Por qué a la derecha no le importa la cultura
Catedrático honorario de filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid
(Público)
Por cultura no voy a entender cualquiera de los laberintos que se han dado en sus múltiples definiciones. Ni poner el pie en el debate antropológico sobre las distintas culturas humanas. Me limitaré a lo más cercano y familiar. A lo que se entiende por cultura en nuestro entorno. Así, se dice que una persona es culta, ilustrada o que sabe no solo de lo suyo si su mirada es amplia y no limitada a una tarea concreta .Y todos sabemos lo que se quiere decir. Incluso señalamos a individuos que reúnen tales condiciones. Pero en este punto, y remitiéndome a este país, se abren dos posibilidades de ser culto. Avanzo ya que la primera me parece superficial, epidérmica, carente de interés y servidora, más o menos implícita, del sistema dominante. Una cultura, en suma, y a pesar de sus apariencias, que adorna al poder, que es cómplice de este y que funciona como pegamento social para que nada cambie. La segunda, y a la que me referiré después, sería la trasformadora, la dinámica frente a lo estático y rutinario.
Una anécdota hará más claro lo que quiero decir. Hablaba no hace mucho con una señora perteneciente a la burguesía de una provincia española y con una carrera universitaria satisfactoriamente culminada. Me contaba con entusiasmo lo cultos que eran sus amigos. Se reunían con frecuencia y era un placer gozar de esa cultísima amistad. Le pregunté, por ejemplo, si discutían sobre qué podría ser el Derecho de Autodeterminación. No, de eso no. Si leían periódicos alternativos on-line. Ni idea de su existencia. Si tenían alguna noción de qué tipo de lengua era el euskera y si forma parte de las restantes lenguas indoeuropeas. Le sonaba a chino. O si estaban de acuerdo con una monarquía como la existente o con una república que no privilegia a nadie por sus genes. Esto ni se tocaba. Mis preguntas continuaron por ese camino hasta que cambiamos de conversación porque, en caso contrario, deberíamos seguir hablando, solo que en chino. Pero, eso sí, no se perdían exposiciones, visitaban museos y galerías, iban con cierta regularidad al teatro o a algún concierto y leían, muy de vez en cuando, uno de los best-sellers en el mercado. Esa era la cultura.
Pienso que este tipo de cultura posee tres componentes. Y los tres son uno de los soportes del sistema, no incomodan al mercado y son agradecidos por los políticos, del signo que sea, siempre que manden. La primera consiste en llenar de esta manera el vacío cultural sin tocar, ni de refilón, la vida político social. La segunda pensar que su compromiso político quedaba cubierto si votaban cada cuatro años y protestaban, con la cantinela habitual, contra la corrupción o cualquier otro de los males que, por evidente, no es posible dejar de lado. Y la tercera, tal vez la decisiva, porque se veían arropados, justificados y hasta agraciados por toda la corrección política que destila la seudoizquiera. Los medios de comunicación, los diferentes oficiantes de intelectuales y todo un ambiente en donde llamarse socialdemócrata, o liberal, es como apelar a un inequívoco pedigrí, son el colchón perfecto para esta , así llamada, cultura. El tridente en cuestión es eficaz para mantener lo establecido. Todo está en su sitio. Nada peligra. Y la economía en manos de los que se consideran intocables dictando sus normas a sus cómplices políticos. El circuito cultural se ha cerrado.
Estando así las cosas, a la derecha real le da igual que gestione la cultura la izquierda, solo simbólica, pero tan real como ella. Se reparten las cartas. Dando una conferencia en Latinoamérica me preguntaron por qué los intelectuales en España eran mayoritariamente de izquierda. Difícil de responder. Porque los que suelen aparecer como intelectuales son los que quienes mueven los hilos eligen como tales aunque su altura intelectual sea mediocre. Basta que los tomen como tales y los fieles aplaudirán hasta con las orejas. Y, lo más grave, habría que repetir a quien me hacía la pregunta lo dicho anteriormente. Lo que implica remover prejuicios, contrastar objetivos políticos y, cómo no, saber de qué política estamos hablando y qué es lo que ha ocurrido en este país en los últimos años. Una tarea titánica en estas tierras y en aquellas. Sea como sea, la derecha puede estar tranquila. El flanco que no ocupa está bien guardado.
Una cultura realmente transformadora es otra cosa. Se mete en los muchos huecos de la sociedad y contempla las injusticias y los lavados de cerebro a los que se somete a la gente. Y no se conforma con pertenecer a una ONG o dar limosna. Critica activamente, sin olvidar nunca la autocrítica, al dinero con poder casi divino, una educación hecha a medida de lo correcto, e incide en todo aquello en lo que hay que comprometerse. Por so estará en la calle, se manifestará contra lo que le parece pura imposición y articulará pequeñas alternativas que, al final, se acerquen al ideal de una sociedad justa.
