sábado, 31 de enero de 2015

Artesanos de la guerra

Tiraban y caían.
Y cuántos más disparos
descargaban
más se herían

Creyeron que la guerra
era el camino
y se ahogaron
al son de una venganza
que fueron convirtiendo
en su destino

Como peces de plomo
descendían
ahogados por el peso
del olvido
a las fosas marinas
de la nada
temblando en el horror
y haciéndose vudú
bala tras bala


No sabían porqué
un odio sin origen
les ungía
con fuego del infierno
y con tinieblas

A golpes de machete
se mataban
flotando en los desiertos
del invierno
y a  ráfagas de ira
fenecían
sin advertir siquiera
que esa furia cruel
no era la suya

y como marionetas
agredían
movidos por los hilos
de un odio tenebroso
irracional 
además de impotente
inútil y obsesivo 

y así se consumieron
en un fin prematuro
envueltos
en tristeza y soledades,
en rabia, en frustración,
en emboscadas
en tedio rimbombante 
e inmaduro
en trampas saduceas
en las que sólo ellos se cazaban
y cuánto más dolor
causaban a los otros
más enfermos y locos
acababan

cómplices destructivos
para causar el mal
al inocente
hicieron de su unión
su propia tumba 
y pudiendo ser vida
se agotaron
diseñando a la vez
su propia muerte 

A pesar de ser dueños del dinero
del poder, del glamour
de la tecnología 
y de la ciencia
esclavos de la envidia 
y de los celos
de poco les sirvió tanto ajetreo
al final sólo fueron 
cenizas aventadas 
sin conciencia
en medio de la noche
la niebla y el olvido
gemidos sin consuelo
susurrando amargor
polvo sin más
flotando en el vacío 
a ras de suelo 
   
Y sólo  compasión
perdón y olvido  
borran el rastro atroz
que aquí dejaron  

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