sábado, 3 de febrero de 2018

Puntos de vista

                                           
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Una vez y otra se plantea un tema moral y social en el asunto de la salud y la conciencia. ¿Quién es el responsable de nuestra salud: el estado o cada uno de nosotros? ¿Qué función debe ejercer el estado ante este asunto, ¿impositivo?, ¿respetuoso con las opciones libres de cada ciudadano?,¿asesor sanitario o gestor implacable de tratamientos impuestos por los protocolos de moda que el poder del dinero y las farmacéuticas implementan por decreto, sin que el paciente tenga la oportunidad de elegir cómo desea ser tratado? ¿Tiene el estado atribuciones morales para meter las narices en las decisiones personales, que solo afectan a cada individuo, sin causar daño a otros? ¿Qué poder legal tiene un médico para imponer a la fuerza un tratamiento? ¿A quién ampara la ley en esos casos: al poder del médico o los derechos del paciente, sobre su vida y su salud? ¿Es  legal que se abuse de las vacunas si ya están erradicadas las enfermedades para las que se crearon? ¿Es decente como pasó con los fraudes de las gripes de laboratorio que no haya un control de Naciones Unidas en los laboratorios farmacéuticos que manipulan a su aire la salud de todo el Planeta e incluso hacen guerras entre sí como pasó en la India cuando sacó un genérico a un precio asequible, que en Europa costaba un ojo de la cara y se puso una bomba en el laboratorio de Nueva Delhi?

Está claro que la evolución de las conciencias no es un proceso igualitario en el tiempo, y que unas personas son mucho más conscientes y lúcidas que otras. Pero eso la ley no lo incluye si se trata de adultos. Traza unas líneas de dominio y punición contra los infractores, que en cuestión de delitos tienen una lógica aplastante, pero que pierden el oremus, la lógica y la inteligencia cuando se tratan de aplicar en terrenos mucho más finos de hilar como es el libre albedrío aplicado a la salud particular. ¿Cómo tienen que actuar los ciudadanos que muchas veces son más lúcidos que sus gobernantes y que muchos de sus médicos domesticados? ¿Tiene algo legítimo y moralmente lícito que objetar el estado cuando muchos ciudadanos demuestran ser mucho mejores administradores y gestores de su salud, que el sistema sanitario impuesto por el establishment? Según el derecho natural ese patrimonio de la propia vida es sagrado e intocable sin el permiso de sus propietarios y usuarios y ninguna ley está autorizada para mangonear los cuerpos y la salud de nadie que no quiera que así sea. En este punto llegamos al encuentro de dos formas de entender la vida, la salud y la enfermedad.

1) O bien desde la toma de conciencia personal, que lleva consigo un conocimiento adulto de sí mismos y de las relaciones entre cuerpo físico, cuerpo emocional y cuerpo mental, que para unas personas están vinculados inseparablemente por la propia conciencia y para otras están divididos, a veces enfrentados y separados en compartimentos estancos por la contra-pedagogía del sistema dominante, que lejos de tener  y fomentar una visión holística de nuestra naturaleza humana, aun anda anganchada al método de estudiar la vida  troceando el organismo en piezas como si nada tuviesen que ver unas con otras. Por lo que un hospital apenas se diferencia de un taller de mecánica del automóvil y un médico normal de un mecánico. Puede que el origen de esta patológica dicotomía se deba a que el  estudio concienzudo de la vida, paradójacamente, se hace sobre cadáveres y todo lo más sobre ratones o monos, y no sobre seres humanos vivos y conscientes.

2) O bien desde la ignorancia acerca de sí mismos que lleva consigo la entrega y la cesión de la responsabilidad personal de cada uno en manos de ese sistema factotum especializado en desguaces, que ya no se conforma con asesorar y remediar dolores, sino que pretende cada día con más fuerza robotizar las potencias superiores del ser humano: conciencia, libertad, responsabilidad, voluntad, discernimiento e inteligencia. 

Este estado de cosas es posible debido a la degradación velocísima e in crescendo exponencialmente del ser humano en su esencia, con la práctica desaparición de la conciencia, tanto individual como colectiva. En este proceso los medios de comunicación al servicio del establishment son una de las cargas explosivas más potentes contra la defensa de la libertad y la autonomía en la salud pública. Sólo hay que revisar el discurso de gran parte de la prensa española empeñada, -en especial, desde que el pp gobierna, no hay casualidades-  en degradar cualquier aspecto alternativo y coherente de la medicina, ignorando y ninguneando que hay médicos estupendamente cualificados que son homeópatas, naturistas, acupuntores, nutricionistas y doctorados en Medicina y Cirujía, muchos de ellos con más de una especialidad y bastante mejor preparados que muchos de los médicos ignorantes y monocordes, pero sumisos y acomodaticios que se precian de ser los más enterados, cuando en el fondo su cerrazón y su actitud fanática a favor de lo establecido por el capitalismo y sus farmacéuticas, sin capacidad para el análisis y la autocrítica, están condenando a la población a una manipulación total, en la que no puedan elegir cómo curar su cuerpo, sus emociones y su mente, para depender totalmente de un único sistema, que decidirá por ellos sobre su salud, su vida y su muerte. Porque, contra lo que esa "medicina" de estereotipos de laboratorio proclama, contradiciendo a la vez principios médicos que hasta se estudian aun en la carrera, la enfermedad no es solo cosa del cuerpo físico, también lo es de las emociones, de la voluntad y de la mente. Es el organismo entero el que enferma y se cura, en un cuerpo enfermo nada está sano en realidad. Y ese es uno de los principios de la medicina natural y de la homeopatía. En ese terreno la medicina tóxica de los laboratorios no es eficaz para curar nada, sólo sirve como alivio momentáneo, que pronto deja de tener efecto si se repiten las dosis habitualmente. Mientras que los principios naturales que se toman en la alimentación, muchas veces combinada con el ayuno terapéutico si hace falta, y regulada por el Médico Naturista son curativos, como muy bien afirma el principio hipocrático: "que tu medicina sea tu alimento y tu alimento tu medicina". 