Esta segunda forma de ser cultos trabaja teórica y prácticamente. Y, cosa importante, tiene una visión del mundo que no es miope y está en cambio contante en función de lo que sucede a nuestro alrededor. De lo dicho no se desprende, en modo alguno, que no haya que ir a un concierto o al cine. O pertenecer a una ONG. Al culto de verdad todo le importa. Pero lo integra en una imagen determinada y una praxis determinada. La imagen es lo más opuesto a los antes citados medios que dominan el panorama y nos imponen, como a niños, lo que debemos pensar y hacer. Y la praxis hay que buscarla en la vida cotidiana. Ocasiones no faltan para ello. Claro que si uno se pone el chaleco socialdemócrata, y nada digamos el liberal, se creerá a salvo. Solo le recordaría que, como ya está inserto en su etimología, el culto es quien se ha cultivado. Y un cultivo realmente humano pone en marcha todas nuestras capacidades. Una, la que nos hace crecer en humanidad, consiste en conectar con el resto del mundo en todo aquello que es esencial. Y es esencial que no nos engañen, soñar, y en lo posible despertar, con un mundo alternativo. Es esta la cultura que deberíamos empezar a enseñar desde la guardería.
:::::::::::::::::::::::::::::::
Bravo, bravísimo, Javier Sádaba. Leerte es un gustazo, un descanso y un respiro para el alma, la mente y la conciencia, es decir, para la inteligencia emocional en pleno. Gracias de todo corazón. Faltan maestros y maestras que no se jubilen nunca de su compromiso con la cultura y la vida que son inseparables, la cultura y la vida de verdad, claro, no las del maquillaje, el paripé y las banalidades de pijolandia. La sencillez y su vía directa es el signo de la sabiduría, no los retruécanos y el efecto trampantojo. Sócrates lo dejó clarísimo: ayudar a parirse unos a otras y viceversa. Y los partos son lo más natural, algo que se lleva dentro y necesita salir, nacer, ver la luz la criatura naciente se llama conciencia. Y es necesaria una comadrona o un comadrón para asistir al acontecimiento que así el dolor y los riesgos sean mínimos.
Algo que me gusta muchísimo de Alemania es ese aroma fresco y natural de su cultura, que te encuentras en una granja o en una panadería que tiene sus propias recetas para crear el pan específico con las harinas propias y los ingredientes que produce el terreno, de modo que a veces no tiene nada que ver un pan de Ückerrath con otro de Eitorff o de Blankenberg aunque sólo haya 30 Kmts de distancia entre ellos. Y además te explican la historia de sus recetas, el conocimiento de los trigos, avenas y centenos, las virtudes y dificultades de la tierra y la influencia del modo de vivir o de comer con la forma de relación entre los vecinos, con la música y hasta con las iglesias, católica y evangélica, que lejos de ser rivales son hermanas y en muchos pueblos comparten el mismo "callejón ecuménico" e incluso el mismo edificio y espacios, como en el barrio freiburgués de Runsfeld, en la zona del Vauban y la Sonen State (*), donde lo comparten todo, hasta la biblioteca, la ludoteca, el centro de ayuda personal y una iglesia multiusos a dos bandas, un modelo del que el Vaticano debería aprender a vivir de verdad ese evangelio que tanto predica con sus palabras como niega con sus conductas.
Mientras en España el número de inmigrantes es ridículo, allí en cada pueblo tienen asumida su cuota de inmigrantes y no les importa hacerse los distraídos si el número de acogidos se pasa de la raya estatal, por delante están la solidaridad y la empatía, esa cultura que les hace no poder soportar la visión de gente sin techo o a la intemperie. Algo que no les entra en la cabeza que a otros paises les sea indeferente.
Me encanta que allí la muerte esté culturalmente comprendida y asumida desde la infancia: en muchos pueblos el cementerio es un parque rodeado de casas y al lado de la escuela, en el que hay bancos para sentarse y donde los niños juegan correteando entre las tumbas, que suelen ser sencillísimas y muy bellas, nada recargadas, con alguna escultura, un poema grabado en piedra, una rosa de cerámica, una clave de Sol, un libro, un avión o un juguete...Alli se emana de todo menos tristeza ni pena, es como si tuvieran clarísimo que la vida sigue y no hay manera de acabar con ella, porque hasta amuerte es parte de su dinámica.
Mientras en España el número de inmigrantes es ridículo, allí en cada pueblo tienen asumida su cuota de inmigrantes y no les importa hacerse los distraídos si el número de acogidos se pasa de la raya estatal, por delante están la solidaridad y la empatía, esa cultura que les hace no poder soportar la visión de gente sin techo o a la intemperie. Algo que no les entra en la cabeza que a otros paises les sea indeferente.
