lunes, 19 de enero de 2015

El imparable ascenso de la inteligencia colectiva


                                      


Otro paso fundamental y ejemplar en nuestro camino solidario hacia el imparable empoderamiento colectivo. Ayer se marcó otro hito histórico en la escalada social y autónoma de la ciudadanía. Una televisión pública, como El33 catalán, dio un paso definitivo hacia la esencia de la libertad empleando el poder de convocatoria mediática para destapar la fosa de la basura, las cloacas del poder y dejar al aire libre las vergüenzas de la manipulación oficial, de la tropelía al servicio de la impolítica anti ciudadana. Periodistas y gestores de este medio de comunicación han demostrado que son, por encima de toda presión y de todo tapujo, ciudadanos. Que Sí se puede. 
Una vez más Catalunya, sin guerras ni terrorismo, ni amenazas apocalípticas,ni odio ni barbarie, deja muy clara su diversidad en contraste con el resto de 'autonomías'(?) Tenemos, limpiamente, que reconocerla como La Hermana Mayor o la Super Nanny del resto de ciudadanía peninsular. Y darle las gracias por este master de conciencia colectiva, de capacidad de organización y de sentido verdaderamente político, cívico, social. Hay que analizar despacio todo un proceso autónomo de pérdida del miedo, de activación de la conciencia, de capacidad para reflexionar y valorar que por encima de los riesgos y de las dudas, vale la pena decidir en libertad responsable, eligiendo el bien común, antes que la comodidad de no comprometerse por si la cosa no sale bien y 'caen cabezas'. 
La historia de Patri, narrada en la proyección de La ciutat morta, se ha convertido en una llave para abrir puertas bloqueadas en la percepción sensible de la realidad de todas y todos. Para demostrar que la fuerza de la verdad es la única que nos hace libres, sin necesidad de tertulias marrulleras ni birlibirloques verborreicos. Son los hechos los que cuentan y las palabras ciertas, que explican los hechos, las únicas que construyen y transmiten verdades como puños. A la palabra sólo la embellece y la engrandece la verdad desnuda que transmite. El testimonio. El corresponderse con los hechos. Si, además, como en este caso, palabra e imagen se funden en un hecho creador y revelador, que construye verdadera independencia en libertad, el triunfo de lo humano asciende a lo divino. Al milagro posible y cuántico del verdadero cambio.

Yo no sé vosotras que pensaréis, pero yo, desde ayer noche, no hago más que darle vueltas a la idea de a qué altura de bienestar y justicia estaríamos ahora, si Canal Nou, La1, La 2, TeleMadrid, Canal Sur, etc, y todas las teles públicas que se magrean con el gobierno de turno para no sacar los pies del plato y "mantener la calma" al estilo mordaza, hubiesen perdido el miedo en su momento y hubiesen apoyado el 15M, por ejemplo, en vez de mirarlo como un cabreo neohippy y curioso, como un fenómeno casi folclórico de 'ninis' desajustados socialmente, en rebeldía friki, y hubiesen actuado entonces como ha hecho ayer El 33, con el valor que se le supone al periodismo de altura y de conciencia. Si en cada caso de agresión y barbarie por parte de los esbirros del poder, y sus intereses,  se hubiesen empeñado en denunciar y exponer asuntos turbios, sin miedo y al nivel público más abierto y creativo, aprovechando los medios extraordinarios y rapidísimos de convocatoria de que ahora mismo se dispone. Está claro que ni Canal Nou estaría ahora missing ni los españoles tan desinformados, manipulados, alelados por los diversos 'sálvames' y los marujeos  'políticos similares, y en manos del primer telepredicador cantamañas que gane la subasta del palabrerío y anestesie mejor las conciencias para montarse la timba "salvadora y empoderadora" de ciudadanías de chiste, a las que al parecer la única forma de despertar que puede alcanzarlas es El Intermedio, como lo hicieron Tip y Coll o La Codorniz, en sus tiempos. El cachondeo como política no sirve, está claro, en un país donde la política especialmente es el cachondeo total desde siempre. Llevamos más de sesenta años cachondeádonos de todo, criticando con ingenio subterráneo "la situación", con un cine de denuncia entre chistes, en medio de la dictadura, con humoristas que entre col y col colaban y siguen colando, la lechuga y todos nos guiñamos el ojo,, de generación en generación, con el mismo tic hereditario, nos damos un codazo de complicidad  y ya entendemos entre líneas lo que quiere decir el mensaje, qué agudos, qué listos, cómo somos los españoles, ¿verdad? A graciosos y ocurrentes no nos gana nadie. Y los gobiernos también se ríen. También disfrutan con las mismas ocurrencias. Participan de esa misma gracia. Por la gracia de dios, del dios que manda 'francamente' a todos los Rajoys que pululan, con más o menos acertadas ineficacias, por la pasarela Cibeles del poderío, como siempre.

Ahora, la ciudadanía se pone las pilas y se atreve a lo que debería haberse atrevido hace 200 años, y por fin, una tele pública se convierte en lo que debería haber sido desde siempre : un servicio ciudadano sin mordazas ideológicas ni convenencieras. ¡Por fin! Es casi un milagro poder presenciarlo y nace un sentimiento agradecido y emocionado. Pero...¿cuántas Patris se han suicidado desde que empezó este cerco crítico  a los ciudadanos, porque además de apalearlas les han quitado trabajo, salario, casa, dignidad, salud...? ¿Hasta dónde alcanza la responsabilidad del silencio mediático y del miedo de sus gestores? ¿y de los políticos que censuran la verdad y premian la coba de la mentira? ¿y de los bancos y empresas que compran políticos y medios de comunicación para que la única comunicación posible sea su negocio y sus intereses? ¿Y la de los ciudadanos que se callan y otorgan, por miedo e indiferencia, que es la cara pasota del mismo miedo?
Aquí dejo estas perplejidades, con la sana idea de compartirlas en activismo decente y solidario. Como una cucharilla removiendo el azúcar en el amargo café de un presente como éste. Ojalá.   




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