catalán; se pierden las formas de la democracia y una gran parte del pueblo se caga vivo, recula hacia la caverna de siempre que le da la seguridad de una cárcel, donde nadie más que los carceleros te pueden castigar porque están autorizados y 'legalizados' por la ley y el orden que han colocado ellos mismos como defensa de sus intereses carcelarios, y con el miedo se olvida que la democracia tiene soluciones para todos los problemas, pero que además es como el lenguaje y la inteligencia: hay que construirlas porque lo nuevo no está hecho. Y hay que trabajarlo con nuevas herramientas, no nos valen las de los Reyes Católicos que eran las mismas que las de Franco. Y ese horror vacui, ese quedarse sin la cordada en medio del descenso a los infiernos, los deja fuera de tiesto, los histeriza de modo que se prefiere la cordada que lleva a todos atados y bien atados al precipicio, antes que soltarse de la atadura, reagruparse libremente y juntos salir del atolladero en una dirección consensuada, que por muy mala que sea nunca será el abismo al que van derechitos y muy bien acompañados por sus líderes de la hecatombe. Es increible la labor de zapa que esta política del desguace viene haciendo, hasta con los logros sociales que se obtuvieron en la segunda mitad del siglo XX, convenciendo a la ciudadanía de que eso era vivir por encima de nuestras posibilidades, cuando lo sensato es vivir con una mano delante y otra detrás sin seguridad social ni pensiones, ni becas para que vivan, estudien y progresen montones de mindundis que luego ocupan puestos de trabajo que sólo están resrvados para la jet y los compypguis.
Que no se equivoquen, que esto no es un deterioro de algo muy bueno que se ha perdido, -ojalá lo fuese-, que esto es simplemente la quitada del trampantojo que deja a cara vista las ruinas que se tapaban en otro tiempo con una tela muy bonita. A poco que piensen nuestros adultos de hoy, niños de ayer, caerán en la cuenta enseguida, -si impiden que les laven el cerebro en la tele, claro está-, de que esta farsa es viejísima y que el franquismo, aunque aparentemente fue talado por el serrucho de la Transición, nunca ha perdido las raíces antropológicas y rebrota y reaparece en cuanto ve la más mínima oportunidad, ya se ve, en cualquier imprevisto, como el problema catalán; se pierden las formas de la democracia y una gran parte del pueblo se caga vivo, recula hacia la caverna de siempre que le da la seguridad de una cárcel, donde nadie más que los carceleros te pueden castigar porque están autorizados y 'legalizados' por la ley y el orden que han colocado ellos mismos como defensa de sus intereses carcelarios, y con el miedo se olvida que la democracia tiene soluciones para todos los problemas, pero que además es como el lenguaje y la inteligencia: hay que construirlas porque lo nuevo no está hecho. Y hay que trabajarlo con nuevas herramientas, no nos valen las de los Reyes Católicos que eran las mismas que las de Franco. Y ese horror vacui, ese quedarse sin la cordada en medio del descenso a los infiernos, los deja fuera de tiesto, los histeriza de modo que se prefiere la cordada que lleva a todos atados y bien atados al precipicio, antes que soltarse de la atadura, reagruparse libremente y juntos salir del atolladero en una dirección consensuada, que por muy mala que sea nunca será el abismo al que van derechitos y muy bien acompañados por sus líderes de la hecatombe. Es increible la labor de zapa que esta política del desguace viene haciendo, hasta con los logros sociales que se obtuvieron en la segunda mitad del siglo XX, convenciendo a la ciudadanía de que eso era vivir por encima de nuestras posibilidades, cuando lo sensato es vivir con una mano delante y otra detrás sin seguridad social ni pensiones, ni becas para que vivan, estudien y progresen montones de mindundis que luego ocupan puestos de trabajo que sólo están resrvados para la jet y los compypguis.
Todo un camino pedagógico y vital nos falta en España, por esa razón no podremos salir de la miseria heredada, mientras la consideremos patrimonio inmaterial de nuestra precariedad. Lo 'nuestro'. La marca España de una excelencia ridícula, que solo ven los españoles narcotizados por el camelo y el 'a por ellos oé', pero donde el resto del mundo ve un cutrerío total.Sólo hay que leer la prensa extranjera para comprobarlo y salir fuera para que todos te compadezcan y te pregunten cómo llevas el tema de vivir en semajente estropicio contínuo. España es la Donald Trump geopolítica de Europa, solo que en el chasis económico, porque la pasta la tienen cuatro gatos bulímicos.