Me encanta que allí la muerte esté culturalmente comprendida y asumida desde la infancia: en muchos pueblos el cementerio es un parque rodeado de casas y al lado de la escuela, en el que hay bancos para sentarse y donde los niños juegan correteando entre las tumbas, que suelen ser sencillísimas y muy bellas, nada recargadas, con alguna escultura, un poema grabado en piedra, una rosa de cerámica, una clave de Sol, un libro, un avión o un juguete...Alli se emana de todo menos tristeza ni pena, es como si tuvieran clarísimo que la vida sigue y no hay manera de acabar con ella, porque hasta amuerte es parte de su dinámica.
En Bingen, paralelo al Rhin, hay un parque dedicado al reciclaje de su propia historia, en donde, además de haber reproducido el jardín de plantas medicinales de Hildegard Von Bingen,(botánica, música, poeta, sanadora, mediadora política entre cafres históricos, y pensadora del siglo XII, además de abadesa ¿qué otra cosa podría hacer que acabar en un convento una mujer a la que su padre entregó a la iglesia a los 9 años porque sus capacidades intelectuales le daben miedo y no sabía cómo educarla? Menos mal que eran 'nobles', de haber nacido pobre la habrían convertido en brocheta al menor indicio de talento por encima de la media) con los letreros en latín medieval, traducidos al alemán actual, explicando las propiedades terapéuticas de cada una de ellas; con material bélico destrozado en la Segunda Guerra Mundial se han hecho monumentos en los que crecen plantas de todo tipo y que en primavera y verano se llenan de flores, y están acompañados de carteles en los que se leen frases como: "Trabajemos para que la paz sea nuestra vida y nunca más se repita el horror de una guerra genocida";
una zona del parque, el Rhin en medio
hay en ese parque un lugar que llaman el rincón de los poetas, es circular rodeado por un seto que crece a modo de respaldo detrás de un gran círculo de piedra donde te puedes sentar a leer las páginas de metal que, formando un libro, están sujetas a una mesa de piedra en el centro del círculo y en cada una de ellas hay grabado un texto poético de autores conocidos, que hacen alusión a la importancia del bien común, de la paz, de la compasión, del amor y de la belleza de una vida rica en valores humanizantes.
una zona del parque, el Rhin en medio
hay en ese parque un lugar que llaman el rincón de los poetas, es circular rodeado por un seto que crece a modo de respaldo detrás de un gran círculo de piedra donde te puedes sentar a leer las páginas de metal que, formando un libro, están sujetas a una mesa de piedra en el centro del círculo y en cada una de ellas hay grabado un texto poético de autores conocidos, que hacen alusión a la importancia del bien común, de la paz, de la compasión, del amor y de la belleza de una vida rica en valores humanizantes.
Las formas de vida, el trato que recibes por parte de aquellos pueblos, cómo se llevan entre sí, la implicación social, donde todo es cosa de todos y lo público recibe el mismo trato que lo privado y viceversa, la valoración del talento desde la escuela, los niños con la llave de casa en la cartera del cole a los cinco años, yendo en bici por la calle junto a su padre o su madre, aunque llueva o nieve, los columpios en la guardería hechos con neumáticos y sogas atadas a los árboles, las antiguas bañeras con patas metálicas son barcos piratas en el jardín del recreo; cada niño desde los tres años aprende a gestionar su rincón-taquilla, desde el principio nadie le dice como ordenarlo, aprende de ver a los compañeros... no les riñen ni les obligan a nada, les van dando pistas con la propia conducta, ni Kant lo habría hecho mejor, simplemente les dejan aprender de lo que ven.
Cada día de la semana cocina una familia el menú de todos, -el padre o la madre, tienen el derecho a que en el trabajo les den el tiempo necesario para asistir a las actividades escolares de sus hijos (luego recuperan el tiempo en otro momento, lo primero son las personas y es del dominio público que una empresa funciona mucho mejor cuando los trabajadores están bien tratados y asistidos en todos los aspectos por parte de la empresa); la cocina ocupa el centro del cole y los niños que quieran pueden ayudar a sacar y guardar vajilla, cubiertos y cacharros en el lavaplatos, en los armarios bajitos, en los cajones. Saben donde están las cosas y donde se guardan...
Allí no se aprende a leer ni a escribir hasta los siete años, ya en la escuela, y entonces vuelan en poquísmo tiempo y aprenden a una velocidad y con un interés increíble: sus inteligencias han adquirido la madurez suficiente aprendiendo a vivir en común para sentirse seguros, tranquilos y contentos con todo lo que van aprendiendo.
