George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
lunes, 5 de enero de 2015
Planeta Plashma
Los amos de la guerra, los enanos de gris,
han tomado la noche. Iba a pasar de lejos,
a dejarlos borrarse de muerte natural
en la caducidad de otra noticia.
Se han ganado el cum laude del hastío.
Y ni siquiera sé si merecen quedarse
presos en la sustancia de un poema,
nutrirlos de palabras y conceptos
que no van a entender
ni en diez reencarnaciones venideras
si siguen simulando en diferido
los pagarés del karma.
Ellos son de penumbra y sofoco,
de coma irreversible a plazo fijo,
de anorexia de luz y tinieblas bulímicas.
Los ignoro otra vez, sin poder evitarlo.
Ignoro su despliegue de exactitudes vacuas,
de columna retórica con capitel de plomo
mas sin basa ni fuste. Exenta, desnortada.
Fofa. Ignoro el tresbolillo
de su enredo que intenta seducir
aunque siempre se queda en ese limbo
en el que lo perverso se abraza con lo inútil
en otro mercadillo de abalorios
que reparte la trola negociada
en átomos de polvo y de cenizas
Sé que tengo en mi mano
la magia y el poder de reducirlos
al nuncaparasiempre
con un pequeño gesto imperceptible,
que aún me queda el oficio de alquimista,
ese solve et coagula
en el mando a distancia
y fabricar abono en este compostero
improvisado y transmutar el fango
en buganvillas, la podre en tulipanes
y la vergüenza en rosas y futuro.
El poder en mis manos. El riesgo y la certeza
de ser libre. Y lentamente aprieto este botón.
Practico una eutanasia profiláctica.
Desaparecen.
Consigo una vez más arrebatarles
mi parcela de tierra prometida
donde todo recobra suavemente
y sin traumas
sus propias dimensiones naturales.
Que se cuelguen del nodo de la nada,
del negro reportaje del vacío.
Ni siquiera merecen el premio del silencio
sino la calladura del que aburre;
pegajosas calimas
que arrastran las escorias
de eso que nunca es y nunca llega a ser:
el medio pelo, el mediomiedo,
las medias tintas,
el medio listo, el medio tonto,
o la calle del medio con cigarrillo a medias,
apenas son como un mediocreer
mientras se mediocrea ese término medio
que domina los media.
Que se vayan ahora y que no vuelvan.
Y se lleven su parte del botín
de esa herencia podrida
que merecen.
Y para mí
la noche que embelesa y que sorprende.
La noche que ilumina y arrebata
La noche que no sabe ni contesta
La noche con las brasas de amor vivo
estando ya la casa sosegada
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