La vida se vuelve contra natura si no aprendemos lo antes posible a gestionar los recursos que tenemos dentro de nosotros mismos. La existencia está limitada por el tiempo y ese tesoro no deberíamos perderlo solo en amontonar pasta, honores y fama, que no significan nada para la vida real y solo tienen sentido para llenar el armario rancio del ego, el peor coach que se puede tener para ser felices e inofensivos para el Planeta y el prójimo, o sea, excelentes personas que pasan por la vida como luces y bálsamos, como apoyo y hogar para quienes lo necesitan. Armonizando y quitando barreras infamantes. Ahí radica el apogeo de la conciencia y la recompensa que nadie ni nada puede arrebatar, porque el don y el fluir con todos ya es el premio. Para enseñar todo eso está la conciencia, que es la materialización del alma y la más fiel manivela de la inteligencia.
Casos como éste que ahora nos asalta y que Elisa Beni analiza con gran lucidez deberían convertirse en lecciones prácticas de crecimiento y de análisis transaccional como llama Berne al sistema que estudia nuestra conducta desde la base freudiana del super ego, el ego y el ello, que él identifica con Padre, Adulto y Niño. Todo un tejido psicoemocional de vínculos con la realidad, consciente o no, que a través del lenguaje verbal o no, va creciendo con o sin nuestra conciencia. Depende de nostros que ella esté presente y con-sciente o la tengamos de vacaciones perennes porque nadie nos ha explicado que existe y que es imprescindible descubrir su presencia para ser humanos de verdad y no sólo animales parlantes de dos patas, aunque gobiernen países, poderes y dineros, votados y elegidos por quienes están al mismo nivel de entendederas, virtudes y maravillas varias.
Está claro que la indignación, por muy legítima que sea, no sirve de nada si no es capaz de movilizar a la sociedad con propuestas y alternativas, remangándose y moviéndose más allá del teclado. ¿Cuántos lectores del eldiario.es, por poner un ejemplo, asisten a los plenos de su ayuntamiento y llevan propuestas y recogida de firmas para mejorar lo que no funciona y no sólo para frenar a los "enemigos" a base de zancadillas tumbando iniciativas estupendas que son buenas para todos, sólo porque pueden ser méritos para sus rivales y no las han pensado ellos mismos,los miserables de las trampas? ¿Cuántos participan en un voluntariado o en una asociaciíón de vecinos o una AMPA, y proponen actividades útiles para todos y solo se limitan a pagar la cuota de una ONG sin participar jamás en actividad alguna?
Por ahí debemos entrar al trapo: si queremos una política mejor, hagámosla desde nuestra realidad compartida en común, que no se limite a ser buena solo para "los nuestros", y ayudados por un lenguaje adecuado a lo que significamos y queremos y una vez puesta en marcha llevémosla a los "profesionales" votados y exijámosles que la cumplan en esta legislatura porque si no lo hacen ya perderán nuestros votos sí o sí.
En un país que sale de la mugre y se despierta, que es capaz de poner los conceptos en las palabras justas y las conductas en la ética necesaria, y vota según su conciencia y no según las encuestas le sugieren o los comadreos le aconsejan en el Sálvame de turno, las guarradas y miserias degradantes como la que le acaban de hacer a Puigdemont no tendrían lugar. Ni Puigdemont estaría en Bruselas haciendo el Don Tancredo, ni Catalunya querría dejar de ser España, ni España sería el basurero que es, ni un rey puesto por un dictador sería el showman de las comidillas sin fuste ni valor alguno. Y mucho menos la política institucional sería la réplica corregida y aumentada de la Cueva de Alí Babá y sus ya infinitos ladrones y filibusteros. Eso sí, todos ellos cantando sus himnos y envueltos en sus banderas. Recién planchadas, of course, para que no se note el deterioro del tejido y los malos tratos de los abanderados y cabos gastadores.
Por ahí debemos entrar al trapo: si queremos una política mejor, hagámosla desde nuestra realidad compartida en común, que no se limite a ser buena solo para "los nuestros", y ayudados por un lenguaje adecuado a lo que significamos y queremos y una vez puesta en marcha llevémosla a los "profesionales" votados y exijámosles que la cumplan en esta legislatura porque si no lo hacen ya perderán nuestros votos sí o sí.
En un país que sale de la mugre y se despierta, que es capaz de poner los conceptos en las palabras justas y las conductas en la ética necesaria, y vota según su conciencia y no según las encuestas le sugieren o los comadreos le aconsejan en el Sálvame de turno, las guarradas y miserias degradantes como la que le acaban de hacer a Puigdemont no tendrían lugar. Ni Puigdemont estaría en Bruselas haciendo el Don Tancredo, ni Catalunya querría dejar de ser España, ni España sería el basurero que es, ni un rey puesto por un dictador sería el showman de las comidillas sin fuste ni valor alguno. Y mucho menos la política institucional sería la réplica corregida y aumentada de la Cueva de Alí Babá y sus ya infinitos ladrones y filibusteros. Eso sí, todos ellos cantando sus himnos y envueltos en sus banderas. Recién planchadas, of course, para que no se note el deterioro del tejido y los malos tratos de los abanderados y cabos gastadores.
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