Es la cultura la que hace esos milagros. La tele y los videojuegos se quedan a un lado como una curiosidad aleatoria, que nunca puede ocupar el lugar de ir a plantar esquejes, a regar flores, a coger frutas y bayas de la estación, de hacer mermelada casera junto a los padres, trepar por un rocódromo, de inventar sus propios juegos, porque la vida en directo para ese tipo de educación es tan atractiva e interesante que no apetece perdérsela en ofertas enlatadas mucho menos gratificantes y sanas.
Mi nieta Laura, que vive en Freiburg, a sus ocho años tiene su propio cuaderno de recetas que se va inventando y cocina junto a sus amigas y amigos del cole los fines semana, si por cuestión meteorológica no se puede ir al campo, al monte y al bosque (están en plena Selva Negra). Y te puede contar mientras cocina sus inventos, qué tipo de fruta es propia de cada época del año, cuáles son de Alemania y cuáles vienen de otros países, o por qué es preferible consumir los productos del terreno en que vives y no los que necesitan un transporte contaminante y que sufren una pérdida de valores nutritivos por el camino, cosa que no ocurre si los compramos en el mercado de la plaza (allí,los mercados con puestos al aire libre los sábados por la mañana son lo normal, en las plazas junto a la catedral, donde granjeros y artesanos venden sus productos directamente del productor al consumidor) y lo más impactante es que la misma Laura lo deduce por lógica y cuando más tarde lo oye en clase o en las conversaciones de los mayores, se alegra mucho de estar en sintonía con todo...
Impactan los anunucios del Estado, a lo largo de avenidas y calles: fotos-cartel enormes de unas manos cortando tela con unas tijeras, o amasando pan, o trabajando la madera o la tierra, o el cuero o sobre un teclado o un motor, y un letrero que acompaña con estas palabras: El trabajo de nuestras manos es nuestra mayor riqueza.
Cultura, sí. Eso es el cultivo del ser humano.
Sin embargo en nuestra pobre España la cultura está tan fiambre, hay tanta miseria espiritual e irracional-emotiva que cuando relatas estas cosas, la reacción patria inmediata es la ofensa del orgullo herido, la auto-comparación acomplejada, la rabia y se diría que hasta la envidia, que es la incapacidad de alegrarse por el bien ajeno si uno está en peor situación de lo que se comenta. Si ni siquiera hay capacidad cognitiva para hacer una separación de planos entre lo que se les cuenta y lo que a consecuencia de ello segregan con su rabia instintiva a causa de lo que no se entiende por falta de discernimiento desde la más tierna infancia, ¿cómo podremos desarrollar una verdadera cultura? ¿cultivando qué, con semejantes materias primas?
Desafortunadamente, ese estado cerril es propio de la derecha, pero no en exclusiva, que en todas las ideologías cuecen habas y no sería posible una derecha tan impresentable si la izquierda no le dejase tanto campo libre y a veces las diferencias tan poco visibles entre el acierto y el disparate. De todos modos,valga como prueba del Carbono 14, el recital de aberraciones que ayer mismo nos ofrecía en los medios un alcalde del pp a propósito de sus opiniones acerca de la izquierda y de todo un catálogo monstruoso de disparates. Eso es batir el récord de la obtusez. Y lo peor no es que sea alcalde, sino sobre todo que es maestro y director de un centro escolar. En este plan, las peores previsiones se quedan cortas. Da escalofríos pensar en lo que se están tragando los pobres niños.
Cada día de la semana cocina una familia el menú de todos, -el padre o la madre, tienen el derecho a que en el trabajo les den el tiempo necesario para asistir a las actividades escolares de sus hijos (luego recuperan el tiempo en otro momento, lo primero son las personas y es del dominio público que una empresa funciona mucho mejor cuando los trabajadores están bien tratados y asistidos en todos los aspectos por parte de la empresa); la cocina ocupa el centro del cole y los niños que quieran pueden ayudar a sacar y guardar vajilla, cubiertos y cacharros en el lavaplatos, en los armarios bajitos, en los cajones. Saben donde están las cosas y donde se guardan...
Allí no se aprende a leer ni a escribir hasta los siete años, ya en la escuela, y entonces vuelan en poquísmo tiempo y aprenden a una velocidad y con un interés increíble: sus inteligencias han adquirido la madurez suficiente aprendiendo a vivir en común para sentirse seguros, tranquilos y contentos con todo lo que van aprendiendo.
Es la cultura la que hace esos milagros. La tele y los videojuegos se quedan a un lado como una curiosidad aleatoria, que nunca puede ocupar el lugar de ir a plantar esquejes, a regar flores, a coger frutas y bayas de la estación, de hacer mermelada casera junto a los padres, trepar por un rocódromo, de inventar sus propios juegos, porque la vida en directo para ese tipo de educación es tan atractiva e interesante que no apetece perdérsela en ofertas enlatadas mucho menos gratificantes y sanas.
