Vivimos
en un círculo vicioso, encadenados a los efectos de las convulsiones
que provocan los estados mentales y emocionales alterados constantemente
por la manipulación. Los medios son el cable transmisor y lo que se
coloca masivamente en ellos, es el elemento poderoso que modifica en un
instante el pensamiento, las emociones y la percepción de la realidad.
Nuestra libertad, la democracia, los derechos y nuestro equilibrio
personal, dependen de ese juego. Los grandes manipuladores lo saben y
han desarrollado tecnología y métodos para hacer con nosotros lo que
quieran. Anulando nuestra libertad desde dentro de nosotros mismos. Sus
herramientas son el miedo, la euforia y el bajón que provoca el consumo
de sustancias ya "normales" entre nosotros como aditivos, azúcar blanco,
cafeína, alcohol, nicotina o drogas "blandas" ( si es que hay algo
blando en ese infierno). Luego la publicidad, el bombardeo mediático a
una velocidad que no se puede asimilar y que provoca confusión ,
aturdimiento, impotencia, ira y ansiedad, estados de humor bloqueantes
de los neurotransmisores. Esta situación no la va a arreglar ningún
partido, al contrario, la misma política de partidos, constantemente
enfrentados, está inmersa y forma parte del mismo lodazal.
Por
eso es la ciudadanía tomando las riendas de su gestión, la única fuerza
que puede hacerse inmune a esa toxicidad, si logra, además de abandonar
la dinámica del odio y la opresión, DESOBEDECIENDO SIN VIOLENCIA, pero
con FIRMEZA E INTELIGENCIA COLECTIVA, comprender y combinar la visión
de la realidad y los métodos de construcción positiva, usando su
potencial en nuevos planos de cooperación y solidaridad.
Algunos
movimientos pioneros, como el 15M, Los Verdes y las Plataformas y
Mareas, las propuestas alternativas a este sistema, van consiguiendo
ese cambio de conciencia que nada tiene que ver con la irracionalidad
del ganar-perder, arribas y abajos, derechas ni izquierdas, sino con el
CAMBIO DE LA MENTE Y DE LA EMOCIONALIDAD, dirigidas colectivamente hacia
el bien común, que no pasa por aplastar a nadie, por vencer en plan
boxeo o club de fútbol, sino por cooperar y conseguir que se ponga en
marcha lo mejor de todos, desde la base, mediante el aprendizaje mutuo.
En vez de ira y rabia, trabajo mutuo y sonrisa, en vez de miedo y mala
uva, esperanza y seguridad en el camino, en vez de esforzarse para
vencer mañana, trabajar y fluir para convencer hoy.
No se puede
cambiar el mundo si la mayoría de sus habitantes sigue con la misma
disposición fundamentada en los métodos y sermones que han dejado este
mundo en tan mal estado. Hay que enterrar a los muertos ideológicos,
cuyas teorías sólo nos han aportado guerras y destrozos incontables. Los
muertos ideológicos, como los muertos físicos, que no es entierran se
pudren por todas partes e infectan aún más que cuando estaban vivos. Y
forman parte del entramado sutil que domina pensamientos, ideas,
emociones y voluntades.La vox populi lo llama magia negra, pero la psicología lo conoce como manipulación del inconsciente colectivo. Ese factor altera y teledirige mentes y facultades, provoca masacres mueve las naturalezas más ofuscadas y propensas al odio y las reacciones primitivas. Y los medios de comunicación audiovisual en sus manos son la correa de transmisión perfecta. Es necesario que seamos conscientes de este fenómeno y que desarrollemos inmunidad.
Sólo resisten las obras e ideas de los que nunca pueden morir porque son VIDA y con su trabajo han conseguido derribar barreras mentales y no crearlas. Los sabios maestros que nos han proporcionado lo que no puede extinguirse: sabiduría, comprensión, fortaleza, valor inteligente, serenidad, misericordia, bondad y belleza. Se les reconoce por los resultados que derivan de su paso por el mundo.
Ahora mismo estamos viviendo un episodio que corrobora lo que estamos comentando. El atentado contra Charlie Hebdo. Analicemos despacito:
¿Desde cuándo llevaba la revista publicando sus bromas sobre el fanatismo? Mucho tiempo. El director había comentado varias veces las amenazas que llovían sobre él y confesado que cada día seguía sin temor en su línea. Cosas mucho más contundentes que esa inocente caricatura se han dicho y escrito sin que el Islam matase a nadie. ¿Qué ha pasado esta vez? Pues ha pasado el huracán griego revolucionando el panorama tan plano y controlado de la UE. Las bases sociales de Europa se han consternado ante el golpe de mano de Alemania, o sea del euroimperio del capital. Precisamente ha sido Hollande el único Jefe de Estado que ha dado un toque , muy discreto desde luego, al eurosistema hablando de la democracia inalienable de los pueblos y de que no se debe acosar de ese modo a los griegos. Inmediatamente las fuerzas teledirectoras del inconsciente colectivo han entrado en acción y el resultado ha sido inmediato: dos locos fanáticos, de origen musulmán, pero franceses de nacionalidad, han sido los receptores de la llamada de la selva. Y lo ha pagado la libertad de expresión.
