lunes, 5 de febrero de 2018

Del cuaderno de notas de Jorge Riechmann

“du musst dein leben ändern”, escribía el señor rilke

Necesitamos transformarnos a nosotros mismos –a estas alturas, todo el que no esté ciego sabe que Homo sapiens, siendo lo que es, habiendo construido la cultura que ha construido, no tiene futuro en el tercer planeta del Sistema Solar a menos que cambie muy a fondo.

Y la disputa se refiere al sentido de ese cambio. Los dominadores nos dicen: nuestra antropotécnica nos convertirá en cyborgs transhumanos, criaturas mutantes dotadas de superpoderes. Llevaremos al extremo nuestro proyecto de dominación.

Y nosotros respondemos: precisamente se trata de dejar atrás las fantasías de dominación, y asumir que vivimos en un mundo indomeñable de sistemas complejos adaptativos. Se trata de reconocer en Gaia nuestro hogar, y asumir humildemente nuestro papel de animales con responsabilidades especiales dentro de la comunidad biosférica.

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'Debes cambiar tu vida' dice Rilke. Y  deberías hacerlo ya. Estamos como nunca implicados en  el punto histórico de la elección, de la bifurcación a que se refiere el premio Nobel de Física Ilya Prigogine y que nos permite salir del estado entrópico mediante una toma de conciencia resiliente, despertando del delirium tremens disparatado;  un paso de la evolución en el que física y conciencia se descubren en una misma energía universal capaz de convivir sacando de la química y la mecánica los resultados menos dañinos y más sanos. Un cyborg carece de esencia humana, aunque sea un pastiche con apariencia humaniforme. Producto de un sistema desesperado incapaz de aceptar su decadencia y negándose la posibilidad de regenerar el presente que ha destrozado refugiado en una globalizada ciencia ficción peliculera de Disney cibernético.

Si se quiere sobrevivir como especie habrá que salir del sopor kakocientífico, incapaz de ver los límites de lo limitado por su misma estructura obsolescente y de ver y experimentar lo ilimitado  y extenso de la lucidez consciente cuyo síntoma primordial es asumir nuestra condición de humanos sujetos a la temporalidad, al desgaste natural y hermoso de la vida material, a cuyo proceso da sentido el conocimiento y la aceptación de sí mismos y en ese proceso, también de los demás: ese tejido común del que todos y todas las especies vivas y hasta las aparentemente inertes, formamos en lo pequeño y en lo inmenso de  la inteligencia universal. 
Mundus maior-mundus minor. Como es dentro es fuera, como es arriba es abajo.
Trabaja dentro de ti y verás cambiar lo que te rodea. Pero si solo trabajas fuera y descuidas el interior, se secará la fuente agotada en banalidades ilusas; entonces por muy genial que sea tu grifo, aunque sea un ciberinvento, como tú mismo crees ser, será incapaz de dar agua.  Y en ese plan  todo se acabará sin remedio, en lo pequeño como en lo grande, así en la tierra como en el cielo.

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