Mi nieta Laura, que vive en Freiburg, a sus ocho años tiene su propio cuaderno de recetas que se va inventando y cocina junto a sus amigas y amigos del cole los fines semana, si por cuestión meteorológica no se puede ir al campo, al monte y al bosque (están en plena Selva Negra). Y te puede contar mientras cocina sus inventos, qué tipo de fruta es propia de cada época del año, cuáles son de Alemania y cuáles vienen de otros países, o por qué es preferible consumir los productos del terreno en que vives y no los que necesitan un transporte contaminante y que sufren una pérdida de valores nutritivos por el camino, cosa que no ocurre si los compramos en el mercado de la plaza (allí,los mercados con puestos al aire libre los sábados por la mañana son lo normal, en las plazas junto a la catedral, donde granjeros y artesanos venden sus productos directamente del productor al consumidor) y lo más impactante es que la misma Laura lo deduce por lógica y cuando más tarde lo oye en clase o en las conversaciones de los mayores, se alegra mucho de estar en sintonía con todo...
Impactan los anunucios del Estado, a lo largo de avenidas y calles: fotos-cartel enormes de unas manos cortando tela con unas tijeras, o amasando pan, o trabajando la madera o la tierra, o el cuero o sobre un teclado o un motor, y un letrero que acompaña con estas palabras: El trabajo de nuestras manos es nuestra mayor riqueza.
Cultura, sí. Eso es el cultivo del ser humano.
Sin embargo en nuestra pobre España la cultura está tan fiambre, hay tanta miseria espiritual e irracional-emotiva que cuando relatas estas cosas, la reacción patria inmediata es la ofensa del orgullo herido, la auto-comparación acomplejada, la rabia y se diría que hasta la envidia, que es la incapacidad de alegrarse por el bien ajeno si uno está en peor situación de lo que se comenta. Si ni siquiera hay capacidad cognitiva para hacer una separación de planos entre lo que se les cuenta y lo que a consecuencia de ello segregan con su rabia instintiva a causa de lo que no se entiende por falta de discernimiento desde la más tierna infancia, ¿cómo podremos desarrollar una verdadera cultura? ¿cultivando qué, con semejantes materias primas?
Desafortunadamente, ese estado cerril es propio de la derecha, pero no en exclusiva, que en todas las ideologías cuecen habas y no sería posible una derecha tan impresentable si la izquierda no le dejase tanto campo libre y a veces las diferencias tan poco visibles entre el acierto y el disparate. De todos modos,valga como prueba del Carbono 14, el recital de aberraciones que ayer mismo nos ofrecía en los medios un alcalde del pp a propósito de sus opiniones acerca de la izquierda y de todo un catálogo monstruoso de disparates. Eso es batir el récord de la obtusez. Y lo peor no es que sea alcalde, sino sobre todo que es maestro y director de un centro escolar. En este plan, las peores previsiones se quedan cortas. Da escalofríos pensar en lo que se están tragando los pobres niños.
Nos queda la esperanza del efecto mariposa, si es posible ese avance evolutivo en algunos lugares del Planeta, puede que ya sea cuestión de contagio cuántico...Y sobre todo de elegir de qué energías queremos contagiarnos. Necesitamos que las oraciones católicas en las escuelas, pasen de ser monsergas rutinarias a ser ejercicios respiratorios y una especie de yoga sencillo, donde los niños contacten con su ser interno fácilmente y aprendan a fluir con la inteligencia propia unida a la universal, en vez de entrenarse vegetando en las rutinas, mientras la carrera de Magisterio podría ampliarse en el campo del crecimiento personal y dotar a los educadores de herramientas de autoconocimiento más adecuadas al tiempo que vivimos.
Con maestros más despiertos, menos fanáticos de religiones y laicismos en combate, seguro que la educación acabará por convertir la mediocridad española doctora en ínfulas, perifollos memorísticos, pedantería e ignorancia supina de lo esencial, en verdadera cultura de la experiencia y del estudio antropológico práctico, desde la propia praxis y no solo desde la cháchara en plan Fary Gerundio de Campazas.
Médico, empieza por curarte tú mismo antes de intentar curar a los demás. Maestro,sé tu propio alumno antes de dar lecciones. Religioso, descubre en ti qué es o no es dios, antes de predicar a los demás lo que tú mismo desconoces como experiencia real. Empresario, abre tu inteligencia y hazte consciente de que entre tus empleados y tú no hay más diferencia que lo aparente y que lo que haces contra o a favor de ellos lo estás haciendo en contra o a favor de tus intereses. Científico, pregúntate la finalidad de tus investigaciones y al servicio de qué señores pones tus descubrimientos y qué resultados finales tienen para la humanidad y no solo para tu caché y tu bolsillo. Político, adecéntate y aprende a gobernarte a ti mismo antes de pretender gobernar a nadie y no coloques la ideología ni la ambición de tu ego por encima de los seres humanos a los que debes servir en vez de manipular y lo mismo deben aplicarse los periodistas. De eso se trata.