Como ayuda impagable contamos con la vilipendiada homeopatía. En cuyo tema hay una fortísima división de opiniones, para la mentalidad médica cuadriculada y cerrada en el escalón más elemental de la ciencia, cuyo sistema es equiparable a la veterinaria de ganja y establo, más que una medicina para humanos, y que se apoya exclusivamente en lo que les han contado sus mecenas y les han dejado ver al microscopio amañado por el pastón y sus testaferros. El axioma principal es que sólo puede curar la química intoxicadora, matando todo lo que pilla de paso, hasta el mismo organismo que la soporta si es preciso y el cuerpo está demasido pocho como para resistir tan potente milagro curativo. ¿Pero qué más da si de algo hay que morir, no? Bien muertos están los enfermos que no han tenido el valor y las agallas de superar una quimio y una radioterapia como manda el protocolo, repartidas a los largo de meses en los que el paciente se agota en la lucha y no resiste para disfrutar de haber vencido como un campeón, de ese tratamiento caballo de Atila fashion que no deja ni una célula viva, sin distinguir si es buena o mala, es que esos enfermos que se rinden al final son unos blandengues en el fondo, que no merecen una medicina tan eficaz y potente, hasta no dejar títere con cabeza protocolaria. Con lo bien que se queda uno después de cada sesión...con lo que alivia y cura, claro, ya se sabe que quien bien te cura también te mata, pero es lo normal, nadie cura para siempre. Aquí nada es eterno.
En cambio, ahí está el timo de la homeopatía, ¿cómo va a poder curar una cosa tan simple e inofensiva, que ni siquiera tiene efectos secundarios, que no te da ni un sólo patatús cuando te la tomas, sólo que gracias al placebo el enfermo se imagina que se ha curado y le dejan de doler cosas, así, sin más, sin tener que estar horas en el laboratorio preparando pócimas con mucha más clase y enjundia, una cosa tan baladí que ni te deja hecho trizas ni te mata en cuanto te descuidas...
Esos remedios de pacotilla no pueden ser serios ni tienen garantía de ningún tipo. Todo lo más que pueden conseguir es que la gente se muera de muerte natural cuando llega a viejecita. Ya ves tú qué mérito, si al menos garantizasen la inmortalidad, ya sería otra cosa digna de tener en cuenta. A ver, ¿alguien con pedigrí sabihondo puede explicar qué mérito tiene un remedio tan simplicio, que se reduce a agua monda y lironda? ¿qué puede curar algo así, a la 30CH, cuando a la 5 o 6 ya no queda rastro de la pizca de sustancia que se utilizó para empezar...y dicen que se puede usar hasta las 200 diluciones...
Tiene que ser un timo de todas todas, porque si ese cuento fuese verdad, sería el fin de todo el periódo geológico que nos estamos currando tan ricamente desde hace millones de años, dándole al Planeta por todas partes a saco, como las medicinas de postín a los seres humanos. 
No podemos permitir que esta falacia acabe con la farmacia. Que bolas tan sibilinas se carguen la medicina, la única , la fetén, la nuestra, la que lleva miles de años haciendo eutanasia activa como debe ser; ¿Qué sería de este mundo con una medicina que lo curase todo y no se muriera nadie? Menudo marronaco para el estado de bienestar. ¿Es que no pueden entender que el ser humano es pura obsolescencia programada, con lo claro que está?
Por eso nuestra medicina oficial es fantástica y reguladora de la superpoblación. Y lo hace con un arte tan natural...Que te pilla por un resfriado y poquito a poco, con productos que parece que te curan una cosa y te enferman 24, año tras año, tacita a tacita, vacuna tras vacuna contra cualquier cosa, -no como Jenner que se limitó a la viruela-, te remata de maravilla, a base de combinar lo que te alivia con lo que va dejando secuelas y te pudre vivo...
Jolín, cómo vamos a consentir que esa estúpida y facilona engañifa nos desplace y nos ponga en evidencia, así, como sin darse importancia, sin acusarnos de nada, incluso diciendo que los antibióticos no son malos ni incompatibles con ella, sí, sí, eso se lo dirá a todas, a la ayurvédica, a la china, a la tibetana,  a los métodos sufís de la antiguaya de Ibn-Arabi, qué sabrían entonces de medicina aquellos indocumentados ignorantes, como el marisabidillo de Hipócrates, que no tenía ni idea de lo que es un TAC o un marcapasos...Así le fue. Que sólo se ha quedado en modo juramento, después de tanto gnozi seautón, ya ves, es que no somos nada.
Menos mal que tenemos un sistema genial para estos menesteres. Un estado  fuera de serie con un partido la mar de eficaz, al que se le cierra la boca enseguida con unos cuantos sobres y en un plísplás te permite lo que sea... Bueno, y la prensa, que es genial para estos casos, una ayuda impagable, sobre todo si te haces socio capitalista que puedes despacharte a tutiplen amparado en la libertad de expresión, que para los chanchullos no hay mordaza que valga en este régimen tan democrático. Les mandas unos cuantos informes amañados y ella, la prensa libre, tan contenta, se pone a nuestro servicio para lo que haga falta, que para eso es libre y puede hacer de su capa una noticia ad hoc.


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