domingo, 18 de enero de 2015

Racó de Sant Francesc




                             
                          




 Nos ha cruzado el tiempo con vértigo y con prisas
apenas sin mirarnos comme il faut
con el toque afilado que imprimen las urgencias
(dicen que el tiempo siempre funciona de ese modo,
en clave inexorable, sin mirar a la cara,
con  los ojos perdidos en véte a saber donde)

Parece que fue ayer.
Sin pedirnos permiso nos ha cruzado el tiempo,
el pelo, las ojeras, las dudas y los mares de fondo.
Vinísteis de otra luz . No fue difícil
adivinar su rastro en vuestras voces, en clave de Scarlatti,
Leo Brower o Clementi. La luz era en vosotros
una pura destreza, idéntica palabra terrible, seductora.
Al principio soñé que os educaba.
Después giró la historia por otros derroteros
y se terció otra onda 
distinta a lo previsto
para entender el don de cada instante,
que el amor es así, le encanta improvisar
con otra inteligencia y otros ritmos
y siendo siempre el mismo
acaba por ser otro en cada uno .

Me confieso culpable de no ser
vuestra alumna preferida,
de recortar los sueños y de marcar fronteras,
de ser repetición, extraña, insuficiente y asustada,
de no ignorar a tiempo las crónicas del frío.
Me confieso convicta de un amor
que ha sido necesario templar, fundir, a veces,
dejar en el silencio con terrible apariencia de ultimátum
y sombra en el alféizar .

Si no es mucho esperar, quiero pediros hoy
una mirada nueva que trascienda papel y personaje
que supere los roles, la imagen y las sombras.
Antes de que los años me disuelvan
en un recuento sepia de foto intempestiva
y borrosa memoria trasnochada,
quiero deciros algo:

     Más allá de mujer, madre, costumbre, solitud y poeta,
     sabed que soy presente nada más. 
     Una chispa de nada. 
     Un amor raro . Un paquete postal del karma
     solamente
     que  vino a sorprenderse entre vosotros.   

              
                      


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