El primer libro que debemos aprender a leer y el primer cuaderno en que escribir, es la vida. Como diría Jordi Pigem, la Inteligencia Vital. Cuando eso se consigue, el resto se desarrolla por sí mismo, como un río que fluye desde dentro de uno mismo al universo, con billete de vuelta, es decir, viviendo realmente en primera persona el origen de la universalidad: unus versus alia , uno vuelto hacia todas las cosas, mientras se inicia el camino por este mundo.
Nunca olvidaré lo que sucedió en un concierto que una de mis hijas -pianista, violinista, guitarrista, cantante, compostora y licenciada en Jazz, por la Hörschule de Colonia, -la Facultad de Música- dió en una sala de Bonn, hace unos años y al que yo pude asistir-; ella suele componer sus temas en español y en inglés, no lo ha hecho nunca en alemán. Bueno, pues nada más empezar a tocar y a cantar en español, -no había incluido nada en inglés en aquella ocasión-, aquel auditorio se llenó de mecheros alumbrando el lugar, aplaudían incansables y cuando acabó el concierto fueron todos a saludar a Blanca (mi hija), emocionadísimos, sin haber entendido ni chufa de los textos. Varios de ellos se acercaron a mí porque alguien del local les dijo que yo era Die Blancas Mutter, y emocionados me dijeron como pudieron -usando el francés o el inglés, además del alemán y alguno que otro, veraneante en Mallorca, el castellano-, que me felicitaban por ser madre de alguien capaz de componer y cantar cosas tan bellas y profundas, que no importaba el idioma cuando hablaban el corazón, el alma y la belleza; a algunos se les escapó alguna que otra lágrima.
Algo similar me pasó con una señora, creadora en los años 80 de una franquicia restauradora que se llama Gilgens, y dueña de un salón cafetería cerca de Sigburg, que con casi noventa años y seguía haciendo su repostería exquisita cada día y saliendo de la cocina para charlar con los clientes y preguntarles por sus preferencias y en qué se puede mejorar. Blanca nos traducía a ambas, y cuando yo le dije que era una pena que nos tuviesen que traducir por mi pésimo alemán y su inexistente español, Oma Marga, que así se llamaba, respondió, que cuando se ve el corazón de las personas no hace falta traducir nada porque la misma energía está en las dos personas. Toma ya.
En España nunca me han sucedido cosas parecidas, al contrario, lo frecuente es tener que dar muchísmas explicaciones en el mismo idioma, para que se entiendan cosas super simples, pero que si no se explican por activa, pasiva y perifrástica, dan lugar a malos entendidos e interpretaciones sui generis como a lagunas en la comunicación, aunque se ponga el mejor empeño en que eso no ocurra. De hecho hay un montón de problemas y de quejas a las espaldas de unos y otros porque no hay manera de que se aclaren y cuando se habla con claridad, sin remilgos y llamando al pan, pan y al vino vino se sienten desbordados.Se bloquean y eso, en vez de darles que pensar les ofende.
Versión española de un evento comunicativo:
Quedan dos amigas en ir a una conferencia a la Universidad. Hace mucho frío y una de ellas se pone un sombrero con forro polar, cuando llega al punto donde han quedado, la amiga a la que espera, ésta ni la saluda, la mira con expresión hostil y con un bufido le espeta: "¡Pero bueno, esto se avisa, pordiós! Me tenías que haber dicho que me arreglase más, y no me habría puesto este anorak, ahora voy a hacer el ridículo total, tú con sombrero y yo a pelo, hecha una birria..." A ver qué cultura arregla esos cruces de cables. Si le dices que da igual lo que se lleve puesto, que cada cual se ponga lo que le dé la gana porque no es normal entre adultos querer ir de uniforme ni darse la crónica previa de la indumentaria, ni pasar revista como en el ejército a ver si todos van iguales, y que lo importante es no pasar frío, escuchar la conferencia que es de lo que se trata y luego comentar qué nos ha parecido, si eso nos apetece, se sentirá humillada, pero si te quitas el sombrero, te congelas y te pillas un pasmo, para que ella no se moleste, dirá que no era para tanto, pero que si te congelas con ella por solidaridad, eres una amiga de las buenas...La manada controlator in action.
Otro ejemplo ilustrativo: un autor acaba una lectura poética de una de sus obras y a continuación vienen a saludarle los asistentes al acto y lo primero que le suelta un señor muy elegante es "¿Pero cómo se le ocurren esas cosas?¿De donde saca usted esas expresiones que nunca he encontrado en otros poetas?¿Dígame, de qué lecturas ha sacado esas metáforas tan originales?" Toma ya, pero esta vez en sentido contrario, of course.