¿Qué consecuencia automática se ha producido? Pues que ya nadie menciona el asunto alemán con los griegos, ya convertido en peccata minuta y en "virgencita, virgencita que me quede como estoy", ante la atrocidad inmediata. En 24 horas se ha conseguido sepultar la tragedia de millones de griegos con la tragedia de doce asesinatos en el corazón institucional de Francia. Lugar desde el que se ha pronunciado la defensa de la libertad democrática por medio del Presidente de la República. Y no sólo eso, es que ahora han sembrado el miedo y la amenaza con que en cualquier lugar puede saltar la liebre del terror. Todo París y toda Francia están en alerta. No sólo allí. Por ósmosis histérica, ayer mismo en la puerta de Correos, en la Plaza del Ayuntamiento valenciano había un furgón y media docena de antidisturbios por si acaso...Sólo son exhibiciones estériles para crear miedo y fomentarlo. De sobra saben que un terrorismo de ese estilo sui generis, no es previsible en absoluto, que funciona a su bola con el factor sorpresa y que desde luego nunca va a exponerse haciendo una barrabasada donde está la policía armada hasta los dientes y ojo avizor. Son simplemente los vasallos del miedo, los mantenedores de la crispación y de la opresión. Una sociedad amenazada por un enemigo invisible y siempre externo, naturalmente, ya no es una sociedad libre sino rehén del fantasma terrorista, que no necesita reunirse ni recibir consignas ni adiestrarse para atacar en plan guerrilla, sino que funciona con tecnología vía satélite psicodirigido, simplemente leyendo, viendo o escuchando los efluvios trastornados por la red online y las redes sociales, acumulando desinformación, histerismo y rabia desesperada por ósmosis fanática, friky.
Es imprescindible que aprendamos a separarnos de la neurosis teledirigida y colectiva, que desarrollemos la verdadera autonomía, èsa que no nos puede conceder nadie más que nuestra conciencia despierta para detectar infiltraciones en nuestra psique y poder ayudar a que los demás se sensibilicen y se desembrutezcan del aturdimiento tertuliano, mediático y subliminal que nos está manipulando. O tratando de manipular, según el grado de dormición personal y social que padezcamos.
Ya sé que hablar de algo religioso en estos momentos es peor que inútil, pero sería una torpeza cobarde no explicarlo, porque no es algo "religioso" sino energético y psicológico. Me refiero a un antiguo texto de Pablo de Tarso en su carta a los Efesios. En el último párrafo este hombre hace una descripción perfecta de esas energías que nos manipulan y las describe así:
Para terminar, dejad que os robustezca la fuerza del Espíritu. Poneos sus armas para resistir las estratagemas del mal; porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino el choque de las fuerzas de lo alto contra las soberanías, autoridades y jefes que dominan las tinieblas, las fuerzas invisibles del mal. Por eso os digo que toméis las armas que da el Espíritu divino para poder hacerles frente y no perder el terreno. Así que, en pie: abrocháos el cinturón de la verdad, por coraza llevad la honradez, como calzado la noticia de la paz. Como escudo agarrad la seguridad en la fuerza que os mantiene y que os permitirá apagar las flechas incendiarias del mal. Ponéos el casco de la salvación y por espada la palabra del Espíritu. Al mismo tiempo, y con su ayuda no perdáis la atención ni la ocasión de canalizar orando e insistiendo en ello.
Ahora sólo se trata de repensar estas sugerencias y aplicarlas al momento actual. Es un verdadero manual de psicología racional-emotiva y transpersonal, que nos advierte que vivimos en medio de dos niveles: el primario y el que evoluciona. El primario, reptiliano-límbico, basado en el ego, nos aliena, nos asusta, nos domina y nos esclaviza, nos ataca para apoderarse de nosotros, de nuestra voluntad y de nuestra mente, el segundo, desde dentro de la zona cortical del cerebro, superando el ego con la conciencia, nos da la fuerza y el poder sobre nosotros mismos, todas las "armas" invencibles son cosa nuestra y del Espíritu que SOMOS sin saberlo. Y en esas estamos. Hay que aprender a leer la actualidad con mirada serena y libre, lúcida, para darse cuenta de los varios niveles que presenta. No permitamos que nos sigan cantando nanas. Grandes intuitivos creadores lo han puesto en la literatura y en el cine. En los viejos cuentos y en las grandes sagas como La Odisea. Las Églogas. El Evangelio de Juan y Los Evangelios apócrifos, El Quijote, La Divina Commedia, El Tao-Te-Ching, La Utopía, Elogio de la locura, La nube del no saber, Los miserables, Il Barone Rampante, Le città invisibili, Il pendolo de Foucault, Il cimitero di Praga, Il nome della Rosa, Das Kapital, Ensayo sobre la ceguera, El Evangelio según Jesucristo, El hombre duplicado, 1984, Rebelión en la granja, El señor de los anillos, El señor de las moscas, Autobiografía de Gandhi, El umbral de la vida interior, La locura de Noé, Un mundo feliz, Ulysses, La guerra de las galaxias o Matrix I, Indiana Jones y la última cruzada, Momo o La Historia Interminable. Las nueve revelaciones; obras llenas de simbología y de enseñanzas, que quizás apuntan más allá de lo que los autores-canalizadores intentaron transmitir.
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