La cultura masticada y predigerida del retruécano y el chascarrillo polivalente aunque unívoco en la programación neuronal es inabordable, resistente a toda lógica y sólo resulta útil para reforzar lo inútil y complicarlo todo. Ejpaña es asín y si Santiago sigue emperrado en cerrarla a cal y canto,¿para qué más?
La cultura verdadera es transparente y no necesita maquillajes, mechas californianas, bótox, peluquines teñidos de caoba para tapar canas y calvas que no se dejan tapar, ni rodeos ni atenuantes ni parches antes del grano. La verdad se siente en ella a sus anchas. Se trata del cultivo personal que nos permite ser el mensaje y el mensajero, el receptor y el emisor en una misma manifestación empática y sin barreras. Si en la vida normal de cada día la comunicación es de tan alto voltaje cognitivo, no es nada raro que la vida en una civilización de tal calibre esté en las antípodas de la "cultura" híspida, hispánica, chinche y picajosa, miserable de luxe, mucho más por incompetencia comunicativa que por la mala baba garrula resultante.
Hay que ver, qué ojo el de los romanos poniendo nombres al primer golpe de vista. O qué gafes xd!...Ains
__________________________________________
Más información en Internet, este documento de Naciones Unidas más un PDF
(*) Construcción del barrio sostenible de Freiburg-Vauban, Friburgo-Brisgovia
26 jun. 2002 - Construcción del barrio sostenible de Freiburg-Vauban, Friburgo, Alemania -- CONTINUACIÓN. Nota del editor: Esta práctica es la continuación de Participación ciudadana para un modelo de barrio sostenible en Friburgo ( Alemania) (Buena Práctica catalogada como GOOD en el concurso de 1996).
Con maestros más despiertos, menos fanáticos de religiones y laicismos en combate, seguro que la educación acabará por convertir la mediocridad española doctora en ínfulas, perifollos memorísticos, pedantería e ignorancia supina de lo esencial, en verdadera cultura de la experiencia y del estudio antropológico práctico, desde la propia praxis y no solo desde la cháchara en plan Fary Gerundio de Campazas.
Médico, empieza por curarte tú mismo antes de intentar curar a los demás. Maestro,sé tu propio alumno antes de dar lecciones. Religioso, descubre en ti qué es o no es dios, antes de predicar a los demás lo que tú mismo desconoces como experiencia real. Empresario, abre tu inteligencia y hazte consciente de que entre tus empleados y tú no hay más diferencia que lo aparente y que lo que haces contra o a favor de ellos lo estás haciendo en contra o a favor de tus intereses. Científico, pregúntate la finalidad de tus investigaciones y al servicio de qué señores pones tus descubrimientos y qué resultados finales tienen para la humanidad y no solo para tu caché y tu bolsillo. Político, adecéntate y aprende a gobernarte a ti mismo antes de pretender gobernar a nadie y no coloques la ideología ni la ambición de tu ego por encima de los seres humanos a los que debes servir en vez de manipular y lo mismo deben aplicarse los periodistas. De eso se trata.
El primer libro que debemos aprender a leer y el primer cuaderno en que escribir, es la vida. Como diría Jordi Pigem, la Inteligencia Vital. Cuando eso se consigue, el resto se desarrolla por sí mismo, como un río que fluye desde dentro de uno mismo al universo, con billete de vuelta, es decir, viviendo realmente en primera persona el origen de la universalidad: unus versus alia , uno vuelto hacia todas las cosas, mientras se inicia el camino por este mundo.
Nunca olvidaré lo que sucedió en un concierto que una de mis hijas -pianista, violinista, guitarrista, cantante, compostora y licenciada en Jazz, por la Hörschule de Colonia, -la Facultad de Música- dió en una sala de Bonn, hace unos años y al que yo pude asistir-; ella suele componer sus temas en español y en inglés, no lo ha hecho nunca en alemán. Bueno, pues nada más empezar a tocar y a cantar en español, -no había incluido nada en inglés en aquella ocasión-, aquel auditorio se llenó de mecheros alumbrando el lugar, aplaudían incansables y cuando acabó el concierto fueron todos a saludar a Blanca (mi hija), emocionadísimos, sin haber entendido ni chufa de los textos. Varios de ellos se acercaron a mí porque alguien del local les dijo que yo era Die Blancas Mutter, y emocionados me dijeron como pudieron -usando el francés o el inglés, además del alemán y alguno que otro, veraneante en Mallorca, el castellano-, que me felicitaban por ser madre de alguien capaz de componer y cantar cosas tan bellas y profundas, que no importaba el idioma cuando hablaban el corazón, el alma y la belleza; a algunos se les escapó alguna que otra lágrima.
Algo similar me pasó con una señora, creadora en los años 80 de una franquicia restauradora que se llama Gilgens, y dueña de un salón cafetería cerca de Sigburg, que con casi noventa años y seguía haciendo su repostería exquisita cada día y saliendo de la cocina para charlar con los clientes y preguntarles por sus preferencias y en qué se puede mejorar. Blanca nos traducía a ambas, y cuando yo le dije que era una pena que nos tuviesen que traducir por mi pésimo alemán y su inexistente español, Oma Marga, que así se llamaba, respondió, que cuando se ve el corazón de las personas no hace falta traducir nada porque la misma energía está en las dos personas. Toma ya.
En España nunca me han sucedido cosas parecidas, al contrario, lo frecuente es tener que dar muchísmas explicaciones en el mismo idioma, para que se entiendan cosas super simples, pero que si no se explican por activa, pasiva y perifrástica, dan lugar a malos entendidos e interpretaciones sui generis como a lagunas en la comunicación, aunque se ponga el mejor empeño en que eso no ocurra. De hecho hay un montón de problemas y de quejas a las espaldas de unos y otros porque no hay manera de que se aclaren y cuando se habla con claridad, sin remilgos y llamando al pan, pan y al vino vino se sienten desbordados.Se bloquean y eso, en vez de darles que pensar les ofende.
Versión española de un evento comunicativo:
Quedan dos amigas en ir a una conferencia a la Universidad. Hace mucho frío y una de ellas se pone un sombrero con forro polar, cuando llega al punto donde han quedado, la amiga a la que espera, ésta ni la saluda, la mira con expresión hostil y con un bufido le espeta: "¡Pero bueno, esto se avisa, pordiós! Me tenías que haber dicho que me arreglase más, y no me habría puesto este anorak, ahora voy a hacer el ridículo total, tú con sombrero y yo a pelo, hecha una birria..." A ver qué cultura arregla esos cruces de cables. Si le dices que da igual lo que se lleve puesto, que cada cual se ponga lo que le dé la gana porque no es normal entre adultos querer ir de uniforme ni darse la crónica previa de la indumentaria, ni pasar revista como en el ejército a ver si todos van iguales, y que lo importante es no pasar frío, escuchar la conferencia que es de lo que se trata y luego comentar qué nos ha parecido, si eso nos apetece, se sentirá humillada, pero si te quitas el sombrero, te congelas y te pillas un pasmo, para que ella no se moleste, dirá que no era para tanto, pero que si te congelas con ella por solidaridad, eres una amiga de las buenas...La manada controlator in action.
Otro ejemplo ilustrativo: un autor acaba una lectura poética de una de sus obras y a continuación vienen a saludarle los asistentes al acto y lo primero que le suelta un señor muy elegante es "¿Pero cómo se le ocurren esas cosas?¿De donde saca usted esas expresiones que nunca he encontrado en otros poetas?¿Dígame, de qué lecturas ha sacado esas metáforas tan originales?" Toma ya, pero esta vez en sentido contrario, of course.
La cultura masticada y predigerida del retruécano y el chascarrillo polivalente aunque unívoco en la programación neuronal es inabordable, resistente a toda lógica y sólo resulta útil para reforzar lo inútil y complicarlo todo. Ejpaña es asín y si Santiago sigue emperrado en cerrarla a cal y canto,¿para qué más?
La cultura verdadera es transparente y no necesita maquillajes, mechas californianas, bótox, peluquines teñidos de caoba para tapar canas y calvas que no se dejan tapar, ni rodeos ni atenuantes ni parches antes del grano. La verdad se siente en ella a sus anchas. Se trata del cultivo personal que nos permite ser el mensaje y el mensajero, el receptor y el emisor en una misma manifestación empática y sin barreras. Si en la vida normal de cada día la comunicación es de tan alto voltaje cognitivo, no es nada raro que la vida en una civilización de tal calibre esté en las antípodas de la "cultura" híspida, hispánica, chinche y picajosa, miserable de luxe, mucho más por incompetencia comunicativa que por la mala baba garrula resultante.
Hay que ver, qué ojo el de los romanos poniendo nombres al primer golpe de vista. O qué gafes xd!...Ains
__________________________________________
Más información en Internet, este documento de Naciones Unidas más un PDF
(*) Construcción del barrio sostenible de Freiburg-Vauban, Friburgo-Brisgovia
habitat.aq.upm.es › Buenas Prácticas › Concurso Internacional › 2002
[PDF]Barrio ecológico de Vauban - Mi Ciudad AC2
www.miciudadac2.eu/uploads/.../es_patricia-de-santiago_barrio-ecologico-vauban.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario